Antes de la exportación británica de un buen número de deportes en equipo al mundo, la comunidad sefardí tenía otros pasatiempos además del universal picnic y la fiesta, y uno de estos era el juego de la carambola, que a día de hoy podemos seguir encontrar gente practicándolo en el parque de Alay (barrio de Kagithane).
Entretenimientos sexuales podían hallarse en los baños públicos, reconocidos centros sociales de la comunidad, así como en las tiendas que iban de Balat al santuario musulmán de Eyup; tantos fueron los escándalos en aquella zona que, a mediados del siglo XVI el sultán Selim II publicó decretos en contra que en ciertas calles mujeres pudieran entrar solas a tiendas o que se alquilaran barcas a parejas.
Con la modernidad llegaron nuevas formas de ocio, tanto específicas para la comunidad judía como para el resto de la sociedad. Rechazados en su Austria natal, una serie de atletas se trasladaron a Estambul en 1895 y crearon el primer club judío del mundo, el Israelitische Turnverein Constantinopel; de esta iniciativa surgieron equipos como el Maccabi S.K. (1913) que ganaría la liga de baloncesto seis veces consecutivas antes de disolverse en los años 40. Asimismo, los atletas sefardíes han sido participantes asiduos a los Juegos Macabeos (reservados a judíos de todo el mundo), fundados en 1932.
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