Por María Nieto
El viernes 16 de enero de 2015 arrancó la Bienal de Flamenco en los Países Bajos. El Instituto Cervantes de Utrecht participa con actuaciones y también con una exposición homenaje, con fotos de Chema Conesa.
Un poco de historia:
El flamenco fue reconocido en el año 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Esta expresión artística constituye la seña de identidad de nuestra cultura mas universalmente reconocida. Su imagen, su sonido, su espíritu apasionado y desgarrado, define a los ojos del mundo exterior el universo de la idiosincrasia hispana.
Como expresión artística, el flamenco fusiona el cante, el baile y el acompañamiento musical o toque. La guitarra como instrumento rey, pone el sonido base sobre el que la voz y el ritmo dibujan los diferentes modos de interpretación. –los palos,- y en estos se recoge todo el recorrido expresivo de un arte que nace para la alegría y la tristeza, la pasión y el dolor, el recogimiento y el sobresalto, la tradición y la renovación.
El flamenco tiene en su adn la diversidad cultural de su procedencia, el arraigo identitario en la sociedad que lo vive, la tradición oral y una vocación abierta a la fusión con otras expresiones artísticas.
Su peso en la cultura española es cada día más y mejor reconocido, su estudio nos descubre la fusión cultural integradora que ejerce en la diversidad de este país. Su duende, evoca todo lo mágico de una expresión artística que consigue universalizar su mensaje pasional.
Origen de la exposición:
Como reivindicación y homenaje a los artistas y trabajadores de este género, la Comunidad de Madrid con motivo del festival Suma Flamenca, propuso una exposición de fotografías de gran formato instaladas en la calle Fuencarral, ubicadas en el boulevard entre la glorieta de Quevedo y la de Bilbao.
Se trata de retratos en los que aparecen en parejas, identificadas con sus nombres y oficios, las grandes figuras de este arte junto a trabajadores, técnicos, artesanos, cuadros del toque y del baile, hosteleros y empleados de esta industria cultural que han mantenido la llama viva de esta identidad en perpetua evolución, y han conseguido convertirse en aspiración y meta de prometedores aspirantes de este género.
Los retratos buscan una igualdad en el plano fotográfico al ser todos de cuerpo entero y sobre fondo negro. En cuanto a su contenido, los protagonistas aparecen en sus trajes habituales de trabajo. En cuanto a su expresión, aparecen en actitud serena, buscando la sobriedad en el gesto y evitando lo interpretativo.
Las fotografías estuvieron colocadas en ambas caras de monolitos alquilados para la ocasión, de 170 cms de ancho por 236 cms de alto, que pesan por unidad 375 kilos, asegurados en estabilidad y eficacia ante cualquier fenómeno atmosférico y ya utilizados en otros eventos similares. Su instalación requirió de una grúa pluma situada sobre el camión que los transporta.
Su colocación en la zona peatonal de la calle Fuencarral tuvo la función de crear un pasillo jalonado por los enfrentamientos de los monolitos en las zonas libres de terrazas o parques infantiles existentes en esa calle. Su colocación fue perpendicular a las fachadas de los edificios, permitiendo crear un diálogo entre el discurso de los monolitos. Una hilera se colocó aproximadamente en la línea de farolas y la otra en la línea de bancos, lo que permitió dejar una avenida libre de más de cinco metros de ancho por donde pasear y contemplar a ambos lados las imágenes al caminar, fuera cual fuese la dirección de la marcha.
El número de fotografías estuvo entre 30 y 40, dependiendo finalmente del número de monolitos adecuado, que se fijó entre 15 y 20.
Las imágenes se imprimieron con tintas av que consiguieron una luminosidad alta bajo luz residual de farolas públicas. Estuvieron adhesivadas sobre dibón rígido y con un tratamiento anti graffiti, que permitió una fácil limpieza inmediata. Su instalación sobre los monolitos se hizo por la parte superior de los mismos, lo que evitó cualquier manipulación no deseada.
Una vez finalizada la exposición, la Comunidad de Madrid ha conservado los paneles de las fotografías para su eventual exhibición en otros eventos.
Bajo la supervisión de la Dirección General de Artes Escénicas, el comisariado y la dirección y realización artística de este proyecto corrió a cargo de Chema Conesa, que ha contado con la colaboración de los responsables del festival Suma Flamenca, la coordinación de Lidia Lechado, el estilismo y maquillaje de Germán Cabrera, y la ayuda técnica de Marcos García.
Las fotografías han sido realizadas en las instalaciones de los Teatros del Canal.
La exposición en Utrecht:
Las fotografías expuestas ahora en Utrecht, son una muestra de las imágenes tomadas por Chema Conesa con un formato adaptado al espacio del edificio del Instituto Cervantes. Si bien la presentación se aleja de la forma y el objetivo del proyecto original, si que comparte su esencia en cuanto a hacer un homenaje al flamenco con fotografías de una calidad técnica y estética excepcional. Ya no sólo la luz o los personajes conocidos y desconocidos, sino la composición, las líneas, los colores… todo se aúna para hacer de esta exposición un visita que merece la pena.