El barón Davillier y Gustavo Doré en su Viaje por España entraron en nuestro país por el paso de La Junquera, frente a la habitual llegada de los viajeros románticos por el extremo occidental pirenaico, imantados por la catedral de Burgos. El cruce de la frontera lleva de inmediato a Davillier a hacer una rápida y corta exposición sobre la lengua catalana, sin detalles ni explicaciones sociológicas o antropológicas, como corresponde a la circunstancia de la época. “Henos aquí, en España, o por mejor decir en Cataluña”, escribe el barón, haciendo perceptible diferencia entre el todo y la parte. “Los catalanes se diferencian bastante del resto de los españoles. Tienen su dialecto particular que se aproxima mucho a la lengua limousine de la Edad Media. Este dialecto tiene sus gramáticas y sus diccionarios y también sus poetas”.
Por lengua lemosina se refiere en sentido lato al habla del Midi francés, en puridad la lengua occitana, resucitada literariamente hacia mediados del XIX en su variante provenzal por Federico Mistral y de siempre fragmentada en diversos dialectos.
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