“El 18 de julio de 1936, La Palma, una de las islas occidentales del archipiélago canario, se mantuvo fiel al Gobierno de la Segunda República durante un periodo de siete días que luego sería denominado la Semana Roja. Tras el desembarco de tropas del bando nacional y de voluntarios falangistas, los milicianos de izquierda huyeron a los montes para evitar una confrontación que habría involucrado a civiles. […]
La acción de esta novela transcurre en esa isla y en esos días en que a la miseria y el aislamiento se sumó la violencia. Y está dedicada a quienes se negaron a olvidar.”
(Los milagros prohibidos, p. 9)
Este es el momento en el que se ubica Los milagros prohibidos. Aunque el objetivo de Ravelo no es hacer una novela histórica, sí que los acontecimientos que tuvieron lugar no solo durante la Semana Roja sino en los meses posteriores, con el movimiento de Los Alzados, constituyen el origen y punto de partida de las peripecias y vicisitudes que tienen que vivir sus personajes.
¿Qué ocurrió en la isla de La Palma el 18 de julio de 1936, fecha en la que el General Franco se subleva al legítimo gobierno de La República?
Alexis Ravelo nos lo cuenta en la Tercera Parte del libro, con la conversación que se sumerge en los recuerdos cercanos entre Juan Padilla el Malahablao y Agustín Santos y que dará pie a una rememoración de los hechos desde el punto de vista de diferentes personajes de uno y otro bando. Todo comienza un 17 de julio en el que Floro el Hurón se despierta en la cama de Candela en Las Palmas con los aires del golpe en el ambiente justo en el mismo instante en el que Emilia y Agustín cierran su casa en Puntallana para trasladarse a Santa Cruz de La Palma ajenos a lo que estaba por pasar.
En esta conversación, Juan y Agustín reflexionan sobre su presente, sobre los asuntos a los que se dedicaba el gobierno republicano, “estaban ocupados construyendo un nuevo país, un nuevo mundo”, y las motivaciones de los golpistas, “les movía sobre todo el miedo. Miedo a perder privilegios inmemoriales, poderes que la oscuridad, travestida de tradición les había conferido durante generaciones”. Asimismo, describen con precisión el momento inaugural de la Semana Roja, la intercepción por parte de un jefe de telégrafos de Izquierda Republicana de “un telegrama de los traidores en la mañana del 18 de julio”, que llevó a Tomás Yanes, delegado del Gobierno, “que supo qué hacer”.
La ficción se corresponde con la realidad de los hechos tal y como se describen en este artículo de 19 de febrero de 2019 de El Digital Sur: “Al cuartel de la isla bonita llegó un telegrama de los golpistas para que se sublevara el Capitán, sin embargo, este fue interceptado por un telegrafista socialista que se lo envió al Gobernador Civil de Santa Cruz de Tenerife, Vázquez Moro cuya anticipación supuso que el Capitán del cuartel de La Palma no pudiera movilizar a los militares para apoyar el golpe de estado. De hecho, tan solo había 25 soldados porque el resto estaba de permiso. Por lo tanto, el destacamento no salió a las calles de Santa Cruz de La Palma para imponer el estado de guerra, tal como había ordenado Franco porque el número de militares era escaso para poder dominar a los simpatizantes y militantes de izquierdas que se estimaban en torno a unos 6.000 palmeros.”
“Y así permaneció La Palma desde el 18 de julio hasta el mismo día 25. Agustín y Juan no lo sabían en ese momento, mientras hablaban de él, pero a ese periodo ya habían empezado a llamarlo la Semana Roja. No por la sangre, porque esta no corrió. Fue una semana sin sangre. La sangre se derramaría más tarde, a lo largos de los meses de huida, y sería solo el preludio de una eternidad azul. Azul y profunda. Eso fue exactamente: una eternidad profunda y azul.”
(Los milagros prohibidos, pp. 163-164)
Nos cuentan los hechos en “Objetivo Canarias”, un programa de la Televisión Canaria de 7 de abril de 2021 (los acontecimientos de La Palma se narran desde el minuto 18 hasta el 21’30’’, aproximadamente):
La Semana Roja finaliza con la llegada del buque Canalejas, enviado por los golpistas para derrocar al gobierno legítimo: “Nada más llegar comenzó a bombardear los alrededores de la población e inició el desembarco de las militares. Los miembros de izquierdas, llamados alzados, pensando que el golpe de estado fracasaría en breve, decidieron adentrarse en los montes a la espera de que llegaran noticias para volver a retomar el orden.” (Los 13 de Fuencaliente, la Semana Roja de La Palma – El Digital Sur)
“El Canalejas era un cañonero de la clase Cánovas del Castillo, una máquina concebida para matar […] Cuando Silverio le dijo que el Canalejas iría a La Palma y que el Ejército solicitaba voluntarios falangistas para acompañarlos en la expedición, Floro no se lo pensó dos veces”.
(Los milagros prohibidos, p. 185)
Los Alzados: “los hombres hacen la historia. Las mujeres la sufren”
Agustín se ve obligado a abandonar La Palma y huir por los montes de la isla. Ravelo nos sitúa a hombros de su personaje para enseñarnos lo que vivieron aquellos hombres que durante meses fueron resistencia frente a los golpistas.
“Aunque en un sentido estricto de la palabra los Alzados no fueron “maquis”, si es cierto que fueron los primeros guerrilleros que huyeron al monte, aunque hubo quien escapó por mar hacia América. Otros tuvieron peor suerte y fueron apresados y juzgados.” (Los 13 de Fuencaliente, la Semana Roja de La Palma – El Digital Sur)
Desde otro lugar, desde el epicentro de la isla, donde los franquistas y falangistas intentan ejercer el poder, el escritor nos muestra la resistencia interior, la de Emilia y la de su familia frente a las embestidas de Flor el Hurón. También aparecen las represalias y las venganzas, el lado mezquino y miserable de los conflictos armados y que esta novela refleja al detalle y, como muestra, este magnífico pasaje contado desde el punto de vista de «un camarero calvo que escribe»: “ Ahí solo entré una vez, pero logré captar un fragmento de conversación: Yanes le decía a Luján que a ellos no les había pasado nada durante aquellos días, que si llegaba un cambio en la situación, ellos deberían hacer lo mismo: proteger a los otros. […] cuando Yanes ya se había ido, volví para reponer y escuché a Luján y a Rodríguez, que estaban de acuerdo en que <<al cabrón de Yanes, como a los otros, habría que darles café>>” (Los milagros prohibidos, p. 200).
[Para aclarar la expresión “dar café” es interesante leer este artículo de el periódico El Plural Andalucía, de 19 de febrero de 2021: CAFÉ: el lema falangista vinculado al asesinato de Lorca que luce en el Parlamento andaluz (elplural.com)]
Como todas las guerras, la española también dejó cicatrices que no porque haya pasado el tiempo y vivamos en un régimen democrático han logrado curarse. De hecho, sus consecuencias todavía están muy presentes y siguen causando muchísimo dolor. Para ilustrar estas consecuencias y los acontecimientos que las provocaron en la isla de La Palma os dejamos este documento en el que el cantautor Pedro Guerra hace un viaje con múltiples testimonios sobre el conflicto en las Canarias. Desde el minuto 43 aproximadamente están contados los hechos de La Palma:
Pero no son, a simple vista, solo huesos
Amoratados huesos
En el calcio del hueso hay una historia:
Acaudillada historia, desmemoriada historia
El horror no solventado
(Canción Huesos, de Pedro Guerra)
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