Cualquier vida puede resumirse en una líneas, incluso una vida tan memorable como la de Jorge Semprún: nacido en Madrid, hizo sus estudios en el liceo Henri IV de París y en la facultad de letras; traductor en la Unesco, escenarista y guionista de Alain Resnais, Costa Gavras e Yves Boyssier, es nombrado ministro de Cultura del gobierno español en 1988. Autor célebre de La segunda muerte de Ramón Mercader, Aquél domingo y La escritura o la vida, premio Femina 1994 …
Evidentemente, para los que conocen al hombre, su vida y su obra, este recurso no es suficiente. Por suerte, basta hojear sus libros.
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EL SILENCIO
No hay nadie Estoy yo solo y el violín del silencio
El silencio es un agua de cristal con rumor
En el silencio se oyen lentos pasos de un loco
que va y viene sin nadie por una habitación
He perdido mis dedos en un piano infinito…
Un piano fantasma que está en mi corazón
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Elena Ribera de la Souchère, falleció en París, en la madrugada del 8 de junio.
Nacida en el seno de una familia pirenaica con antepasados a ambos lados de la frontera. Su padre Romualdo Ribera de la Suchère, participaba desde hacía varios años en las excavaciones arqueológicas de Ampurias. Elena tenía cinco años cuando, debido a la delicada salud de su madre, la familia se instaló en Cannes y luego en Antibes, donde veinte años después su padre fundaría el primer museo Picasso del mundo. Al estallar la guerra civil, Elena estudiaba derecho y trabajaba en la delegación del gobierno autónomo vasco en París *. En 1938 vivió durante varios meses en la zona republicana española con una acreditación del periódico democristiano francés L’Éveil des Peuples. En calidad de corresponsal de guerra, fue testigo de la contienda en Barcelona y estuvo también en el frente de Madrid. A su vuelta a París se esforzó por defender la causa de la democracia española en artículos y conferencia, en estrecho contacto con destacadas personalidades de la embajada republicana, como el ministro y poeta Josep Carner, Victoria Kent y José Bergamín. En 1940, a raíz de la ocupación de Francia, Elena se refugió en Ingraterra, donde se puso a disposición del ministro de de Justicia de la República Española en el exilio, Manuel Irujo, quie mantenía conversaciones con representantes del gobierno británico con miras a integrar una fuerza vasco-española que pudiera desembarcar en las costas del Atlántico en el hipotético caso de que el gobierno franquista entrara en la guerra al lado del Eje. Tras el desembarco anglo-americano en África del norte, Elena se trasladó a Argel, donde formó parte del omité de ayuda a los republicanos españoles recién liberados de los campos de concentración del gobierno de Vichy.
Tras la guerra mundial Elena de La Souchère colaboró regularmente en diversos periódicos y revistas franceses: Les Temps Modernes, France Observateur (luego Le Nouuel Observateur), Esprit, Les Cahiers lnternationaux y Le Monde Diplomatique, y participó en conferencias y entrevistas radiofónicas y televisadas en defensa de la democracia española.
En sus crónicas de Les Lettres Nouvelles dio a conocer al público extranjero las obras de las nuevas generaciones literarias españolas. Entre los libros publicados por Elena cabe mencionar Explication de l’Espagne, Crime a Saint Domingue (una investigación sobre la desaparición del dirigente vasco Jesús Galíndez), Antibes: 2500 ans d’histoire y la traducción al francés de la novela Fiesta al noreste, de Ana María Matute. Es autora también de numerosos reportajes en Le Monde Diplomatique, L’Express y la revista latinoamericana Mundo Nuevo.
En 1973 ingresó en el servicio diplomático mexicano y fue consejera de prensa en la embajada de México en Francia. (tomado de la cubierta)
* Elena Ribera de la Souchère trabajó como secretaria en el 11, Avenue Marceau, el edificio de nuestra biblioteca, que en la época albergaba la sede de la delegación del Gobierno Vasco en París.
Lea el obituario de Juan Goytisolo en El País: Elena Ribera de la Souchère, luchadora contra la dictadura
Escuche sus declaraciones en el programa Más que palabras de Radio Euskadi
La inesperada desaparición en Salamanca del historiador Manuel Fernández Álvarez, extraordinario divulgador del siglo XVI español y uno de los máximos especialistas mundiales en la España de los Austrias, nos duele en el alma. Era también gran amigo nuestro, del Instituto Cervantes y de sus bibliotecas.
A Bruselas acudía con cierta frecuencia para intervenir en congresos y actividades relacionadas con su principal especialidad: Carlos V, el Emperador nacido en Gante. Sabedor de que nuestra biblioteca en Bruselas alberga una sección especial sobre «España en Flandes», el profesor Fernández Álvarez nos remitía puntualmente por correo un ejemplar dedicado de cada nueva obra que publicaba, incluido el Corpus documental de Carlos V al completo. ¡Qué hipnótica caligrafía la suya, inmediatamente evocadora del mismísimo XVI!
Decimos adiós aquí al gran historiador cuyo amor por la literatura le llevó a transmitirnos la investigación más ardua como si se tratara de una novela apasionante. Y también al hombre, ameno, sumamente amable y atento a quien era una delicia tratar y escuchar. Seguirá por siempre acompañándonos y deleitándonos con sus libros.