El 18 de diciembre de 2023 fue presentado el libro Cuántas trompetas que suenan… Estos últimos Apuntes del año están dedicados a cada uno de los capítulos de esta monografía. Seleccionamos aquí dos párrafos del capítulo de Yvan Nommick titulado «El retablo de maese Pedro de Manuel de Falla en el marco de los Neoclasicismos de la primera mitad del siglo XX».
Después de la Primera Guerra Mundial surge un nuevo espíritu en la música francesa, caracterizado, por una parte, por el rechazo del cromatismo wagneriano, del posromanticismo, del expresionismo y de las ensoñaciones del impresionismo, y, por otra, por la búsqueda de un lenguaje directo, preciso, sencillo, sobrio. Jean Cocteau, en Le Coq et l’Arlequin [El gallo y el arlequín, confrontando lo francés y lo alemán], expresa de manera sarcástica su reacción contra el wagnerismo y el impresionismo. Escribe a propósito de Wagner: «Hay obras largas que son cortas. La obra de Wagner es una obra larga que es larga, una obra en extensión, porque el aburrimiento le parece a este viejo dios una droga útil para conseguir el alelamiento de los fieles»; y acerca de la música impresionista: «Basta de nubes, olas, acuarios, ondinas y perfumes de la noche; necesitamos una música sobre la tierra, UNA MÚSICA DE TODOS LOS DÍAS. […] quiero que me edifiquen una música en la que viva yo como en una casa».
Este movimiento se desarrolló en París en torno a Stravinsky y al Grupo de los Seis, grupo formado bajo la égida de Cocteau, y el influjo de la música de Erik Satie, pero cuya denominación acuñó el compositor y musicólogo francés Henri Collet. Los principales procedimientos y tendencias que caracterizan la música neoclásica de las décadas de los años 20 y 30 son: objetividad expresiva, claridad de texturas, concisión de la forma, recuperación de modelos formales y estilísticos del pasado, utilización de un efectivo orquestal reducido, revitalización de la escritura contrapuntística –si bien se trata de un contrapunto muy libre–, así como parodia, juego, disfraz, ironía, utilización de elementos procedentes del jazz, del music-hall y del mundo circense, música que exalta la vida y trae a nuestros oídos sonoridades de fiestas populares, de escenas de la calle.
Extracto del capítulo de Yvan Nommick titulado «El retablo de maese Pedro de Manuel de Falla en el marco de los Neoclasicismos de la primera mitad del siglo XX» para el libro Cuántas trompetas que suenan…, conmemorativo del centenario del estreno de El retablo de maese Pedro. Disponible en la tienda de la web del Archivo Manuel de Falla.