Por Neri Arjona De Santiago, profesora
Un mes de mayo, pero del año de 1945, marca la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los acontecimientos más tristes y en el que perdieron la vida millones de personas. Esta guerra puso al descubierto los más bajos instintos del ser humano. Sin embargo, también hizo brillar las acciones de hombres compasivos y valerosos que se dedicaron a ayudar a otros, a costa aún de su propio bienestar y de la propia vida. 
Sin duda la gran mayoría de ustedes ha oído habla de Oskar Schindler, un industrial alemán de origen checo que salvó a unos 1,200 judíos del exterminio nazi. A la divulgación de sus actos han contribuido el libro La lista de Schindler, del escritor australiano Thomas Keneally, y la película del mismo nombre, dirigida por Steven Spielberg.
En esta columna quiero dar a conocer a otro filántropo del que, quizá, muy poca gente ha oído hablar. Me refiero al mexicano Gilberto Bosques Saldívar, Cónsul General de México en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Nació en el Estado de Puebla, en la ciudad de Chiautla de Tapia, el 20 de julio de 1892 y murió el 4 de julio de 1995 en la ciudad de México. ¡Vivió casi 103 años! Fue educador, periodista, escritor, editorialista, poeta, político, congresista y diplomático mexicano. Pero sobre todo, fue un gran humanista.
(Foto análoga: cortesía de Lillian Liberman. Esta foto aparece en la cubierta del DVD Visa al Paraíso. Foto digital: cortesía de Ricardo Holtkamp Arjona.)
Desde muy joven inició su carrera política, y bajo diversos periodos presidenciales, sus tareas fueron cambiando, desde su participación en el congreso del Estado de Puebla, hasta su labor como miembro del servicio exterior en varios países.
Durante su sexenio como presidente de México (1934-1940), el general Lázaro Cárdenas del Río fue un fiel simpatizante de España y de la República, pues vio cristalizada en ésta los ideales de la Revolución Mexicana de 1910.
Cuando la República se vio amenazada por la sublevación de Franco, Cárdenas decidió ayudar a los republicanos enviándoles armas y apoyo. Asimismo, aseguró al gobierno republicano que en caso de que ellos perdieran, México abriría sus puertas a todos los españoles que quisieran residir en este país.
En 1939, tras la derrota en la Guerra Civil contra Franco, cerca de 500 mil republicanos cruzaron la frontera con Francia para salvar la vida. La mayoría fueron instalados en campos de concentración, sin ningunas condiciones sanitarias. Lázaro Cárdenas, fiel a la palabra dada al gobierno republicano, envió a Gilberto Bosques como Cónsul General de México en París con el fin de rescatar al mayor número de republicanos españoles concentrados en el sur de Francia y extenderles visas que les permitieran emigrar a México.
Cuando los alemanes invadieron París, la delegación mexicana abandonó la capital. El Consulado General de México se instaló en Marsella, al sur de Francia. Ahí su misión diplomática de salvación se hizo extensiva a todos los perseguidos por la Gestapo, por agentes del golpista Francisco Franco y por la policía francesa al servicio de los nazis.
En los alrededores de Marsella, el señor Bosques alquiló dos castillos, Montgrand y de la Reynard, uno para mujeres y niños, y el otro para hombres, respectivamente. En ellos se albergaban a alrededor de 1,500 personas que se alojaban ahí antes de ser trasladadas hacia el continente americano, a países como Estados Unidos, Argentina, Brasil, pero sobre todo, a México. El transporte de los refugiados se hacía a través de barcos que zarpaban de Marsella a Portugal o a Marruecos y de ahí al puerto de Veracruz, México, de donde más tarde partían por tren a la ciudad de México para iniciar una nueva vida, no pocas veces llena de desafíos.
Esos dos castillos, considerados como territorio soberano de México, constituyeron un remanso de paz para todos los que huían de los horrores y la persecución de la guerra. En ellos se atendían las necesidades básicas de los que ahí vivían. Se les proporcionaba alimentación, a la que se accedía con labores de cultivo y ganadería en los campos hechos con el propósito de satisfacer las necesidades de los que ahí habitaban. También se les brindaba atención médica y preparación educativa, a través de la creación de talleres de modelado, corte, herrería y fotografía. La vida cultural era muy dinámica y variada, había conciertos, bailes, teatro y otras manifestaciones artísticas multiculturales. Incluso algunos habitantes de Marsella se acercaban a lo que pasó a llamarse “los domingos de la Reynard”.
Cuando México rompió relaciones con Alemania, los alemanes se llevaron a don Gilberto, su familia y al resto de la delegación diplomática, 43 personas, a Alemania. Ahí estuvieron confinados bajo arresto domiciliario en Bad Godesberg, una población cerca de Bonn.
Después de 13 meses, los diplomáticos mexicanos fueron liberados al ser canjeados por un grupo de espías alemanes arrestado en México.
En 1944 llegaron finalmente a México. Miles de “sus refugiados” fueron a recibirlos a la estación de trenes de Buenavista. Don Gilberto no pisó el suelo en ningún momento, porque pasaba de unos hombros a otros. Tales eran las muestras de júbilo y agradecimiento de todos aquellos que si no hubiera sido por las “visas de Bosques” estarían muertos.
Sin reparar en los peligros que acecharon para él y para su familia, su esposa María Luisa Manjarrez y sus hijos, Laura María, María Teresa y Gilberto Froylán, de 17, 16 y 14 años, respectivamente, que lo acompañó durante toda su gestión, Gilberto Bosques otorgó visas a judíos y antifascistas de España, Alemania, Austria, Yugoslavia, Italia, Rusia, y Líbano, entre otros; en total más de 30 nacionalidades. Las visas de don Gilberto fueron verdaderos salvavidas para más de 40,000 personas.
Don Gilberto Bosques comentó en una de las 8 entrevistas hechas por la cineasta mexicana Lillian Liberman que fue un privilegio poder encontrarse en una situación así y poder ayudar a los que lo necesitaban. Con todo lo que hizo, cuando las personas por él salvadas le daban las gracias, él solía contestar con esta frase: “No fui yo, fue México”.
La figura y la labor de este insigne mexicano han sido honrados dentro y fuera de México.
Si te interesa saber más acerca de la misión de ayuda de don Gilberto en Francia, no dejes de ver el hermoso y emotivo largometraje documental Visa al Paraíso de la cineasta mexicana Lillian Liberman Shkolnikoff. La película ha sido proyectada en China, Dinamarca, Francia, España, Israel, Uruguay, Argentina, Nicaragua, Estados Unidos y Canadá, entre otros países.
En París, la mexicana Georgina Moreno Coello fundó la Asociación Gilberto Bosques que justamente trata de hacer que se conozca a esta maravillosa figura de la historia de México. Si lo deseas, puedes darle seguimiento en Facebook.
En Austria, una de sus calles, en el Distrito 22 de Viena, lleva el nombre de Paseo Gilberto Bosques.
¡Qué gran honor contar entre los mexicanos con un hombre de la talla de don Gilberto Bosques Saldívar!
Por Kristina Goikoetxea Langarika, escritora
Ya llevas tiempo con muchas ganas de empezar a escribir ese blog, ese poema, esas memorias, ese relato, ese libro o esa historia basada en el viaje de las vacaciones del año pasado, pero nunca llega el momento. ¿Te da pereza empezar? ¿Tal vez miedo?
Ven al bootcamp de escritura creativa de un día en el Instituto Cervantes. Durante cinco horas, te ayudaré a romper el bloqueo de tu creatividad, te explicaré qué te está bloqueando, te daré las herramientas básicas para soltarte y saldrás con ganas de que lleguen ya tus vacaciones para poder escribir sobre ellas. (O utilizarlas para agarrar el papel o tu portátil y empezar a teclear lo que ya lleva tiempo en tu cabeza).
Datos del taller:
Sábado, 7 de junio de 2014
Plazo de inscripción: 1 de junio
De 10:30 a 16:00
Destinatarios: hispanohablantes o nivel C1/C2 de español
Máximo / mínimo de inscritos: 8/12
Precio: 50 €
Inscripción: cenutr@cervantes.es
Por Alberto Colorado, abogado, gestor cultural, profesor
Os invitamos durante las cuatro sesiones de este curso a recorrer las salas del gran museo madrileño.
El Museo del Prado es sin duda una de los más importantes y prestigiosas pinacotecas del mundo. Además de contener las obras más relevantes de los grandes maestros españoles hasta finales del S. XIX, sus paredes exhiben algunas de las
mejores piezas de las otras grandes escuelas europeas. Fue principalmente la poderosa dinastía de los Habsburgo quien hizo acopio de obras fundamentales de los primitivos flamencos, el Quattrocento y el Cinquecento italiano o de los grandes maestros del siglo XVII. Así, a los Greco, Ribera, Zurbarán, Murillo, Velázquez o Goya se añadieron a la gran colección a pintores tales como el Bosco, Fra Angélico, Botticelli, Tiziano, Tintoretto, Rafael, Rubens, Van Dyck o Caravaggio.
Además abordaremos la historia del edificio y del museo. Se incentivará la participación activa del alumno en clase y el debate con el objetivo tanto de aprender de arte como de practicar español.
Horario: 18:30 a 21:30,
Fechas: los jueves desde el 22 de mayo al 19 de junio.
Nivel: El curso está dirigido a holandeses, o cualquier otra nacionalidad, con un nivel de español C1/C2.
Número de plazas: mínimo 6, máximo 12
La inscripción se realiza en https://clicutrecht.cervantes.es/es/cursos/4190
Tenemos una colaboradora excelente en el trato con los niños, en indagar en su desarrollo y en hacer que se lo pasen bien aprendiendo. Mercedes Montes de Oca, es historiadora del arte, madre y profesora y nos propone un nuevo taller para niños.
Según nos cuenta, en este taller se pretende que el niño se introduzca en el mundo del arte a través de la realización de su propio autorretrato. El niño podrá decidir si quiere representarse a sí mismo convertido en una princesa, un caballero medieval o, si por el contrario, desea llevar a cabo su retrato siguiendo los pasos de artistas como Picasso, Dalí o Miró, entre otros.
El taller se dirige a niños de entre 4 y 11 años, aunque también son bienvenidos los niños mayores de 11 que sientan curiosidad y quieran pasar un buen rato. Según el número de niños, se formarán dos grupos divididos por edades y técnicas a utilizar.
Fechas: sábado 10 de mayo
Horario: 13:00 a 14:00
Número de plazas: mínimo 12 (si no se alcanzara el mínimo deseado, estudiaremos otra opción y avisaremos a los inscritos)
Precio: € 12
Lugar: Instituto Cervantes Utrecht, Domplein 3, 3512 JC Utrecht
Inscripción hasta el 5 de mayo en cenutr@cervantes.es
Onze medewerkster Mercedes Montas de Oca kan uitstekend communiceren met kinderen, is nieuwsgierig naar hun ontwikkeling en kan hen spelenderwijs laten leren. Mercedes is kunsthistorica, docent en moeder en zij organiseert een nieuwe workshop voor kinderen.
In deze workshop maken de kinderen kennis met de kunstwereld door het maken van een zelfportret. De kinderen mogen zelf bepalen of zij zichzelf afbeelden in bijvoorbeeld de gedaante van een prinses of een middeleeuwse ridder. Maar als zij liever in de voetsporen willen treden van kunstenaars zoals Picasso, Dalí of Miró dan mag dat ook.
De workshop is bedoeld voor kinderen van 4 t/m11 jaar maar ook oudere kinderen die nieuwsgierig zijn en een leuke tijd willen beleven, zijn welkom. Afhankelijk van het aantal deelnemers worden er twee groepen gemaakt, ingedeeld naar leeftijd en gekozen werkwijze.
Datum: zaterdag 10 mei
Tijdstip: 13.00 – 14.00
Aantal deelnemers: minimaal 12 (als dit aantal niet wordt gehaald, zoeken wij een andere mogelijkheid en krijgen de al ingeschreven deelnemers hierover bericht)
Kosten: € 12
Plaats: Instituto Cervantes Utrecht, Domplein 3, 3512 JC Utrecht
Inschrijven tot 5 mei op: cenutr@cervantes.es
Por Neri Arjona De Santiago, profesora
Este mes de abril es muy importante para mí; mi único hijo cumplirá 15 años. En muchas culturas esto no representa más que un cumpleaños más, pero en la mexicana sólo puede significar algo: ¡fiesta a lo grande! Si bien es cierto que este festejo es tanto para los chicos como para las chicas, los de estas últimas son más llamativos y populares que los de los primeros. Por ello, en esta columna me referiré solamente a las quinceañeras.
En las culturas precolombinas se consideraba que a los 15 años de edad tanto los hombres como las mujeres entraban en la adultez y podían incorporarse a las actividades propias de su género. Las primeras debían prepararse para ser madres y cuidar el hogar; los segundos para ser cazadores o guerreros. Ambos momentos estaban marcados por un rito de iniciación. Dicho rito comprendía un cambio de personalidad a nivel individual, pero también conformaba un aspecto social al hacer partícipe al grupo del que se formaba parte.
La fiesta de XV años puede considerarse como un rito de iniciación social inspirado en los bailes para debutantes de las sociedades de la nobleza inglesa y de la alta burguesía francesa del siglo XIX. En ellos, las jóvenes de 14 a 16 años asistían a su primera presentación oficial en sociedad. Su actuación y desenvolvimiento en estas ocasiones, así como la posición social de los padres, eran decisivos para lograr un matrimonio provechoso para las familias, en los aspectos económico y social.
En México, en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX, las clases altas del Porfiriato (1876-1910) quienes sentían predilección por todo lo francés, adoptaron la celebración de “temporadas de baile”. El objetivo de éstas era dar a conocer a los jóvenes, hombres y mujeres, casaderos para lograr acuerdos matrimoniales. Dichos eventos fueron reproducidos por las clases menos favorecidas pero sólo para el género femenino.
Hoy en día la forma puede ser similar a ese ritual, pero las intenciones del mismo han variado, aunque no sustancialmente. Así, la celebración de los XV años es una tradición, un momento de estar reunidos con los seres queridos, pero también una oportunidad de lucir el estatus social de la familia en cuestión.
Recuerdo muy bien que una mamá me comentó que desde el momento en que su hija nació comenzó a ahorrar para hacerle una fiesta por todo lo alto. Hay padres que se endeudan para poder pagar esta celebración. Los padrinos, elegidos entre la familia, o el círculo de amigos y de conocidos, juegan un papel importante, pues además de convertirse en los consejeros de la joven en su nueva etapa, también asumen una parte de los gastos del festejo.
En esta celebración están presentes los siguientes elementos. La fastuosidad y forma de los mismos dependen de los recursos económicos de la familia y, por supuesto, de los gustos e intereses de la quinceañera.
La misa.
Para las familias católicas es fundamental empezar los festejos con una misa de acción de gracias, en la que la quinceañera y sus papás agradecen a Dios que ésta haya llegado a esa edad. En su sermón, el sacerdote hace una serie de exhortaciones a ambas partes para que la chica asuma una actitud responsable acorde con su nueva edad.
Se acostumbra a que la quinceañera llegue a la iglesia en un hermoso coche.
Al finalizar el acto religioso, los invitados hacen fotos a las quinceañeras
El vestido.
Puede comprarse ya hecho en una de las numerosas tiendas que se dedican
a ello, o puede mandarse a hacer a alguna costurera. Antes, las chicas optaban por los vestidos largos en colores pastel, rosa, azul, amarillo o beige. Actualmente algunas los prefieren en colores y diseños más llamativos. También hay quienes los eligen cortos o no diseñados sólo para esa ocasión, sino que puedan lucirlo en algún otro acontecimiento. La mayoría se sigue decantando por el vestido que las haga verse y sentirse como princesas en ese día tan especial. Cada vez es más popular que las quinceañeras a parte de sus hermosos zapatos de tacón, durante la fiesta, cuando ya se han cansado, se los cambien por unos zapatos deportivos adornados con los colores del vestido. ¡Con estos podrán bailar por horas!
La fotografía.
Después de la misa y antes de ir al salón de fiestas, lo normal es hacerle a la quinceañera una sesión de fotos. Hace algunos años se recurría a los decorados de algún estudio de fotografía. Hoy día las fotos se toman en los lugares más representativos o hermosos de la ciudad o pueblo donde reside la chica, por ejemplo, algún parque, alguna escultura o monumento, o alguna playa.

El vals
Durante el periodo en que el emperador Maximiliano de Austria y su esposa, la emperatriz Carlota instauraron su imperio en México (1864-1867), se adquirieron costumbres europeas, como los bailes al son de los valses de Johann Strauss, padre e hijo. En los años 80´s las quinceañeras
bailaban su vals con las melodías del pianista francés Richard Clayderman; las más populares eran “Balada para Adelina” y “Para Elisa”. En los 90’s se acostumbraban como valses dos canciones asociadas a los quince años, “Quinceañera”, que fue el tema musical de la telenovela del mismo nombre, interpretada por la mexicana Thalía y compuesta por los mexicanos Guillermo Méndez Guiú y Álvaro Dávila; y “Tiempo de vals”, cantada por el puertorriqueño Chayannne y compuesta por el español José María Cano. Ahora, cualquier canción que le guste a la quinceañera, en español o en inglés puede servir para tal fin.
Las quinceañeras pueden elegir bailar el vals con uno o más chambelanes, quienes pueden ser familiares, amigos o conocidos de ésta. Actualmente también pueden ser bailarines que se dedican a ello semi o profesionalmente.
Otras escogen bailar solamente con sus papás. Algunas más bailan su primer vals con todos los hombres invitados a la fiesta, empezando por el papá y terminando por el más pequeñito ahí presente.
En la actualidad, muchas quinceañeras además de bailar el vals, ejecutan una más coreografías con uno o más cambios de vestuario. Entre los ritmos que eligen están las canciones de moda, la salsa o la cumbia.
Las coreografías se ensayan con meses de antelación, con la ayuda de un coreógrafo profesional y suponen muchísimas horas de esfuerzo y disciplina.
El brindis y el banquete
De acuerdo a las posibilidades de los papás, la fiesta tendrá lugar en la propia casa, en un jardín o en un salón de fiestas.
Se acostumbra a que el papá, la mamá, el padrino o la madrina den un discurso de presentación en sociedad, seguido por un brindis en honor de la quinceañera.
Al terminar la cena, viene la parte más divertida, el baile. La festejada y los invitados se mueven al compás de la música de un conjunto musical, luz y sonido o bien un DJ (Disc Jockey) que además de ocuparse de las tornamesas y de la música grabada, hace las veces de maestro de ceremonias.
En la actualidad se acostumbra ambientar la fiesta con personas en zancos que van distribuyendo a los participantes de la fiesta accesorios como bigotes postizos, pelucas, globos, corbatas de papel, anteojos, sombreros, todo con el fin de hacer más divertida una celebración que de por sí ya lo es. Al concluir la fiesta, la quinceañera entrega a los invitados algún recuerdo de ese día, una foto de ella, una pulsera, una toallita con su nombre y la fecha de la celebración, o algún otro detalle.
En algunas fiestas se estila que al final de la misma llega un mariachi a cantar “Las mañanitas”, la canción mexicana de cumpleaños, a la festejada y otras canciones mexicanas tradicionales.
Algunas jovencitas que tienen la oportunidad de elegir entre una fiesta de XV años o un viaje a Estados Unidos, Canadá o Europa, o un crucero por el Caribe, prefieren esta última opción. Sin embargo, la gran mayoría no quiere cambiar por nada el sentirse princesa por un día.
Un agradecimiento muy especial a las bellas quinceañeras: Melissa Torrecilla Aguirre, Miranda del Razo López, Samaria López Delgado, Karina Aguirre Meza e Irlanda Almendra Torrecilla.
Mi más profunda gratitud a los fotógrafos que amablemente han cedido sus fotos para este artículo: Melissa Torrecilla Aguirre, Manuel Morán Hernández y Carlos Eduardo Báez López.
Y yo, como sólo tengo un hijo varón, igual aprovecharé para celebrarle esta señalada fecha, aunque algunos meses después, en México. Ahí están parte de sus raíces y tradiciones y ésta es una de ellas. Además, también es un buen pretexto para reunir dos elementos fundamentales en la vida de un mexicano: seres queridos y fiesta.