El pasado sábado 26 de marzo, la escritora Karina Sainz nos regaló una maravillosa tarde de tertulia literaria, con gran generosidad y mucho entusiasmo por la emoción con la que acoge esta escritora los encuentros con los lectores. Cincuenta asistentes disfrutamos de escuchar y conversar con Karina, tan atentos y absortos que se nos pasaron de largo las dos horas convenidas para hablar de su primera novela, La hija de la española, en el primer club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año dedicado a la memoria. Las novelas de Karina Sainz tienen mucho de periodismo, es desde esta óptica desde la que mira al mundo y, la prensa escrita, las letras que la han acompañado desde la infancia. Después, quedó deslumbrada por la literatura española del s. XX, y fueron estos autores los que la impulsaron a escribir con la fuerza que tienen hoy sus novelas. Para ella no existe el mundo sin la lectura, la arrogancia nace de las personas que no leen, que no conocen, que no quieren acercarse al otro. Para esta escritora, una persona que no lee, ya está muerta. Y así lo demuestra tanto en su primera novela como en la segunda, que nos permitió sacar a colación el artículo de ese mismo sábado por la mañana en la revista Babelia, y que define muy bien lo que nos cuenta: «‘El tercer país’, de Karina Sainz Borgo: Peligro, autor con biblioteca.»
Karina Sainz se afinca en España en 2006, en un viaje que hizo de forma inversa al que realizaron sus abuelos, exiliados republicanos, al emigrar de España a Venezuela mucho años antes. España fue, desde entonces, un tema tabú en casa, como lo fue para ella durante mucho tiempo Venezuela. Se fue de su país muy joven y muy herida, y este libro, que no cuenta su historia personal pero sí emocional, ha visto la luz cuando cree haber curado, de alguna manera, esas heridas que produce la emigración forzada, el destierro y la nostalgia. Una nostalgia definida como movimiento, acción, todo aquello que estamos dispuesto a hacer por recuperar aquello que quisimos tanto.
De la nostalgia pasamos a hablar de la memoria, un tema consciente en el s. XX, por tener muchos más elementos que antes para saber lo que se escribe. Para la autora, la memoria nos previene de incurrir en frivolidades, y de la frivolidad a la violencia hay un paso. Con admiración mencionó a otros autores latinoamericanos como Juan Gabriel Vásquez o Iwasaki, y la relación de estos autores con la memoria, una relación lúcida y civilizada. Ella, Karina, sin embargo, no consigue todavía esa relación, aún se emociona, y es por esta circunstancia que se siente más cercana a la literatura española.
Los lectores destacaron el desarraigo y la ansiedad en la lectura, el dolor y la valentía, y alguno incluso dudaba sobre cuáles eran las partes de realidad y cuáles las de ficción, incapaces de creer las atrocidades, bien conocidas por los que allí estuvieron, que ocurren como hechos reales en la novela. Varias lectoras colombianas se sintieron apeladas, recordando la emigración venezolana de los años relatados en el libro. Una democracia y un país tan fuerte, Venezuela, receptora hasta no hace tanto de emigración, y que no pudo impedir el naufragio, ¿puede volver a pasar en otros países latinoamericanos? Una lectora turca sintió muy cerca también la historia narrada en el libro, y la fragilidad de la democracia, a miles de kilómetros. Karina cree que esa fragilidad puede encontrarse en cualquier país a día de hoy, aunque, con optimismo, espera que contarlo sirva también para paliarlo.
Muy comentado también, como no podía ser de otra manera, fue el final del libro. Desde Tetuán les parecía muy cruel ese final, en Granada habrían escogido otro, y Karina confesaba que, de cualquier manera, el objetivo estaba conseguido: poner nervioso al lector en muchas de las situaciones por las que pasa la protagonista.
Junto a otras decenas de referencias literarias que nos regaló la autora durante la tertulia, Karina Sainz nos desveló una interesante teoría sobre la literatura de mujeres latinoamericanas post boom, que contribuyen a contar y a denunciar la política desde el ámbito doméstico: Isabel Allende, Laura Esquivel, Ángeles Mastretta, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor y Elena Poniatowska. Y con estas autoras, con ganas de leerlas a todas, así como de disfrutar del último libro de Karina Sainz, El tercer país, nos quedamos, con una sonrisa tan grande como la que nos regala esta periodista y escritora, compartiendo su tiempo, con una energía y una vibración que llegaron, lo sabemos, a los cuatro continentes.
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