Hispanistas como Sir John Elliott han celebrado en Oxford el centenario de las becas del coleccionista Guillermo de Osma, primer español en estudiar en la célebre Universidad tras permitirse el acceso a católicos en 1871.
Ignacio Peyró, director del Instituto Cervantes de Londres.
Nacido en la Cuba española en 1853 y muerto tras bajar del tren en Biarritz en 1922, Guillermo de Osma y Scull vivió a fondo los privilegios de la edad del cosmopolitismo pero -como demuestra su legado- también abrazó con convicción sus responsabilidades. Será que, vástago de una familia culta y consorte de una estirpe de la gran nobleza, Osma encarna el ideal de una clase dirigente de la Restauración que quiso combinar la virtud de ambas vertientes: conservadurismo y reformismo, el sentido patrimonial de Cánovas y la “revolución desde arriba” de Maura, todo ello con la voluntad expresa de dotar al país de unas elites de ejemplaridad cuya ausencia había sido muy dañina. Con una de esas vidas plenas de antaño, Osma iba a llegar a serlo prácticamente todo, y si en el servicio público pasó de la diplomacia a la política -fue dos veces ministro de Hacienda al despuntar el siglo XX-, también pudo posar como árbitro del gusto por su condición de arqueólogo, coleccionista, pionero en la protección del patrimonio, académico de no pocas academias y filántropo.
A celebrar esa filantropía de Osma se reunió un grupo hispano-británico, justo antes de la crisis del coronavirus, en la Universidad de Oxford. En Madrid se recuerda a Osma por la fundación del Instituto Valencia de Don Juan, el palacete que alberga sus colecciones de artes decorativas y que sigue, hoy como ayer, con sus cerámicas y sus textiles, en la parte mejor de Chamberí. En Reino Unido, sin embargo, se le recuerda ante todo por la beca que lleva su nombre, y que ha acompañado a generación tras generación de hispanistas hasta la celebración de su centenario precisamente en la mencionada reunión de Oxford.
El vínculo entre el coleccionista y su Universidad es una de las grandes páginas que unen a Oxford con España: Osma fue el primer español que estudió allí -concretamente, Historia- tras levantarse la prohibición a los no anglicanos en 1871. Al dotar la beca en 1920, hacia el final de su vida, Osma quiso que dependiera de modo directo de la cancillería de la Universidad. Y así ha seguido hasta hoy. Otra expresión contundente de los lazos oxonienses del Osma anglómano -servía sándwiches de pepino, tan a la moda entonces, en sus cultas tertulias- está en los estatutos del propio Instituto Valencia de Don Juan: según previsión del diplomático, la Universidad de Oxford quedaba, en última instancia, como depositaria de sus bienes en el caso de que la entidad no pudiera mantener su independencia. Esta estipulación iba a ser la salvación del Instituto durante la Guerra Civil: la hija del entonces director, el arqueólogo Gómez Moreno, colgó la bandera británica de la fachada, con lo que la institución pasó a estar bajo protección de la Embajada.
Impulsada por Marina Pérez de Arcos, de la asociación Spanish Studies at Oxford, la jornada de homenaje a Osma en el centenario de sus becas tuvo lugar en algunos de los lugares más distinguidos de Oxford, como la Biblioteca Bodleiana o Convocation House, el edificio del XVII donde se reunían los órganos legislativos de la universidad. El propio bibliotecario Bodley, Richard Ovenden, inauguró las celebraciones, que convocaron a glorias del hispanismo como Sir John Elliott o jóvenes promesas como el profesor de Leeds Duncan Wheeler, quien fuera becario Osma años atrás, continuador de una tradición que ha dado académicos de tanta nota como el medievalista Jeremy Lawrence o el historiador Henry Kamen. Uno de los personajes de carisma más marcado en las últimas décadas de Oxford, Sir Peter Russell, también obtuvo la Osma Studentship: con los años llegaría a la más alta posición para un hispanista en la Universidad, catedrático Alfonso XIII de estudios españoles. A los actos, que tuvieron el apoyo del Instituto Cervantes de Londres, concurrieron no pocos amigos del mundo español: el exembajador Simon Manley, por ejemplo, o el traductor Simon Deefholts. Y Virginia Lladó-Buisán, directora de conservación de la Bodleiana -nada menos- guio en un tour privilegiado a los asistentes por la biblioteca: ella es, sin duda, otro vínculo hispano-oxoniense para el futuro.
La parte de la emoción le iba a quedar al actual Guillermo de Osma, el célebre galerista, descendiente directo del coleccionista y capaz de llevar a la sala a la época de los pioneros: Cerralbo, Lázaro Galdiano, el propio Osma, por supuesto… y la mujer de este, Adela Crooke y Guzmán, condesa de Valencia de don Juan. Heredera de las colecciones históricas de su familia que tanto animaron el coleccionismo de Osma, acuarelista, ilustradora y fotógrafa pionera, igual que su marido ha merecido un homenaje, ella nos insta a un redescubrimiento. Aunque, antes que en Oxford, en la propia España.