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Mi quijotita

Ana me estaba tirando de la manga, exclamando, ‘¡Vamos! Me prometiste llevarme a la piscina.’

‘Sí,’ respondí a mi prima pequeña, ‘pero ¿has recogido su dormitorio como su madre quería?’ Asintió con su cabeza. ‘Entonces, si estás lista… ¡al infinito y más allá!’ La niña se reyó alegremente y corrió a la puerta.

Durante todo el viaje en coche, Ana habló de su primero mes en el jardín de infancia. Aunque había sido muy tímida al principio, ahora tuvo muchos amigos con quienes jugaba todos los días. Sobre todo le gustaba cuando su profesora leyó cuentos de hadas, y en su mente se imaginó como una princesa que se había separado de su familia actual.

La semana pasada, ha escuchado una historia maravillosa. Se trataba de una chica que descubrió un mundo mágico cuando se cayó por el fondo del cajón de arena en el parque. La mejora amiga de Ana dijo que el tobogán de agua a la piscina era un pasaje secreto también, donde se podría encontrar un cofre de tesoro.

Sin embargo, Ana lo guardó un secreto y yo no supe nada. Será una sorpresa, y mi prima no pudo esperar ver mi excitación. Con tanto dinero, piensa que podríamos comprar todo lo que queríamos… Ana se había callado, soñando de diademas y riquezas.
 
Después de que hubiéramos llegado, Ana quería zambullirse enseguida, pero la piscina estaba tan llena de gente que me sentía un poco preocupada. ‘Sabes las reglas,’ dije. ‘Hay que quedarte donde puedo te ver. Yo, voy a sentarme aquí, leyendo esta revista, y puedes llamarme si necesitas. Tenemos que volver a casa a las cuatro.’

Me sonrió y bombardeó en picad, diciendo, ‘¡Bueno! ¡Gracias!’ mientras yo empezaba a pasar los artículos.  
 
Ojeé mi reloj. Aunque era las cuatro y veinte, no pude ver mi prima adondequiera que buscara. Ahora me inquietaba, y tenía mucho miedo. Llamé, ‘¡Ana!’, con ninguna respuesta. Por todas partes, personas salpicaban en la piscina, y había mucho ruido. ‘¡Ana!’ Recorrí la orilla alguna vez. Sin embargo, con tantos niños nadando, era imposible descifrar una chica tan pequeña como mi prima. ‘¡Ana!’

Estaba desesperada, y aunque no había querido recurrir a este, parecía que no había otra solución. Saqué mi móvil, marcando el número de mi tía. Ya que ella no contestaba, empecé a llorar.

De repente, un manito tiraba de mi falda. Cuando miré hacia abajo, Ana estaba aquí, ¡llorando también! ‘¡Mentía! ¡Mentía!’

No entendí. ‘¿Qué? ¿Quién?’
‘A la.. escuela,’ lloriqueó. ‘Mi amiga… dijo… que tendría tesoros… si pudiera deslizarme… el tobogán…’ Me miró con ojos lacrimosos. ‘Quería descubrir el dinero, porque podríamos comprar unas robas nueva para tu cumpleaños. Y ahora… nada. Mentiras.’

‘¡Haces tonterías! No te preocupes, Ana.’ Le di un abrazo.

‘Pero, pero, las historias… tienen que ser verdaderas.’

‘Mi prima, mi Quijotita. Cuando eres joven, crees que podría pasar cualquier cosa. Imaginarse, está bien, pero hay que acordarte la diferencia entre sus sueños y la realidad. También existe el riesgo de que los confundas.’

Georgia K.
The Godolphin and Latymer School

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