Reconocidos monumentos e inmensas colecciones de reliquias, como las que se encuentran en el Archivo General de Simancas (Valladolid), dejan constancia de los estrechos lazos que mantienen y han mantenido España e Irlanda.
No son pocas las batallas en las que ambos pueblos lucharon codo con codo, y aunque algunas no fuesen tan exitosas como otras, como es el caso de la Batalla de Kinsale (Cork, 1601), con el paso del tiempo, los recuerdos de estos insólitos combates han engendrado un sentimiento compartido. Un caso en particular constata la empatía mutua entre estas naciones: La Guerra Civil española.
Al estallar la Guerra Civil en 1936, toda Irlanda se volcó en la serie de sucesos que estaban ocurriendo en España. Verdaderamente, fue un impacto en la vida pública de los irlandeses, quienes se veían reflejados en lo que España sufría en esos momentos. Debido a la exaltación ante la guerra, el gobierno irlandés sentenció que cualquier participación en la contienda española sería ilegal.
En el libro Spanish-Irish Relations through the Ages, Fearghal McGarry explica cómo, a pesar de las medidas tomadas, el gobierno no consiguió evitar que Eoin O’Duffy, antiguo veterano de la guerra de independencia irlandesa, apoyado por la Iglesia, formase La Brigada Irlandesa. En octubre de 1936, se trasladaron al cuartel de Cáceres, para proporcionar apoyo a los sublevados españoles, con los que se identificaban por su ideología y su condición católica. Sin embargo, su estancia allí no duró demasiado, debido a las enfermedades y la baja moral, circunstancias que les obligaron a retirarse en 1937. En la Plaza de Santo Domingo (Cáceres) aún se conserva la placa en conmemoración a la Brigada Irlandesa.
En respuesta al movimiento de O’Duffy, en Irlanda se creó la Columna de Connolly, formada a partir de miembros del Ejercito Republicano Irlandés (IRA) y otros activistas nacionalistas, como apoyo al Frente Popular español. Finalmente, los 150 hombres que la componían, bajo mando americano dentro del el batallón Lincoln, lucharon con en el bando republicano hasta septiembre de 1938, cuando los últimos supervivientes regresaron a Irlanda. En memoria de los componentes del batallón, el 17 de octubre de 2014, la ciudad de Limerick levantó un monumento en su honor.
Aunque las consecuencias de la participación irlandesa en la guerra no tuviesen un verdadero impacto político, sí que tuvo un importante impacto en la memoria de Irlanda en la década de los treinta. Así, queda plasmado en baladas como Viva la Quince Brigada, que trata sobre los irlandeses que formaron la Columna de Connolly (decimoquinta brigada internacional), y películas como Los niños de San Judas, una adaptación autobiográfica de un profesor de colegio, veterano de la Brigadas Internacionales que participó en la Guerra Civil española.
Para muchos artistas, historiadores, poetas y escritores, la manera en la que respondió Irlanda ante la contienda no fue solo una lucha en apoyo a un bando o a otro, sino una lucha contra la injusticia y la opresión, muy relacionada con la situación que en ese momento estaban viviendo en sus propios hogares.
Texto y traducción: Cristina Rascón García
There are many landmark monuments and immense relics’ collections, as the one found in the Archivo General de Simancas (Valladolid), which confirms the close links between Spain and Ireland through the ages.
Both nations had fought a number of battles together, some of them were more successful than others, for instance the Battle of Kinsale (Cork, 1601). As time goes by, the recall of these combats generated a shared feeling. A particular example of the mutual empathy of the nations is the Spanish Civil War.
When the Civil War broke out in 1936, Ireland focused on the events that were taking place in Spain. Actually, it was impacting for Irish people, who see themselves reflected on what Spain was suffering in that moment. Due to this impact, the Irish government declared illegal any participation in the Spanish War.
In the book Spanish-Irish Relation through the Ages, Fearghal McGarry explains how the government could not avoid Eoin O’Duffy, a veteran of the Irish Independence War, to create The Irish Brigade, supported by the Irish Church. In October 1936, they moved to their headquarters in Cáceres, giving support to the Spanish rebels, since they shared the same ideology and religiosity. Nevertheless, several diseases and the general demoralization provoked an earlier return in 1937. In Santo Domingo’s square (Cáceres) it is found a plaque in honor to the Irish Brigade.
In response to O’Duffy’s actions, it was created in Ireland the Connolly Column, composed by members of the Irish Republican Army (IRA) and other nationalist activists, supporting the Spanish Popular Front. Finally, the 150 men who composed this column, fought in the republican side until September, 1938, when the last survivors returned to Ireland. In October 2014, in Limerick, a monument was erected in memory of this International Brigade.
Even though the consequences of the Irish participation in the war were not truly political, it was captured in the memory of Ireland in 1930s. Thus, it is expressed in ballads as Viva la Quince Brigada, about the Irish men members of the Connolly Column (a contingence of the 15th International Brigade) and movies as Song for a Raggy Boy, an adaptation of an autobiography of a teacher, veteran of the International Brigade, participant in the Spanish Civil War.
For many artists, historians, poets and writers, the way Ireland responded to the war was not only a matter of compromise with a side or another, but a real struggle against the injustice and oppression, related with the situation they had in their own homes.
Text and translation into English: Cristina Rascón García