En 1582 la creciente comunidad sefardí pidió permiso al sultán Murad III para construir un nuevo cementerio, accediendo este que se llevara a cabo en la periferia de Haskoy. No tardaron los sefardíes, así como algunos judíos karaitas, en comenzar a darle uso al nuevo espacio, registrando en 1583 la lápida más antigua.
Con el surgimiento de una burguesía sefardí con contactos en el extranjero se pidió la apertura de un nuevo lugar de entierro en 1865 en Sisli; sin embargo, uno de los banqueros más exitosos, Abraham Camondo, ordenó la construcción de un mausoleo neo-gótico en la sección occidental del cementerio, siendo su cuerpo trasladado allí desde Paris en 1873.
La construcción de una carretera y del puente del Cuerno de Oro en 1972 arruinó el aspecto del cementerio y perdió popularidad entre la comunidad sefardí, afortunadamente las reformas emprendidas en 2005 en algunas lapidas e inscripciones centrales lo están revalorizando. Se calcula que hay unas 22,000 tumbas en el cementerio.
Dirección: Calle HalIcIoğlu OkmeydanI No.5, Beyoğlu
Horario: Consultar con la oficina del Gran Rabino
La familia Camondo, otrora conocidos como «los Rotschild del Este», tuvo a mediados del siglo XIX el principal banco del Imperio Otomano y por lo tanto una posición de privilegio sobre el resto de la comunidad sefardí. Los sectores más conservadores de Estambul criticaron los proyectos de modernización dirigidos a la comunidad, pero ante la protección del sultán poco pudieron hacer.
Para ejemplificar su posición sobre el vecindario, el patriarca Abraham Camondo (1781-1873) encargó al arquitecto Sarkis Balyan la construcción de una mansión junto a la riba del Cuerno de Oro. Los trabajos se iniciaron en 1865 y no terminaron hasta cuatro años más tarde cuando, a raíz del traslado de buena parte de la familia a Paris, quedó el palacio prácticamente sin estrenar.
En las últimas décadas del Imperio Otomano y con la familia Camondo definitivamente asentada en el corazón de Europa, el palacio fue convertido en el cuartel general del Ministerio de la Marina; una función de orden militar que a día de hoy se mantiene al ser la base del Comando para el área del mar del norte de la armada turca.
Dirección: Calle Kadı Mehmet, Melek No:1, 34440 Beyoğlu/İstanbul
Horario: Instalación de uso militar
Era el 18 de agosto de 1927 y apenas habían transcurrido 24 horas desde el asesinato de la joven Elza Niego por un pretendiente musulmán cuando, y contra todo pronóstico, la comunidad sefardí en pleno convirtió el funeral de esta en una multitudinaria manifestación: se gritaron consignas contra la clase corrupta turca y exigió justicia, paralizando en el proceso las principales arterias del norte de Estambul.
Alarmado, el gobierno turco detuvo a diez manifestantes y prohibió la libre circulación de los judíos, bajando el tono de la represión cuando la comunidad se comprometió a realizar una donación patriótica (construir una estatua de Ataturk en Ankara) y los banqueros europeos pusieron presión sobre el Estado.
Lejos de la antigua Estambul y de la ciudad genovesa de Galata, Ortakoy era una pequeña aldea costera junto al Bósforo mientras que Sisli no era más que un espacio de caza y recreo para la aristocracia del sultanato. Como muchos otros hombres influyentes, es posible que Yosef Nasi y su esposa Reyna edificaran a mediados de siglo XVI su palacio de Belvedere en aquellas costas. En 1623 se contabilizaron 637 núcleos familiares judíos en Ortakoy, tanto romaniotes como sefardíes; los incendios de 1660, 1718 y 1740 en Estambul, supondrían un incremento de la población judía en la zona.
En 1870 el barrio de Sisli comenzó a urbanizarse, en gran parte por miembros de las comunidades judía, griega y armenia, mientras Ortakoy se convertía en un popular destino veraniego. La creación de Israel en 1948 y los pogromos en 1955 supusieron el desplazamiento de muchas familias de Ortakoy y Galata al barrio de Sisli.
Este se convirtió en el más poblado de la comunidad en la segunda mitad del siglo XX y es donde a día de hoy podemos encontrar las redacciones de los principales periódicos sefardíes de Estambul (Shalom o el Amaneser), así como las congregaciones más activas.
La llegada de los primeros sefardíes, con sus contactos comerciales allende de los mares, dieron a muchos una cierta influencia en el campo económico: había cambistas, vendedores de textiles de lujo, funcionarios de cecas y de aduanas…etc. Sin embargo, donde despuntaron durante más tiempo fue en el servicio médico del sultán (en cuyo equipo llegó a haber 41 doctores judíos frente a 21 musulmanes); lo que les daba una relevancia pública y determinados privilegios como el de montar a caballo o no pagar impuestos.
Ya en el siglo XVII sabemos que un 70% de los sefardíes se ganaban la vida como pequeños tenderos, incrementando sus modestos beneficios ofreciendo sus trastiendas para citas amorosas. La llegada de comerciantes europeos a Estambul y a Egipto (donde muchos sefardíes emigraban por trabajo) en el siglo XIX les ofreció nuevas oportunidades como agentes de compañías de seguros y de bancos, así como traductores y artesanos.
Para la mayor parte de sefardíes la entrada a la modernidad no fue un camino de rosas, dedicándose muchos en el distrito europeo de Pera a la prostitución, y otros a engatusar a los compradores extranjeros: se conoce que a los sorprendidos españoles se los ganaban con refranes en ladino, cantares medievales y asegurando que viejas llaves pertenecían a sus casas en la península ibérica.
En cuanto al oficio de las armas, los judíos habían sido excluidos del sistema de selección jenízaro de reclutas, sin embargo, de vez en cuando eran llamados a integrar una milicia y, para cuando el sistema militar se regularizó a comienzos del XX, con la excepción de algunos oficiales, buena parte de los sefardíes fueron dedicados a los trabajos pesados.
A su llegada a Estambul, los sefardíes se adaptaron a una estructura político-administrativa pactada entre el sultán y los líderes de las comunidades judías romaniotas que sería conocido como el Millet: según este y a cambio del pago de impuestos, el soberano otomano toleraba la existencia del judaísmo y de un sistema de poder interno. Para consensuar la política comunitaria frente al sultán, organizaban un Beth Din (consejo religioso) formado por cinco rabinos cuyo líder era el Haham Bashi (significa Gran Rabino) que recibía el apoyo de un consejo ejecutivo laico de 14 miembros para asuntos mundanos.
Imitando la estructuración romaniota en kaal (cuyo centro era la sinagoga) los sefardíes aceptaron las primeras décadas la preeminencia de estos judíos griegos, sin embargo, su estatus libre de kendi gelen les daba una mayor autonomía frente al poder otomano, de ahí que en el siglo XVI comenzaran a disputarles el liderazgo. Miembros de la Corte del sultán como Yosef Nasi o Salomón ibn Yaes (1520-1603) fueron instrumentales en ese cambio; luego para finales del siglo XVII los sefardíes ya dominaban demográficamente la ciudad de Estambul.
El asunto del pseudo-profeta Zevi en 1666 dividió a la comunidad sefardí, así como levantó suspicacias hacia ellos en el entorno del sultán, por lo que el poder del Millet se inclinó nuevamente hacia los rabinos conservadores. La familia Carmona, banqueros de los jenízaros a comienzos del siglo XIX, y los Camondo, prestamistas del sultán después, devolvieron una cierta influencia a la comunidad judía.
La desconfianza otomana hacia griegos y armenios facilitó la entrada de judíos en el funcionariado otomano, en su mayoría desligados del mundo religioso, lo que con la voluntad de limitar las atribuciones del Millet en 1856 conllevó un cambio en la misma organización interna de las comunidades. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, un sefardí comentaría ante la nueva luna de miel entre el poder turco y el judío: «La clase dirigente de Turquía recuerda a un hombre voraz (…) empezó por devorar a los armenios, luego les tocó a los griegos, y después, uno de estos días, nos tocará a nosotros».
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