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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Parte de Marta Sanz

¿Queréis conocer un poco más a Marta Sanz? Seguro que sí. Para ello tenemos la brújula de su último libro, Parte de mí (Anagrama, 2021). En esta obra, a la que podríamos calificar -por ponerle una etiqueta literaria- de autoficción, la autora se apunta a las redes sociales para reunir las sucesivas entradas de Instagram que publicó durante el confinamiento bajo el hastag #ParteDeMí.

En cada entrada una imagen, y cada imagen acompañada de un texto: textos breves y fugaces al principio, y que poco a poco van ganando en volumen y reflexión, como si del silencio ante lo inefable fuera surgiendo el ser humano (demasiado humano, y muy literario) que debe ir dando cuenta de lo que está sucediendo. Por sus páginas van apareciendo: la gata, los libros, su pareja, el padre y sus pinturas, una sobrina enfermera, novelas de Agatha Chistie, postales de actrices, …

Y todas las entradas acaban con una estructura similar: “Las bellas librerías, las lectoras que leen despacio, las personas que me cuidan sin aniquilarme, las conversaciones auténticas, las amapolas son… parte de mí.” (p. 106, de la edición de Anagrama). Así, que si os apetece adentraros en las entrañas y la tramoya literaria de Marta Sanz no os perdáis este diario de la cotidianeidad de una escritora. Marta nos cuenta más en este vídeo:

Esta Doctora en Literatura Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid escribió su tesis sobre La poesía española durante la transición (1975-1986). Sin embargo, la literatura no sería su primera experiencia profesional. Marta, tras su licenciatura en Filología, ejerció la docencia en la Universidad Antonio de Nebrija en la enseñanza de español para extranjeros. Y ya sabemos que ser profesional de ELE curte a todo buen escritor.

Finalmente decidió matricularse en el taller de escritura de la Escuela de Letras de Madrid, dirigido por Alejandro Gándara y donde fue moldeando su talento. Allí conoció al editor Constantino Bértolo, quien publicó sus primeras novelas en la editorial Debate. Y como aparece en alguno de sus trabajos de aquella época, ella se sintió “heroica en su peripecia”.


Sus primeras novelas fueron Lenguas muertas y Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico de Narrativa), antes de lograr un gran éxito en 2006 al ser finalista del Premio Nadal con Susana y los viejos. Os dejamos este enlace donde la autora hace una pequeña presentación de la obra:

Posteriormente daría el salto a la editorial Anagrama, donde ha publicado desde entonces títulos como Black, Black Black o Lección de anatomía, entre otros, siendo ganadora del Herralde de Novela en 2015 con Farándula. Fuera del campo narrativo ha escrito ensayo, No tan incendiario o Monstruas y centauras, y poesía, Perra mentirosa y Vintage.
Es también colaboradora de varios medios de comunicación, como El País o Público, además de escribir para revistas culturales como MercurioÍnsula o Quimera.

Esperamos que esto sea sólo un aperitivo del festín que nos espera el próximo 2 de octubre en el que como buenos lectores antropófagos nos comeremos el saber literario de Marta Sanz. Y como ya estáis todos enfrascados en la lectura de Black, black, black, os dejamos un enlace con cuatro pinceladas magistrales de la autora que nos darán luz en esta negrura.

Animaos y contadnos vuestra experiencia: ¿en qué Black estáis? ¿Veis diferencias entre cada una de las partes? ¿Con qué personaje simpatizáis más? ¿Sois zarquistas o paulistas?

La actualidad de los hechos

Una  noticia que refleja la influencia, todavía hoy, de Una novela criminal en la sociedad mexicana es la publicada por el propio autor en el periódico El País el pasado 9 de abril de 2021 (Caso Florence Cassez: Israel Vallarta y la jeringa vacía | Opinión | EL PAÍS México (elpais.com)).

Israel Vallarta y la jeringa vacía

En este artículo se muestra la actualidad e influencias de los hechos narrados en Una novela criminal. Aquí, el autor mexicano se esfuerza en precisar lo acontecidos tal y como sucedió y, a su vez, nos facilita una perfecta guía de lectura y de acompañamiento entre la montaña de datos que componen este proceso. Transcribimos casi en su totalidad el contenido y desarrollo de lo sucedido:

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante su conferencia de prensa matutina.ANDREA MURCIA / CUARTOSCURO

“Como ya intenté documentar esta historia (al menos hasta 2018) en Una novela criminal, me limitaré a precisar algunos puntos clave ante las imprecisiones del propio gobierno federal y el alud de opiniones de quienes no han leído el expediente y no han seguido el desarrollo del proceso.

1. Todo apunta a que Israel Vallarta y Florence Cassez no fueron detenidos el 9 de diciembre de 2005 a las 4 de la mañana, como estableció la policía —[…]—, sino el 8 de diciembre hacia las 11 de la mañana.

2. García Luna hizo hasta lo imposible para que este hecho no fuese revelado, pues sabía que haberlos retenido por más de 24 horas sin haberlos presentado a un juez habría bastado para que ambos obtuvieran su libertad.

3. Cuando compareció en el programa Punto de Partida de Denise Maerker, en febrero de 2006, García Luna inventó que la transmisión televisiva había sido un “montaje”: desde entonces, la palabra se ha prestado a numerosos equívocos. […] La escenificación orquestada por la AFI a partir de las 6:47 de la mañana fue lo único que ocurrió ese día.

4. Puede concluirse, con alto grado de certeza, que ese 9 de diciembre de 2005 no había tres secuestrados en las Chinitas. Tampoco se arrestó a ningún cómplice de Israel. Si las presuntas víctimas fueron en efecto secuestradas, no fue allí ni entonces y tampoco sabemos por quiénes.

5. En los documentos presentados para solicitar la aprehensión de Israel, el Ministerio Público presentó una foto del interior de Las Chinitas: es decir, que la policía estuvo en el inmueble antes de la captura y no descubrió allí a ningunos secuestrados.

6. La secretaria de Gobernación afirmó en la mañanera que Israel tiene dos denuncias adicionales por secuestro. Se trata de una imprecisión: es cierto, pero ambas están ligadas al mismo caso. La primera es de Valeria Cheja, una joven de 18 años secuestrada en 2005 y cuya denuncia, lleno de irregularidades, derivó en la captura de Israel y Florence. […]

7. Conforma al expediente, Valeria reconoció a Israel durante un rondín en el sur de la ciudad de México cuando, por casualidad, distinguió su rostro de coche a coche, a varios metros de distancia, mientras circulaban por Viaducto Tlalpan (¡!). […]

8. La otra denuncia contra Israel es del empresario Shlomo Segal, probable aliado de Eduardo Margolis —acaso el responsable de toda la trama: este espacio resulta demasiado pequeño para narrar su historia—, y no ha vuelto a ratificar su denuncia contra Israel.

9. Tanto TV Azteca como Televisa transmitieron la puesta en escena aquel 5 de diciembre de 2005. La responsabilidad de Carlos Loret es clara, pero, a diferencia de Televisa, TV Azteca jamás ha reconocido su culpa.

10. En sus primeras declaraciones, Cristina Ríos y Christian Ramírez afirmaron no reconocer a Israel y Florence. No fue sino hasta después, tras una intensa presión de las autoridades, que ambos cambiaron drásticamente sus testimonios.

11. El secuestro de Ezequiel Elizalde es muy extraño: siempre cooperó y agradeció a la AFI de García Luna, pero hay indicios de que su padre o él mismo pudieron haber pertenecido a otra banda de secuestradores.

12. Cuando la presión del Gobierno francés arreció —[…]—, García Luna y Luis Cárdenas Palomino se inventaron la Banda del Zodiaco uniendo crímenes que nada tenían que ver entre sí, fabricando culpables —como el infortunado David Orozco, que murió en la cárcel— y deteniendo y torturando salvajemente a dos hermanos y tres sobrinos de Israel. Esta operación es uno de los episodios más vergonzosos de la presidencia de Felipe Calderón.

13. Para impedir la liberación de Florence, el Gobierno de Calderón presionó brutalmente a policías, ministerios públicos, jueces y ministros de la Corte. Por esta razón fue liberada hasta la llegada de Enrique Peña Nieto.

14. El ministro Arturo Zaldívar -hoy presidente de la Corte- acuñó la expresión perfecta para definir este caso: “efecto corruptor”. […]La corrupción de la policía corrompió para siempre la escena del crimen. Ante la duda extrema, no quedaba más remedio que liberar a Florence.

15. Si, como me dijo el ministro José Ramón Cossío, no queremos una justicia para una french poodle y otra para los perros callejeros —es decir, los mexicanos—, el mismo criterio debe aplicársele a Israel. El Ministerio Público debería presentar conclusiones no acusatorias en su contra tras 16 años de prisión preventiva: es decir, tras 16 años de mantener a un inocente en la cárcel.”.

Y por si os quedan dudas, mañana nos encontraremos con Volpi para que nos dé su versión de los hechos. No os lo perdáis.

Jorge Volpi: un escritor incómodo

Volpi es Licenciado en Derecho y maestro en Letras Mexicanas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca tras presentar una tesis doctoral sobre las relaciones entre el subcomandante Marcos y los intelectuales del momento; posteriormente, esta tesis se transformaría en su ensayo La guerra y las palabras.

Junto a Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Pedro Angel Palou, Ricardo Chávez Castañeda y Vicente Herrastia, Volpi firma en 1996 el “Manifiesto Crack”, una propuesta para la renovación de las letras mexicanas a través de un crack, de una fisura con respecto a la generación del post-boom (https://confabulario.eluniversal.com.mx/el-crack-o-la-renovacion-de-la-novela-mexicana/). Este manifiesto promovía, a su vez, una revalorización de la literatura de los años sesenta, que consideraban la época de mayor esplendor de las letras del país. Reivindicaron escritores como Sergio Pitol, Salvador Elizondo, Juan Vicente del Melo, Fernando del Paso o José Emilio Pacheco y abogaban por una novela total que se alejaba del color local. A esta época corresponde la novela de Volpi El temperamento melancólico, publicada en 1996.

Eloy Urroz, Jorge Volpi, Ignacio Padilla y Pedro Ángel Palou

En 1999 publica la novela de En busca de Klingsor, que obtiene el Premio Biblioteca Breve e inaugura lo que ha denominado la “Trilogía del s. XX”, conformada también por El fin de la locura (2004) y No será la Tierra (2006). En 2012 publicó La tejedora de sombras, con la que obtuvo el Premio Planeta-Casa de América.

Además, ha cultivado el ensayo con obras como La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968 y La guerra y las palabras. Una historia intelectual de 1994, sobre la Revolución Zapatista, como ya hemos mencionado. Más recientemente ha publicado Contra Trump: Panfleto Urgente (2017).

Colabora habitualmente en medios de comunicación como El País o el semanario mexicano Proceso, así como en diferentes publicaciones de crítica literaria.

Recibió el V Premio Planeta-Casa de América 2012 por La tejedora de sombras, novela sobre Christiana Morgan y sobre su relación con el director de la Clínica Psicoanalítica de Harvard. En 2018 recibió el Premio Alfaguara de Novela por Una novela criminal.

Hay una frase del propio Volpi que define de manera precisa su propuesta literaria e intelectual: “La función del escritor es incomodar”.

Y para que vayáis conociendo un poco más a este excelente literato, escritor, pensador y gestor os dejamos esta entrevista:

Atentos, porque mañana, a través de la palabra de Volpi publicaremos una pequeña guía de hechos. Mientras tanto, podéis seguir contándonos vuestras experiencias de lectura.

Los levantones

“<<[C]aptura en vivo de dos peligrosos secuestradores>>”; “<<liberación de tres de sus víctimas>>”…; Jorge Volpi nos sumerge en el mundo más oscuro de la violencia mexicana, el de los secuestros exprés,  lo que se conoce con el nombre de levantones.

Enriquecimiento léxico

La desgracia que se cierne en México en los primeros años del siglo XXI debido a la violencia ejercida sobre todo por el narcotráfico contamina el sistema policial, espejo deforme y corrupto de esa realidad.

El propio lenguaje da cuenta de este suceso, los mexicanos se van familiarizando con unos términos que dibujan con precisión ese mundo espeluznante. Así es muy interesante partir desde la definición de estos “nuevos conceptos” para hacernos cargo de cómo se sentían los ciudadanos ante esta avalancha criminal que se iba normalizando:

  • levantones: secuestros ostentosos cuyo fin es la eliminación de alguien con “deudas” con algún cártel;
  • secuestros: industria delincuencial en pleno desarrollo, la más sucia y abominable de todas, que es el nuevo gran temor de las sociedades latinoamericanas;
  • maquila del secuestro: grupos de hampones menores que secuestran casi al azar, fiándose de la apariencia (aspecto, automóviles, relojes, colonias residenciales), y le “venden” luego el “botín” a un grupo seriamente organizado;
  • pozolear: meter la cabeza de un secuestrado en un baño de ácido y seguir así hasta hacer desaparecer el cadáver (“Que no queden huellas”);
  • exigencia de mano dura: aspiración colectiva cuyas consecuencias más visibles aún tienen que ver con la violación de los derechos humanos de grupos de edad o personas ajenas al narcotráfico, sobre todo en colonias populares.

Carlos Monsiváis recoge estas definiciones en su texto “Del levantón de algunas hipótesis sobre el narco” donde cita a modo de anécdota conversaciones sustanciosas y que dan fe del clima que se vivía en ese momento en México:

–  “¿Te acuerdas de Juan Alberto, el hijo de la señora Pérez (o Gutiérrez o Hernández o López o…)? Pues lo mataron hace unas semanas, lo torturaron feísimo, ahora me explico sus viajes a Las Vegas, y eso que era de Celaya”. O bien:

-“Antenoche levantaron a…”.

Como decíamos arriba todo tan normal y tan cotidiano.

El documental de Everardo González, La libertad del diablo, de 2017, narra las desgarradoras experiencias de las víctimas que han perdido familiares a manos de la corrupción y el crimen organizado.

Fotograma del documental La libertad del diablo

El documental contiene testimonios no solo de las víctimas, sino de un par de jóvenes que narran cómo se iniciaron en este mundo de violencia, así como el testimonio de un exmilitar y un policía, quienes se convirtieron en cómplices de algunos actos violentos. Este es el tráiler:

Estos secuestros, los «levantones» -que ocupan la realidad argumental y documental del relato de Volpi-  “se pusieron de moda” durante el gobierno de Vicente Fox en México y continuaron con los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Llegaron a ser tan habituales y modificaron tanto la vida diaria de las familias mejicanas que, por un lado, la sociedad se acostumbró a convivir con el crimen y, por otro, todas las familias fueron conscientes de que no estaban a salvo de sufrir esa lacra. Las familias eran necesarias porque un secuestro necesitaba de todo el apoyo familiar, tanto económico como afectivo, para conseguir la vuelta del secuestrado entero y con vida.  

Los hechos narrados en Una novela criminal se refieren a 2005, pero el paso del tiempo y la denuncia y publicidad de este tipo de casos no ha tenido como consecuencia su desaparición ni siquiera su control, como bien cuenta el documental de Everaldo González y como podemos ver en este reportaje referido al año 2016 en la ciudad de Jalisco, con un título que da fe de la raigambre de estos crímenes: “Tierra de levantones

En la prensa, se pueden encontrar de manera natural noticias como esta de «Infobae»:

Este es el trasfondo de la novela de Jorge Volpi, pero los hecho que nos van a contar son otros, como bien pudisteis visionar en la anterior entrada del blog: “Si escribiera una novela tradicional, quizá contaría los hechos de este modo, detallando la captura de Israel Vallarta y Florence Cassez, así como la liberación de Cristina Ríos, su hijo Christian y Ezequiel Elizalde tal como se vieron en pantalla, sólo para revelar a continuación, a modo de sorpresa o golpe de efecto, que nada de eso fue real: que la madrugada del 9 de diciembre la AFI no capturó a nadie y no liberó a nadie, sino que, según la confesión posterior del propio director de la corporación, Genaro Garíca Luna, la policía recreó -es decir: escenificó, manipuló, inventó– una captura y una liberación que nadie sabe cómo y cuándo se llevaron a cabo.”.

Pero Volpi preferirá contar los hechos en sentido inverso, porque se ha propuesto escribir “una novela documental o una novela sin ficción”.

Estos son los hechos, no os dejéis abrumar por la parte documental, por la infinidad de legajos del proceso, por la catarata de nombres y datos, ateneos, como buenos lectores, a los hechos, a la historia. Contadnos vuestra experiencia:

  • ¿Qué pensáis de los levantones como trasfondo de la novela?
  • ¿Qué pensáis de esta realidad mexicana?
  • ¿Qué sensación os está produciendo esta inmersión en lo legal, lo televisivo, lo ficticio y lo real?

Espectadores de una novela

Una de las grandes posibilidades que ofrece Una novela criminal es comprobar cómo los hechos que Volpi describe con maestría, están sacados línea por línea, fotograma por fotograma, de las emisiones televisivas que rodean este caso. Volpi, en el capitulo 4, titulado En vivo  se pregunta  “¿Qué ven los espectadores que encienden sus aparatos en el Canal 2 de Televisa o en el 13 de TV Azteca ese 9 de diciembre de 2005 a partir de las 06:47?”…, pues ven exactamente esto:

Volpi, en su detallada relación de los hechos encabeza cada párrafo con ‘ven’: «ven imágenes…, ven escenas…, ven a un reportero… Ven, sin saberlo, una ficción.».  Y según avanza el capítulo y hasta el final del mismo, Volpi nos implica en el relato cuando utiliza la forma verbal ‘vemos’ al comienzo de cada párrafo. Sincronizar la lectura con el visionado del vídeo, resulta apasionante y al mismo tiempo desasosegante.

También en el capítulo 3 El canal de las estrellas podemos leer el momento en que Florence Cassez llama en directo al programa Punto de partida para desmentir la versión oficial, y de nuevo podemos superponer la narración de Volpi al visionado del vídeo, y apreciar en la imagen, todos los matices que nos proporciona el texto:

A lo largo de toda la novela, tenemos la posibilidad de saltar a la red y de encontrar en imágenes aquello que nos cuenta Volpi. Si todavía no habéis sentido la inquietud de hacerlo, os animamos a intentarlo. Contadnos qué sensación os produce y si esa experiencia condiciona vuestra lectura de la novela.

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