Una historia puede extenderse en grandes tomos como el Quijote, durar noches enteras y contener otras historias como Las mil y una noches, o también puede caber en las poquísimas palabras de un microrrelato. Otras veces dentro de unas pocas líneas caben los inicios de otras historias nuevas, que nos están esperando…
En el taller infantil de escritura creativa, que tuvo lugar en la Biblioteca Juan Carlos Onetti el sábado 9 de noviembre, empezamos leyendo las historias cortas de la poetisa griega Alexandra Plastira, las cuales nos sirvieron para escribir una historia… un poco más larga. Formamos un pequeño grupo de lectura y escritura colectiva.
La última historia que leímos terminaba así:
¨…¡Qué buena suerte tengo, pensé, pero apenas acabada esta frase, sopló un viento tan fuerte, y se llevó el papel tan lejos, que la historia se perdió para siempre.¨
Este fue nuestro punto de partida. Lo que hicimos fue recuperar la historia perdida. Siguiendo las pistas que estaban escondidas dentro de la Biblioteca, encontramos cosas que nos inspiraron. Así decidimos escribir sobre un rey y una reina que buscan un tesoro y que al final descubren que este está… ¡en su casa!
Nuestra historia terminaba así (con tres puntos, claro, porque las historias no terminan nunca…):
¨Llegando al bosque gritaron Jorge y un enanito les dijo: La última pista está ahí donde viven Antonio y Emilia. Junta los papeles en la mesa de cristal y ahí aparecerá…¨
Al terminar, pintamos el rey y la reina con colores de acuarela que se acercan al ambiente de las ilustraciones originales del libro.
Y así es cómo una historia perdida se recupera una mañana de sábado…
[Texto: Christos Siorikis]
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