Los alumnos de nuestro curso de escritura creativa publicaron hace unas semanas la sexta entrega de la serie La letra en blanco.
Patricia García, doctora en Literatura Comparada por la Dublin City University y licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad Autónoma de Barcelona es la profesora del curso. Ella nos presenta este número en su blog, dedicado precisamente a la escritura creativa en la enseñanza de ELE.
En esta sexta edición de la revista, nos dice, presentamos la selección que los alumnos han realizado de su trabajo de escritura creativa en español. De nuevo, si hay frases con un tinte algo exótico es porque hemos decidido modificar lo menos posible el estilo de cada autor.
El hilo conductor de este volumen es el humor. En clase, hemos intentado reírnos de mil maneras: hemos inventado greguerías usando las asociaciones surrealistas de Ramón Gómez de la Serna, hemos escrito instrucciones para acciones que no necesitan instrucciones siguiendo el ejemplo de Julio Cortázar, hemos leído fábulas y relatos de Augusto Monterroso, microrrelatos de humor y terror de Patricia Esteban Erlés, y cuentos de hadas contemporáneos de Quim Monzó. También ha habido discursos atípicos sobre la lengua española, como el de Gabriel García Márquez en I Congreso Internacional de la Lengua Española (1997), poesía satírica de Góngora y Quevedo, y repúblicas de locos, sirenas y fantasmas (La sirena varada de Alejandro Casona).
En el blog de Patricia García podéis encontrar también las ediciones anteriores de La letra en blanco.
El número dedicado al humor está disponible en issuu.com a través de este enlace.
Por cierto, si te interesa el tema de la escritura en la enseñanza de ELE o la enseñanza de la escritura en general, es muy recomendable echar un vistazo a nuestras bases de datos Digitalia y Prisma, para empezar. En Prisma, por ejemplo, si introducimos las palabras clave “escritura creativa”, encontramos 830 artículos de revista disponibles a texto completo para leer en línea. Es una de las ventajas de tener el carné de biblioteca.
Students in our creative writing course published a few weeks ago the sixth installment of La letra en blanco series.
Patricia García , PhD in Comparative Literature at Dublin City University is the teacher of this course. She presents this issue in her blog, also dedicated to creative writing (in Spanish).
In this sixth edition of the magazine- she says- we present the selection our students have done of their work in creative writing in Spanish. Again, if you find some phrases a little bit “exotic”, it’s because we decided to change as little as possible the style of each author.
The theme of this volume is humor. We tried to laugh a thousand ways, we invented greguerías using Ramón Gómez de la Serna’s surrealist associations, we have written instructions for actions that do not need instructions, following the example of Julio Cortázar , we read fables and stories by Augusto Monterroso, humor and horror micro-stories by Patricia Esteban Erles and contemporary fairy tales by Quim Monzó. There have also been atypical discourses on Spanish language, such as the one by Gabriel García Márquez during the First International Congress of the Spanish Language ( 1997) , satirical poetry by Góngora and Quevedo, and mermaids and ghosts (La sirena varada, by Alejandro Casona).
In Patricia’s blog you can also find the latest editions of La letra en blanco.
The 6th issue is available on issuu.com via this link.
By the way , if you want to know more about creative writing, it’s highly recommended to take a look at our Prisma and Digitalia databases. In Prisma, for example, if you type the keywords “creative writing” , you get 830 journal articles available to read online. It’s one of the advantages of having our library membership card .
En este cuarto volumen del Curso de literatura y escritura creativa en el Instituto Cervantes de Dublín os presentamos una selección que los alumnos han realizado de su trabajo, incluyendo sus propias fotografías en algunos textos.
El tema de este curso ha sido el lenguaje, y para ello hemos comenzado con un debate: ¿acaso el lenguaje define al hombre, como defiende el artículo “El hombre se posee en la medida que posee su lengua” (1967) de Pedro Salinas?
Después nos hemos topado con el extraño idioma de la familia Albert en “La ventana del jardín” (Cristina Fernández Cubas, 1980), mientras para la sesión de Halloween, el microrrelato de David Roas nos alertaba del peligro de leer “Demasiada literatura” (2007). Tras ver el corto “Lo que tú quieras oír” (Guillermo Zapata, 2005), hemos jugado con la versatilidad del lenguaje.
Hemos buscado estrategias para afrontar el olvido de las palabras durante la peste del insomnio en el capítulo tercero de Cien años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967) y hemos vivido con angustia el cruce esquizofrénico de términos en “Venco a la molinera” (1998), Félix J. Palma.
En poesía, Chantal Maillard nos ha recordado con el poema “Escribir” (2004) por qué y para qué se escribe y como no hay palabra sin silencio, hemos leído y escuchado de la mano de Paco Ibáñez el poema “En el principio” (1955), de Blas de Otero.
De nuevo, si hay frases con un tinte algo exótico es porque las editoras, Carmen San Julián, Vicky Puche y Patricia García, hemos decidido modificar lo menos posible el estilo de cada autor.
Esperamos que disfrutéis leyendo estas palabras tanto como los alumnos lo han hecho escribiéndolas.
Patricia García (profesora del curso)
Descarga La palabra y el silencio en PDF
Consulta la versión en línea en ISSUU
Ciudades literarias: Antología de textos del «Curso de literatura y escritura creativa»
Cuarta entrega de la selección de los trabajos realizados por los alumnos del Instituto Cervantes durante el tercer «Curso de literatura y escritura creativa».
Hoy presentamos:
También podéis leer o descargar la revista editada con todos los cuentos en Issuu.
Por cierto, ¡nuestro nuevo curso comienza ya! ¿Te apuntas?
Ciudades literarias: Antología de textos del «Curso de literatura y escritura creativa»
Continuamos con la publicación de una selección de los trabajos realizados por los alumnos del Instituto Cervantes durante el tercer «Curso de literatura y escritura creativa».
Hoy presentamos:
También podéis leer o descargar la revista editada con todos los cuentos en Issuu.
Por cierto, ¡nuestro nuevo curso comienza ya! ¿Te apuntas?
Finlandia
Cuando era pequeña, tenía la idea de que Finlandia era un país ‘frío’ del norte. Pensaba que era lúgubre y atrasado. Era la era antes de Internet y mi conocimiento estaba basado en lo que aprendíamos en el colegio – el clima, la geografía, la historia. Había pocas ilustraciones en los libros de texto. Huelga decir que estos eran anticuados. No me apetecía nada visitar ese país. En ese tiempo no le di mayor importancia. Además me atraían los países soleados como Italia o España.
La única cosa interesante que sabía de Finlandia era que San Nicolás vivía en el norte del país cerca del Círculo Polar Ártico, que hacía mucho frío y que necesitaba un trineo para viajar. Recuerdo con claridad nuestras preguntas de infancia a nuestros padres: “¿Dónde vive San Nicolás?” Y mi padre nos respondía: “Vive en Laponia”. Las preguntas seguían: “¿Dónde está Laponia?” “Está cerca del Círculo Polar Ártico”. “¿Y cómo es?” “Hace mucho frío, con mucha nieve”. La casa de San Nicolás estaba muy lejos de nosotros pero estábamos seguros de que vendría a los niños irlandeses por Navidad. Después de todo tenía poderes mágicos y podía volar con el reno y el trineo por el mundo.
Desde entonces crecimos y el mundo ha cambiado. En los últimos años nos ha salido información por todas partes – gracias al internet. Y los viajes, a precios reducidos, no cuestan tanto como antes. Ahora, veinte años más tarde estamos en Finlandia. Nuestro puerto de escala es Helsinki. Unos amigos íntimos trabajan aquí y nos han invitado a pasar unos días con ellos. No estaba preparada para las experiencias que nos esperaban.
Helsinki se extiende por numerosas bahías, penínsulas e islas. La mayor parte de la ciudad fuera de las zonas urbanas consiste en suburbios de la posguerra separados con unas parcelas forestales. El centro está diseñado con estilo neoclásico con calles anchas. Disfrutábamos muchas horas yendo a visitar los lugares de interés. Lo más novedoso para nosotros era la sauna. La sauna es una parte esencial dentro de la cultura finlandesa. Hay una sauna común para todos los inquilinos y en casi todas las viviendas. Se va a la sauna con los miembros de la familia o con los socios. Allí se llevan a cabo actividades comerciales por los empresarios.
Fuimos en barco a las islas de al lado (un viaje de diez o veinte minutos). Llevábamos la merienda y disfrutábamos la naturaleza y el silencio ahí.
Otro día fuimos en coche hacia el norte pasando por lagos y bosques. Junto a los lagos había cabañas, todas con sauna. Jamás alcanzamos Rovaniemi (donde vive San Nicolás), porque nos entretuvimos por los lagos tomando el sol veraniego de Finlandia. Bebiendo las aguas cristalinas de los riachuelos, me dio una sensación de bienestar y me prometí regresar a Finlandia pronto.
Mary Crowley
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Los narradores mudos
“Irlanda es un país de narradores de historias, cargado de fantasmas propios”. Esto estaba escrito en una revista que leía. La revista acabó entre la basura de los cubos en las oficinas que limpio. Guardo algunas de las revistas para ayudarme a aprender inglés. Y pensé: nosotros somos los fantasmas.
Nosotros que llevamos a cabo el trabajo invisible, fregando platos, sacando basura, limpiando oficinas, torciendo los cuellos de pollitos, escondidos en cocinas estrechas de restaurantes, mataderos fétidos, o trabajando de noche después de que todos hayan vuelto a la casa. Nosotros sin papeles, sin voces, invisibles, transparentes, nos miráis como si no estuviéramos aquí. Nos arrastramos en vuestros países gracias a esfuerzos ocultos –el hambre, la amenaza de guerra, el mercado– y viajamos escondidos en contenedores, en barcas improvisadas, con identidades ficticias, pasaportes falsificados.
Muchos de nosotros nos morimos de frío, ahogados, matados. A veces veis cuerpos traídos por la corriente en vuestras playas como medusas, que no se mueven más, harapientos, haciéndose opacos en la luz del día. Los que sobrevivimos nos ganamos la vida preparando vuestra comida, limpiando vuestros platos, sacando vuestra basura.
A veces ya no hay trabajos, la corriente económica que nos trajo cambia, y tenemos que ir con esta corriente, y empezamos otra vez en un país diferente, con riesgos nuevos, una lengua nueva. Y seguimos. Porque no tenemos alternativa. Todos nosotros tenemos historias de atravesar desiertos, océanos, de cambiar identidades, de ahorrar y perder dinero, del sacrificio, del engaño, de la pérdida, de la muerte. No oís nunca estas historias, porque no podéis oírnos, no podéis vernos.
Pero os vemos. Vemos que os hacéis rellenitos y perezosos. Y vemos más. Vemos como cada día vuestra piel se hace más fina, más transparente, y os hacéis cada vez más borrosos. Porque el mundo no ha dejado de girar. Ya algunos de vosotros habéis salido, para haceros fantasmas que rondan otros países. Más seguirán. Y el mundo seguirá girando. Algún día, tal vez pasado mucho tiempo después de hoy, nos tocará el turno de contar las historias. Y os tocará el turno de quedaros callados y escuchar.
Stephen McFadden
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Hielo
Cuando era niño mi hermano mayor, Ernesto, me molestaba inventando relatos. Según él, en un país que se llama Groenlandia vivían muñecos de nieve que no comían más que empanadas y pasteles de nieve. También me dijo que cuando nació ya tenía ocho años, y que no había sido un bebé como yo. Como Ernesto era unos doce años mayor que yo, a mis ojos era casi un hombre, y por eso tendía a creerle todo lo que decía. Además, resultaba que algunas de sus historias eran verdad, así que yo no podía estar nunca seguro de cuánto de real había en el mundo extraño y maravilloso de sus historias.
Me acuerdo de la primera vez que vi el hielo. Tenía tres años. Había sido una noche muy fría y me levanté temprano. Estuve asombrado de ver los cristales de las ventanas cubiertos de una capa de escarcha porque podía verse el jardín transformado en un país reluciente, blanco de maravillas. Pronto estuvo Ernesto a mi lado, explicando que Juan del Hielo había cubierto el mundo de cristal para proteger a todos de envejecer o morir. Le creí totalmente, y cuando el hielo se derritió, me desilusioné. Sin embargo, Ernesto tan solo se rio como siempre.
Cuando Ernesto consiguió un empleo como camarero en un trasatlántico, me emocionaba pensar en los países extraños que Ernesto iba a ver y las historias que podría contarme. Según Ernesto, iba a viajar a América, un país enorme. Me dijo que en el norte de este país hace tanto frío, que la llama de un fósforo de un viajero se congelará, y no se descongelará hasta que el viajero viaje al sur. En cambio, en el sur de este país, hace tanto calor que las personas que quieren charlar tienen que chupar cubitos de hielo para evitar que sus palabras se incendien cuando hablan. El centro del país es el mejor lugar para establecerse, me dijo, y allí construiría su casa cuando hubiera hecho fortuna. Prometió traerme un recuerdo de su viaje.
Cuando tuvimos noticias de que el buque de Ernesto había chocado con un iceberg, todavía esperaba que Ernesto volviera a la casa con historias maravillosas de su salvación milagrosa. Cuando recibimos notificación oficial de su muerte después de cuatro días, el hielo agarró mi corazón.
Comprendí entonces que el mundo no es un lugar maravilloso, como en las historias de Ernesto, sino un lugar frío y peligroso. Volví la espalda a historias idiotas, y desde entonces me ocupé de los hechos duros de la vida.
He encontrado un enfoque útil a la vida. Dos guerras mundiales han confirmado mi punto de vista, y he forjado una carrera exitosa como investigador para una compañía de seguros. Ahora tengo familia propia. Anteanoche mi hijo más joven vio la nieve por primera vez. Se emocionó. Iba decirle que la nieve es simplemente agua congelada. Sin embargo, en vez de eso, me oí decir que los copos de nieve son la comida de los muñecos de nieve. Y sentí un parpadeo, como una llama, adentro.
Stephen McFadden
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Cómo volver a Java en tres tragos
Cada día me levanto a las siete, preparo una taza de café, me lavo, me visto, me peino, me pongo maquillaje, agarro un paquete con la comida preparada el día anterior y salgo corriendo de la casa casi siempre retrasada. Paso mi calle tranquila y un minuto después estoy absorta en la muchedumbre que sale corriendo de su casa.
Es como una carrera: ¿Quién alcanzará primero el cruce? ¿Quién será capaz de deslizarse entre los coches en movimiento? ¿Quién te insultará con un dedo? Esta situación me pone muy nerviosa y después de cinco minutos necesito algo que me ayude a sobrevivir. Tuerzo a la izquierda y allí hay una cafetería con el café más maravilloso de Dublín, mi templo pequeño, mi dulce guarida.
Como cada mañana paso la puerta y entro. No hay mucha gente (la mayoría está corriendo en la carrera). La que está aquí parece relajada, sin problemas ni preocupaciones, pero esta vez, algo es diferente. Mis ojos no pueden ver todavía, pero mi olfato me dice:
– ¡El olor no es el mismo! ¡El olor no es el mismo!” ¡No puede ser! Me entra el pánico. Mis ojos empiezan a ver. Los emblemas de Lavazza desaparecieron, la máquina de café, las pancartas, los vasos, las servilletas gritan “¡Java!”
¿Qué pasó?… – chillo intentando parar el temblor de manos. – ¿Qué pasó con Lavazza?
– Nada – responde el hombre con su regular sonrisa. – Cambiamos el distribuidor. Sabes… Lavazza está cara y ahora tenemos el café de República Java. Es bueno y más barato. ¿Quieres lo de siempre: vainilla latte para llevar?
– Noo, no sé… me parece que sí… – gimo.
– Vale… Vainilla latte como quieras. 2 euros por favor. No notarás la diferencia. Vas a ver – añade el hombre riéndose.
No sé que responder. No digo nada. Estoy esperando mi taza. Cuando estuve en Java todo me gustó: las vistas, la gente, los templos, el ambiente de amenaza de volcanes, la cocina, las costumbres, TODO, pero… no el café. Era terrible.
Tres minutos más y mi café está preparado. Agarro el vaso de plástico con el letrero “Java” y lentamente voy hacia la puerta sintiendo que el fracaso esta acercándose. Estoy fuera de la cafetería, pienso: “Esto es el fin, nunca volveré”.
Miro al lugar con los ojos llenos de dolor, como el acto de despedida, suspiro y tomo el primer sorbo. No es bueno, como suponía.
El segundo trago… sí… el mismo mal sabor que cuando… me senté con el grupo en una pensión pequeña calentándome después del viaje muy temprano al volcán Marapi que vimos con los rayos de alba.
El otro trago… el mismo sabor que cuando… probé mis primeros crepes con chocolate y quesadilla después del descubrimiento del templo mágico de Prambanan.
Un gran trago y las calles de Dublín desaparecen y otra vez me siento en la casa pequeña de la mujer más vieja en el pueblo situado cerca de Yogyacarta. Esa mujer toma los granos de café fresco, los muele con un mortero muy antiguo, con sus manos secas pone la olla con el agua al fuego y cuando está hervida la derrama en los vasos llenos de café molido. No sirve leche. No tiene. Los indonesios no beben café con leche. El primer sorbo me parece extraño pero en el siguiente descubro el sabor del chocolate. Bebo relajada, sonrío, me siento tranquila, disfruto del sol.
Otro pequeño trago… y nado en el Mar de Java. El agua está tibia pero agradable, muy agradable. Estoy a miles de kilómetros de la vida cotidiana.
***
Me levanto a las siete. Preparo un café, me lavo, me visto, me peino, me pongo maquillaje, agarro un paquete con la comida para el trabajo y como siempre, retrasada salgo corriendo de casa. Me meto en la muchedumbre, corro en la carrera diaria, cruzo las calles, alguien me muestra el dedo, tuerzo a la izquierda, entro a una cafetería y compro el café más maravilloso de Dublín.
Julia Janiszewska
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Irlanda es un país de narradores de historias cargado de fantasmas propios
1899, Merrion Sq., núm 1. Dublín 1. La casa de Óscar Wilde
La anfitriona: la madre de Óscar
La ocasión: el salón de fin de semana
Los invitados: Su hijo Óscar y sus amigos
Estudiantes de literatura
Gente de los círculos literarios
Algunos intelectuales de Dublín
Se rumoreaba que Bram Stoker vendría y eso aumentaba la tensión entre los estudiantes. A Stoker la tecnología lo tenía fascinado: el teléfono, la máquina de escribir, el fonógrafo, la cámara Kodak. Tenía mucho interés en el “mundo nuevo” y publicó sus ideas en “Una visión de América” en 1886. Entre sus héroes se hallaban Buffalo Bill Cody y Abraham Lincoln. Escribió una novela romántica sobre Buffalo Bill: El Hombre de Shasta en 1895, ambientada en las tierras inexploradas de California.
Se hizo silencio en la tertulia cuando Óscar entró con su amigo Bram Stoker. Había un ambiente de gran expectación en el salón. La madre de Óscar lo presentó al público.
Bram y Óscar se sentaron para discutir el tema del día: “Irlanda es un país de Narradores De Historias, cargado de fantasmas propios”.
Las horas siguientes estuvieron llenas de juegos de palabras, narraciones cortas, sentimientos compartidos, mucha información sobre la vida literaria de los dos. Era una madrugada memorable. A la pregunta “¿Qué le inspiró Drácula?”, Bram respondió lo siguiente: después del principio del siglo XX cuando se abrió una frontera nueva en la guerra –España/América/Cuba 1898– en 1901 él escribió El misterio del mar, ambientada en Escocia. En esa novela mostró los avances tecnológicos en los barcos de guerra del siglo XX. Al final del siglo XIX la frontera Europea no era el oeste sino el oriente, las fronteras rendidas de los países balcánicos y la amenaza del Imperio Otomano. ‘El Conde Drácula’ era un héroe fronterizo y ganó su infamia como cazador vampiro. Óscar comentó que era la novela “más hermosa jamás escrita”. La tertulia terminó a lo grande.
Más de cien años más tarde en Dublín en 2012:
Cruzamos el Puente Drácmail hasta una tertulia en el Instituto Cervantes. Vamos a discutir la frase: “Irlanda es un país de narradores de historias cargado de fantasmas propios”. Como leemos y escuchamos en las noticias e informes de los diez últimos años, hemos entendido que los vampiros son muy reales. Los banqueros, los promotores inmobiliarios, los políticos son vampiros de verdad. Nos esperan en todas partes y se nos acercan. Los millones de palabras sobre el Tigre Celta no son fantasmas. Desgraciadamente para la ciudadanía, las historias son verdad.
Mary Crowley
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Un fin de semana
Sentada frente a mi escritorio, el teléfono empieza a sonar. El número de una amiga aparece, me decido a descolgarlo. Desde que los cursos se han terminado hace varios meses, nuestras reuniones son menos frecuentes, yo vuelvo a París y ella a la comarca de Montpellier. Lo primero que me llama la atención es el regreso de su acento sureño, cantando, silbando y quebradizo. Al contrario, mi voz, y en particular su ritmo parece pálido, le falta este tipo de energía. Nuestra conversación desemboca en una acción simple, impulsiva y loca: me tengo que ir a comprar un billete de tren y bajar este fin de semana a Montpellier. Escapo del calor sofocante del verano parisino para el mediterráneo. Más tarde, reservado el billete, me vuelvo al día siguiente a la estación de Lyon en París, que conecta con todo el sureste de Francia, no solo con las ciudades de Lyon o Ginebra, también con Marsella y por supuesto, Montpellier.
Tres horas y quince minutos después, mi tren entra en la estación de Montpellier. Tengo que salir de la estación para ir a encontrarme con mi amiga. Lo primero que me sorprende son los colores naranja y ocre de las casas de los alrededores de esta estación sin alma. Encantada de ver una cara familiar, salto en la pequeña AX y la beso cuatro veces como hacen los habitantes del Sur. Primera etapa: la famosa Plaza de la Comedia. Sin embargo, pasamos por las casas en ruinas, cansada de arrojar algo de mi alegría. Al llegar, entiendo mejor el orgullo de los habitantes de esta ciudad, no solo como centro administrativo romano sino como una región vitícola. Una segunda desilusión: una cosa que echo de menos enormemente, el mar mediterráneo, se ubica a más de diez kilómetros de la ciudad. En resumen, de nuevo vamos a coger el coche para llegar al objeto de mi deseo veraneante: el mar.
Siento que el objetivo secreto de este viaje era buscar el mar, sin duda un mar casi cerrado pero con un milenio de historia. Más de una docena de kilómetros para llegar a Palavas les Flots, la playa de Montpellier. Aunque el viaje me parece durar una eternidad, la presencia de mi amiga me tranquiliza, atenúo la ansiedad. Aquí estamos, ahora veo la línea azul en el horizonte. El mar, el mar, el mar. Como una niña, quiero nadar y envolverme en su agua caliente. De repente, mi primera experiencia con el mar mediterráneo me recuerda el océano atlántico, su fuerza, su frialdad y su espíritu rebelde. ¿Qué está pasando? No es posible que mi primer encuentro con este mar precioso y cosmopolita me revele su falta de energía y fuerza.
Sea lo que sea, como cada persona de nuestro planeta, todos los elementos geográficos tienen características que se aproximan al ser humano. Únicamente, hay que encontrar lo más adecuado a nuestra forma de ser.
Agnès Girod
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A veces
A veces
Alguien te echa un vistazo furtivo en los semáforos
Alguien te abre la puerta
Alguien te consuela cuando ponen el cepo a tu coche
Alguien comparte un paraguas durante un aguacero
Alguien te hace reír con sus chistes
A veces
Recibes una postal en el correo y te sorprendes
Asistes a una boda y brindas por los novios
Estás en el extranjero y echas de menos tu país
Rompes relaciones con tu novio y no le das mayor importancia
Llevas un sombrero a las carreras y tonteas con los solteros cotizados
A veces
Una mariposa revolotea y deseas acompañarla
Una pequeña intenta alcanzar un rayo de luna y quisieras que sus sueños se hicieran realidad
Una foto en ‘facebook’ te recuerda a antaño y te pones sentimental
Un músico empieza a tocar y tú quieres bailar
Un pájaro trina y te recuerda a tu primer amor
A veces
Al encontrarte con un amigo de colegio piensas en una noche memorable
Divulgan en las noticias un terremoto y de repente mandas mensajes de texto a los tuyos
Hablan en clase del tercer mundo y quisieras tener el poder de mejorar el planeta
Falla el ordenador y te sientes sin recursos
Asistes a un partido de fútbol y estás distraído con una chica
A veces
Viendo el primer oficial en uniforme se te pone el corazón a palpitar y finges que no te importa
Desfilan por la pasarela y sueñas despierto con tu hija de solo tres años
Vas a un viaje pintoresco y escribes un poema ‘La belleza del mundo me hace triste’
Suplican por la calle y maldices la desigualdad en la vida
Sueñas tus sueños y A Veces quisieras parar el mundo para bajar
A veces
Sólo a veces, gran amor.
Mary Crowley
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Aureliano y el hielo
Recuerdo siempre las clases de mi padre. En el cuartito apartado en nuestra casa, nos enseño a leer, escribir y a sacar cuentas. Pero lo mejor era que hablaba de las maravillas del mundo, forzando a extremos increíbles los límites de su imaginación. Cuando tienes cinco años, todo lo que dice tu papá es verdad. Creía firmemente que mi papá se atrevía a caminar sobre el agua.
Cada día, en el cuartito, compartía revelaciones nuevas. Para respaldar las clases, las paredes estaban llenas de mapas inverosímiles y gráficos fabulosos.
Todavía recuerdo vívidamente la tarde de marzo cuando llegaron los gitanos nuevos. Su llegada se había anunciado con los sonidos de los pífanos y tambores en la distancia. Venían a la aldea “pregonando el último y asombroso descubrimiento de los sabios de Memphis”. Todos los habitantes estaban muy alegres de verlos, ya que los sacudían de la rutina cotidiana. Con la sabiduría que da la experiencia, puedo decir que mi papá estaba más entusiasmado que nosotros los niños. Interrumpió la lección de física inmediatamente y los esperó con ansiedad.
Con mi mano en la de mi papá, entramos en “la tienda del rey Salomón”. Papá tuvo que pagar la entrada hasta el centro de la carpa. Mi hermano José Arcadio y yo, apenas lo podíamos creer.
Había un gigante enorme que vigilaba un cofre de pirata. Al ser destapado, el cofre despidió un aliento glacial. Miramos dentro. Podíamos ver un enorme bloque transparente; dentro todos los colores del arco iris. Yo pregunté a mi papá: “¿Qué es?” Mi papá respondió: “Es el diamante más grande del mundo”. “No, es hielo”, rebatió el gitano. Para probarlo, el gitano le invitó a tocarlo. Mi papá extendió la mano sobre el hielo. Sabía que estaba emocionado. Tenía los ojos clavados en el hielo. Quería que nosotros lo tocáramos pero mi hermano José Arcadio tenía miedo de acercarse. Yo, me moría de ganas de poner la mano. Pero, la retiré de inmediato. Me ardían los dedos. De regreso a casa, mi padre estaba fascinado con el hielo. Repitió una y otra vez “este es el gran invento de nuestro tiempo”.
Jamás logramos llegar a la casa. Papá, José Arcadio y yo, nos encontramos al fondo del arco iris. Hacía frío pero nos movíamos rápidamente. Primero sobre la tierra. Después sobre el agua, una gran extensión de agua. Era excitante. Mi papá parecía disfrutar la experiencia. Pero mi hermano se puso a llorar. Papá le dijo: “¡Cálmate!” “Disfruta del entorno. Vamos a recibir los beneficios de la ciencia” “¿A dónde vamos?”, preguntó mi hermano. “A ver el mundo” respondió papá. De repente miramos la tierra. Entonces vi un dinosaurio. Grité a mi papá: “¡Papá, mira el dinosaurio!”. Mi hermano estaba igual de emocionado. El dinosaurio avanzó hacia nosotros. Era enorme pero dócil. Bajó la cabeza de una manera agradable. Estábamos atónitos cuando con una voz profunda preguntó: “¿A dónde vais?” Como si fuera lo más normal del mundo, mi hermano respondió: “A Macondo”. De repente estábamos aferrados al dinosaurio. “¿En qué dirección?” preguntó el dinosaurio. Papá alargó la mano para agarrar su brújula, “Hacia arriba”, dijo. Nos pusimos en marcha.
Cruzamos montañas, ríos y desiertos. Pronto alcanzamos el mar de Macondo. Era excitante. Me sentía en las nubes. Justo cuando llegábamos a Macondo, me desperté. Abrí los ojos. Mamá estaba al lado de mi cama. “Es la hora de desayuno, Aureliano” dijo.
Mary Crowley
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Tres amigas fueron detenidas por propagar palabras que habían provocado muchas manifestaciones.
Libertad, Igualdad y Fraternidad estaban encerradas en la misma jaula.
Fraternidad obtuvo la absolución por colaborar con la policía.
Igualdad sobornó a la guardia y le dieron la mejor jaula solo para ella.
Sin apoyo, Libertad fue condenada a cadena perpetua.
Julia Janiszewska
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Ciudades literarias: Antología de textos del «Curso de literatura y escritura creativa»A veces
Alguien te dice «si no te levantas pronto, te perderás una fiesta maravillosa»
Alguien te grita que el día está tan estupendo que se podría morir
Alguien te necesita más que todo el mundo
A veces
Lees que los terroristas abandonaron una bomba que mató mil personas
Descubres que tu amigo no es amigo
Huyes de la gente cruel
A veces
Una radio pone tu canción favorita que no habías oído en muchos años
Una película te da escalofríos amables
Un pianista toca el piano y provoca que llores tímidamente
A veces
Se quejan en la tele que todo es la culpa del gobierno
Descubren cinco asuntos escandalosos en el mismo día
Mienten cuando dicen que el petróleo del barco no mató los peces
A veces
Le pides quedar para pasar buen rato
Él viene con sonrisa perfecta
Te rompe el corazón sin vergüenza
A veces
Sólo a veces, la vida ideal.
Julia Janiszewska
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Por cierto, ¡nuestro nuevo curso comienza ya! ¿Te apuntas?
Hoy decimos adiós al invierno también con nuestros horarios. El horario de verano comienza y con él también los nuevos cursos en el Instituto Cervantes.
Desde el 2 de julio hasta el 31 de agosto, tanto la recepción y administración como la biblioteca del centro abrirán con los siguientes horarios:
Lunes a jueves: 11h a 6.30h
Viernes : 9.30h a 14h
Recordad que los sábados el centro permanecerá cerrado desde el 30 de junio al 1 de septiembre (ambos inclusive). Mañana, por lo tanto, no abrimos. El primer sábado de apertura será el próximo 8 de septiembre.
Summer opening hours are starting today and at the same time, we are starting our new Summer courses. Now you have your last chance to enrol with us!
Please notice that the opening hours in the administration and in the library from 1st July to 31st August will be as follows:
Monday to Thursday: 11am-6.30pm
Friday: 9.30am-2pm
The Institute will remain closed on Saturdays from 30th June to 1st September (both inclusive). So tomorrow we are closes. We re-open on Saturdays next 8th September.
Enjoy your summer!