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[Biblioteca] Compartiendo lecturas│Sharing readings

Natalie lleva aprendiendo español con nosotros desde 2010. Participa en el Club del Libro de la biblioteca y en la última sesión nos habló de algunos relatos que ha leído en la antología Cuentos y relatos de la literatura colombiana: Tomo II (FDE, 2005).  Muchas gracias por compartir con nosotros tus emociones al leer estos relatos.│Natalie is learning Spanish with us since 2010. She comes to our Spanish reading group in the library and last meeting she told us about some short histories she has read in Cuentos y relatos de la literatura colombiana: Tomo II (FDE, 2005). Thank you to share with us your feeling reading these histories.


No sé nada de la historia latinoamericana. Es decir, tengo un idea general de la guerra, de la violencia, de las dictaduras, de la opresión, de las drogas – del caos. Es un tópico, claro, pero por eso no me extrañé cuando vi la primera sección de este libro – los cuentos están agrupados por tema (ciudad, erotismo, imaginación y fantasía, tradición y novedad…), y ahí está en primer lugar la violencia. Bueno, los abordé un poco nerviosa ya que no soporto las películas de carnicería, ensangrentadas, pero de hecho leyéndolos, me sorprendió mucho, porque en estos cuentos el ambiente es muy calmo. No son como las películas de acción, con granadas y explosiones y tiroteos y ruido ensordecedor, todo calmo. Incluso el tercero que he leído, Ana Joaquina Torrentes, que describe en detalle la masacre de un pueblo – hay como una distancia, como si fuera un paréntesis, es un poco como una mezcla de película muda, documental y dibujos animados.

Pero tenía razón al tener miedo, porque esta ausencia de ferocidad era aún más terrible que la violencia. Soy muy consciente de lo que pasa en situaciones de guerra – hace bastante muchos años trabajé para el Consejo Nacional de Iglesias Australianas en la sección Servicios para Refugiados, por lo que conozco muy bien el grado de maldad de la que es capaz el ser humano – y la profundidad y la frescura de las emociones me dolieron. El segundo cuento, sobre todo, Álbum de billetera, me dejó sin aliento por su manera sencilla, reservada, casi dulce pero agudísima de presentar el sufrimiento y la perdida.

Trata de un muerto ‘NN’ y del párroco que lo está enterrando; el párroco, por respeto a los muertos a su cargo, que son muchos, ha empezado a ponerlos en ataúdes y a vestirlos y finalmente a darles nombres y a inventarles antecedentes. Este muerto se distingue por una billetera de fotos que tiene en la mano, material perfecto para el párroco y sus inventos… Describe lo que se ve en las fotos pero también lo que no se ve: lo que pasa más allá de la escena: ya sea antes o después. Por ejemplo, la última foto es de la chica con la que hacía el amor cuando llegaron los asesinos, y lo que aprendemos es que la chica, ‘sabiendo que puede morir en cualquier momento de manera violenta, como todos en su pueblo’, se había hecho un tatuaje de su nombre y del código de un pequeño mausoleo que se había construido, para no terminar en una fosa común, y por eso puede vivir feliz… Al final de leerlo, estaba llorando, me conmovió mucho.

Natalie Shea


 

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