“Antes de volver a la ciudad, decidió visitar la pampa de Quinua. Avanzó por la carretera ascendente hasta llegar al terraplén coronado de silencio que se extendía ante sus ojos entre los cerros. […] Sólo lo acompañaba el colosal monumento a los libertadores que había construido en mármol el Gobierno militar de Velasco. Se imaginó la heroica batalla que había dado al país la libertad. Pensó en el ruido de las armas desgarrando el eterno silencio de la pampa. Al fondo, más allá del fin de la llanura, se veían las copas de los árboles sacudiéndose al viento, un arroyo. […] Reparó en que no se oía nada. Ningún sonido. Sintió en los oídos un pitido, la ilusión acústica que se produce cuando nada suena a nuestro alrededor. La pampa transmitía la música de la muerte.” (Abril rojo)
Seguir los espacios que va habitando Félix Chacaltana Saldívar es residir en el mundo creado por Santiago Roncagliolo. Aparentemente, vamos construyendo en nuestro imaginario un relato más o menos claro de los sitios donde se desarrolla la acción. En Abril rojo nos guían los pasos de este fiscal, los que lo han antecedido hasta llegar de nuevo a Ayacucho y, por supuesto, aquellos que sigue en la indagación y pesquisa en busca de esclarecer lo sucedido.
Chacaltana abre caminos, muchas veces prohibidos, por los que no debería seguir, porque incluso van contra los deseos de los detentadores del poder y del orden, pero para él lo más importante es hallar la verdad y hacer que impere la ley. Como bien afirma Manuel Pérez Gómez: “es a través del recorrido de las distintas instancias institucionales, espacios que conforman su ciudad y la inmersión en las distintas capas de la sociedad, que Chacaltana va chocando con la realidad.” (El pícaro en Abril rojo: vigencia de los rasgos picarescos en la novela negra contemporánea en Latinoamérica, AAT6510.pdf (ucab.edu.ve))
¿Y qué es la realidad para este funcionario absorbido por los protocolos y los reglamentos? “Chacaltana era un funcionario serio y honesto. No tenía opinión.” Dos frases con las que el autor parece decirle a su personaje: “si lo que piensas no cuenta y tu oficio es atenerte a lo que ves, lánzate a la calle y desvela la verdad”. Hechos, son hechos, como afirma Heyst, el protagonista de Victoria, de Joseph Conrad:
“- Y está usted interesado en…
-Hechos -interrumpió Heyst con su más escogida prosodia-, ningún conocimiento merece la pena, excepto el de los hechos. ¡Hechos puros! Simplemente hechos, míster Tesman.”
Atenerse a los hechos no siempre es fácil y, en el Perú del 2000, además podría resultar peligroso y cansado, pero este personaje que va creciendo y dibujándose con diferentes perfiles a lo largo de la novela, no se arredra con nada, sobre todo en el inicio de la investigación. Chacaltana abre espacios: los primeros son sencillos, fáciles de seguir y de identificar, va de la casa a la oficina, y viceversa, pero el horizonte se amplía, el funcionario se hace investigador en el momento en que deber redactar el informe del asesinato.
Ha llegado la hora de ampliar la ruta porque el propio procedimiento le exige visitar las diferentes instancias que le permitan obtener todos los detalles posibles del caso, comprobar la información para transmitir a las autoridades competentes lo descubierto. Sus ojos nos alumbran: la comisaría de Ayacucho, donde reina el Capitán Pacheco; el Hospital Militar -aunque no siempre sea fácil visitar cadáveres-, sin olvidar su paso digresor por El Huamanquino, el restaurante donde atiende Edith, y su propia casa, ese espacio en el que “reside” la madre.
Os dejamos esta pequeñísima entrevista a Santiago Roncagliolo en la que nos ofrece algunos datos de la vida anterior de Chacaltana, de la relación con su madre y que le sirven para construir la precuela de Abril rojo, su novela La pena máxima (2014):
En esa especie de descenso a los infiernos en que se va convirtiendo el recorrido del funcionario Chacaltana, pasa por el lugar natal de la víctima, un pueblo indígena donde la guerra ha golpeado muy fuerte; acude también a la cárcel militar, donde descubre que los militares han sido tan crueles como los terroristas; su hilo se verá enredado por aquellos que lo dirigen a lugares en los que tenerlo distraído, aunque siempre se cumple un desarrollo circular en sus viajes: como bien señala Manuel Pérez Gómez en El pícaro en Abril rojo…: “En Abril rojo, cada uno inicia cuando el fiscal sale de su vivienda, se desarrolla con el recorrido del lugar de interés y culmina con el regreso a su hogar, empezando nuevamente el ciclo hasta que al final de la novela Chacaltana […]”.
¿Y cuál es, en definitiva, la función de cada uno de estos viajes en el devenir de la novela? “Cada desplazamiento cumple con ir revelando, a cuentagotas, el estado de inmoralidad que reina en sus contextos.” (Manuel Pérez Gómez, El pícaro en Abril rojo)
Por eso ha sido importante mostrar en las entradas anteriores de este blog cuál era el alrededor de la novela, por qué lo político, lo social, lo caracteriológico de la sociedad peruana de la época dirigen la investigación del fiscal quien, a pesar de la coraza que ha construido, no deja de ser permeable a la atmósfera del país, porque Félix Chacaltana Saldívar sostiene y el Perú mantiene.
Contadnos cómo imagináis estos espacios en los que se mueve nuestro protagonista. ¿Cómo lleváis vuestras propias investigaciones? ¿Qué os está gustando más de la novela?
«Cuando la guerra contra el terrorismo se ha vuelto global, nos preguntamos cuánto hay que matar para que no haya más muertos, cuántas libertades hay que restringir en nombre de la libertad» (Santiago Roncagliolo en la recogida del premio Alfaguara 2006 por Abril rojo).
Solo con esta frase del escritor peruano ya somos capaces de definir el grado de compromiso con el que Roncagliolo enfrenta su trabajo como escritor y con la historia, la sociedad y los valores de su país, el Perú. Por si esto no fuera suficiente, también lo ha demostrado durante buena parte de su carrera, que ha transcurrido por sendas incómodas y difíciles -entró en cárceles peruanas para entrevistarse con detenidos por terrorismo-, muchas veces arriesgadas y peligrosas -como lo fue la publicación del libro La cuarta espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso (2007), aunque siempre lo ha hecho desde la ficción, con una idea clara: dar fe, dejar constancia de una realidad que estaba muy presente en su país y que todavía hoy día condiciona y afecta a la cotidianeidad de miles de peruanos, como bien señaló el propio autor en una entrevista a Perú 21: “De hecho, aún seguimos definiendo la política por la violencia que se inició en los 80. Todavía eso altera mucho nuestro espectro político.” ((Santiago Roncagliolo: “Creo que Abimael Guzmán acabó con la izquierda”/nczg | CULTURA | PERU21). En una línea igualmente crítica se sitúa su última novela Y líbranos del mal (2021), en la que se denuncia el abuso a menores por parte de entidades religiosas.
No, no niega ni la belleza ni las riquezas de su nación, pero, como expresó recientemente en una mesa redonda de escritores, tiene muy claro que -desde un punto de vista estrictamente literario- las historias que atraen al lector son aquellas en las que se desvela el lado más oscuro y terrible de la sociedad y de los seres humanos. Y en Abril rojo, atravesando todos los componentes históricos y policiales de la trama, se fija en las vicisitudes de sus personajes, en el deambular de dos figuras que siempre le han obsesionado: los psicópatas y los perdedores:
«Los psicópatas están dispuestos a ignorar cualquier norma de convivencia para satisfacer sus apetitos. Los perdedores, de tanto respetar las normas, no satisfacen ni siquiera sus necesidades emocionales básicas. Esta novela es un enfrentamiento entre ambos». (Jesús Ruiz Mantilla, 25/4/2016, “Roncagliolo señala el precio de la violencia”, en El País Roncagliolo señala el precio de la violencia | Cultura | EL PAÍS (elpais.com))
Sin querer desvelar ningún aspecto importante de la trama nos decantaremos por un perdedor: el fiscal adjunto de Huamanga, Félix Chacaltana Saldívar, fiel servidor de la ley y el orden; mientras que el psicópata parece ser un asesino o asesinos que disfrutan descuartizando los cuerpos de sus víctimas para esculpir figuras de Semana Santa, mostrando que el terror es la sustancia de sus sueños. Roncagliolo, en la entrega del premio Alfaguara, apeló a unas palabras del escritor Salman Rushdie: “uno de los principales retos de un escritor es el retrato del horror, quizá porque queda más allá de lo que se puede explicar con palabras”.
Entre estas dos figuras hay una especie de frontera, de límite, absolutamente permeable que, como en las grandes narraciones, nos hace difícil distinguir el bien del mal. Si difícil es explicar con palabras el horror, el terrorismo, más difícil es aceptar que todos estamos expuestos a ser influidos y caminar en la cuerda frágil entre lo que es bueno y lo que es malo, sobre todo cuando la historia de los acontecimientos nos arrastra como al Angelus novus del pintor Paul Klee, del que el filósofo alemán Walter Benjamin en sus Tesis sobre la filosofía de la historia diría que vuelve su cabeza para mirar las ruinas del pasado pero no puede detenerse a recomponerlas porque desde el paraíso sopla un viento que empuja y mueve sus alas hacia el futuro.
El propio escritor limeño, ante una pregunta sobre la fuente de inspiración de la novela, nos relata unos hechos vividos que inciden en estas ideas:
«Años después, trabajé como empleado público en una institución de derechos humanos. Hablé con inocentes que cumplían condenas; torturados y familiares de desaparecidos. Y descubrí que el Estado no había sido muy diferente a los revolucionarios a los que supuestamente combatía. Recuerdo la historia de un miembro de Sendero que había asesinado a sangre fría a decenas de personas. Cumplía condena en el penal de máxima seguridad de Yanamayo. Un día llegó la policía a realizar un registro. Este preso se negó a entregarles una pequeña radio que era su único entretenimiento. En respuesta, lo violaron con garrotes policiales. En mi trabajo, informes de ese tipo circulaban frecuentemente, y me hacían cuestionarme a diario la diferencia entre el bien y el mal. Es difícil escoger quiénes son tus asesinos favoritos.” (“Un Abril sin primavera”, en el ensayo La corrupción en la novela Abril rojo de Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann, de ALVARADO HUAMÁN, Katherine Jazmin CAMACLLANQUI AMANCAY, Hugo Jaime la-corrupcic3b3n-en-la-novela-abril-rojo.pdf (wordpress.com)).
Félix Chacaltana Saldívar se moverá en la contradicción de unas convicciones sólidas y una realidad tozuda. Roncagliolo, que conoce a la perfección a su personaje, afirmará:
«Si algo sabe él por experiencia propia es que toda paz implica mirar al horror a la cara y ser capaz de cierto grado de perdón. Pero también sabe que todo perdón implica injusticia…».
Y para conseguir sus objetivos tendrá que pelear con la realidad militar y policial: “-Piensa usted demasiado, Chacaltana. Grábese en la cabeza una cosa: en este país no hay terrorismo, por orden superior. ¿Está claro?” (Abril rojo).
¿En qué punto de la narración os encontráis? ¿Estáis atrapados por la trama, por el suspense, o son los hechos históricos los que os impulsan a seguir leyendo? Esperamos, sobre todo, que estéis disfrutando de la lectura y si os apetece, colgad vuestros comentarios en el blog para animar el debate: ¿pensáis que Chacaltana está siempre del lado del bien?
“Con fecha miércoles 8 de marzo de 2000, en circunstancias en que transitaba por las inmediaciones de su domicilio en la localidad de Quinua, Justino Mayta Carazo (31) encontró un cadáver.”
Así comienza Abril rojo. Santiago Roncagliolo arranca la novela marcando el territorio, Quinua -el Perú-, y situándonos ante un cadáver -¿violencia, novela negra, …? Cuando se cierra esta obertura, dos páginas más adelante, descubrimos al protagonista del relato, Félix Chacaltana Saldívar, Fiscal Distrital Adjunto, quien acaba de firmar con fecha 9 de marzo de 2000 su informe sobre los hechos luctuosos acaecidos el día anterior y de los que ha sido testigo el susodicho Justino Mayta Carazo. Finalmente, el lugar en el que se desarrolla el argumento es Ayacucho, ciudad natal de Félix Chacaltana, a la que hace poco más de un año que ha regresado después de haber estado ejerciendo sus tareas como fiscal en la capital, Lima. La acción coincide con la celebración de la Semana Santa, una de las más famosas del mundo por la devoción de los ayacuchanos.
Un relato ambientado en una de las épocas más trágicas y conflictivas del Perú y que podría pertenecer a muchos géneros diferentes:“ En cuanto al género de Abril Rojo, la crítica tiene diferentes posiciones: unos críticos dicen que es un buen thriller policiaco, una novela histórica, una novela realista y una novela social sobre la violencia política en Perú entre los años 1980-2000.” (Rita Mariela Pezo Miranda, “La representación literaria de la violencia en Abril Rojo de Santiago Roncagliolo. Un enfoque decolonial”, trabajo de fin de máster en la facultad de humanidades de la Universidad de Oslo: Microsoft Word – Tesis Abril Rojo.docx (uio.no)). Pezo cree que el libro se acerca más al género del suspense ya que es capaz de mantener el misterio y la intriga a lo largo de toda la historia, lo que hace que la lectura sea interesante y entretenida. Sin embargo, el enigma se enmarca en un contexto político y social muy determinado que es importante conocer para profundizar en las peripecias narrativas.
El trasfondo histórico: los conflictos sociales en Perú (1980-2000)
Por tanto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que estamos claramente también ante una novela histórica, en la que aparecen reflejados los diferentes estratos sociales y la violencia característica del periodo, una violencia que es ejercida sobre el pueblo tanto por parte del terrorismo como del propio Estado. Roncagliolo ha investigado y trabajado en profundidad sobre el tema del terrorismo en el Perú a lo largo de toda su narrativa. En Abril rojo este asunto juega un papel conductor sobre el que van discurriendo las tramas.
En la Semana Santa del año 2000 en el Perú gobierna Alberto Fujimori y parece que el grupo terrorista Sendero Luminoso, de ideología comunista maoísta, y que ha sembrado de dolor las tierras peruanas, ya ha dejado de existir. Sin embargo, para el fiscal Chacaltana todas las pistas que van apareciendo apuntan hacia ellos.
Quizás sea necesario hacernos la pregunta de cómo llegó Alberto Fujimori al poder y de qué es exactamente Sendero Luminos y quién fue su líder, Abimael Guzmán. Este vídeo nos cuenta, en primer lugar, la irrupción de “El Chino” (Fujimori) en la campaña electoral de 1990 en la que todo el mundo pronosticaba que el presidente sería el escritor Mario Vargas Llosa:
Fujimori llegó al poder en un momento en el que la violencia de Sendero Luminoso se extendía por gran parte del país, por eso es importante descubrir qué es exactamente y cómo surge este grupo terrorista. Este reportaje de RTVE nos ayuda a conocer algo más sobre este fenómeno:
Pero la novela, aunque no hable explícitamente ni de Fujimori ni de Sendero Luminoso ni constituyan su tema principal, sin embargo, sin su referente “no se comprende la trascendencia de los hechos violentos que conforman la trama. Dividida en nueve capítulos, la fragmentación de la obra responde a fechas que [van] desde el nueve de marzo del 2000, justo un mes antes de la fecha electora real, hasta el tres de mayo.” («Crítica política y novela negra en Abril rojo de Santiago Roncagliolo», de Natalia Navarro Albaladejo. Crítica política y novela negra en Abril rojo de Santiago Roncagliolo. (uchile.cl).
Roncagliolo nos sitúa en los últimos días de la campaña: tras la primera vuelta pero antes de la segunda. Alejandro Toledo era el candidato más fuerte al que debería haberse enfrentado Alberto Fujimori en segunda vuelta, pero Toledo se retiró poco antes del 28 de mayo, día de la votación. Como nos recuerda Navarro “Las elecciones peruanas de ese año estuvieron marcadas por la polémica y por el fraude por parte del gobierno fujimorista.”. La opinión internacional consideraría que la segunda vuelta debería haber sido invalidada por fraudulenta. Este reportaje nos permite saber más sobre este enfrentamiento:
Lo sucedido en dichos comicios no está relacionado directamente con los acontecimientos de Abril rojo, pero suponen un contexto de grandísima importancia ya que como afirma Natalia Navarro “la corrupción descubierta en el ámbito militar y gubernamental a lo largo de la novela viene a representar la práctica habitual del gobierno de Fujimori, y la crítica implícita de esta corrupción resulta así más efectiva.”
Esperamos que toda esta información real os ayude en vuestra lectura y que os permita disfrutar al máximo de la ficción creada por Roncagliolo, un duelo entre psicópatas y perdedores, como el propio autor ha afirmado, asunto que nos ocupará en próximas entradas.
Dejadnos vuestros comentarios, contadnos cómo estáis viviendo las primeras páginas del libro y cómo analizáis el contexto en el que suceden los hechos que investiga el fiscal Chacaltana. Ojalá os animéis a compartir vuestras propias experiencias. Ánimo, lectores.
Abrimos hoy el blog a la tercera lectura de la segunda edición del club virtual 4 Lecturas, 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas del Instituto Cervantes de Bruselas, Estambul, Tetuán y Chicago. Tras el éxito de la primera edición, dedicada a la novela negra, en esta ocasión el tema del club es la memoria del siglo XX. La novela que nos convoca es Abril rojo del escritor Santiago Roncagliolo en la que nos acercamos al Perú de los últimos años de Sendero Luminoso, un periodo sangriento y aterrador en la historia del país, y en el que asistimos a la guerra terrible entre la ideología de un grupo terrorista y un gobierno marcado por el hambre y la corrupción.
Abril rojo nos presenta a Félix Chacaltana Saldívar, el principal protagonista de esta novela, un burócrata que lleva una vida totalmente anodina como fiscal distrital adjunto en Lima. Sin embargo, todo cambia cuando es enviado a su natal Ayacucho, adonde regresa después de muchos años para hacerse cargo de una investigación de asesinato. En medio de las celebraciones de Semana Santa y enfrentado a la indiferencia de sus superiores, las pesquisas lo llevarán por caminos cada vez más oscuros, en los que descubrirá hasta dónde pueden llegar un hombre y la sociedad cuando la muerte se convierte en la única certeza. En este apasionante thriller Roncagliolo nos sumerge en un universo oscuro, en el que los sobornos, las intrigas, las torturas, las desapariciones y los asesinatos forman parte de la cotidianeidad de los peruanos. Abril rojo es una obra fascinante y profunda que indaga en las heridas abiertas de una sociedad dividida, donde la muerte y el dolor conviven con el sueño de un futuro más justo. Una novela imprescindible que se ha convertido en todo un clásico contemporáneo.
Santiago Roncagliolo es uno de los novelistas más reconocidos de su generación en lengua española. Este escritor peruano tiene la grandísima habilidad de hacer ficción de todo lo que le rodea. Además de novelista es dramaturgo, guionista, traductor y periodista. Ha publicado varias novelas negras destacando Abril rojo por la que recibió el Premio Alfaguara de novela en 2006. Su estilo, calificado en algunas ocasiones de crudo y violento, no está exento de una finura y humor que traslada al conjunto de su obra. Sus libros periodísticos tratan temas sensibles y polémicos. Como guionista ha participado en diferentes series y telenovelas y algunas de sus obras como Pudor y Abril rojo han sido trasladadas al cine. La prestigiosa revista Granta lo seleccionó entre los mejores escritores de su generación. Su último libro es Y líbranos del mal (Seix Barral, 2021).
El debate sobre Abril rojo se llevará a cabo del 17 de septiembre al 7 de octubre en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 8 de octubre tendrá lugar el encuentro con Santiago Roncagliolo en la plataforma Zoom, con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el escritor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.
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