Cada uno de nosotros es, sucesivamente, no uno, sino muchos. Y estas personalidades sucesivas que emergen las unas de las otras, suelen ofrecer entre sí los más raros y asombrosos contrastes. (José Enrique Rodó. Los motivos de Proteo)
Vargas Llosa nos recuerda esta frase al presentarnos su última novela, a caballo entre la ficción y la crónica, que explora lo más profundo del alma humana a través de la experiencia vital de Roger Casement, un irlandés excepcional con una vida contradictoria que no fue uno, sino muchos y que, tras haber sido ajusticiado en la horca en Dublín renació entre sus conciudadanos y ahora entre nosotros, los lectores de Vargas Llosa.
La novela, El sueño del celta, se divide en capítulos impares y pares en los que nacionalismo y genocidio se alternan mientras Vargas Llosa nos conduce por la senda de la maldad absoluta: explotación, crueldad, tortura y muerte. Por el Congo belga y la codicia del rey Leopoldo II que promueve la explotación inmisericorde del indígena sometido y le despoja de sus recursos, su dignidad y su vida. Por el Putumayo peruano en donde los caucheros y las compañías explotadoras del caucho amenazan, mutilan y asesinan sin piedad. Y por la Irlanda de la insurrección independestista de 1916 que llevará a Roger Casement al patíbulo por traidor a la corona británica.
«Cuando abrieron la puerta de la celda, con el chorro de luz y un golpe de viento entró también el ruido de la calle que los muros de piedra apagaban y Roger se despertó asustado.» Así comienza el primer capítulo. Tal y como, probablemente, ya le sucedió con La fiesta del chivo, una vez que cruce el umbral por esta primera frase, quedará envuelto en un torbellino del que no podrá salir hasta la página 451. Y cuando salga, ya no será uno …
El sueño del celta ya está en nuestra la biblioteca a disposición de los lectores. Consulte el catálogo.