Los acontecimientos que se narran son los siguientes: el funcionario Félix Chacaltana Saldívar investiga un crimen sucedido en Ayacucho, en el interior del Perú, región conocida por ser origen del grupo terrorista Sendero Luminoso. El contexto en el que tiene lugar es heredero de la violencia generada en el país por el propio terrorismo y la violenta represión ejercida por las Fuerzas Armadas peruanas. La acción transcurre en el año 2000.
A lo largo de las diferentes entradas de este blog hemos conocido el contexto de violencia en el que se inscribe la novela pero, ¿cómo ha sido recibida la narración de Roncagliolo? Para algunos, los personajes del libro no son muy creíbles y no dejan vislumbrar una ideología muy concreta, sin embargo, para otros representa con bastante fidelidad el clima de terror que existió entre 1980-2000 dentro del marco de la novela negra.
¿Y qué opina el autor?
«Toda novela es un intento de darle sentido al mundo, o a un mundo […] Quizá con esta novela trataba de darle sentido precisamente a lo más difícil: al horror, a lo que queda más allá de lo explicable».
(Entrevista ficcionada a partir de las respuestas del autor en este artículo del diario El País: https://elpais.com/diario/2006/04/06/cultura/1144274406_850215.html)
Para Lucero de Vivanco (Postapocalipsis en los Andes. Violencia política y representación en la literatura peruana reciente, a08.pdf (uc.cl)), la violencia del pasado se articula en esta novela en torno a la escritura y el cuerpo: “el fiscal Chacaltana acompaña sistemáticamente su trabajo con la elaboración de oficios redactados con minuciosidad obsesiva”. Frente a este lenguaje perfecto del fiscal van apareciendo otros escritos menos cuidados que nos hacen reconocer “la violencia pasada y presente, así como la necesidad de entenderla y formularla en la escritura”.
Por otro lado, según De Vivanco está el cuerpo como alegoría de la violencia en el Perú. En el relato van apareciendo víctimas diferentes, arquetipos de sectores significativos de las sociedad. “A cada uno de esos cadáveres se le ha mutilado una extremidad para formar con ellas un nuevo cuerpo”. Todo parece formar parte de un ritual de redención y renovación, aunque según Lucero de Vivanco en Abril rojo el cuerpo “expresa no solo la violencia ejercida, sino también el lugar autoritario desde donde esta se impartió y desde donde, históricamente, se ha combatido todo intento de resistir el poder.”.
Esta representación específica de la violencia contra el cuerpo humano en la novela hay que entenderla dentro de un relato mítico peruano, el mito de Inkarrí: “ Inkarrí no es sólo una compleja metáfora que expresa la sensación de orfandad de un pueblo a la espera del retorno de su líder y el restablecimiento del orden perdido, es también la personificación de la resistencia.” (Elicenia Ramírez Vásquez: “El mito de Inkarrí: ideología y violencia en las novelas La tumba del relámpago de Manuel Scorza y Abril rojo de Santiago Roncagliolo» (mito de inkarri.pdf (univalle.edu.co)):
Según Rita Mariela Pezo Miranda, “La figura del cuerpo descuartizado como símbolo del cuerpo colectivo usada por el narrador de Abril rojo, podría ser una metáfora de la población ayacuchana” (Microsoft Word – Tesis Abril Rojo.docx (uio.no)), y la autora cita el siguiente pasaje de la novela:
“Comprendió entonces que eran los muertos quienes le vendían los periódicos, quienes conducían el transporte público, quienes fabricaban la artesanía, quienes le servían de comer. No había más habitantes que ellos en Ayacucho, incluso quienes venían de fuera morían. Sólo que eran tantos muertos que ya ninguno era capaz de reconocerse” (Abril rojo)
En medio de este caos, el fiscal Chacaltana, en su búsqueda de la transparencia y la verdad, no entiende su posición en los acontecimientos hasta que todo es descubierto, lo que para él supondrá una transvaloración personal y profesional.
Quedémonos para cerrar esta entrada con las palabras de Santiago Roncagliolo en la presentación en el Perú de la nueva edición de la novela en la editorial Seix Barral: “No sé si esta novela se podría escribir ahora en Perú. Ya hay gente que rompe los afiches en las librerías porque sale la hoz y el martillo en la reedición de Abril rojo. Contar historias es un oficio muy peligroso en el Perú.”
¿Qué pensáis? ¿Consideráis que Abril rojo sigue siendo una novela de actualidad?
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