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Entrevista con Alicia Mariño

El 28 de November de 2012 en Library, Literature, Spanish writers por | Sin comentarios

Alicia Mariño: Drácula contiene lo mejor de la literatura gótica y de la literatura fantástica.

Alicia Marino

 

Entrevista con Alicia Mariño realizada el 28 de noviembre de 2012 en el Instituto Cervantes de Dublín con motivo de su participación en el coloquio “Lo fantástico: Homenaje a Bram Stoker” junto a Luis Alberto de Cuenca y Jarlath Killeen.

Alicia Mariño es doctora en Filología Francesa y licenciada en Derecho. Realizó su tesis doctoral sobre la función y el significado de la literatura fantástica en Villiers de l’Isle-Adam. Ha trabajado desde entonces sobre el género fantástico en distintos autores. Fruto de esos trabajos han sido diferentes artículos publicados en revistas especializadas y un libro, editado por Cátedra en su colección Clásicos Universales, sobre La novela de la momia, de Théophile Gautier. Recientemente, ha orientado su labor hacia la literatura comparada, estudiando la génesis y evolución de ciertas leyendas europeas. También ha realizado estudios en el campo de la literatura femenina.

Alfonso Fernández Cid: —Alicia, ¿qué recuerdas de la primera vez que leíste Drácula?

Alicia Mariño: —Recuerdo que me impresionó muchísimo. Pero no tanto por el miedo, sino que me fascinó. Creo que es una de las cosas que tiene la literatura fantástica mezclada con lo gótico: atrapa. De manera inconsciente, es una forma de exorcizar los miedos que todos llevamos dentro desde niños y que incluso de mayores continúan en nosotros. Es eso que decía Freud, el Das Unheimliche, la «inquietante extrañeza», algo que nos acompaña desde el principio de los tiempos y que está dispuesto a resucitar en el hombre provocándole miedo o vértigo en cualquier momento o ante cualquier estímulo. Por ahí va ese Drácula y todo lo que tiene que ver con la literatura fantástica.

Alfonso Fernández Cid: —Y por ahí iba mi siguiente pregunta: ¿en dónde podríamos englobar esta novela?, ¿novela fantástica, novela gótica?

Alicia Mariño: — Es muy buena pregunta, porque por el momento en el que se publica, podría decirse que ya en 1897, el final del siglo XIX, lo que ya está vigente es la literatura fantástica stricto sensu, esa literatura que ha introducido en la primera mitad del siglo Hoffman, y que se ha perfeccionado en la búsqueda de verosimilitud y técnica realista con Edgar Allan Poe, la que ya han comenzado a utilizar los escritores franceses y los nuevos escritores anglosajones.

Lo que ocurre es que aquella literatura gótica que se había empezado a desarrollar justo a principios del XIX, e incluso finales del XVIII, (recordemos a Walpole con El castillo de Otranto) fascinó a un público que quizás se cansó de tanto castillo, de tanta noche de luna llena, de tanto espectro, de tanto fantasma… y empezó a perder el interés. Sin embargo, las obras maestras continuaron. ¿Qué ocurre con Drácula? Pues que es la culminación que contiene importantes elementos de literatura gótica, junto con los elementos más importantes de lo fantástico stricto sensu, como es la búsqueda de verosimilitud.

El libro está escrito en forma de diario, principalmente. Eso fomenta no solamente la escritura realista, base del relato fantástico, sino la verosimilitud en el lector. El lector acaba creyendo y, sobre todo, acaba planteándose si es cierto o no, si es posible o no eso que está ocurriendo, y le provoca esa especie de agobio, incluso miedo. Dentro de lo que está ocurriendo en la novela también, entre los protagonistas y entre los personajes, hay momentos en los que ellos niegan la realidad de lo que está ocurriendo porque no pueden creerlo. Y al mismo tiempo van ocurriendo cosas «científicas» que van haciéndoles creer que eso es posible. Es decir, hay un juego en los dos niveles: tanto en el nivel formal como en el nivel temático hay un juego entre lo posible y lo imposible, básico para la literatura fantástica.

Alfonso Fernández Cid: —Tal vez sea esto lo que realmente hace a esta obra tan fascinante.

Alicia Mariño: —Claro. Es una obra maestra precisamente por eso. Porque contiene en sí misma los mejores elementos de lo que había sido la literatura gótica, y los elementos ya perfeccionados de lo que es la nueva literatura fantástica. Además, trata un tema mítico: el del vampiro.

El vampiro, presente desde la antigüedad, hasta incluso Lilith, la primera mujer, la mujer maldita, la que dicen que fue anterior a Eva. Esa mujer, cuentan que también chupaba la sangre de los niños.

El vampiro tiene que ver con la vida, con la sangre, porque la sangre da vida, y también tiene que ver con la vida eterna, con el más allá. Y estos relatos o creencias van pasando de generación en generación. Quizás haya un punto de verdad en ello, como en las leyendas. Pero luego es tergiversado por el relato. Había enfermedades, existían lo que podían llamarse muertos vivientes, porque eran enterrados sin haber muerto del todo, cuando solo parecía que habían perdido la vida definitivamente. Hay muchas cosas que tocan la fibra del miedo del ser humano. También las pestes en Europa, la enfermedad del escorbuto… Cosas que dan lugar a un tipo de muerte o de parada cardíaca, sin llegar a muerte o parada cerebral, algo que no llega a ser la muerte física total. Y también subyace en el tema del vampiro ese enlace con el más allá, ese ser que regresa o que puede regresar, y que está, o puede estar, entre nosotros, y que tiende el puente entre el acá y el allá. Toda esa temática toca la fibra del miedo o de lo desconocido que nos acecha siempre.

Alfonso Fernández Cid: —¿Qué hay de actualidad en esta obra, en la realidad en la que vivimos? En el mundo cinematográfico parece que ha habido una cierta evolución del personaje. Parece que se está convirtiendo en algo menos romántico.

Alicia Mariño: —Sí, o incluso más cotidiano. Ya no provoca miedo. Los mitos evolucionan, son continuamente reinterpretables, por eso son mitos. Desde Anne Rice, ya hace años, el vampiro empezó a formar parte casi de la sociedad, o de la vida cotidiana de la ciudad. Y más adelante, hemos visto las últimas películas… Ahora ya son vampiros acordes con los tiempos, vampiros un poco light. A mí me sorprende un poco: son vampiros vegetarianos, son jóvenes adolescentes que se enamoran y él resulta ser un vampiro. Luego él la vampiriza a ella. Pero bueno, yo creo que todo aquello que capte la atención de nuevas generaciones y de nuevos lectores, que se acomode al mundo de esos jóvenes, está bien. Pero, indudablemente, ahí hay una ruptura entre una generación y otra.

Alfonso Fernández Cid: —Muy pocas obras realmente se mantienen con la misma fuerza que hace cuarenta, sesenta, cien años.

Alicia Mariño: —Es que Drácula es una obra maestra a la que creo que no se le ha dado suficiente importancia, quizá porque hay gente a la que no le gusta la literatura fantástica, o les parece que es literatura marginal. Pero yo compararíaDrácula con las mejores obras de la literatura universal. No como literatura de género en particular, sino precisamente por su perfección formal, por la composición y por el tema. Porque además, tras todo ello, como decía antes, está el mito. El mito de la muerte, el mito del más allá y el mito de la vida. El mito que forma parte de nosotros de una manera inconsciente.

El miedo del hombre se podría dividir en dos. Uno es el miedo a desaparecer físicamente, el miedo a la muerte. Otro es el miedo a perder la propia identidad del yo, que es el miedo a la locura. Esas son las dos grandes fuentes del miedo. El tema del vampiro toca precisamente el tema de la muerte física. De ahí su actualidad. Mientras el hombre sea hombre y tenga sentido de la trascendencia, y sea el único animal que sabe que va a morir, este tipo de temas le interesan, pero también le inquietan y, sobre todo, le ayudan a exorcizar su propio miedo.

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