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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

La pasadora: documentales y lecturas conectadas

El 2 de marzo de 2025 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios
Libro basado en el documental Boira negra, de Felip Solé para TV3

Esta historia empezó hace muchos años, el día que vi el documental Boira negra, niebla negra, en Televisió de Catalunya.

(Nota histórica de Laia Perearnau al final de La pasadora)

En 2008, la televisión catalana emitió este documental en el que se reflejaba la influencia que había tenido el régimen nazi en los años 30 y 40 del siglo XX en su paso por Catalunya. Felip Solé fue su creador y años más tarde publicaría junto a Jordi Arbonès el libro Boira negra a Barcelona.

El documental de Solé fue fuente de inspiración para Perearnau y, para nosotros, La pasadora nos ha llevado a otras referencias literarias y documentales que queremos compartir con vosotros. Así que os ofrecemos otra serie de lecturas que pueden completar, ampliar y enriquecer vuestro acercamiento a este momento histórico que, sin duda, se vuelve de máxima actualidad ante el horizonte incierto que comenzamos a vislumbrar.

Lecturas conectadas

Empezaremos por una novela de la misma autora, Francesca de Barcelona, una historia de intriga y de reivindicación del papel de las mujeres ambientada en la Barcelona del siglo XIV: una aprendiz de comadrona que quiere ser cirujana en un mundo en el que esa profesión solo la ejercen los hombres; una mujer enamorada de un judío ante una sociedad que les obliga a superar toda serie de obstáculos.

Por supuestos, están las novelas que exploran episodios históricos de la posguerra española o la Segunda Guerra Mundial como en Donde nadie te encuentre de Alicia Giménez Bartlett: «Un psiquiatra de La Sorbona especializado en mentes criminales viaja a la Barcelona de 1956. Quiere realizar un estudio sobre el caso de Teresa Pla Meseguer, llamada La Pastora, una mujer acusada de veintinueve muertes. Se trata del maquis más buscado por la Guardia Civil, y se ha convertido en una leyenda popular porque sigue libre.»

En las novelas de Perearnau las mujeres y su lucha por manifestarse en un mundo que quiere invisibilizarlas es central. Así, con el trasfondo señalado de la guerra tenemos La voz dormida de Dulce Chacón y la maravillosa adaptación al cine de Benito Zambrano:

En el mismo contexto, pero enmarcándolo en los Pirineos está Las voces del Pamano de Jaume Cabré.

También encontramos otra novelización del trabajo de los pasadores en Volver a Canfranc de Rosario Raro, una crónica personal de la guerra civil basada en los diarios personales de María Herreros en Un barbero en la guerra o la crónica de montaña Viento salvaje de Jordi Cruz.  

Con estas lecturas encadenadas el lector podrá ampliar esa primera lectura con otras de la misma época, con el mismo entorno geográfico o con una narración similar, todas ellas disponibles en las bibliotecas del Instituto Cervantes. 

Y para finalizar, otro documental más reciente, Perseguits i salvats. Camins de nit i boira, de Felip Soler, que nos acerca al mismo fenómeno desde las montañas de Lleida:

Esperamos vuestros comentarios.

La frontera invisible de los pasadores

El 25 de febrero de 2025 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

– Tú de política entiendes poco, ¿no? -preguntó de repente Nico-. ¿Todo esto lo haces por el dinero?

-No, ¡claro que no! -respondió Sol indignada-. Lo hago para ayudar.

-Tampoco pasaría nada, hay muchos que lo hacen por dinero. Yo no, claro, lo hago para derribar el fascismo […]

La pasadora

Una vez iniciado el viaje los motivos que impulsaban a cada una de ellas y de ellos eran muy diversos y aunque la opción mercantil pudiera parecer espuria en un contexto de guerra y persecuciones las consecuencias eran de tan alto valor moral como las de los que cumplían su función por simple altruismo o nobleza de corazón, es decir, que el conseguir salvar una vida iba más allá de la ejemplaridad de las intenciones.

«Personas discretas, sombras silenciosas, con pocas ganas de hablar, las vidas de las cuales no están recogidas en los archivos oficiales. Figuras para quienes la historia podría pasar de largo y que hay que recuperar para rendirlos uno merecido homenaje. Son los pasadores que entre 1939 y 1944 ayudaron a cruzar los Pirineos cerca de 80.000 personas, de una y otra banda de la frontera.», en «Montellà rinde homenaje a los pasadores que salvaron miles de refugiados«, V. B. 20 de noviembre de 2009, en Capgròs Mataró.

Imagen de la exposición Huyendo del Holocausto

Muchos historiadores, como Assumpta Montellà, han intentado penetrar y profundizar en las interioridades de las hazañas de estos personajes históricos, pero como bien indica la propia historiadora «Los pasadores son gente con pocas ganas de hablar del pasado, y como contrabandistas son desconfiados». Para buscar información y documentar su libro Los contrabandistas de la libertad recorrió «los Pirineos desde Portbou hasta la Valle de Aran en busca de testigos directos». A pesar de las dificultades, Montellà contactó con algunos de ellos y recogió una serie de testimonios que muestran a la perfección la personalidad de estos héroes casi anónimos y la grandeza de sus gestas: «Los pasadores eran gente que vivían al límite, que tenían un desprecio increíble a su propia vida y que estaban siempre pendientes de un punto de suerte».

Los contrabandistas de los Pirineos, explicó la historiadora, acababan de perder la Guerra Civil y se convirtieron en una especie de contrabandistas que pasaban de manera clandestina productos como forma de supervivencia. Sin embargo, lo que nadie podía imaginar es que a la vez contribuyeron a que muchos refugiados pudieran cruzar la frontera, principalmente desde el bando francés al catalán durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno británico fue a buscarlos expresamente para que ayudaran a llegar a Cataluña a colectivos como los judíos que huían de la barbarie nazi o a aviadores que habían caído en el territorio enemigo. “Algunos de estos pasadores hacían el trabajo por dinero, pero no los compensaba puesto que se jugaban la vida”.

Aunque el trasfondo comercial desvirtuaba en cierta manera el objetivo profundamente humano que se escondía tras la tarea de estos hombres y mujeres sin embargo es precisamente esta vertiente la que hoy nos hace admirarlos. A pesar de este legado la cotidianidad de su trabajo no estaba exenta de zonas oscuras, tal y como testimonia, por ejemplo, el estudio de los germanistas Sala Rose y García Planas que narran en El marqués y la esvástisca el papel infame del escritor César González Ruano en el tráfico de fugitivos en el paso de los Pirineos. Porque como muy bien narra Laia Perearnau en La pasadora los nazis estaban muy presentes en esta frontera:

El cine ha sabido también alumbrar con su mirada las dificultades del período. Como ejemplo os dejamos la película de Santi Trullenque, de 2022, El fred que crema, interpretada por Greta Fernández:

Os dejamos seguir descubriendo qué se escondía en esas montañas y estamos anhelantes por que nos contéis cuál es vuestro punto de vista.

La historia de una mujer invisible

El 20 de febrero de 2025 en 4 Lecturas 4 Continentes por | 1 comentario

Kursk, Unión Soviética. Frente oriental de la guerra 23 de julio de 1943 La granja se había convertido en un montón de escombros y todavía humeaba. A lo lejos se oían explosiones de la encarnizada batalla que rusos y alemanes estaban llevando al límite en los campos de trigo de Kursk, que una vez habían sido fértiles y donde ahora ardía hasta la última brizna de hierba. Los alemanes ya habían perdido Stalingrado y no podían permitirse otro fracaso, por eso luchaban a la desesperada, conscientes de que, si no ganaban aquel combate de tanques blindados, la guerra estaba perdida. En medio de los establos derrumbados se vislumbraban tres vacas aplastadas por unas vigas de madera de grandes proporciones. En el aire se mezclaban el hedor de descomposición de los animales, el polvo y el humo. Un batallón de soldados rusos apuntaba con sus rifles Mosin-Nagant a seis soldados alemanes que apenas se aguantaban en pie frente al muro que rodeaba la finca. Estos, llenos de sangre y de barro, lloriqueaban, rezaban e imploraban perdón; solo uno de ellos permanecía aparentemente tranquilo.

La pasadora, de Laia Perearnau

Este inicio in media res de la novela de Laia Perearnau La pasadora muestra desde la primera página las intenciones de la autora de sorprender y atrapar a los lectores. En el final del pasaje aparece ya nombrada Sol, la protagonista principal del relato, sin ninguna otra mención, solo una voz que la llama. La autora nos ha preparado para que justo en las páginas siguientes asistamos al comienzo del periplo vital que hará de ella una de esas mujeres invisibles y olvidadas que fueron tan importantes en los conflictos bélicos que se libraban en España y en Europa a mitad del siglo XX con una profesión, la de pasadora, que precisamente por su transcendencia y peligrosidad permanecía tan oculta como sus propios responsables.

Joaquina Dorado Pita, una de las pasadoras reales

La novela abre nuestro ciclo de este año dedicado a la literatura del viaje y la travesía vital y física que realizará Sol Mentruit, nuestra protagonista, en los años 40 del siglo XX constituye un bello ejemplo de tránsito: Andorra, Francia, el Este de la Península Ibérica: el Empordá en Girona, Barcelona, … A través de esta diversidad paisajística Perearnau nos va a mantener subyugados tras los pasos de esta mujer quien cual novela tradicional de formación va a ir cumpliendo todos los ritos de paso del héroe, desde su adolescencia inocente marcada por el conflicto hasta una madurez llena de responsabilidad e incertidumbre.  “Es un libro perfecto, tan conmovedor como emocionante y adictivo, cargado de giros narrativos, analepsis y múltiples tramas que se entrelazan hasta confluir en esa fatídica ruta por los Pirineos, entre ventiscas, desprendimientos, disparos y ladridos furiosos que te exhortan a no dejar de leer para averiguar cómo acabará todo» (Hislibris)

Pasadores y viticultores franceses a los pies de los Pirineos, cerca de la frontera franco-española (1941)/ United States Holocaust Memorial Museum ©

A una narración como esta que camina entre el libro de viajes, el relato de formación o la novela histórica no le falta, por supuesto, una aventura amorosa que se mezcla en el interior de las tramas que por su amplitud instalan al lector en un universo del que no desea escapar y donde los referentes literarios son integrado con sutileza y elegancia: “Laia Perearnau combina hechos y personajes reales con una maravillosa historia ficticia impregnada de un profundo rigor histórico, además de dar voz a todas aquellas mujeres que fueron partícipes de las redes organizadas por la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, y que fueron condenadas al olvido. Pero además de eso, la autora brinda un homenaje a la poesía y la literatura, con obras de Apollinaire, Heine, Kipling y Hemingway, que dotan de sensibilidad a una historia de amor, ya de por sí emocionante, en tiempos de guerra, donde la ironía dramática también juega un papel fundamental” (Hislibris)

Para que sigáis documentándoos sobre la novela, os dejamos en este enlace una entrevista con la autora.

Neus Català Pallejà, combatiente comunista, prisionera en Ravensbrüc

Seguro que ya estáis pertrechados con vuestro anorak y vuestras botas de montaña subidos a la mochila de Sol. Esperamos que desde allí nos contéis vuestra propia aventura lectora.

La pasadora, de Laia Perearnau

El 16 de febrero de 2025 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

Iniciamos el debate de La pasadora, de Laia Perearnau, primera lectura de 2025 de la quinta temporada de la actividad compartida 4 Lecturas 4 Continentes, el club de lectura virtual organizado desde las bibliotecas de los Institutos Cervantes de Chicago, Tetuán, Bruselas y Estambul. El programa de este año agrupa cuatro obras que tratan de literatura de viaje.

Laia Perearnau relata en su tercera novela, La pasadora (Destino, 2024), la historia de una mujer que arriesgó su vida contra los nazis en la II Guerra Mundial. Una historia conmovedora, llena de acción y basada en hechos reales, que reivindica el papel olvidado y menospreciado que desempeñaron las mujeres en las redes de resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que ahonda en la figura poco conocida de los pasadores, que ayudaron a huir a pilotos, soldados, judíos y resistentes al régimen de Hitler. Publicada en 1988, esta novela fue finalista al Premio Nacional de Narrativa de ese año.

Laia Perearnau Colomer nació en Barcelona en 1972. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y en Historia por la Universitat de Barcelona. Empezó su carrera profesional en la prensa escrita pero pronto se decantó por la televisión y, en concreto, por la ficción televisiva. Es autora de varios libros infantiles y su novela, Francesca de Barcelona, fue galardonada con el Premio Néstor Luján de Novela Histórica en el año 2022.

El debate sobre La pasadora se lleva a cabo del 15 de febrero al 7 de marzo en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 8 de marzo tendrá lugar el encuentro con Laia Perearnau en la plataforma Zoom, con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con la autora y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.

Encuentro son Selva Almada

El 20 de diciembre de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

El sábado 14 de diciembre despedíamos nuestro club de lectura 4 Lecturas 4 Continentes de 2024, dedicado a la literatura y a la naturaleza, con la escritora argentina Selva Almada, y su libro No es un río, último título de la trilogía de los varones, que agrupa los libros El viento que arrasa y Ladrilleros

Atentos lectores, nuevos y antiguos, recibíamos con ganas a esta enigmática escritora que descubrió el placer por la lectura desde bien pequeña y con gran voracidad, por la ventana a otros mundos y las diferentes realidades que estos ofrecen. A esta pasión le suma el periodismo y termina estudiando Comunicación Social, aunque la literatura la practica, de manera casi espontánea, en talleres literarios junto a otros colegas y nombres emergentes de la literatura argentina que estaban en el mismo comienzo y la misma búsqueda, con el maestro Alberto Laiseca. Los talleres, dice, ofrecen la posibilidad de encontrarse y compartir, algo importante cuando después la escritura se practica en solitario. El maestro, Laiseca, alentaba además a que cada uno sacara su propia voz y trazara su propio camino a la hora de escribir, y de esos talleres han salido autores muy diferentes y originales, nuestra autora, es un magnífico ejemplo de ello. De estos talleres, en 2003, sale también la editorial Carne argentina, recién empezado el proceso de edición independiente, con la idea de publicar sus propios libros.

Para escribir cualquiera de sus libros, Selva nos contaba que se documentaba con autores relacionados con el tema o el lugar. Su novela Chicas muertas (Random House Mondadori, 2014), combina precisamente sus dos pasiones, periodismo y literatura, con una larga investigación detrás que incluye entrevistas y trabajo de campo. 

El viento que arrasa, primer título de la trilogía de los varones, nace de un cuento, una idea que iba creciendo y a la que se iban sumando elementos y posibilidades, y en el que, una vez más, su maestro Laiseca la animó a tirar hacia delante: si no lo escribes no sabrás nunca si será una novela o no. En 2009 terminó Ladrilleros, aunque no fue hasta 2012 que se publica, una novela que tiene su origen en una anécdota que le gusta por lo familiar de la misma, recordándole a su tío, de profesión ladrillero. Este segundo título la anima a continuar en su labor como novelista. Y por último, No es un río, título muy influenciado por los poetas del litoral, la zona en la que la autora creció y de la que recuerda con nostalgia su infancia. La lírica y la poesía están muy presentes en las novelas de Selva Almada, la narrativa lírica la sale muy bien, sin embargo, nos confesó la dificultad que encuentra ella en escribir poesía, la dificultad de este género en sí mismo. 

Confesaba aquella tarde la inconsciencia al tener la naturaleza tan metida en sus novelas, el paisaje aparece con fuerza en sus textos, pero de manera casi espontánea, forma parte de su infancia y de su vida. En 2020 terminó No es un río, importante momento de conciencia medioambiental con la pandemia y los grandes incendios, que producen una nueva línea de pensamiento sobre los recursos naturales y las políticas gubernamentales. No se había propuesto escribir literatura sobre naturaleza, pero la naturaleza se impuso a la novela.

Los lectores preguntaron por el lenguaje y por la técnica del diálogo que cambia tanto el ritmo de la narración, unos diálogos que no están acotados porque tienen la fuerza suficiente para no tener que estarlo. De igual manera, los personajes hablan poco, tienen vidas interiores pero les cuesta comunicarse con otros, vidas duras inmersas en la naturaleza. Ella lo imagina como una obra de teatro con un relator que va invitando a los personajes, lo imagina con una lectura en voz alta. Para los lectores el ritmo de la novela es frenético, sin capítulos, sin divisiones, como una corriente de agua, un fluir constante que no se detiene, en el que las relaciones interpersonales como la amistad o las relaciones familiares están muy presentes. Y los personajes están llenos de matices y de contradicciones, por los que no sientes empatía, pero que te hacen dudar en algunos momentos. Un desafío y una diatriba constante entre locales y forasteros. Para los personajes que vienen de fuera, el litoral y la naturaleza se presentan como un desafío, sin embargo, para los autóctonos, el río y el monte tienen una relación familiar con ellos. 

A partir de los personajes descubrimos en la novela leyendas locales, el realismo mágico que vemos desde Europa, que en Argentina, en palabras de la autora, es sólo realismo: curanderos, leyendas, ambigüedad entre vivos y muertos… temas que nos recordaron a los comentados en la sesión anterior con Samanta Schweblin. A través del personaje de Siomara, que aparece en la última parte de la narración, Selva nos confesaba cómo somos los vivos los que retenemos a nuestros muertos, por eso las chicas de la novela no acaban de morir, porque su madre no las deja ir, una idea que proviene de su libro Chicas muertas. Para Selva, quizás tenga que ver mucho con esa magia vista desde occidente, las raíces indígenas del continente, pero para América es, sobre todo, una realidad.

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