Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
Poema Itaca, de Konstantio Kavafis
El inicio del Segundo relato de Quebrada se abre con la llegada del tío del Tala, el hermano de su madre, de un largo viaje. Ese lugar al que llega fue horizonte cuando inició el trayecto con su sobrino, y ese, descubrimos ahora, ha sido su destino. Travacio hace cabalgar su relato y a sus personajes en carretas y a lomos de burros y caballos mientras el lector no puede abandonarse reposadamente a una historia que, en realidad, anuncia otras. Quebrada es una anticipación o un presagio, son ecos de un texto anterior de Travacio. No podemos seguir el recorrido de Lina, Relicario y el Tala sin dirigirnos inmediatamente después a Como si existiese el perdón, su novela precedente y en la que algunos de los vacíos de su narrador, Manoel, buscan ser completados por las vida del Tano, Hermenilda o los Loprete.
Afirma Pablo Cerezo en su artículo dedicado a Travacio en Nexos que nos encontramos ante “Westerns gauchescos con espíritu homérico, de prosa precisa, poética e inclemente, como los paisajes que describe entre los que personajes huérfanos tratan de sobrevivir a un mundo inhóspito y hostil, lugares en los que el refugio, el hogar o el perdón parecen no abundar.”
Tanto en uno como en otro libro la referencia a los viajes, al partir, a la vuelta, al regreso y a las dificultades que implican para los protagonistas son constantes, como si la escritora supiera aquello que decía el escritor Roberto Bolaño de que la literatura es como luchar contra un samurái: uno no lucha contra un samurái sino contra un monstruo con el agravante de que tenemos el conocimiento previo de que vamos a ser derrotados. Así se desenvuelve la autora argentina en este discurrir: “En Quebrada también estaba esto: con un viaje que era a la vez un juego con el tiempo” (“Los paisajes de Mariana Travacio”, María José Navia, para Revista de libros, 24 de noviembre de 2023).
En Como si existies el perdón podemos leer “Yo quería volver, pero desde que supe la historia de mis padres, quería volver con más ganas, como si el nudo que tenía en el estómago se transformara en viento y me soplara por dentro. Quería ir a esas tierras de agua. A verlas con mis propios ojos: a ver si eran ciertas”.
Y volvemos a esas tierras, a esas aguas, volvemos a la tierra de los padres con Quebrada donde como en su libro de relatos posterior, Me verás caer, el viento y el sol amenazan con llevárselo todo.
Una vez emplazados en la segunda parte del libro os dejamos con esta reflexión de la literatura de viajes. Disfrutad del camino:
Comentarios recientes / Son yapılan yorumlar