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[Biblioteca] Sobre el título de un libro

En el anterior «post» de Natalie ya nos avanzaba este: En cuanto a Rosa Montero y La hija del caníbal: he empezado, he leído un capítulo; todavía no me encanta pero voy a perseverar.


La hija del Canibal de Rosa Montero¿Para que sirve el titulo de una obra? En la música, que es mi campo, la pregunta se hace de otra manera: ¿Necesita la obra un título o no? Hay tantas opciones genéricas, como ‘sinfonia’ y ‘concierto’, ‘obertura’ y ‘suite’; pero los libros no se  titulan ‘Novela no. 8’. Inventar el título es parte del trabajo del autor; puede hacerse en cualquier momento – antes de ponerse a escribir, después de poner el último punto… Pero un libro no se pública sin título.

Y como el título se lee antes de la novela, es normal que el lector espere de él alguna pista para saber de que trata el libro. Pero en este caso no. La novela se llama ‘La Hija del Caníbal’.  Es verdad que el padre de la narradora había cometido un acto de canibalismo – es decir, un supuesto acto de canibalismo, después de un desastre. Pero el padre sale en unas quince páginas de un libro de 307 páginas. La novela se presenta como policíaca: el marido de la narradora desaparece secuestrado de los aseos de un aeropuerto. El Padre-Caníbal no tiene nada que ver con el secuestro. La narradora naturalmente se preocupa mucho de la suerte de su marido – durante el primer tercio de la novela. Es su relación con sus vecinos – un anciano de 80 años y un muchacho de unos 20 –  la que domina el resto del libro. El anciano les cuenta la historia de su vida – que tampoco tiene nada que ver con el secuestro – y el joven se hace amante de la narradora. Lo del secuestro pierde todo su interés y cuando al final la autora tiene que solucionarlo, es lo que molesta al lector. Los últimos capítulos cuentan una conversación entre la narradora y su padre – una reunión después de muchos años de desafección – sin abordar el tema del canibalismo. Y todo el libro se revela en este momento como el recuento del desarrollo emocional de la narradora, una fábula de descubrimiento personal de la parte de una mujer que a mí no me había gustado mucho desde el principio…


Natalie Shea

[Biblioteca] Cora y Dora: entre Cortazar y Cueto

Natalie no ha podido asistir a la cita del club de ayer, pero nos deja una pequeña contribución al debate…


Dora y Cora

Hace muchísimos años, yo era adolescente. Seguramente he olvidado como era. Y claro, lo que sigo recordando, lo he visto con ojos de chica, no de chico, por lo que de verdad ignoro totalmente lo que pasa por la cabeza de un muchacho. Quizás las ideas carezcan de color allá dentro y se corten en pedazos, como las oraciones de Alex en ‘La señorita Dora’; en este caso, no me arrepiento de mi falta de interés. ¿Por qué Cueto me cuenta todo eso? ¿Para que sienta empatía hacía Alex? ¿Para que sienta curiosidad por saber el final de sus aventuras? ¿Para aclararme la vida interior de los chicos y su dolor frente al sexo opuesto, al tiempo que las hormonas inundan sus cuerpos y sus cerebros? Si es así, ha fracasado en todos sus objetivos. No llegué a conocer bien a Alex, tampoco quiero saber más de sus aventuras. Si me lo encontrara por la calle, no lo reconocería.

Lo de Pablo y la señorita Cora, por otro lado, me pareció mucho más interesante. Hay que admitir que el epígrafe me llamó la atención: conozco muy bien la canción. La he cantado mucho, entonces fue para mí un destripe: yo sé muy bien el triste final de la canción, por eso no me cupo duda de que el cuento iba a acabar mal… A diferencia del cuento de Cueto, el de Cortázar me invitó a entrar en la mente de sus personajes, los pensamientos saliendo de los cerebros como un fluir de consciencia, o sea, unos rápidos de ideas que van siempre separándose y recombinándose. A decir verdad, los cambios frecuentes de narrador, casi al azar, acabaron por irritarme, aunque al principio me fascinaron mientras buscaba (sin éxito) la clave. Sin embargo, el artilugio logra exprimir y enfatizar la intimidad incómodo de la situación.


En cuanto a Rosa Montero y La hija del caníbal: he empezado, he leído un capítulo; todavía no me encanta pero voy a perseverar.

Natalie Shea

 

[Biblioteca] Club de lectura del día 12 de septiembre – Rosa Montero

 La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero

La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero

Por: Dr. Benigna Margarita García Rodríguez, asesora de Educación de la Consejería de Educación en Australia.

El club de lectura del día 12 de septiembre estará dedicado a los relatos cortos y a Rosa Montero. Como quedamos en la última reunión de agosto, comentaremos dos historias cortas una de Alonso Cueto, La señorita Dora  y una de Julio Cortázar, La señorita Cora. También vamos a comentar libros de Rosa Montero porque tenía previsto venir a Sídney en septiembre aunque al final no ha podido.

Rosa Montero (Madrid, 3 de enero de 1951) es periodista y escritora. Como periodista ha trabajado para distintos medios, especialmente para el diario El País. Ha escrito relatos cortos, novelas, crónicas y ensayos. Su primera novela, Crónica del Desamor, fue publicada en 1979. Desde entonces ha publicado más de 30 libros de distintos géneros. Una de sus novelas, La hija del caníbal, fue llevada al cine.

Su último libro, La ridícula idea de no volver a verte, es difícil de encasillar en un género. Es un ensayo, una crónica, una biografía, una autobiografía y se lee como una novela. Te atrapa desde la primera frase: “Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos”. La frase parece indicar que se trata de un Kaddish, un panegírico a Pablo Lizcano, su marido, muerto en 2009 y a Pierre Curie, el marido de Marie Curie. Pero en realidad es sólo el estímulo para reflexionar sobre la vida mucho más allá de la pérdida. A pesar del trasfondo de muerte es un relato que celebra la vida.

Partiendo del diario de Marie Curie y de su propia experiencia vital, se transforma en un collage sobre  las mujeres y su entorno, su relación con la realidad de la que han formado o forman parte. En ningún momento es una queja o un lamento por lo que no se puede hacer. Sí retratan las dificultades a las que se enfrentan para poder seguir un camino, pero las dificultades no impiden que se siga caminando. Es un camino como un fluir de la conciencia que no discurre recto, que se detiene en pequeños momentos, incluso fotografías y hashtags que hacen que el lector se sorprenda en cada página y quiera seguir avanzando y reflexionando con las dos protagonistas celebrando la luminosidad de la vida, a pesar de las sombras. O como dice la autora: incluso en esos momentos de dolor, algo puede hacerte feliz a ratos.

[Biblioteca] Audiolibro │Audiobook : El tiempo de Manolo

El tiempo de ManoloOs recomendamos El tiempo de Manolo, un minucioso relato biográfico de la juventud de su autor Ismael María González Arias. En esta etapa se entregó al disfrute pleno del placer, al que, como tiene demostrado de sobra, sigue entregado en la actualidad. Valiéndose de un estilo narrativo torrencial y vivísimo, González Arias descubre por primera vez lo que para muchos va a resultar imperdonable: los misteriosos detalles de la vida de un pueblo allá por 1975.

La amistad, el amor, el sexo, las drogas y la muerte son, en resumidas cuentas, los ingredientes básicos en este «plato fuerte» que no tiene ninguna intención moralizante pero sí una clara vocación de homenaje, público y notorio, a una forma de vivir que, en ciertas circunstancias, resulta la única posible.


We recommend you El tiempo de Manolo,  a detailed biographical story about the youth of his author, Ismael María González Arias. During that time, he fully enjoyed the pleasures of life, something we are aware that he is still doing at the moment. Using a rich and lively narrative style, González Arias discovers the misterious details of life in a small town for the first time in 1975.

Friendship, love, sex, drugs and death are,to put it in a nutshell, the basic ingredients of a book that doesn´t have any moralizing purpose. It is indeed a public and noticeable tribute to a way of life that in some circumstances turns out to be the only possible one

[Biblioteca] La última palabra

En salvaje compañía de Manuel RivasOs dejamos otro texto de Natalie, que se ha leído En salvaje compañía de Manuel Rivas y nos escribe sobre su experiencia.


Me encantan los crucigramas. Sobre todo los criptogramas. Sus indicaciones son obras de arte: una mezcla de poesía y de humor, sucinto como un “haiku”, seductor y coqueto también, el sentido ocultado por casi-soluciones múltiples, pero la solución verdadera obviísima, una vez descifrado el código.

Para mí, estudiante de español, leer Manuel Rivas era un poco así. Ninguna palabra se debía ignorar. Cada frase era un enredo de belleza, y tenía que buscar yo el final del hilo correcto, desde el que la maraña, ligeramente agitado, se transformase en suavidad. Pero más que la satisfacción intelectual que me da un criptograma, En salvaje compañía me ofertó ideas y emociones y asombro. El vocabulario era muy complicado y seguramente que no entendí todo. Tengo que admitir que durante unos capítulos no me dí cuenta de lo que uno de los personajes principales se había muerto y se había convertido en un ratón. Curiosamente, por su calidad surrealista la historia, aún así corrompida, me pareció perfectamente razonable…

Todo lo de los ‘poetas-guerreros del último rey de Galicia’ me dejó un poco indiferente; claro que la historia tiene muchísimas capas y que algunas me eludieron, ignorante que soy de la cultura gallega. El libro me encantó aún así. Sin embargo, me sentí un poco desilusionada cuando llegué a la ultima pagina, en la que otra vez me encontré sola con el rey-cuervo y su protonotario… obligada a compadecerme de ellos. Y para final, la última palabra del capítulo, ¡no la entendí! Y no pude encontrarla en ningún diccionario. Tenía mis sospechas, pero no podía estar segura. El criptograma permaneció incompleto – para mi, una frustración atormentadora. Afortunadamente, me ayudaron mis colegas del club de lectura y ahora lo tengo claro. He conseguido perdonar al autor.

Por Natalie Shea.

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