Los narradores mudos
“Irlanda es un país de narradores de historias, cargado de fantasmas propios”. Esto estaba escrito en una revista que leía. La revista acabó entre la basura de los cubos en las oficinas que limpio. Guardo algunas de las revistas para ayudarme a aprender inglés. Y pensé: nosotros somos los fantasmas.
Nosotros que llevamos a cabo el trabajo invisible, fregando platos, sacando basura, limpiando oficinas, torciendo los cuellos de pollitos, escondidos en cocinas estrechas de restaurantes, mataderos fétidos, o trabajando de noche después de que todos hayan vuelto a la casa. Nosotros sin papeles, sin voces, invisibles, transparentes, nos miráis como si no estuviéramos aquí. Nos arrastramos en vuestros países gracias a esfuerzos ocultos –el hambre, la amenaza de guerra, el mercado– y viajamos escondidos en contenedores, en barcas improvisadas, con identidades ficticias, pasaportes falsificados.
Muchos de nosotros nos morimos de frío, ahogados, matados. A veces veis cuerpos traídos por la corriente en vuestras playas como medusas, que no se mueven más, harapientos, haciéndose opacos en la luz del día. Los que sobrevivimos nos ganamos la vida preparando vuestra comida, limpiando vuestros platos, sacando vuestra basura.
A veces ya no hay trabajos, la corriente económica que nos trajo cambia, y tenemos que ir con esta corriente, y empezamos otra vez en un país diferente, con riesgos nuevos, una lengua nueva. Y seguimos. Porque no tenemos alternativa. Todos nosotros tenemos historias de atravesar desiertos, océanos, de cambiar identidades, de ahorrar y perder dinero, del sacrificio, del engaño, de la pérdida, de la muerte. No oís nunca estas historias, porque no podéis oírnos, no podéis vernos.
Pero os vemos. Vemos que os hacéis rellenitos y perezosos. Y vemos más. Vemos como cada día vuestra piel se hace más fina, más transparente, y os hacéis cada vez más borrosos. Porque el mundo no ha dejado de girar. Ya algunos de vosotros habéis salido, para haceros fantasmas que rondan otros países. Más seguirán. Y el mundo seguirá girando. Algún día, tal vez pasado mucho tiempo después de hoy, nos tocará el turno de contar las historias. Y os tocará el turno de quedaros callados y escuchar.
Stephen McFadden
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