La muerte, qué trampa
Hoy debo morir. Yo, una persona adorada, cuyos seguidores se calculan por miles, millones, si nos creemos la última encuesta o al menos los encuentros organizados en los últimos meses. Yo no tengo miedo. El miedo es una emoción que rechazo, y frente al que he luchado desde mi infancia.
Vale, una infancia tan importante, cuando este niño ha experimentado esta atracción cada vez más fuerte por los debates sociales. Durante los desayunos familiares del domingo, había excitación cuando lentamente las discusiones se dirigían hacia el presidente, el primer ministro o cualquier hombre político. Así, mi familia, tan tranquila y pacífica, se transformaba en monstruo o más bien en dragón escupiendo fuego. Este era mi momento favorito de la semana. Con el tiempo, me sentía más y más seguro de hablar con los adultos, y de ejercer este debate dialéctico.
Rápidamente llegó el momento de la universidad y de los primeros compromisos políticos. La vida no era tan fácil: elegir entre una ruptura con mi entorno familiar o simplemente seguir la doctrina familiar. Así que tomé la tarjeta de un partido político y sin darme cuenta me convertí en un protegido de uno de los líderes nacionales. Pude muy rápidamente presentarme a las elecciones locales, en seguida regionales. Me convertí en uno de los líderes más jóvenes de mi partido. Así me comprometí a alcanzar la posición final: ser presidente de este partido. Fue una ruta difícil y exigente, sin embargo alcancé esta meta por un deseo de cohesionar mi país.
¿Y cuál va a ser mi próxima meta? Por supuesto, hay muchos momentos de duda en mi carrera política y en particular para mantenerme fiel a mis ideales. De repente, tenía solo una idea en la mente, ser el presidente de la República. Otra elección tengo delante, cientos de viajes, dar la mano a desconocidos siempre más numerosos, y sobre todo conseguir una vida personal. El sacrificio de una elección son los seres más queridos.
Finalmente, aquí estoy, son las 19:59 y en menos de un minuto, la gente hablará. El final está cerca, mi muerte o mi resurrección.
Agnès Girod
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