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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Los niños perdidos del franquismo

“<<Querida nieta: […]

Quiero que vayas a España a buscar a mi hijo. […] Fue fruto del amor, pero lo perdí. Me lo quitó la guerra y ya no tuve ni el coraje ni las fuerzas suficientes para retenerlo conmigo. […]>>”.

Este fragmento de la carta que Marta Medina Sanz deja en herencia a Marthe, su nieta, a su fallecimiento es el detonante desde el que arranca Piedras negras. Los hechos quedan claros algunas páginas más adelante:

 “El 5 de febrero de 1938, Marta Medina Ortiz dio a luz a un bebé -ni siquiera le dejaron comprobar si fue niño o niña- en el entonces hospital militar de Ciempozuelos. Fue atendida por un médico, una comadrona y una enfermera de Falange que desde meses antes había controlado su embarazo y que, posiblemente, había avisado a los futuros padres adoptivos. De ninguno de los tres se sabía el nombre y, por otro lado, era muy probable que hubieran muerto.” (Piedras negras, pp. 44-45 de la edición de Tusquets).

Foto del 6 de agosto de 1940. Imagen del Auxilio Social.
En la foto, habitación de uno de los centros de maternidad. © Efe

Ricardo Cupido anota concienzudamente en su cuaderno nuevo -abierto para este caso- los hechos que provocan la investigación. Su objetivo es descubrir quién es este bebé arrebatado a Marta, al que su nieta Marthe quiere encontrar por encargo póstumo de su abuela, simplemente para saber que existe, que Marta no está loca y, en caso afirmativo, pedirle perdón por haberlo abandonado.

Aunque Eugenio Fuentes afirma que este no es el nudo central de la novela, quizás sea interesante documentar para los lectores qué ocurría en esa España de posguerra, por qué había una especie de estrategia, que casi podríamos llamar ideológica, para obligar a algunas mujeres a dar a sus hijos en adopción.

La página de Amnistía Internacional deja constancia de lo que ocurría:

“ El término “bebés robados” engloba a los miles de niños y niñas, hoy adultas, que podrían haber sido víctimas de apropiación, desaparición forzada y/o sustitución de su identidad en España desde el final de la guerra civil hasta mediados de la década de los noventa del siglo XX. La sustracción ilegal de menores, cuyo contexto de ideología de género franquista y control sobre la mujer merece atención especial, tuvo múltiples escenarios: centros penitenciarios, hospitales, maternidades y centros de beneficiencia gestionados por congregaciones religiosas sin adecuada supervisión del Estado. E incluso desborda el ámbito español en algunos casos de personas que sospechan haber sido sustraídas aquí para ser entregadas a familias de países latinoamericanos como México o Chile.” (artículo de Manu Mediavilla, “Sustracciones ilegales de bebés en España”, Sustracciones ilegales de bebés en España durante franquismo y democracia (amnesty.org))

En este vídeo podemos comprobar el testimonio de una de las hijas que fue supuestamente adoptada, una Alejandro Garcilaso más cuyo testimonio nos puede servir de ejemplo:

Ideología de género franquista

Manu Mediavilla en su artículo para Amnistía Internacional explica claramente el planteamiento ideológico del régimen franquista:

“Una referencia clave en la sustracción ilegal de menores fue la ideología de género franquista, que comenzó en la posguerra con una acentuada represión sobre la “mujer republicana” y que continuó durante el régimen de Franco. El discurso de infantilización de las mujeres continúa todavía cuando, al emprender la búsqueda de su hija o hijo, se les niega veracidad a sus denuncias, se las considera locas o histéricas, o incluso arrepentidas de haber entregado a sus bebés en adopción.

Para el franquismo, la única finalidad de las mujeres era ser madres y garantes de la moralidad ideológica de la época. Ese marco discriminatorio se reforzó con informes ‘científicos’ del Programa al Servicio de España y del Niño Español 1939-1963 que responsabilizaban a las madres –principalmente pobres, jóvenes, solteras, trabajadoras o con relaciones fuera del matrimonio– de la mortalidad infantil. Y se acompañó de leyes, muchas vigentes hasta finales de los 90, que limitaban sus derechos, regulaban el registro de menores y permitieron hasta 1987 que la adopción fuera un negocio jurídico entre particulares que contemplaba la participación de hospitales, maternidades y centros de beneficencia gestionados mayoritariamente por organizaciones religiosas.” (Manu Mediavilla, “Sustracciones ilegales …”).

Y casi hasta la actualidad

El caso de los niños robados del franquismo fue durante muchísimo tiempo uno de los episodios mas desconocidos de la represión de la dictadura, aunque es curioso que, de una u otra manera, estas “desapariciones” se siguieran produciendo hasta la década de los 90 del siglo XX.

Es precisamente en esta década, con la aparición del programa de televisión “¿Quién sabe dónde?”, presentado por el periodista Paco Lobatón, cuando salen a la luz los testimonios de una infinidad de casos que buscaban a sus familiares desaparecidos. El propio Lobatón impulsó en 1996 la creación de una asociación de víctimas.

En los años 2000, gracias al documental Els nens perduts del franquisme, de Joan Salvat, Montse Armengou y Ricard Belis, se hace público un minucioso trabajo de investigación y de recogida de testimonios reales. Además, se publican algunos libros tratando este tema: Los niños perdidos del franquismo, de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis –surgido a raíz del documental del mismo nombre-, Irredentas, de Ricard Vinyes, o Mala gente que camina de Benjamín Prado. (Fuente: Rebeca Iglesias, “Los niños robados del franquismo”: niños robados – La guerra civil y el franquismo en la novela española actual (helsinki.fi)).

Aquí os dejamos el documental para que podáis conocer el fenómeno en profundidad:

Tal y como nos cuenta Rebeca Iglesias, el juez Garzón volvió a poner de actualidad este asunto:

“El juez Garzón ha devuelto a la actualidad este drama. Para él, el robo de niños durante el franquismo es un delito que constituye un crimen contra la Humanidad que no ha prescrito, ya que muchas víctimas, hijos y algunos padres, pueden aún estar vivos. Por este motivo, el magistrado insta a las instituciones, al Ministerio Fiscal y a los jueces a que investiguen, sancionen a los culpables y se repare a las víctimas, de manera que puedan recuperar la identidad que les fue arrebatada.”

En los últimos tiempos, el problema de la denominada memoria histórica ha estado de actualidad por muchos motivos, la mayoría políticos, y en su mayor parte cegados por la disputa ideológica. Parece como si en España nadie se pudiera poner de acuerdo sobre unos hechos que, como todo lo que tiene que ver con el cuerpo humano, deja huella. Es llamativo -conociendo su trayectoria- que incluso Pedro Almodóvar haya intentado llamar la atención sobre lo ocurrido en su última película Madres paralelas:

Sin embargo, quien entre en las primeras páginas de Piedras negras, obtendrá en un lenguaje lleno de ritmo, incluso tan cinematográfico como el de cualquier buen cineasta, una clara manifestación de lo que se produjo en aquellos oscuros años de la historia de España. Cerremos, por tanto, la entrada con este estupendo diálogo entre el detective y su madre:

“[…] Algo debía de tener aquella muchacha, porque muchos años después la gente se seguía acordando de ella y de su música. Además, su muerte siempre fue un misterio. Su cadáver no apareció nunca y durante mucho tiempo nos preguntamos qué habría sido de ella.

  • Logró escapar -dijo Cupido.
  • ¿Escapó? ¡Pero si siempre se ha dicho que nadie logró escapar del cerco de Yagüe!
  • Escapó de algún modo y logró llegar a Francia.
  • ¡Cuánto me alegro por ella! ¿Y tu viaje a Madrid está relacionado con eso?
  • Sí. Acaba de morir en Francia y ahora se ha sabido que tuvo un hijo aquí, en España. Y que lo perdió… o se lo quitaron. […]” (Piedras negras, p. 49 de la edición de Tusquets).

Siempre hay historias oscuras en las guerras y las dictaduras, en todos los países, pero solamente la higiene democrática puede curar estas heridas. Ahora os toca a vosotros decirnos si este inicio de la novela os parece esencial o no en el desarrollo de la trama. ¿Qué opinión tenéis? Animaos y comentadnos vuestras lecturas.

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