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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

El gordo, el flaco y un cuento chino

El 21 de octubre de 2023 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

El borracho se llama Luis. Se llama Luis pero le llaman Castor. Anoche, a las tantas, a las cinco y cuarto de la madrugada, Castor seguía sentado en la barra interminable del Plus Ultra, viendo en la tele la retransmisión de un partido de la liga china, en directo.

Gordo de feria

Esther García Llovet, Diario de Sevilla, Alfredo Arias

La novela de García Llovet se divide en tres partes: Un gordo, Un flaco, Un cuento chino.

El gordo

Sin revelar la trama al completo, podemos decir que la autora nos va descubriendo a sus personajes a través de la cuestión del doble -trasunto que nos lleva a lo largo de toda la novela desde Luis, al que llaman Castor, hasta un camarero de Almería, identificado como Julio Céspedes.

El gordo, al inicio del relato, es Castor: “Es un retrato, Gordo de feria. Un retrato pop. Castor, el susodicho gordo creado por Esther García Llovet, no es caracterizado por su psicología, ni siquiera especialmente por sus actos, sino por aquello que consume, por las referencias a Rick y Morty, a Louie C.K., a los ritroviles, a El resplandor…. Y también por una actitud muy bien codificada: Castor es un cínico de mierda.” (“Retrato pop”, de Alberto Hernando, en Cultugrafía.com, 7 de julio de 2021).

En este juego lleno de dobles y de humor al que nos invita a participar Esther García Llovet, el lector pensaría más en reconocer al gordo en una de las comedias slapstick,

esas comedias “de humor físico”, las de golpe y porrazo, que en una stand up, “delante de un telón con estampas chinas, vestido con una camiseta lisa picada de quemaduras de cigarrillo” (Gordo de feria), como esos arriesgados humoristas que se presentan a pecho descubierto en locales como el Wig-Wam (“epicentro del origen del humor nacional, las cosquillas de España”) para hacer reír y levantar de sus asientos a los asistentes cuando esos mismos espectadores, a veces, no se esperan el tipo de humor que practican con “esa barba tan española” inventando chistes sobre barbas chinas. Algo así:

Sin embargo, como señala Alberto Hernando, al contrario que Ignatius, “Castor es el antihípster. El outsider de los hípsters, que pasea por Azca, que vive en Martínez Campos y que se aburre. Se aburre muchísimo, se aburre constantemente, incluso en las fiestas. Es un cínico. Un gordo asocial, apolítico y deprimido que está agobiado por la fama, por la absurda suma de dinero que ganó en la lotería, los fans que le acosan y el empresarial norte de Madrid.” (“Retrato pop”).

El flaco

Julio Céspedes es el flaco, es el doble del protagonista, pero en delgado: “Julio Céspedes, tal como su nombre prometía, parece un señor. […]Tiene la misma estatura además. Pero Julio es más delgado, mucho más, más que un señor parece un señorito.” (Gordo de feria).

Castor quiere que Julio se haga pasar por él, que se encargue de todas las obligaciones a las que se ve sometido en su vida cotidiana y profesional, y para lograrlo le obliga incluso a “la tiranía alimentaria […] para que engorde y se parezca a él (“ha estado comiendo huevos rotos y ensaladilla rusa y lacón y macarrones con chorizo y Cheddar para parar un tren. Cuando cumplía con el menú, Castor le dejaba comer unas mandarinas, como recompensa)” (Clara Pablo Ruano, “Laurel y Hardy en los bajos fondos de Madrid. “Gordo de feria”, de Esther García Llovet”, Revista Contrapunto.com, 29/11/2021)

Dice Esther García Llovet que le interesan los personajes que no tienen dinero. Julio, en esta novela, parece encarnar esta tipología “es tan poco lo que trae que podría llevarlo todo en un hatillo prendido al final de un palo, como en las viñetas de Ibáñez.»

Mortadelo y Filemón, personajes creados por Francisco Ibáñez

Un flaco es la segunda parte de la novela, en la que se “cuenta la verdadera historia de Julio y la razón por la que la señora Serafina, una suerte de Paquita Salas almeriense (y uno de sus personajes más icónicos del libro), decide partir a Madrid para dar con él.” (Clara Pablo Ruano)

Un cuento chino

Es la tercera parte de la novela y el desenlace del juego de persecuciones y encuentros en que se va convirtiendo la historia. Como no os queremos adelantar mucho del final, nos quedamos con otro cuento chino que es tan paradójico y surrealista como al que nos somete Esther García Llovet

Tráiler de la película Un cuento chino, de Sebastián Borensztein

Subid vuestros comentarios de lectura.

Esther García Llovet, escritora

El 18 de octubre de 2023 en 4 Lecturas 4 Continentes por | 2 Comentarios

«Un borracho. Un borracho de Semana Santa. Un borracho de Semana Santa atraviesa la plaza Mayor de la capital de España, son las cinco de la tarde, parece que va hablando por el móvil pero la verdad es que no tiene móvil porque se lo han robado hace horas y no se ha dado ni cuenta. Habla solo. Se llama de usted.»

Gordo de feria

¿Quién es la autora de este libro tan sorprendente?

Esther García Llovet nació en Málaga en1963. Vive en Madrid desde 1970, donde estudió Psicología Clínica y Dirección de Cine.

Ha trabajado como guionista de documentales. Comenzó a escribir en 2000 por la gran impresión que le produjo el descubrimiento de la literatura de Roberto Bolaño. De hecho, la novela de su vida es, a lo mejor, Nocturno de Chile.

​La crítica ha subrayado también la importancia de la influencia del cine en su lenguaje literario,​ así como la de autores realistas norteamericanos, especialmente de Raymond Carver.

Ha escrito reportajes en publicaciones periódicas como el suplemento El Viajero de El País o la revista Qué Leer.

Es traductora del inglés y colabora habitualmente en la revista Jot Down.

¿Qué ha publicado?

Coda. Madrid: Lengua de Trapo, 2003

Submáquina. Madrid: Salto de página, 2009.

Las crudas. La Coruña: Ediciones del Viento, 2009.

Mamut. Barcelona: Ediciones Malpaso, 2014.

Cómo dejar de escribir. Barcelona: Anagrama, 2017.

Sánchez. Barcelona: Anagrama, 2019.

Gordo de feria. Barcelona: Anagrama, 2020.

Spanish Beauty, Anagrama, 2022.

¿Qué lecturas nos recomienda?

Tras la pista de Esther García Llovet

«Parece que a Esther García Llovet (Málaga, 57 años) le gusta llevar la contraria. En un mundo dominado por novelas extensas, literatura de género y grandes series, ella escribe libros breves, concisos, no adscritos a ninguna corriente; en un Madrid de atracción turística y casticismo ella se fija en un norte apenas conocido; en una sociedad entregada al éxito y la presencia social, ella vuela fuera del radar, en un agradable anonimato. Cualquier historia se puede contar cuanto más resumida mejor. Me gusta que sea ágil, rápido de leer. Igual que es rápido de escribir. Normalmente las novelas me las ventilo muy deprisa. Una novela es como una cuerda que tiene que ser lo bastante tensa como para que cuando camines por encima no te caigas. Es fácil. Hay que ir al grano y ya está. Soy todo hueso. Si le das mucho tiempo al lector se marcha y se pone a hacer otra cosa, que para eso están Netflix y HBO” («Una apuesta narrativa hecha de anonimato y perdedores en la sombra», crítica de Juan Carlos Galindo para El país, 10 de febrero de 2021).

Una escritora a la que seguir

Estamos seguros de que vosotros, como buenos lectores, no sólo no os habéis marchado sino que seguís la pista de Castor en ese Madrid tan singular que nos regala García Llovet. Al fin y al cabo, como afirma nuestra autora, “la literatura es la felicidad”. Esperamos que la queráis compartir con todos. Ánimo, subid vuestros comentarios.

Gordo de feria, de Esther García Llovet

El 15 de octubre de 2023 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

Volvemos con la tercera lectura del club de lectura virtual 4 Lecturas, 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas del Instituto Cervantes de Bruselas, Estambul, Tetuán y Chicago. En este año 2023 consta de nuevo de cuatro títulos destinados a amenizar los tiempos que corren con Amor y humor. En esta ocasión empezamos el otoño con humor con Gordo de feria de Esther García Llovet.

Castor, el apodo del protagonista de Gordo de feria, es un célebre cómico, conocido por sus monólogos televisivos. Su vida está guiada por el destino, y en ese azar de la vida acaba descubriendo a su doble, un camarero llamado Julio que se le parece en todo. Las aventuras de ambos dan lugar a una trepidante y enloquecida sucesión de acontecimientos que no dan tregua. De la mano de esta escritora tan singular, con una prosa seca, directa y enérgica, descubriremos las múltiples versiones que encierra la ciudad, sus luces y sus sombras, que son al mismo tiempo las que se esconden en cada uno de nosotros.

Gordo de feria (2021) es una novela conmovedora, estrambótica, y muy castiza, porque Madrid es el escenario de la tercera entrega de la Trilogía instantánea de Madrid, de la escritora Esther García Llovet, que conforma junto a las novelas Cómo dejar de escribir (2017) y Sánchez (2019).

Esther García Llovet nació en Málaga en 1963 y vive en Madrid desde 1970, donde estudió Psicología Clínica y Dirección de Cine. Ha publicado Coda (2003), Submáquina (2009), Las crudas (2009) y Mamut (2013), además de relatos y antologías, y esta trilogía. Es traductora del inglés y colabora habitualmente en la revista Jot Down. Su última novela es Spanish Beauty (2022).

El debate sobre Gordo de feria se lleva a cabo del 14 de octubre al 3 de noviembre en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 4 de noviembre tendrá lugar el encuentro con Juan Pablo Villalobos en la plataforma Zoom, con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el escritor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.

Esto también le hubiera gustado mucho a Juan Pablo

Seguro que a Juan Pablo le hubiera encantado conocer a este escritor jalisiciense que, sin pedir a nadie que lo creyera -ni a él ni a su obra- llegó desde su México natal a Barcelona donde vive y trabaja desde 2003. Lo que más le hubiera satisfecho es esa diversidad y peculiaridad de temas de los que se ocupa: la ergonomía de los retretes, los efectos secundarios de los fármacos en la disfunción eréctil o la excentricidad en la literatura latinoamericana de la primera mitad del siglo XX – a pesar de que hubiera sicarios seduciéndolo para que cambiara de idea. Seguro que Juan Pablo también hubiera gozado con esta versión de sí mismo ( no es autobombo sino una declaración de principios):

Este, pues, seguro que a Juan Pablo le hubiera gustado saber que la adolescencia de ese escritor mexicano fue el momento de su inmersión en la lectura: americanos, latinoamericanos y, sobre todo, esos escritores del boom contra los que parece querer escribir. Ah, y Pedro Páramo.

A nuestro Juan Pablo no le habría molestado que, a pesar de esa formación rigurosa, académica -licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana- nuestro escritor fuera de lo más irreverente y se riera hasta de sí mismo. Le hubiera satisfecho saber que en realidad la tesis sobre Fray Servando no la escribió Vale, la novia mexicana de Juan Pablo, sino que es la tesis de licenciatura de nuestro personaje (los géneros literarios y la representación en las memorias de Fray Servando Teresa de Mier): igual que el fraile, sacerdote, filósofo y escritor proclamaba desde su famoso sermón que el culto a la virgen de Guadalupe era prehispánico, nuestro autor quizás pensara que la literatura latinoamericana tampoco le debiera tanto a la colonización. Seguro que Juan Pablo se hubiera extasiado escuchando al propio San Servando:

Esto…, esto le hubiera gustado mucho a J.P., así como saber que nuestro escritor fue becario del Instituto de Investigaciones Lingüístico Literarias de la Universidad Veracruzana donde estudió la influencia de las vanguardias en la obra del maravilloso escritor argentino César Aira. Estás en lo cierto, a J. P. no le hubiera gustado perderse esta entrevista:

«Bebe de las fuentes de Bohumil Hrabal, César Aira, Alfred Jarry y Jorge Ibargüengoitia; es decir, de las fuentes del humor delirante» (Patricio Pron)

A Juan P. le hubiera producido un gran placer saber que este autor es magister en Teoría Literaria y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona con una tesina sobre sabotaje narrativo y “anti-literatura” en la obra del escritor ecuatoriano Pablo Palacio. A J. Pablo le hubiera hecho dar saltos de alegría conocer al Kafka ecuatoriano:

Sí, a Juan Pablo le hubiera encantado conocer el proyecto de 2019 “Todo el monte es orégano” que este escritor, nacido en Lagos de Moreno en 1973, realizó con la beca Leonardo a creadores e investigadores culturales. J.P. se hubiera apasionado sabiendo que el autor quería investigar sobre si se podía escribir una novela feliz sobre la felicidad.

Juan Pablo siendo feliz, probablemente

Y claro, le hubiera parecido un goce sin igual leer todos los libros del autor: escuchar la voz del niño de Fiesta en la madriguera (2010), comerse las quesadillas que prepara esa madre en Si viviéramos en un lugar normal (2012), saber por qué alguien es capaz de cambiar de país por un partido de fútbol en Al estilo Jalisco (2014), o qué lleva a un señor de 78 años a ser un creyente de la Teoría estética del filósofo alemán Adorno en Te vendo un perro (2015) y, por supuesto, escuchar algún cuento de Yo tuve un sueño (2018). Si el que lo leyera fuera su autor, eso sería el culmen -como no hay que hurtarle placeres a Juan Pablo aquí se lo dejamos:

Sí, sí, le hubiera supuesto un éxtasis escuchar al autor de todas estas novelas decir que su obra no termina aquí, que faltan La invasión del pueblo del espíritu (2020): como se escribe en la novela “Demos la vuelta a la página: el futuro está ahí.”; y su Peluquería y letras  (2022) en la que el escritor Juan Pablo Villalobos se pregunta si es feliz (¿les suena de algo este cuestionarse por la dicha?):

A Juan Pablo le hubiera parecido paradójico saber que el protagonista de esta última novela es un personaje que se autoficciona, el escritor Juan Pablo Villalobos, el mismo que protagoniza la novela que no se nos ha olvidado mencionar sino que es la que J P está leyendo en estos momentos, es decir, No voy a pedirle a nadie que me crea (2016).

No sabemos si  lectoras/es estáis disfrutando de ella -si así es, un día habrá que agradecérselo al pinche primo. A lo mejor, el sábado que viene. No os olvidéis, os esperamos porque…

Eso también le hubiera gustado mucho a Juan Pablo.

Más allá de los estereotipos

“[…] parecéis el inicio de un puto chiste: Estaban una vez un mexicano, un musulmán y un chino. No soy musulmán, diche Ahmed, soy ateo.”

(No voy a pedirle a nadie que me crea)

JUAN PABLO VILLALOBOS: «Hay un imperio de la falsa profundidad que encubre la estupidez» – El oficio del escritor (wordpress.com)

Dos líneas bastan para reflexionar sobre una de las características de la novela: la construcción de un mundo literario transnacional que busca, por un lado, constituirse a través de las voces de los personajes -rasgo este que maneja Villalobos con habilidad de orfebre- y, por otro, tomar partido por una literatura que supere las fronteras y los límites conceptuales de lo propio, de lo autóctono, de lo genuino. En Villalobos la mezcla de culturas diferentes que conviven, la combinación de intereses y lenguajes es una apuesta militante.

“la autoficción de Villalobos construye un personaje mexicano, migrante, con un bagaje cultural sofisticado y capaz de convivir en diversos contextos sociales, ya sean éstos nacionales o internacionales. Juan Pablo se encuentra en constante movimiento, es un personaje desarraigado que huye de su lugar de nacimiento y convive con personajes de una amplia gama de orígenes en una suerte de código cultural mundial.” (Ricardo HERNÁNDEZ DELVAL, Alcances y limitaciones de lo posnacional en No voy a pedirle a nadie que me crea de Juan Pablo Villalobos y Ese príncipe que fui de Jordi Soler).

Juan Pablo Villalobos: Nadie le crea una palabra | Diario El Independiente

En el análisis que hace Hernández Neval se describe uno de los rasgos sobre los que se teoriza en la novela (reflexión sobre la ficción en la propia ficción que, a veces, provoca perplejidad en el lector): la voz de los personajes va construyendo estereotipos en los que desde la parodia y la exageración se hace una crítica velada a la influencia de la simplificación y reducción que realizan los medios de comunicación. Este diálogo de No voy a pedirle…  al que acude como ejemplo Hernández es muy ilustrativo:

“¿Sabés lo que me más me gusta de vos, boluda? Que no sos como todos esos boludos que llegan a vivir a Barcelona y se la pasan con la boca abierta como tarados, que llegan acá y van todos los días a la Rambla o a la Sagrada Familia hasta que un día un gitano les afana la cartera, por boludos. Pero vos sos diferente, boluda, vos vas a tu bola, vos sabés lo que querés, no te dejás impresionar por el oropel de esta ciudad de mentira. ¿Entendés de lo que estoy hablando, boluda? […]

Escuchame, boluda – insistió Facundo –. Si necesitás el trabajo que se joda el boludo de Juan Pablo. […] haceme caso, boluda, aceptá el trabajo. […] ¿Necesitás una disculpa, boluda? Está bien, mirá que sos boluda. La cagué, de acuerdo, fui un boludo.”

Al igual que el ‘boludo’ que estereotipa la argentinidad, el ‘nen’ -niño en catalán, que correspondería al ‘tío’ en el español coloquial de España- que repite el catalán vendedor de drogas – que se llama Nen-, como el ‘pinche’ que utiliza como una muletilla Lorenzo, el primo de Juan Pablo, para destacar la mexicanidad juegan el mismo papel de parodia del cliché de nacionalidad.

Ninguna argentina utilizará hasta la saciedad ‘boludo’, pero este rasgo de inverosimilitud le permite al autor transmitir otros de los aspectos que guía la novela: el absurdo.

“Además de cáusticas y delirantes, dotadas de un grueso humor muy estilizado (por raro que parezca), las novelas de Juan Pablo Villalobos (México, 1973) no se someten a ninguna regla, excepto a la lógica del absurdo. Así fue en Fiesta en la madriguera (2010), Si viviéramos en un lugar normal (2012) y Te vendo un perro (2015), donde su escritura operaba con drásticas maniobras contra la convención.” (Francisco SOLANO, “Perspectivas dislocadas”, crítica de la novela en El País, 29 de diciembre de 2016)

El escritor Juan Pablo Villalobos visto por Sciammarella, ilustración para el artículo de El País

¿Cuál es la intención del autor? ¿Busca desestabilizar al lector obligándolo a un ejercicio de recreación de ese mestizaje de lenguajes? ¿Tiene un espíritu transformador o la propia parodia reduce la amplitud de la crítica? Lo mejor es darle la palabra al escritor:

Seguro que ya estáis perdidos en las calles de Barcelona siguiendo el rastro de este escritor al que no sabemos qué deparará el futuro: ¿vosotros qué pensáis?

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