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Club de lectura: Cartas

El 3 de mayo de 2020 en Club de lectura, Literatura por | 10 Comentarios

Ficticias o reales, las cartas o epístolas constituyen un género literario muy antiguo que se engloban en las denominadas escrituras del yo o escritura subjetiva, como las biografías, las memorias, los diarios… Se trata de una forma de comunicación que entronca con la conversación, con la particularidad de que la ausencia de uno de los interlocutores la convierte en una comunicación en diferido.

Escribir cartas es una práctica que nos resulta cada vez menos familiar, menos cotidiana. Incluso considerando su equivalente actual, el correo electrónico… ¿quién escribe hoy largos y meditados correos? ¿En qué medida la posibilidad de recibir y poder responder de manera inmediata a un correo nos distancia de esa otra forma de comunicación que contaba con el tiempo como elemento intrínseco? ¿Por qué estos textos personales, cuando no íntimos, despiertan nuestro interés? ¿Pueden las cartas modificar nuestra imagen de un autor?

De todo esto y mucho más podremos conversar durante la próxima sesión del club de lectura del 4 de mayo, a partir de un mosaico de cartas formado por las sugerencias de los lectores.

Entre las ficcionales nos encontramos con dos de las cartas incluidas en la segunda novela del escritor argentino Manual Puig (1932-1990), Boquitas pintadas (1969). Esta novela reduce la narración convencional al mínimo y reconstruye la relación amorosa entre Nené y Juan Carlos, muchos años después de que este haya fallecido, a partir de diálogos, cartas, diarios íntimos, expedientes y noticias de prensa.

A medio camino entre la ficción y la realidad podríamos considerar las que componen la novela Querido Diego, te abraza Quiela, en la que Elena Poniatowska (1932, Premio Cervantes 2013) recrea la relación de diez años entre Diego Rivera (1886-1957) y la pintora rusa Angelina Beloff (1879-1969) exiliada en París, a través de las cartas que esta escribe cuando el muralista mexicano se marcha a México sin ella. Son cartas desgarradas, sin respuesta, inspiradas en el libro La fabulosa vida de Diego Rivera, de Bertram Wolfe, que sirven a la autora mexicana para dar otra visión de Diego Rivera.

Entre las reales tenemos dos cartas breves de soldados de la Primera Guerra Mundial incluidas en Paroles de poilus, lettres et carnets du front, recopiladas por Jean-Pierre Guéno a partir de la respuesta de los oyentes de Radio France a la llamada que hizo en 1998 en búsqueda de este tipo de testimonios.

También forman parte de este collage epistolar algunos fragmentos que Van Gogh (1853-1890) envió a su hermano Théo (1857-1891) a partir de 1872 y que han sido consideradas no solo una fuente imprescindible para conocer la vida, la personalidad y el alma del gran pintor holandés, sino un documento humano único.

Varias de las cartas propuestas son cartas de amor entre escritores. La más antigua es la enviada en septiembre de 1889 por Emilia Pardo Bazán (1851-1921) a Benito Pérez Galdós (1843-1920) después de su viaje por Europa y de haber visitado juntos la Exposición Universal. Se trata de una de las 92 cartas recopiladas por la editorial Turner en 2013 bajo el nombre de Miquiño mío que Doña Emilia le envió a Don Benito entre 1883 y 1915, y en el que se puede ver la evolución desde la admiración hasta la pasión fogosa que compartieron. Curiosamente, de las que escribió el escritor canario solo se ha conservado una (2).

Otro ejemplo es la carta que Antonio Machado (1875-1939) envía a su amor de madurez, la también poeta y escritora Pilar de Valderrama (1889-1979) -Guiomar -, testimonio del apasionado amor que compartieron desde que se conocieron a finales de 1926 o principios de 1927 hasta que les separó la guerra civil (1).

También comentaremos una de las más de ochocientas cartas intercambiadas por Albert Camus (1913-1960) y la actriz de origen español, exiliada en París con su familia desde 1936, María Casares (1922-1986). Esta correspondencia, publicada por Gallimard en 2017 y aún no traducida al español, es testimonio de su relación “caótica, a menudo clandestina, pero ardiente, con altos y bajos, rupturas y reencuentros, una carrera incesante hacia el otro” (3) a lo largo de los doce años que duró (1948-1960).

Más o menos por las mismas fechas, entre 1947 y 1964, Simone de Beauvoir (1908-1986) vive una apasionado romance con Nelson Algren (1909-1981). Las más de trescientas cartas que le escribe en inglés, ya que el escritor norteamericano no conoce la lengua francesa, fueron reunidas y publicadas en 1997 por Sylvie Le Bon, hija adoptiva y alumna de la filósofa, que no obtuvo el permiso para poder publicar las que Algren escribió. Ante el intento de integrar a su amante en un universo completamente desconocido, este epistolario se convierte de alguna manera en un reportaje de la vida intelectual y política de esos años.

Entre las cartas de amistad que han propuesto nuestros lectores, se encuentra un ejemplo de la correspondencia entre Benito Pérez Galdós (1843-1920) y Clarín (1852-1901). El autor de La Regenta (1884), también afamado crítico, dedicó numerosas páginas a analizar la obra y la personalidad del autor canario. Su relación epistolar, que se extendió entre 1879 y 1901, son muestra de la admiración y profunda estima que se profesaban.

Helen Hanff (1916-1997) escribe por primera vez en 1949 una carta a una librería de Londres, Marks & Co, para solicitar unos libros de segunda mano que no puede encontrar en su país. A lo largo de veinte años se va forjando una sólida amistad entre la escritora estadounidense y su librero inglés, Frank Doel (1908-1968), a través de las cartas que también comentaremos en la sesión y que se recogen en el libro 84, Charing Cross Road, dirección de la librería que hoy ya no existe.

Otra de las cartas propuesta ha sido la que Julio Cortázar (1914-1984) a Edith Aron (1927), traductora alemana de origen judío que emigra a Buenos Aires con su madre de niña poco antes de la II Guerra Mundial. De regreso a París en 1950 para visitar a su padre, coincide con Cortázar en el barco, aunque no llegan a entablar relación durante el viaje. En los meses siguientes se encuentran en París de manera azarosa, encuentros que supuestamente inspirarían el personaje de La Maga, de Rayuela (1963). En agosto de 1951 le escribe a Edith Aron la carta seleccionada en la que Cortázar anuncia su regreso a París y el deseo de reencontrarla (4).

La última de las propuestas es la que podríamos describir como “comunión poética” expresada en las románticas y apasionadas cartas que intercambian en el verano de 1926 el poeta alemán Rainer María Rilke (1875-1926), ya enfermo, retirado en Suiza y que moriría al final de ese año, y los jóvenes poetas rusos Marina Tsvietáieva (1892-1941) y Boris Pasternak (1890-1960) (5).

Notas
(1) Ramírez Ponferrada, María Dolores: «Pilar Valderrama, la Guiomar de Antonio Machado. Escritora ignorada y musa ultrajada». Signa, nº 10, 2001
(2) Pousa, Luis: «Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós: «Te como un pedazo de mejilla y una guía del bigote»». La Voz de Galicia, 13 abril 2013
(3) Castellani, Jean-Pierre: «María Casares, una mujer libre más allá de Camus». Cine y teatro, n.º 51 (mayo-junio 2019)
(4) Libedinsky, Juana: “Edith Aron, la maga de Julio Cortázar”, La Nación, 7 de marzo de 2004.
(5) Pérez Alonso, Paula: «Tres a escribirse». Página 12, 18 de mayo de 2014.

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10 comentarios a «Club de lectura: Cartas»

  1. Olivier dice:

    Hola a todas !

    Siempre es un placer participar en estas charlas. Cada vez uno descubre nuevos autores y libros que nos abastece para quince dìas de cuarentena !
    Tambien es un placer descubrir que autores que descubrìmos gustan a otras o otros, sin hablar de los libros polvorientos que tenemos en casa y que volvemos a descubrir. Hacìa años que no me apetecìa leer los libros de Emilia Pardo Bazan y gracias al club me entraron las ganas de leer «Memorias de un soltero»

    Un abrazo

    Oli

  2. Patrizia dice:

    Siempre es un gusto participar en las reuniones del círculo de lectura.

    Sin embargo, las últimas fueron algo singulares por realizarse ya no de manera presencial, sino virtual. En poco tiempo empleamos nuevas herramientas y seguimos, a través de ellas, encontrándonos y aprendiendo unos de otros en tema de lectura como de dominio de estas técnicas.

    En esta ocasión conversamos sobre cartas. Cada uno propuso una que le llamó la atención. Personajes, épocas y situaciones diferentes…

    Podríamos preguntarnos cómo vino este tema de la correspondencia. ¿Ha sido una casualidad? ¿Ha sido por el confinamiento? ¿Estaremos más sensibles ahora que en otro momento?

    No me hice la pregunta antes, pero ahora me doy cuenta de cuántas facetas diferentes nos vinieron a la mente durante la conversación. Un verdadero caleidoscopio en que se cruzan el tiempo y la distancia, la literatura y la vida cotidiana, lo particular y lo universal, la privacidad y la transmisión, la amistad y el antagonismo, cómo solíamos comunicarnos y cómo lo hacemos ahora, los recuerdos y las nuevas costumbres. Todo esto parece incompatible. Pero ¿es acaso la vida racional?

    Como a menudo, la reflexión y las ideas de otras lecturas se alargarían, seguro, mucho mas allá que la duración de nuestra charla.

    Por esto y por seguir concertando estos intercambios, quiero agradecer una vez más al Instituto, a la Biblioteca y a todos los amigos del circulo de lectura vuestra contribución insustituible y porque cada vez me digo que « je mourrai moins bête ».

  3. Doce cartas dirigidas al pintor mejicano Diego Rivera por la que fue su primera mujer, la pintora rusa Angelina Beloff, exiliada en París.
    Doce cartas en las que una mujer expresa su amor por un hombre que la abandonado tras diez años de convivencia y tras haber perdido un hijo que él no deseaba y a quien unos amigos criaron en su casa para no molestar al pintor.
    A través de las cartas, Angelina se describe como una mujer subyugada por el sentimiento amoroso hasta la alienación: ”Después de todo, sin ti, soy bien poca cosa, mi valor lo determina el amor que me tengas y existo para los demás en la medida en que tú me quieras”.
    Incluso, a pesar de ser considerada una excelente pintora, se muestra perdida con su propia obra, “He abandonado las formas geométricas y me encuentro bien haciendo paisajes un tanto dolientes y grises, borrosos y solitarios. Siento que también yo podría borrarme con facilidad”.
    La exaltación de este sentimiento amoroso desordenado, desequilibrado, pone a Angelina Beloff al borde, si no del suicidio, sí del abandono total de todo lo que en su vida pudiera significar cualquier tipo de valor.
    Elena Poniatowska describe bellísimamente el sufrimiento de la pintora rusa y su soledad, hasta el punto que el lector se siente subyugado por esa indefensión, y por su generoso éxtasis amoroso que no se corresponde en absoluto con el interés del pintor mejicano, quien se limita a enviar una modesta cantidad de dinero para que la pintora pueda recuperarse del abandono en el que la ha dejado tras su partida a México.
    El olvido, al que Diego Rivera condena a su esposa Angelina, alcanza el punto máximo cuando, trece años después de ser abandonada, Angelina viaja a México y se encuentran en la Ópera. Diego Rivera ni la reconoció.

    • anarocag dice:

      Muchas gracias, Paz, por tu aportación a la sesión. Muy interesante esta propuesta a medio camino entre la ficción y la realidad. De hecho, creo que la última de las doce cartas que componen el libro fue realmente escrita por Angelina Beloff.
      Saludos.

  4. Marina dice:

    Reunión como siempre muy agradable e interesante… en mi búsqueda para la última reunión di con la razón por la cual no se encuentran las cartas respuesta de Don Benito a E Pardo Bazán y es que fue Carmen Polo que hizo destruir dichas cartas (ésta decía a Concha Morel que «las cartas de amor no se enseñan»).

    Enlace para conectarse a la conferencia del 13/01/20 de Paloma Hernández García desde la Escuela de Filosofía de Oviedo (avanzar hasta 2h14 de la conferencia para sus comentarios de varias de las obras de Pérez Galdós): https://fgbueno.es/act/efo206.htm

    • anarocag dice:

      Gracias, Marina, por el enlace a la conferencia sobre Benito Pérez Galdós.

      Es una pena que se conserven noventa y tantas cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós y solo una de las que él le envió. Pero, por otra parte, ya vimos cómo decía en la carta del 8 de junio de 1888, que tú seleccionaste y que Don Benito dirigía a Clarín, que le «repugnaba» entregar al público la vida privada…

      Saludos.

  5. Carmen Martos dice:

    Hola,

    muchas gracias por la sesión de lectura. No había leído hasta ahora
    casi ninguna novela epistolar. Gracias a vuestras aportaciones, tomo
    nota para futuras lecturas.

    Carmen

  6. Ennio dice:

    Gracias por invitarme al Cervantes de Paris! El encuentro virtual sobre el tema de las cartas literarias ha sido súper interesante, con lo cual se puede confirmar que no es necesario proponer una larga novela para hacer tertulias sobre temáticas literarias.

    Por lo general yo no me atrevo mucho a hablar en público, siempre me da un poco de miedo o vergüenza, podría ser porque no manejo la lengua como lo compañeros hispanohablantes , pero estas cartas han sido elegidas con atención, aunque destacan mucho entre ellas las cartas de amor: como ha sido comentado en la reunión estas cartas no están al día en esto tiempos súper rápidos de WhatsApp, Social media y tal donde la comunicación amorosa se consuma de inmediato.

    Me atrevo a escribir aquí lo que no pude decir en la reunión, porque Marina había elegido y debatido el texto de Galdós, que yo mismo habría elegido. Galdós en esta carta entre dos magistrales literarios como Clarín (Fantástica Regenta, que tiene personajes como Ana Ozores , Fermín de Pas, Álvaro Mesía, Víctor Quintanar) muestra todo su realismo comunicativo sobre temas actuales, cual repugnancia a entregar al público la vida privada, ponerse en brazos de la providencia, el interés por la verdad, los fenómenos de la naturaleza y más aún los del orden social, y no la disputa literaria.

    De hecho “Doña perfecta “ y la “Regenta” , yo opinaría son muy parecidas en la forma de documentar de costumbre del periodo, no cierto por la historia familiar y amorosa de los personajes.

    Entre estos escritores, añadiría tal vez Blasco Ibáñez, naturalista, que escribió Arroz y tartana fueron del final siglo XIX. De hecho todos escribieron y vivieron en el mismo periodo con pocos años de diferencia.

    • anarocag dice:

      Gracias a ti, Ennio, por sumarte a nuestro club de lectura desde Milán. Ventajas de nuestra situación actual de confinamiento. Nos alegramos mucho de que te gustara la sesión. Está genial que dejes tu comentario en el blog.
      Saludos.

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