El 20 de agosto de 1940 Frank Jackson, hombre de negocios con pasaporte canadiense, asestó un golpe de piolet en la cabeza a Leon Trotsky en su residencia de México. Había accedido a la casa y al despacho sin levantar sospechas con la excusa de revisar un artículo. Pertenecía al círculo de confianza del político ruso al ser compañero de una de sus secretarías la estadounidense Sylvia Ageloff. Alegó después que cometió el asesinato, Trotsky moría un día después, porque se sentía defraudado por el político.
En los 20 años que Jackson pasó en la prisión mexicana se descubrió que ese no era su nombre sino Jacques Monard y qué como tal y diciendo que era un fotógrafo belga conoció y conquistó en París a Sylvia Ageloff. El nombre se lo cambió por el de Jackson al trasladarse a Nueva York aduciendo problemas con las autoridades del país.
Lo que se supo después es que Monard era en realidad Ramón Mercader (Barcelona 1913 – La Habana 1978) hijo de Caridad del Río y de Pablo Mercader, militante del partido comunista, combatiente en la guerra civil española en el frente de Aragón y después en el de Madrid y posteriormente reclutado por el NKVD (Comisario del pueblo para asuntos internos).
Esta historia poliédrica ha dado fruto a más de una forma de narrar los hechos, destacamos tres ejemplos:
– la novela: El hombre que amaba los perros / Leonardo Padura. Barcelona: Tusquets, 2010.
– la biografía: Pasajes a América: la vida desmesurada de cinco catalanes [en ultramar] / Héctor Oliva. Barcelona: RBA, 2007.
– el documental: Asaltar los cielos / José Luis López-Linares, Javier Rioyo (1996)
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