Laia Perearnau en La pasadora no solo rinde homenaje a todas esas mujeres que contribuyeron a la Resistencia en esas épocas oscuras de nuestra historia, sino que además lo hace en un homenaje a la literatura. Queremos recorrer con vosotros algunas de estas referencias que acompañan el libro en un viaje también literario.
«Y era cierto, no sentía miedo alguno, así que se armó de valor y, al fin, se sentó a su
lado. El chico hojeó el libro y se detuvo en una página en concreto. Hizo una pausa y
recitó:
Para el hogar tengo la aspiración de una mujer que tenga razón,
un gato entre libros, bien libre,
y amigos en cualquier estación sin los que no puedo vivir.
Y dirigiéndose a ella:
—Es de Guillaume Apollinaire.»
(La pasadora)
Es el capítulo 8 y Sol acaba de conocer a Max. Si Ana Karenina es su carta de presentación ante el muchacho, la referencia a estos versos del poeta Apollinaire son una reivindicación clara del papel que las mujeres juegan en el libro y en el conjunto de la obra de Perearnau. En este enlace podéis profundizar sobre la vida del poeta de los caligramas y del inventor de la palabra Surrealismo.
Después de bastante rato se quitó la pereza de encima y se levantó. Abstraída por los
poemas de amor que había leído de un tal Heinrich Heine, Sol se empezó a desnudar.
Antes de marcharse necesitaba lavarse un poco después de tanto sudar por la fiebre de
los últimos días. Fue hasta el aguamanil que había en una esquina de la habitación,
cogió el trapo que reposaba junto a él y echó agua en un barreño de barro. Con cuidado
porque el agua estaba helada, se empezó a lavar el sexo, las axilas, el pecho y los
hombros.
No creo en el Dios
del que hablan los curas;
solo creo en tu corazón,
y más Dios no tengo.
(La pasadora)
Estamos en el capítulo 17 y Sol y Max coinciden en esta casa de montaña donde sol sobrevive a la fiebre gracias a los versos de amor de Heine que Max le lee. En este vídeo podéis ver el detallado análisis que la traductora y crítica literaria Cecilia Dreymüller realiza del importante papel político de Heine en la Alemania de la Confederación Germánica y su culminación en el exilio parisino, que incluye su influencia como pensador de la libertad en las ideas de Karl Marx.
—No entiendo que esto me lo pidas tú, precisamente. ¿Qué decía el poema de Kipling?
—rememoró—. «Si puedes llenar el minuto que no perdona con sesenta segundos que
valgan el camino recorrido.» Tengo que hacer que valga la pena, si no, ¿qué sentido
tiene todo esto?
El chico suspiró.
—Te recuerdo que también dice: «Si puedes soñar sin hacer que los sueños te
dominen».
—No sufras por eso. Nunca he sido persona de soñar mucho.
(La pasadora)
En el capítulo 18 los amantes retoman el poema de Kipling, un poema sobre la paciencia, la valentía y la humildad, como ya nos habían recordado. El poema If, leído por Michael Caine describe mucho de lo que ocurre entre las páginas de la novela de Perearnau:
Cogió un librito del bolsillo y se lo dio. Se trataba de Adiós a las armas, de Ernest
Hemingway. Luego saltó por el alféizar de la ventana y se deslizó canal abajo hasta
desaparecer. […]
Empujada por el presentimiento absurdo e irracional de que la historia de Henry y
Catherine era la suya propia, aquella noche se acabó el libro de Hemingway. Y el final,
tal y como había intuido, era tan trágico como el suyo. Ella moría.
(La pasadora)
El libro de Hemingway va subrayando esta larga historia de amor y aventuras donde el papel y la influencia de la guerra y de la política en las vidas de los personajes se erige en clave del desenlace de la historia. Hay varias adaptaciones cinematográficas también, pero ninguna como la interpretada por Gary Cooper y Helen Hayes:
Seguro que vosotros también estáis siguiendo estas pistas literarias y estáis deseando compartirlas con el resto de lectores.
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