El barón Davillier nos dice al principio de su Viaje por España que Gustavo Doré le inquiría con frecuencia:
“- ¿Cuando salimos para España?
– Pero, querido amigo –le respondía yo-, ¿te olvidas de que, si sé contar, he recorrido nueve veces ya, en todas las direcciones, la tierra clásica de las castañuelas y del bolero”.
El viaje de 1862, que haría con Doré, sería su décimo y hay quienes mantienen que llegó a visitar España bastantes más veces. Nuestro viajero conocía al dedillo España y la lengua de Cervantes. Antes de alejarse de Salamanca, decide dedicar algunas palabras al asunto de la lengua. “El español es, en nuestra opinión, la lengua que más parecido ofrece con el francés. En el siglo XVI estaba muy extendido por Francia. Se encuentra entre nuestros autores de esta época buen número de palabras y de giros tomados de la lengua castellana”, escribe. Tras citar a Pierre de Branthôme, quien por aquel entonces advirtió que “la mayor parte de los franceses de hoy, al menos aquellos a quienes se ve un poco”, es decir, las gentes importantes, “saben hablar o entienden esta lengua”, Davillier nota que “sería fácil multiplicar los ejemplos, pero nos contentaremos con el testimonio de Cervantes, quien asegura en su novela Persiles y Segismunda que “en Francia, ni varón ni mujer deja de aprender la lengua castellana”.
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Francia es tierra feraz en hispanistas desde larga data. Entre ellos no se ha hecho debida justicia al barón Charles Davillier, Caballerizo Mayor de Napoleón III, erudito, anticuario e hispanófilo hasta el extremo de que en la hora de su muerte, en 1883, se le despidió como “el francés más entusiasta admirador de España”. Davillier arrojó luz en la Europa de la segunda mitad del XIX sobre las artes decorativas españolas y en sus obras se empeñó en romper estereotipos y prejuicios sobre España, muy en particular con su sensacional para aquellos tiempos L’Espagne (Hachette, 1874) , traducido rápidamente al italiano, al inglés, al danés, al alemán… y no dado a la imprenta española hasta 1949, de donde Ediciones Castilla lo sacó con el título Viaje por España. Cuenta Arturo del Hoyo en su magnífico estudio previo para aquella primera edición española cómo el barón Davillier convertía cada lunes su palacete parisino en el 18 de la rue Pigalle en un salón artístico donde se citaban pintores, poetas, eruditos, críticos, directores de museos, coleccionistas… Davillier recuerda, además, cómo se improvisaban también en su residencia algunas tardes españolas: “A menudo Fortuny venía a comer a mi casa en compañía de su mujer, de su cuñado Madrazo y de algunos amigos españoles. Toda etiqueta era desterrada de nuestras reuniones y la tarde la pasábamos charlando o cantando seguidillas, jotas y malagueñas (…) Gustavo Doré se contaba a veces entre nosotros (…) Entre dos rondeñas se discutía sobre la forma de una espada o de una armadura del siglo XV. Fortuny y Béaumont se quitaban el uno al otro el lápiz y las hojas de papel se cubrían de esbozos”.
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La marca España triunfa en India: se vive solo una vez y España es el lugar que hay que conocer. ¡Viva Turespaña … y la Señorita de Bollywood! La película Zindagi Na Milegi Dobara (Solo se vive una vez) se estrenará próximamente en España y Francia. Lea la noticia en el diario El País.