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Entrevista con Fernando Trueba

El 4 de November de 2012 en Library, Literature por | Sin comentarios

Fernando_Trueba

Entrevista con Fernando Trueba realizada el 4 de noviembre de 2012 en la Biblioteca Dámaso Alonso del Instituto Cervantes de Dublín con motivo de su participación en la mesa redonda “Palabras e imágenes: cine y literatura” junto a Mark O’Halloran y Javier Mariscal dentro del Festival Isla de Literatura 2012.

Fernando Trueba (Madrid, España, 1955) es guionista, editor y director de cine. Entre 1974 y 1979 trabajó como crítico de cine para El País y en 1980 fundó la revista mensual de cine Casablanca, la cual dirigió y editó durante los primeros dos años. En 1992, su película Belle Époque, obtuvo 9 premios Goya y, en 1993, obtuvo el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. En 1997 publica su libro Diccionario del cine y es editor del Diccionario del Jazz Latino (1998). En 2010 dirigió, junto al diseñador Javier Mariscal, la película de animación Chico y Rita, que recibió el Goya a la mejor película de animación y que fue seleccionada para el Oscar como Mejor Película de animación. Su última pelicula estrenada hasta el momento es El artista y la modelo (2012).

Alfonso Fernández Cid: —Fernando, tengo grabado en la memoria el momento en que recibiste el Óscar por la película “Belle Époque”. Dijiste que no creías en Dios pero sí en Billy Wilder. ¿Todavía mantienes esa fe?

Fernando Trueba: —¿En Billy Wilder? ¿cómo no? ¿Por qué razón la iba a perder? Hay muchos directores a los que yo admiro y de los que intento aprender, y él es uno de ellos. Para mí han sido importantísimos en mi formación y en mi vida directores como Renoir, Truffaut, Bresson, Lubitsch, Preston Sturges y otros directores. Pero Billy Wilder forma parte de ese grupo de los que me han hecho a mí, para bien o para mal.

Yo siempre he pensado que Billy Wilder es el mejor guionista que ha existido nunca. Igual que pienso que es una tontería afirmar que alguien es el mejor director, porque un día puedes pensar que el Renoir, otro día que es Lubitch, otro que es John Ford y todos los días tienes razón. Ahora bien: yo desafío a cualquier persona a que me demuestre con los hechos que hay un guionista mejor que Billy Wilder. Que traiga los guiones, con los diálogos, cómo están escritos, construidos, y yo estoy dispuesto a tomarme el tiempo que sea, a analizarlo y discutirlo, porque estoy seguro de que no existe ese guionista por encima de Billy Wilder. Nunca existió.

Más que fe es una convicción. La fe es creer en algo sin verlo. Yo creo después de ver y leer, de sentir esa especie de revelación que uno siente cuando ve las obras maestras de Billy Wilder. Las sigues viendo y van pasando los años y las vuelves a ver. Te las sabes de memoria y piensas que ya no te va a pasar nada volviendo a ver Sunset Boulevard o El Apartamento o Double Indemnity o Some Like It Hot. Pero te vuelve a pasar. Vuelves a sentir esa admiración infinita ante la obra buena bien hecha, inteligente.

Alfonso Fernández Cid: —¿Cómo se llega a un proyecto cinematográfico como el de Chico y Rita, en el que logras implicar a Bebo Valdés y a Mariscal? 

Fernando Trueba: —Se llega por amistad. La amistad es uno de los móviles más grandes en mi vida, que está en el origen de muchas cosas que he hecho. En este caso, ha sido mi amistad con Mariscal. Todo empezó con Calle 54. Él me hizo el arte y todas esas cosas. Luego yo empecé a hacer discos y siempre le he pedido a él que me hiciera los diseños. Porque adoro lo que hace y porque nos entendemos muy bien. Me río mucho con él también.

Un día él me comenta «Yo me moriré sin haber hecho una cosa que me hubiera encantado: hacer una película de animación larga». Y le digo «seguro que habrás tenido mil propuestas ¿no? ¿Por qué no lo has hecho?» Y dice «ya, pero es que una película no son horas, son meses, años dibujando con tu manita y doblado encima de una mesa, y siempre que me lo han ofrecido era para una historia que no me gustaba. Yo no me voy a dejar la vida, los ojos y los brazos en dibujar una historia que no me gusta».

Claro, para mí la animación es un mundo totalmente ajeno, que nunca me había planteado. Entonces me dijo «por ejemplo, tú no te tomas en serio la animación y esas cosas. Tú nunca dedicarías el tiempo necesario para escribir un guión de una película de animación». Me pilló por sorpresa. Total, que con estas conversaciones empezó el proyecto. Un día, estando en su estudio, vi unos dibujos de él de la Habana vieja. Me entró una especie de ataque entusiasmo al verlos: «¡qué bonito! ¡Esto es lo que hay qué hacer! ¡Esta es la película que hay qué hacer! Una película en la Habana tuya, en la Habana Mariscal. ¡Eso sería prescioso!» Y así empezó. Y el me dijo: «Sí, pero tiene que tener música». «Hombre, si es una historia en la Habana y con cubanos, será dificil que no tenga música». «Sí, pero con mucha música», insistió. Entonces le dije, «porqué no hacemos una historia de músicos». «eso, un saxofonista y una cantante que se enamoran». Yo le dije que esa era la peor película de Scorcese, New York New York, odio esa película «Por qué no un pianista y asi, cada vez que toque el piano, metemos a Bebo Valdés». Así sale una película, poco a poco, como todo en la vida, a partir de una frase, de una imagen, de una conversación. Luego hay que ponerse a escribir y a dibujar durante años.

Alfonso Fernández Cid: —El recorrido fue largo.

Fernando Trueba: —Sí, primero se hace el guión y se hacen muchas versiones. Luego, para convencer a la gente para que creyera en el proyecto y levantar el dinero que se necesita para hacer algo tan caro, había que mostrar el estilo que iba a tener la película. Entonces Xavi se puso a dibujar personajes, fondos, incluso produjimos unos planos de la película como muestra. Nos llevó varios años encontrar el dinero y gente para coproducir. Una vez que lo encuentras, habia que empezar los storyboards, los personajes y cientos de animadores dibujando durante dos años. En realidad, el proceso ocupó siete años. Lo que ocurre es que yo, entretanto, escribí el guión de otra película, produje otras películas, rodé en Chile El baile de la victoria. Si no, me hubiera muerto. Sobre todo porque hay partes de la película en las que yo ya no podía hacer nada más que esperar: ya había grabado el sonido, la música, diseñado el movimiento de la cámara. Solo tenía que esperar a que me llegaran los dibujos y comprobar que todo estaba bien.

Es muy raro lo de la animación. Para mí fue enfrentarme a un mundo totalmente nuevo y diferente. Debo decir que disfruté como como un niño. Salvo las esperas y lo largo que es y la paciencia que hay que tener. Cada vez que me llegaba un dibujo de Xavi, cada vez me llegaba un plano, era una alegría, era un subidón tremendo. De hecho estamos pensando en dos proyectos más. Chico y Rita nos ha abierto muchas puertas. Tenemos coproductores interesados en varios países en lo próximo que hagamos. Hay una historia muy de Xavi, basada en los personajes de los Garriris, de los primeros cómics de él, en cuyo guión está trabajando con un guionista. Y por mi parte, yo estoy escribiendo otra. Queremos hacerlas juntos. Pero una es un proyecto más de Xavi, más de su mundo y de sus cosas, y el otro es más un proyecto de una historia que yo quiero contar.

Alfonso Fernández Cid: —Los grandes aficionados al jazz siempre tienen una historia de amor con esta música. ¿Cuál es la tuya?

Fernando Trueba: —Yo he pasado por muchas épocas, porque descubrí el jazz siendo un adolescente a través de mi hermano mayor. Y me enganchó mucho. Me acuerdo en aquella primera época, de los 14, 15, 17 años, que me gustaba mucho Keith Jarret, Dei Brubek, McCoy Tyner. Luego hay una epoca en mi vida en la que me alejé del jazz, en la universidad.

Era la época del free jazz, que era demasiado free para mí. Me reventaba la cabeza. Era una especie de música para músicos, demasiado experimental. Hay un momento siempre, en todas las artes, cuando se han agotado todos los ismos, en que se entra en una especie de delirium tremens: «vamos a escribir sin comas», «ya no vamos a pintar, colocamos 27 teléfonos en el suelo y lo llamamos instalación»… En ese momento, yo me separo. El arte, en el momento en que se corta la comunicación, deja de interesarme. Yo necesito entender las cosas, que me emocionen. Por eso rompí con el Jazz durante unos años, pero volví a él por el jazz latino. Vuelvo porque descubro en el jazz latino una especie de energía que me hace volver.

El jazz es la música más aventurada que existe. Porque hay que tener un gran conocimiento musical, una técnica impresionante, y luego hay que tener el valor de improvisar, de que crear, de dejarte llevar, de hacer que las cosas ocurran. Eso es muy bonito. Yo creo que el escritor también hace eso. Hay un momento en el proceso de escritura en que la mano corre por la página, y una frase lleva a otra. Eso, en música, solo lo hace el músico de jazz. El músico de jazz se tira por la ventana sin red, y a veces vuela.

Alfonso Fernández Cid: —Ejerciste como crítico cinematográfico.

Fernando Trueba: —Sí, cuando era muy joven, entre los 20 y los 24 años, que dirigí mi primera película. Pero yo ya soñaba con hacer cine. Hacer crítica era una oportunidad de ver cine y que además te pagaran. Alguna vez me han propuesto publicar esas críticas y siempre me he negado. Eran sinceras y apasionadas, pero creo que yo era muy joven y no tienen el nivel para eso. Me gusta mucho leer las críticas de Truffaut y tengo en casa los libros de Mani Farber, de Andreu Sarris, hasta de escritores  que ejercieron la crítica como Graham Green, Alberto Moravia o Flayano.

Alfonso Fernández Cid: —¿Cuál es la importancia que tienen los críticos, hasta qué punto pueden llegar a influir?

Fernando Trueba: —Yo creo que estamos en una época muy mala para la crítica, porque la crítica en el sentido creativo de cine, prácticamente, ha desaparecido. Ahora no hay un crítico al que yo siga. Me puede intersar Hoberman o Rosenbaum en Estados Unidos, pero ni siquiera al cien por cien. Me parece que Rosenbaum, en Chicago, es uno de los tíos que está haciendo un trabajo bueno, y tiene más mérito porque lo está haciendo en Estados Unidos, que es un país que vive ensimismado.. En Estados Unidos no miran al mundo, sólo ven cine americano, salvo cuatro gatos en Nueva York y en San Francisco. Rosenbaum lleva adelante una cruzada, hablándole a la gente sobre el cine iraní, cine argentino, el cine taiwanés… Ése es el único crítico que yo leo un poco con interés.

Creo que ahora la crítica es muy superficial. Es crítica de periódico, hecha deprisa y corriendo. Además, los artículos son muy pequeños, sin ningún nivel. No se puede despachar una película en dos líneas.

Para mí la crítica es un acto de amor. Es contagiar tu entusiasmo a los demás. Enseñar a ver algo, o enseñar a leer algo, abrir una ventana para entrar en una obra. A mí eso me ocurría cuando era joven y leía a Truffaut. Lo leía y, de repente, hacía nacer en  mí el deseo de ver una película. Eso es maravilloso: cuando te iluminan, cuando te dan pistas, cuando te descubren cosas que te van a hacer feliz, que te van a hacer mejor. Y eso es lo que yo no veo a los críticos de hoy en día.

Creo que la condición básica del crítico es la humildad de reconocer que lo importante es la obra, que el crítico es un intermediario entre la obra y el público. El buen crítico nunca está por encima de lo que habla. Y para una crítica se necesita espacio para contar, desarrollar ideas y relacionarlas.

Enlaces recomendados

  • [Vídeo] Entrevista realizada a Fernando Trueba en el Instituto Cervantes de Dublín por Alfonso Fernández Cid.

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