Ya lo verías ayer en nuestra página de Facebook. Apareció una entrada. ¡No me digas que no la viste! Las fotos eras bonitas. Sí, sí, todas lo son. Pero estas más. ¿Cuáles? La de los jardines. Todo venía por una entrada del portal España es cultura. Es un portal de promoción de la cultura de España, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Te decía lo de la entrada. Pues proponían esto: “Un paseo veraniego por nuestros jardines históricos”. Lo veraniego, visto desde aquí pues como que no. Estamos ahora en invierno, y al verano le faltan unos meses y unos pocos más de grados. El caso es que quería llamar tu atención sobre las fotos. ¡Ay, qué fotos! Debe ser que con la distancia las agrando, las magnifico. Digo las emociones (de ver las fotos), no las fotos. ¡Ja, ja! Tú imagínate ahora, dándote un paseo por el Retiro de Madrid, o por La Granja de San Ildefonso, en Segovia, y por el Monasterio de Piedra, en Zaragoza, o por la Alhambra de Granada, y el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba, o por el Pazo de Oca, en Pontevedra. Bien, que están a 40 grados allá, en España; bueno, quítale unos pocos. Y sin el vendaval de Sídney de hoy, que levanta mucha polvareda. Nada, imagínatelo. El jardín es la idea del paraíso, ¿no? El otro día leí, sí en esas noches de insomnio, que el primer emperador de la dinastía Mogol, Muhammad Zahir al-Din Babur (1526-1530), dejó escrito en sus memorias (Baburnama) que quería que le enterrasen en un jardín, en Kabul (en el ahora Afganistán). Él murió en Agra, pero luego, su hijo y sucesor, Nasir ud-din Muhammad Humayun, se encargó de que lo enterraran según los designios de su padre en lo que se conoce como Bagh-e Babur, los Jardines de Babur. Una belleza de sitio, camino de la otra vida. Fíjate tú lo importante del jardín. Esto lo leí en un libro. Y también leí que el emperador Humayun, el hijo de Babur, se murió como consecuencia de una caída que sufrió en su biblioteca. Un hombre culto, de cultura. Como su padre, que también le gustaba cultivarla. En fin, todo esto me hizo pensar también en los libros que me compré hace 3 años, en un viaje a Nueva York, en la St. Mark’s Bookshop, en el 31 de la 3ª Avenida, y que por casualidad estaban cerca de mi cama. El primero, de Robert Pogue Harrison, se titula Gardens, An Essay on the Human Condition. No te pierdas la dedicatoria: “Para Eva y sus hijas”. Hay un capítulo que me gusta mucho “On the Lost Art of Seeing”. El segundo libro es del argentino Alberto Manguel, y que lleva por título The Library At Night. En éste, hay un capítulo “Library As Mind” que habla del fresco del siglo XV de la Catedral Santa Cecilia, de Albi (sur de Francia), en el que se ve una escena del Juicio Final en que las almas desnudas caminan con libro abierto en sus manos, el Libro de la Vida. Como tú bien sabes, el Apocalipsis dice algo así como que “los muertos serán juzgados por aquello que fue escrito en los libros”. Y le daba vueltas yo al Baburnama, de Babur, del hecho del libro y que en ese libro viniese lo del jardín… Y yo ahora caminando por Segovia o Sevilla, viendo esas hileras de árboles y plantas, oyendo el chorro de las fuentes, y el silbido de los pájaros… Menudo paseo te estoy dando. Me voy por las ramas, nunca mejor dicho. ¡Lo que se me ocurrió viendo las fotos de los jardines! Si quieres un paseo auténtico vente a ver la exposición del Camino de Santiago, desde el miércoles de la semana que viene, que verás nuevas fotos. Y por nuestra biblioteca, que tiene muchos libros, también del Camino y de otros temas. Y así te dará para escribir lo que sientes, que me escribes poco, y menos de lo que sientes. Un abrazote, JL
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