Ya en el siglo XVI sefardíes ilustres como Doña Gracia Nasi o Gabriel Buonaventura habían arribado a las costas de Estambul desde la península italiana, así como comunidades pertenecientes a las posesiones de la Corona de Aragón en el sur de Italia habían establecido congregaciones en el sultanato (Mesina y Sicilia, por ejemplo).
Sin embargo, fue a mediados del siglo XIX cuando, una serie de personalidades de la comunidad que tenían también la nacionalidad italiana (por razones legales practicas), enfrentados a los rabinos conservadores de Estambul, decidieron en 1862 separarse como congregación y crear su propia sinagoga.
También denominada «Sinagoga de los Francos» (este era el nombre genérico para los Occidentales), en 1885, tras innumerables percances económicos, se terminó de construir el edificio siguiendo un modelo neo-gótico. En 1931 se decidió demoler dicha sinagoga y reedificarla en el mismo lugar.
Dirección: Calle Bereketzade, Şair Ziya Paşa No:23, Beyoğlu
Horario: Consultar con la Oficina del Gran Rabino
A lo largo de los 500 de historia del pueblo sefardí en Estambul sobresalieron hombres y mujeres, políticos y comerciantes, que, en mayor o menor medida, contribuyeron al desarrollo de la sociedad otomana. Tras su traumática expulsión de la península ibérica, los recién llegados se convirtieron en fieles súbditos del sultán, algo que no siempre les favoreció.
Una primera etapa de la historia sefardí iría desde el año 1492 al 1826: en este tiempo se consolidaron linajes de médicos personales del sultán, habiendo casos como el de Gabriel Buonaventura (s.XVI) que también triunfaron en el terreno diplomático, u otros como Daniel Fonseca (1668-1740) que fueron además aplaudidos por sus obras filosóficas; también hubo mujeres como Esther Handali o Esperanza Malchi quienes, despuntaron en el mundo político y empresarial del siglo XVI.
El alzamiento mesiánico de Sabatabei Zevi en 1666 trastocó el orden interno de la comunidad sefardí, sin embargo, fueron los procesos modernizadores del sultán Mahmud II (r.1808-1839) los que abrieron una nueva etapa para dicha comunidad cuando, en 1826, destruyó el obsoleto ejército jenízaro y a sus banqueros de la familia Carmona.
La segunda etapa, que extiendo hasta los disturbios xenófobos de 1955, supuso un relativo auge para la comunidad sefardí: los Carmona habían sido golpeados, pero en su lugar vinieron los Toledo, los Cuenca y sobretodo los Camondo, que modernizarían la banca otomana. También se harían sentir los cambios en el terreno empresarial donde, ante la rebelión de una parte de la comunidad griega frente al poder otomano, los sefardíes se mantuvieron fieles.
Asimismo, mientras la Corte del sultán se llenaba de judíos (Baruh Cogen como intendente de palacio o Yusuf Franco Pasha como ministro de telégrafo en 1918), la necesidad otomana de contar con un interlocutor único del pueblo judío favoreció la consolidación de un Gran Rabino en Estambul desde mediados del siglo XIX. La proclamación de la República en 1923 no supondría un trauma para dicha comunidad que, no solo acató los principios laicos de la misma, sino que aportó a grandes partidarios del mismo.
Los abusivos impuestos del gobierno durante la Segunda Guerra Mundial, la creación del Estado de Israel (1948) y los episodios violentos de 1955 contra las minorías de Turquía llevaron a que una parte sustancial de la comunidad, por temor a nuevas arbitrariedades y con la esperanza puesta en otros países, abandonaran la que había sido su patria durante casi 500 años.
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