Las gemas al borde del cuerno de oro
(duración estimada 7 horas)
Autor: Hilal Secgin Coskun
Finalista de Itinerarios por Estambul 2019
Somos la gente de Estambul, los Estambuleños, y estamos enamoradas de nuestra ciudad. Pero no sólo enamoradas sino también orgullosas. También estamos de acuerdo de que vivir Estambul es caminar todas las calles, paso a paso, disfrutando, viviendo y recordando todas las anécdotas e historias que pasaron por las piedras.
Mi ruta amorosa empieza en Haskoy (el pueblo bonito), en el Cuerno de Oro. Haskoy es el barrio en el que nací, crecí y viví todos los sentimientos que se pueden sentir en una vida. Haskoy no solo ha sido mi hogar, sino también fue un hogar para una parte de los judíos de origen hispánico que habían sido expulsados por los Reyes Católicos en 1492. Haskoy es “una perla olvidada en el Cuerno de Oro”.
Primero, quiero ver el museo de Rahmi Koç que está al borde del Cuerno de Oro. El museo se inauguró en 1994 y es posible ver muchas obras de la industria, historia y tecnología. Lo más interesante es su cafetería que está al borde del mar con vistas al Cuerno de Oro. Paso unas horas allí y tomo un té turco en la cafetería. Si tengo suerte, disfruto del sol y miro a los barcos bailando encima del mar azul.
Entonces continúo mi ruta por la costa y cojo un autobús enfrente del museo para ir a Sishane, porque no quiero continuar mi ruta sin ver la Torre de Gálata (Torre de Cristo). El autobús me lleva hasta Sishane en diez minutos y camino hacia a la torre que tarda casi diez minutos más. Quiero subir todas las escaleras y llegar hasta lo más alto, más a menos en 15 minutos. Me quedo de piedra con la belleza. No quiero que el tiempo pase. No me importa nada en este momento, sólo pensando en cuántos amores se habrán vivido aquí, cuántos poemas se habrán escrito sobre esta maravilla o cuántos pintores habrán creado sus obras maestras.
Me interesa mucho la historia de la torre: se construyó en el 528 como una torre de faro, pero fue reconstruida en 1348 como la expansión de la colonia genovesa de Constantinopla. Es una de las torres más antiguas del mundo y cuando se reconstruyó en 1348 se convirtió en el edificio más grande de la ciudad de su época. Según al libro Seyahatname de viajero otomano Evliya Celebi, Hazerfan Ahmet Celebi trató de volar desde la torre con alas artificiales de madera hasta Uskudar, a la parte asiática. Todavía eso se discute si es una leyenda o es verdad, Pero no me importa nada, me gusta oír las leyendas sobre esta belleza.
Hoy, hay un restaurante en la torre, pero prefiero que se guarde la estructura original sin los toques modernos. De todas formas, quiero pasar todo el tiempo allí, pero ya siento hambre. Quiero probar la comida de la calle y por eso bajo de la torre y camino hacia Eminonu a través de Karakoy y el puente de Gálata.
Mientras camino a Karakoy no puedo parar de entrar en las tiendas pequeñas. Siempre encuentro algo muy interesante. Por eso tardo unos quince minutos en llegar a Karakoy.
Cuando llego al puente de Gálata, miro a los pescadores y pienso que esa bonita afición de la pesca tiene que ser la cosa más pacífica del mundo, tengo que hacerlo un día.
Finalmente llego a Eminonu y encuentro mi camino rodeándome un olor delicioso a comida a la brasa. Cojo un bocadillo con pescado y lo como mirando al barrio antiguo.
Sigo caminando a través de Sirkeci saludando la mezquita de Yeni. Es una de mezquitas que lleva mucha armonía con la silueta de la ciudad. También es uno de los modelos más bonitos de la arquitectura turca durante la época otomana.
Sigo el camino del tranvía y paso el parque de Gulhane pero hoy no me apetece entrar. No me da el mismo sentimiento de mi infancia y por eso sigo caminando hasta mi amor Santa Sofía en la plaza de Sultanahmet. Me quedo extasiada ante ella otra vez: me siendo como si la viera por primera vez en mi vida. Sigo mirándola y pensando cómo ha sido siempre un testigo a pesar de tantas revueltas que han ocurrido en estas tierras.
Santa Sofía, se construyó entre los años 532-537 por el emperador bizantino Justiniano I como una iglesia, pero después de la conquista de Constantinopla por Sultán Mehmet se convirtió en una mezquita. Después de la secularización de Turquía se convirtió en un museo en 1935. Todavía se puede ver la combinación de las religiones diferentes en el edificio, es decir, muchas partes de la arquitectura islámica se han añadido al edificio, pero la peor parte la han sufrido los más bellos mosaicos del arte bizantino ya que fueron tapados con cal. Sea lo que sea, me da mucha tristeza ver cómo se ha dañado esta joya y ver el deseo de muchos por convertirla en una mezquita otra vez. No dejamos que descanse en paz y brille en la ciudad con su gloria, sea como sea, en la plaza de Sultanahmet.
Salgo del museo con mucha emoción y visito la otra joya del barrio: La Mezquita Azul, como los turcos lo saben “La Mezquita de Sultán Ahmed”. Esta mezquita fue la única mezquita con seis alminares en la ciudad hasta 2016, la mezquita de Camlica se inauguró en este año como la mezquita más grande en la historia de la república turca.
La Mezquita Azul literalmente es una joya por sus más de 20.000 azulejos de cerámica hechos a mano y están cubiertos en su interior de la mezquita con más de cincuenta diseños diferentes de tulipanes. La reunión de la luz y los azulejos crean un ambiente pacífico y místico. También la combinación de la inspiración de su vecina Santa Sofía con la arquitectura islámica la envuelve de una gloria impresionante.
Después de pasar tiempo en La Mezquita Azul, me siento un poco cansado y me apetece comer un dulce. Camino hacia al Edebiyat Kiraathanesi. Kiraathane significa un lugar, es un tipo de cafetería en el que se puede tomar una bebida y se pueden leer los periódicos y las revistas. Pero en la cultura turca, se utiliza como lugar donde los hombres van y toman una bebida (sin alcohol), charlan y juegan con barajas o backgammon. Pero hoy, sirve para todo el mundo como una cafería y sirven dulces deliciosos. Después del dulce quiero beber un café turco, aunque no me gusta mucho. Porque lo sé que esta vez será diferente y lo sé que aquí se prepara el mejor café turco del mundo en Corlulu Ali Pasa Medresesi en Beyazit. La madraza es la escuela en la historia del islam. Corlulu Ali Pasa Medresesi se construyó en los 1700. Tiene un ambiente masculino, la mayoría de los hombres fuman las pipas de agua, pero me gustan sólo el ambiente místico y el café turco.
Descanso aquí pensando en mi día estupendo, llevando el orgullo de ser un Estambuleño. Quiero coger un tranvía para ir a Karakoy y continuar con mi paseo hacía Kadikoy pero me siento muy cansado, lo dejo para el día que viene.
Al atardecer sorbo mi café y me despido de la belleza de mi ciudad como se hubiera despedido el cautivo en el Madrigal de Cervantes, en su obra «La gran sultana doña Catalina de Oviedo»:
«¡Adiós, Constantinopla famosísima!
¡Pera y Permas, adiós! ¡Adiós, escala,
Chifutí y aun Guedí! ¡Adiós, hermoso
jardín de Visitax! ¡Adiós, gran templo
que de Santa Sofía sois llamado,
puesto que ya servís de gran mezquita!
¡Tarazanas, adiós, que os lleve el diablo,
porque podéis al agua cada día
echar una galera fabricada
desde la quilla al tope de la gavia,
sin que le falte cosa necesaria
a la navegación».
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