En el momento de llegar a Estambul, los sefardíes apreciaban principalmente los romanceros: largos poemas con estrofas musicales carentes de armonía instrumental que, con la influencia arabo-turca, se volverían muy ornamentados. A su vez, los sefardíes desarrollaron dos nuevas modalidades musicales: las kantikas populares, que podían ser en ladino e incluir términos griegos y turcos; y la música dedicada a la sinagoga, a menudo en hebreo, que tuvo en Yosef Karo (1488-1575) a uno de sus principales exponentes con el himno de Shabat «Lekhah Dodi».
En el siglo XVIII floreció el género de las coplas, que solían cantar los hombres en festividades anuales de toda índole (por ejemplo «De Boca del Rio» para eventos en sinagoga). Entonces las kantikas tomaron mucho prestado de la música balcánica, canciones tradicionales como «Los bilbilikos» comenzaron a entonarse al modo turco e instrumentos musicales como el pandero o los parmak zili (unos pequeños címbalos atados a los dedos) entraron los repertorios nupciales.
También la música clásica se vio profundamente influenciada por los músicos sefardíes como Isaak Fresko Romano, que fue profesor del sultán (y musicólogo) Selim III (r.1789-1807), o el cantor Hasan Rebi Isaak Maçoro (1918-2008) que cantaba en las sinagogas de Estambul, desde el ladino al clásico otomano. La fundación en 1978 de los Pasharos Sefaradies dio una nueva vida a la música ladina, siguiéndole Estreyikas de Estambul (2004) y el Coro Nes (2006).
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