¡Atención! ¡Atención! Última llamada para los pasajeros con destino a Vladivostok del vuelo TOPO001. Los señores Vladimir, León y Joseph deben dirigirse inmediatamente a la puerta 10.
En el interior del Airbus 380, Ulises está leyendo la revista de la compañía aérea. Se fija en el mapa del mundo al final de la publicación. ¡Anda, el mundo! Podría quedarse frente las páginas las próximas trece horas, durante todo el vuelo de Paris hasta Vladivostok.
Sea lo que sea, Vladivostok no suena como un destino tradicional. Es cuanto menos un poco extraña, centro administrativo del Krai de Primorie, ciudad cerrada a los extranjeros durante el periodo soviético por ser la sede de la Flota del Pacífico de la armada. Sin embargo, su aislamiento debe llamar la atención a cierto tipo de turistas; los más destacados. Aunque a Ulises le guste esta razón, su decisión es más trivial: el trabajo, a causa de una reunión de los países de la APEC.
De repente, frente a este mapa, imagina un viaje con etapas donde se sienten cosas particulares, esenciales para escribir un cuento.
Primero, su ciudad París donde tantos viajeros, inmigrantes y artistas intentan describir, robar o violar su intimidad. Esta ciudad tiene credibilidad para crear vínculos entre sus visitantes y la imaginación colectiva. Por ejemplo, referirse a la torre Eiffel, Notre Dame de Paris o el Moulin Rouge ayuda a dar contenido, prestar atención a un acontecimiento e inspirar a un escritor.
Por otro lado, Nueva York representa el cambio continuo, una ciudad joven donde cambiar forma parte de su identidad. Quizás entrar no es tan fácil, pero luego el espíritu libre y empresarial, subraya la relevancia de su papel en un viaje iniciático.
Organizada, ¿qué ciudad le parece a Ulises que nunca se perdería en ella? Sin duda, San Petersburgo, gracias a las descripciones minuciosas de Dostoievski que ayudan a todos a moverse en la ciudad museo.
Roma, que representa la fuente de nuestro lenguaje y gramática. Existe una batalla invisible con Atenas para ajustar las dos culturas y saber lo más importante sobre la cultura occidental. Atenas tiene la ventaja de los siglos mientras Roma, la del tiempo.
Además, Babilonia tiene la Historia con una H mayúscula. Esta ciudad-imperio del siglo XIX antes de Cristo es el emblema del desarrollo de la civilización mesopotámica. Hasta ahora, esta ciudad tiene una de las Siete maravillas del mundo, los Jardines Colgantes, fuente de inspiración de los escritores de sagas históricas.
No es posible hablar de Historia sin Geografía. Así Ciudad del Cabo tiene una ubicación particular, no como el punto más meridional del continente africano (es el Cabo de las Agujas) sino como el encuentro del viento, sol y océano con las montañas. Se la conoce como la ciudad de las cuatro estaciones en menos de un día.
Hasta este punto, todas las ciudades de Ulises tienen algo particular, pero la que más le intriga es Ángor, que significa ciudad en sánscrito. Agrupa numerosos templos (hay contabilizados un total de 910 monumentos) en la selva, algunos comidos por la naturaleza. Ciertamente, da en el blanco al describirla como la ciudad más intrigante.
Aparentemente, la ciudad de Ushuaia tiene la particularidad de ser fácil de recordar. Permanece en la mente como un fantasma fonético, como sinónimo de las aventuras de los marineros.
Finalmente, Ulises, sudando, se despierta frente a una página en blanco con el título: “características básicas de un buen libro”.
Nota de la autora: En este texto cada ciudad representa un elemento crucial de un buen libro. Estos son credibilidad, relevancia, organización, lenguaje, gramática, Historia, Geografía, que llame la atención y que sea fácil de recordar.
Agnès Girod
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Tesoros de Shire
Comenzaremos nuestra excursión con un breve trayecto panorámico empezando desde la parte más pintoresca de la aldea, pasando por el puente de Gandalf. Durante el recorrido veremos las pequeñas casas de los Hobbits, con maravillosos jardines. Fuera de la ciudad antigua, admiraremos los magníficos mosaicos de las colinas verdes. Veremos la famosa ruta usada por Gandalf cuando visita la aldea. Nos relajaremos en el clima cálido tomando una deliciosa copa de miel y pan de lembas.
* Incluye snack, cena y espectáculo folklórico con canciones típicas de Hobbits.
Recuerdos de Sparta – donde gobernó el orgulloso y valiente Leónidas
Empezaremos nuestro viaje con la visita de Termopiles, que fue uno de los sitios más importantes de la historia de Esparta y Grecia. Continuaremos alrededor del desfiladero poderoso. Buscaremos los cuerpos de los soldados persas. Visitaremos el templo donde una profetisa predicó el fin de Esparta. Visitaremos el famoso pozo donde Leónidas despidió al mensajero de Persia y sus compañeros. Para los turistas más obscenos, tendremos la oferta de visita de una de las casas de placer de Xerxes, el Rey de Persia (opcional).
* No incluye snack ni cena porque “¡¡¡Esto es Esparta!!!”
Sensaciones de Gotham – la ciudad oscura con los más grandes mafiosos del mundo
Nuestra primera parada será en la famosa posesión de la familia Wayne. Tras nuestra llegada a la ciudad disfrutaremos con la demostración de los inventos científicos creados por la Empresa Wayne. Durante el tiempo libre cada persona podrá encontrar el tipo de invento que le guste más. A la hora indicada por el guía nos reuniremos de nuevo para disfrutar de una excursión en un tren fundado por la compañía Wayne. Al finalizar regresaremos al autocar y admiraremos las maravillas de las calles más peligrosas de Gotham.
* Incluye snack y cena, pero bajo su propio riesgo, algunos productos pueden incluir veneno añadido por Joker.
Julia Janiszewska
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La crisis económica no mejoró, empeoró. Los tiempos eran duros, y se hacían cada vez más duros. Sucesivos gobiernos habían intentado en vano hacer el truco de reducir gastos mientras al mismo tiempo fomentaban la tasa de crecimiento. Hacía ahora más de cuatro años de la formación de un gobierno nacional de emergencia para manejar la crisis. Sin embargo, los ingresos de la mayoría de la gente seguían disminuyendo, mientras los precios seguían aumentando. Se tenía que hacer algo, todos lo decían.
Mi rutina cotidiana, como la de muchos de mis conciudadanos, se había convertido en una lucha. Tomaba un escaso desayuno antes de correr a la estación para coger el tren al trabajo. Como funcionario del Estado, estaba sujeto a una reducción salarial si llegaba tarde al trabajo, y el servicio de trenes empeoraba continuamente debido a recortes. Durante el viaje me quejaba con mis compañeros de viaje del precio de los boletos, que casi había llegado a tal extremo que me costaba más viajar al trabajo de lo que me pagaban.
Después de fichar en el trabajo intentaba encontrar un escritorio desocupado en el despacho de planta abierta, ahora un rasgo obligatorio en muchas oficinas. A la hora del almuerzo salía corriendo para comprar un bocadillo que consumía sentado en mi escritorio, mientras trataba de contestar al torrente interminable de correos electrónicos. A raíz de despidos colectivos, los que tenían trabajo tenían que a llevar a cabo los deberes de tres o cuatro personas.
Algunos periodistas, sin duda expresando las inquietudes de los que tenían que pagar impuestos que crecían constantemente, habían empezado a sugerir que a los funcionarios del Estado se les debería obligar a pagar por el privilegio de tener trabajo, por la seguridad, prestigio, y por la iluminación y calefacción subvencionada que iban con el puesto. Fue tal vez por un indicio de su desesperación que el gobierno pareció tomarse esta sugerencia en serio, y la usó como base de su política de “Pagar para trabajar”, que esperaban iba a estabilizar la sociedad, y a salvaguardar el statu quo.
Según esta política, en vez de recibir sueldo, cada trabajador, tanto en el sector privado como en el sector público, debía hacer un pago trimestral a sus empleadores, acorde con el estatus de su puesto. También, los que proveían artículos y servicios, en vez de recibir pago, debían pagar a clientes y empleados, y eran reembolsados por el gobierno, de los fondos contribuidos por funcionarios del Estado.
Esto causó gran asombro a todos, y la política ha sido un gran éxito. El empleo ha aumentado, ya que los empleadores tratan de maximizar los pagos de empleados. Además, un repentino aumento de la demanda ha reactivado la economía.
Mi rutina cotidiana ha cambiado. Ahora el día empieza con un desayuno generoso, y estoy contento porque cuantos más cereales consumo, tantos más me pagará el supermercado. También, la abolición de recortes de empleados ha ocasionado una mejora en el servicio de tren, y por eso no tengo que salir corriendo más a la estación cada mañana. Además, como ahora la ausencia del trabajo por huelgas cuesta a los empleadores directamente, los empleados tienen más poder de negociaciones, y por consiguiente las condiciones de trabajo han mejorado de manera espectacular. No más escritorios temporales, (hotdesks) “no más hacer el trabajo de colegas despedidos.
Gracias a la política “Pagar para trabajar”, este país está otra vez alegre y próspero. Sin embargo, todos nosotros nos sentimos bastante inquietos, un poco inseguros. Porque en lo más profundo de nuestros corazones, comprendemos que todo esto es imposible.
Stephen McFadden
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