Malcolm Barral (Barcelona, 1973) es editor, columnista y escritor. Empezó su carrera de editor en pequeñas editoriales madrileñas y, posteriormente, en Ediciones del Bronce y Columna Edicions. Dentro del mismo grupo Planeta, dirigió la colección de ficción de ediciones Destino y, más tarde, la de ficción española de RBA libros. En 2008, abandonó RBA para crear junto con Joan Barril la editorial Barril y Barral. Es miembro de la Orden del Finnegans, que tiene como objeto la veneración del Ulises de James Joyce.
Sergio Angulo: —Malcolm, ¿habías estado alguna vez en el Instituto Cervantes de Dublín?
Malcolm Barral: —Sí, he estado varias veces. De hecho formo parte de una absurda orden literaria que cada año viene a Dublín para el Bloomsday, y un par de veces hemos hecho algún acto aquí, un acto lo bastante absurdo como para ser de nuestra orden.
Sergio Angulo: —Para contextualizar un poco esa orden, ¿qué es el Ulises de Joyce?, ¿cuál es su trascendencia en la literatura?
Malcolm Barral: —Nuestra orden tiene como objeto la veneración del Ulises de James Joyce, que es conocida como una de las obras maestras de la literatura del siglo XX, pero que además tiene elementos diferenciales con otras obras maestras. Hace poco, en una entrevista sobre el Ulises, alguien decía: «es un libro de libros, es un libro que tiene diferentes lecturas». Pero eso se puede decir de casi todas las buenas obras de la literatura.
Yo creo que Ulises tiene elementos propios, diferenciales. Uno es que el autor está jugando o retando al lector todo el rato, y luego, que es lo que en inglés uno llamaría un phonetic fanatic. Joyce es un fanático de los juegos de palabras, con lo cual estás todo el rato intentando descubrir qué juego hay. Es un libro que requiere un esfuerzo especial y que tiene una recompensa única, que a veces es hilarante, a veces es inteligente. Obviamente, es un libro, como decía antes, con muchas lecturas y que es muy reconfortante desde el punto de vista literario. Pero particularmente a nosotros nos gusta esa parte jocosa. Por eso creamos una orden un tanto jocosa en torno a este libro.
Sergio Angulo: —El Bloomsday es el día en el que transcurre la historia del libro, que es el 16 de junio, que se celebra aquí en Dublín, donde la gente se involucra, se disfraza de los personajes… y vosotros hacéis una especie de peregrinación a Dublín cada año.
Malcolm Barral: —Cada año, sí. Ulises es la historia de Leopold Bloom. Es un viaje de un día, un 16 de junio. Entonces, cada año, ese dia Dublín se viste de eduardiano y celebra esta obra de James Joyce con algunos actos conmemorativos. Nosotros lo hacemos todo al revés. Es decir, el Ulises empieza en la Torre Martello de Dalkey, donde nosotros acabamos, y empezamos siempre en el James Joyce Centre. Luego hay una especie de acto público, donde lee cada uno de un país, o diferentes actores leen fragmentos del Ulises, Pero nosotros, únicamente, al unísono, cada año, venimos y decimos la última frase del capítulo sexto que reza: «Gracias. ¡Qué grandes estamos esta mañana!»
Sergio Angulo: —¿Qué hace falta para ser caballero de esa orden?
Malcolm Barral: —Ser un poco idiota, eso es fundamental. Y nada, lo que hace falta realmente… Es una orden literaria de amigos. Es un poco como la Orden de Toledo de Buñuel. Es un poco una parodia misma de las órdenes. Entonces, lo que hace falta es que te guste, que te puedas comprometer a venir cada año a Dublín para cada Bloomsday, sintonizar con el humor que hacemos y ser capaz de reírte de ti mismo un poquito.
Sergio Angulo: —Tengo entendido que también tenéis un cierto ritual, una práctica siniestra, que vais al cementerio de Dublín.
Malcolm Barral: —Sí. Como nos inventamos la orden, nos inventamos también los ritos. Entonces un año fuimos, porque aparecía en el Ulises de Joyce, al cementerio. Y descubrimos ahí el Gravediggers’ Pub, que es el pub de los enterradores, y descubrimos que en vez de ser un sitio tétrico y sombrío, tiene unas camareras estupendas, llenas de felicidad. Entonces, por ese contraste entre el pub de los enterradores y lo que realmente es, se ha convertido en un punto imprescindible en nuestro viaje de cada año, en nuestra odisea del Bloomsday.
Sergio Angulo: —¿Cuántos miembros sois actualmente?
Malcolm Barral: —Ahora somos siete. En principio añadimos uno cada año, pero este año creemos que vamos a estar en huelga y no vamos a nombrar a nadie, porque nos gusta la contradicción y queremos contradecirnos a nosotros mismos todo el rato.
Sergio Angulo: —¿Sois todos escritores, o estáis todos relacionados de alguna manera?
Malcolm Barral: —Bueno, menos la última incorporación. Fue una irlandesa vestida de eduardiana que encontramos en el parque. Nos pusimos de rodillas los seis y le preguntamos si quería formar parte de la orden. Dijo que sí. Es irlandesa y es una señora que se disfraza de eduardiana el día de Bloomsday. Es profesora.
Sergio Angulo: —¿Pero mantenéis relación?
Malcolm Barral: —Epistolar, ligeramente epistolar. Los otros, más que escritores… Sí, son escritores, gente de la cultura, pero el vínculo es la amistad. Todos nos conocíamos.
Sergio Angulo: —¿Tenéis algún tipo de ambición evangelizadora? ¿Queréis transmitir la doctrina del Ulises?
Malcolm Barral: —La verdad es que no. La verdad es que no tiene más trascendencia que lo que parece. Esto parece que es un grupo de anormales que se van cada año a Dublín a venerar un libro de seiscientas páginas y exactamente eso es lo que somos. Nos encantaría que todo el mundo leyera el Ulises, porque eso supondría que el nivel medio de comprensión de lectura de los españoles sería muy alto. Eso no va a suceder, y con tal de que no desaparezca la industria del libro nos conformamos.
Sergio Angulo: —En 2009 hubo un periodista del Irish Times que quiso hacer un pequeño estudio de campo de cuánta gente que participaba en el Bloomsday había leído el libro de cabo a rabo y descubrió que, de todas las personas que había entrevistado, solo una había leído el Ulises desde el principio hasta el final.
Malcolm Barral: —En nuestra orden es condición sine qua non haberlo leído entero. Pero somos gente de cultura. No tenemos mérito. Todos nosotros hemos leído el Ulises. Algunos incluso lo hemos leído en dos lenguas. Y en eso no hay duda. Pero bueno, también en España si tú preguntas cuánta gente ha leído realmente El Quijote… Es una historia conocida, todo el mundo conoce los detalles, pero ¿cuánta gente ha leído realmente todo El Quijote?
Sergio Angulo: —¿Crees que el Ulises, y la obra de Joyce en general, es algo inaccesible al público?
Malcolm Barral: —Sí. Digamos que tiene cierto hermetismo. Primero porque tiene mucha broma culta y eso dificulta la lectura en general. Tiene juegos de palabras. Sobre todo en español… Hay dos traducciones, ninguna es perfecta, porque algunas veces respetan mejor que otras los juegos de palabras, y realmente es un libro difícil. Joyce era difícil. De hecho Joyce hizo Finnegans Wake, que es un libro que todavía no está traducido al inglés. No se entiende en ninguna lengua. Es incomprensible. Pero esa provocación de Joyce aquí, en Ulises, no es tan extrema. Sin embargo, ya empiezan a existir pequeñas bromas internas y referencias oscuras. Para sacarle partido a un libro como Ulises se necesita mucho tiempo, mucha concentración. En fin, no sé cuántos libros de Joyce se han vendido en España, supongo que muchos porque está recomendado, pero entiendo que es un libro difícil.
Sergio Angulo: —¿Tú lo has leído en los dos idiomas, en inglés y en español?
Malcolm Barral: —Sí.
Sergio Angulo: —Para un español que sabe inglés, ¿cuál le recomiendas?
Malcolm Barral: —Yo lo leí en inglés habiéndolo leído en español y habiendo ya jugueteado con algunos juegos, con lo cual es más fácil. Hay dos traducciones. Una creo que es de Valverde y la otra de Subirats. Esta, la edición de Rueda, es la mejor. La de Valverde a mí me parece que pierde musicalidad y entonces, si no tiene esa cosa que llamaba antes «fonética», si no tiene esa musicalidad y pureza fonética, entonces pierde. Es más literal y quizás sea más perfecta, pero pierde la gracia.
Sergio Angulo: —¿Hacéis algún tipo de actividad como miembros de la Orden? Me consta que habéis escrito un libro de relatos.
Malcolm Barral: —Ahora estamos escribiendo otro libro de relatos. Se publicará el año que viene. Pero no, nada aparte de eso. De hecho nos vemos durante el año, pero casi nunca juntos. Eduardo Lago, que es uno de los fundadores, vive en Nueva York. Enrique Vila-Matas vive en Barcelona. Yo también vivo en Barcelona. Antonio Soler y Garriga Vela viven en Málaga. Marcos Giralt vive en Madrid. Es decir, todos nos vemos, somos todos amigos, nos vemos con cierta frecuencia, pero todos juntos es casi imposible.
Sergio Angulo: —¿Y esos relatos que escribís tienen relación con el Ulises?
Malcolm Barral: —Depende, bueno, este último libro sí tenía relación, más o menos. En el relato que yo escribí, el personaje se llamaba Leopoldo, un experto en Joyce que viajaba a Irlanda y quería ligarse a la chica que iba con él en el avión. Era un chico desastroso que se parecía un poco a mí. Pero no es una redacción de colegio en la que te dan el tema. El título era este y el título nos marcó a todos un poco la pauta. De hecho hay quien lo hizo más relato y quien lo hizo más no-ficción.
Ahora estamos escribiendo uno sobre la infancia y me cuesta más vincular la infancia con Joyce. No sé exactamente si llegaremos a buen puerto o no. Siempre se puede vincular, claro, con una novela en la que pasan tantas cosas. Hay alcoholismo, el asunto judío, infidelidad… En fin, hay tantos temas que puedes contar una historia que tenga un punto en común.
Sergio Angulo: —Una obra de Joyce, la que consideres más accesible para empezar con él. ¿Dublineses?
Malcolm Barral: —Sí, Dublineses, porque son relatos, yo creo que sería el más fácil, como, digamos, el libro de iniciación en Joyce. Lo que no se puede intentar es Finnegans Wake, porque realmente eso ya es… De hecho no se sabe bien si fue una broma para dejarnos durante decenas de años pensando qué quería decir.
Sergio Angulo: —El día 16 de junio que viene, que es sábado, es el día del Bloomsday, ¿vendréis?
Malcolm Barral: —Sí, claro.