El pasado sábado 8 de octubre descubrimos un poco más al increíble autor Santiago Roncagliolo, camaleónico como pocos, cuando quiere escapar de la realidad, y humilde y sincero en todo momento. Con él pudimos disfrutar y conocer en profundidad su trayectoria literaria, junto a grandes lectores, colofón de una lectura épica, Abril rojo, tercer libro del club 4 Lecturas 4 Continentes de 2022.
Nos contó su llegada a España para formarse en escritura de guion, con la que quería experimentar y escribir otros géneros y así, descubrir y probar diferentes posibilidades. Ese Madrid de los años 90 lo recibió con los brazos abiertos, era el lugar ideal para encontrar artistas, y mucha libertad, en comparación con el Perú de la época, anticuado y machista. Se dejó inspirar por un Madrid auténtico, pegajoso y cañí, que hoy día ha seguido los pasos de Barcelona, modernizándose y dejando de lado la solera y carisma con la que contaba la ciudad hasta hace tan sólo veinte años.
Nos descubrió también cómo su literatura se nutre de experiencias, viajes, visitas, gente… lecturas e historias para contar las suyas, y nos hizo recordar la gran frase de Cervantes: «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho». Entre otras anécdotas, sus visitas a la cárcel, el lugar en el que un país guarda todo lo que no quiere ver, le resultaba de especial interés. Y ese conocimiento, todo unido, es el que utiliza para crear sus novelas, donde los personajes se van alejando de la persona en la que se inspira a medida que se va adentrando en la novela. Nos confesaba que nunca creyó que pudiera llegar a ser escritor, durante su juventud, ser escritor significaba viajar y codearse con políticos y gente importante, un sueño demasiado inalcanzable para él. Sin embargo, siendo profesor, se dio cuenta de que eso era lo que realmente le gustaba, y al llegar a España, y unos premios literarios después…, finalista del Premio Herralde con la novela Pudor, que ya era una buena carta de presentación, y el Premio Alfaguara 2006 por Abril rojo, pudo dedicarse por entero a este oficio. Afirma sentirse más tranquilo en los últimos años en la creación literaria que en el periodismo, por el anonimato que el mundo artístico le otorga en comparación con el anterior, donde uno está obligado a posicionarse.
Santiago proviene de una familia de exiliados, creció en México, junto a otras familias de exiliados políticos de América Latina, entre chilenos y uruguayos, y creció con la sensación de ser de cualquier lugar en el que se hablara español. Perú, su lugar de origen, la dura realidad social y política que lo componía, lo descubrió años después. Al no haber nacido en esa realidad, sí se la cuestionó al conocerla, y eso fue lo que le impulsó a escribir sobre la historia de su país. Su refugio siempre han sido los libros. Como emigrante, tiene la sensación de que algún día quizás el mundo podría dejar de existir tal y como lo conocemos, y eso le impulsa a querer contar realidades, aunque también a salirse de ellas en ocasiones, para evadirse e imaginar ficciones en mundos que ha conocido y le han sorprendido, como es el caso de su novela Tan cerca de la vida. Lo mismo pasa con el título La noche de los alfileres, que una lectora destacó, nada tiene que ver con sus novelas históricas, en este caso se adentra en personajes que conoce bien porque son personajes de su infancia.
Su novela La pena máxima, precuela de Abril rojo, acaba de ser estrenada en cine y pronto estará en plataformas comerciales. Esta novela, en la que aparece el teniente fiscal Chacaltana en años precedentes, tiene también suspense y fútbol, ingredientes ideales para el lenguaje cinematográfico. Otra obra del autor ambientada también en la investigación periodística es La cuarta espada, donde se relatan los años de guerra entre Sendero Luminoso y el Estado peruano. En esta trilogía se cuentan los momentos más siniestros de la historia reciente de Perú. El autor cree que ninguna otra obra que pueda escribir sobre esta época tendrá tanta repercusión como Abril rojo, utilizado como libro de historia en algunos institutos y universidades.
Este libro es una novela negra, sí, pero también es la historia de Perú, al autor le interesa que tenga, de hecho, varias lecturas, entre ellas el retrato sobre un momento histórico: Sendero Luminoso comienza como una guerrilla de profesores, e ilustra muy bien qué pasa cuando no hay profesores ni libros, y la violencia se hace con el poder. El público destacó precisamente el giro del protagonista a medida que avanza la novela, donde esa violencia va arrastrando a todos. El caso que investiga el fiscal acaba convirtiéndole en otra persona, va enloqueciendo poco a poco, al escritor le gustaba ese giro, lo veía necesario. Nuestro protagonista va perdiendo la inocencia en cada novela, y representa así a todos los espectadores inocentes, especialmente ahora mismo, que cada día asistimos impotentes a las guerras y crueldades que suceden en el mundo.
Algunos lectores destacaron la intriga y algunas complejidades de la trama, donde el protagonista parece ir detrás de la acción hasta que esta le coge a él, y es ahí donde podemos empezar a atar hilos. De gran interés para contextualizar la obra es el primer post del blog 4 Lecturas 4 Continentes, una introducción a la novela, donde nos adentramos en el Perú de finales del s. XX. Otros lectores destacaron el horror de narrar escenas tan truculentas, a lo que el autor respondía naturalmente: «cuando has crecido con esas escenas, no resulta tan difícil narrarlas». Desde Líbano compartían la respuesta. La ironía y el humor negro fueron también comentados, ¿cuándo deja el lector de reírse? Santiago quería jugar con este parámetro, ¿hasta dónde llega la sensibilidad de cada uno? ¿qué remueve a cada cual? El final también fue discutido, una lectora preguntaba si era necesarios, Santiago lo tenía claro, sí: «en una país de asesinos en serie, todos tienen muertos que esconder». Ahí lo dejamos.
Para el autor, el reto del libro es que todo el mundo pueda entender la lectura, y esa tarde pudo comprobar cómo se entendía desde cuatro continentes, con esos puntos de vista que él mismo, como autor, también incluye a partir de sus experiencias vitales, y de los diferentes lugares de origen y de acogida que le han visto crecer, y gracias a los cuales ha podido crear esta gran novela. Acabamos, quizás, un poco tristes, Santiago Roncagliolo afirma que actualmente Perú está más dividido que nunca, aún habiendo hecho, en su opinión, todo lo necesario. La población está polarizada en un enfrentamiento abierto entre la izquierda, asociada todavía al terrorismo, y la derecha, al fascismo. Esperamos que leer y conocer la situación pueda contribuir de alguna manera a mejorarla. Acabamos con una frase de aquella tarde: quien compra un libro, compra una identidad. Ahora somos todos un poco más roncagliolos, y estamos encantados.
Abril rojo es un título que en su brevedad resume el contenido del relato: hay unos hechos que suceden en un periodo muy concreto, del 9 de marzo del 2000 hasta el domingo 23 de abril. Se inician en carnaval y terminan con el fin de la semana santa, y se tiñen de rojo por los diferentes asesinatos -a estas alturas de la lectura creemos que nos desvelamos nada nuevo- que se van a producir en la ciudad de Ayacucho. Breve, ágil, simbólico y verídico -el autor se refiere a unos acontecimientos que realmente sucedieron.
Hay un ambiente en el que se mezcla lo religioso con lo pagano y que es un buen reflejo cultural y social de la ciudad, allí conviven población indígena, militares, policías, curas y funcionarios, educados en el canon de poder que se irradia desde la capital.
La novela puede dividirse en nueve partes, tal y como analizan Katherine Jazmin Alvarado Huamán y Hugo Jaime Camacllanqui Amancay en su trabajo “La corrupción en la novela Abril rojo de Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann» y entre los temas que van apareciendo están la corrupción y la muerte, por supuesto, pero también el asesinato y la violencia, el terrorismo, las obsesiones personales, las mujeres, la semana santa y el papel del turismo.
El texto se va construyendo a través de los informes del fiscal Chacaltana, los comentarios que él mismo hace de estos escritos, unas notas llenas de incorrecciones que se van intercalando azarosamente, dando una sensación de naturalidad, creando la impresión de que los acontecimientos se cuentan conforme surgen, y la presencia del narrador en tercera persona que va cosiendo todo y añadiendo puntos de vista que tanto el fiscal como el redactor de las notas desconocen. Además, Roncagliolo utiliza el diálogo para poner ante los ojos del lector la profundidad de los personajes.
A modo de ilustración dejemos un fragmento de los informes del fiscal, ya que como se afirma en el taller de lectura de Liliana Costa “son los textos más logrados. Reflejan su lucha interior, su patetismo, su falta de mundo. Y ante el vacío personal y la necesidad acuciante de negar lo que nadie sabe sobre él, desarrolla una actitud defensiva para proteger las normas legales y no perder el norte.” (Abril Rojo – (lilianacosta.com)):
“Según ha manifestado ante las autoridades competentes, el declarante llevaba tres días en el carnaval del referido asentamiento, donde había participado en el baile del pueblo. Debido a esa contingencia, afirma no recordar dónde se hallaba la noche anterior ni ninguna de las dos precedentes, en las que refirió haber libado grandes cantidades de bebidas espirituosas. Esa versión no ha podido ser ratificada por ninguno de los 1.576 vecinos del pueblo, que dan fe de haberse encontrado asimismo en el referido estado etílico durante las anteriores 72 horas con ocasión de dicha festividad” (Abril rojo)
Los personajes de la novela
Roncagliolo presenta a los personajes de manera breve y precisa. Así tenemos a:
1. Félix Chacaltana Saldívar fiscal distrital adjunto. Meticuloso y disciplinado. Hombre débil y carente de personalidad que ha sido destinado a Ayacucho, su ciudad natal, después de haberse divorciado.
2. Edith Ayala Munguía, mesera del restaurante El Huamanguino de origen campesino, muchacha de unos veinte años, bonita, delgada, era tímida, usaba prendas sencillas.
3. Sebastián Quiroz Mendoza, párroco de la iglesia Corazón de Cristo, tenía aproximadamente 50 años, poco pelo y de estatura alta. Félix acudía a él para contarle sobre los distintos asesinatos que se habían suscitado, el padre daba un significado de todos ellos según la religión, las costumbres y los mitos de los Andes.
4. Justino Mayta Carazo, campesino de talla pequeña, quechuahablante. Un hombre que provenía de una familia humilde vivía en Quinua con su madre. Tenía trabajos eventuales y era militante de Sendero al igual que su hermano Edwin.
5. Faustino Posadas, médico legista trabaja en el hospital de Huamanga, tenía acento norteño. Hombre de baja estatura y usaba lentes. Todos los cadáveres encontrados estaban a su cargo, él tenía que hacer la necropsia y presentar el respectivo informe.
6. El Capitán Pacheco estaba a cargo de la comisaría de la provincia de Huamanga y por ende tenía que elaborar los respectivos informes sobre los cadáveres encontrados.
7. El Comandante Alejandro Carrión Villanueva quien tenía poder debido al cargo que desempeñaba (se ocupaba de los ascensos).
8. El Sargento que trabaja en la oficina del capitán Pacheco y es quien recibe al fiscal en todas las visitas que éste.
9. Juez Briceño, hombre bajito que trabajaba en la Corte Superior de Justicia de Ayacucho.
10. Carlos Martín Eléspuru, agente del Servicio Nacional de Inteligencia siempre usaba una corbata celeste y es quien redacta el último informe.
11. Teniente Aramayo estaba a cargo de la comisaría de Yawarmayo, tenía aproximadamente 50 años.
12. Johnatan Cahuide Alosilla, jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales en Yawarmayo.
13. Hernán Durango González, alias camarada Alonso reo que purgaba condena en el penal de máxima seguridad de Huamanga acusado de terrorismo. Era delgado, moreno.
14. Coronel Olazábal trabajaba en el penal de máxima seguridad de Huamanga, era alto, blanco y joven.
El protagonista y sus vicisitudes
Chacaltana es un perdedor, aunque intenta demostrar a todo el mundo que no es un tonto. Entres sus peculiaridades está que habla con su madre muerta y la trata como si estuviera viva. Está solo, no tiene amigos y parece que tampoco muchas relaciones sociales.
“Conforme el ágape transcurría y el alcohol circulaba, el tema iba limitándose a enumerar a las mujeres que cada uno deseaba y a los detalles de un hipotético encuentro sexual. Y el fiscal distrital adjunto Félix Chacaltana Saldívar, de momento, no deseaba desear a ninguna mujer. Solía asistir a las enumeraciones asintiendo y preguntándose en qué momento podría decir algo, una palabra al menos, tratando de recordar a alguna mujer que llamase su atención. Por eso, normalmente, prefería no asistir, quedarse en casa arreglando el cuarto de su madre o leyendo a solas sus poemas de José Santos Chocano.” (Abril rojo)
Es un hombre inseguro, casi paranoico, se siente perseguido, observado, tiene pesadillas, sueña con fuego y con golpes, los fantasmas del pasado se le van apareciendo.
Liliana Costa, en su taller de lectura nos dice que: “A pesar de todos sus defectos, Chacaltana es el hilo conductor. La novela se sostiene porque él quiere seguir investigando. La energía que él centra en su trabajo, para huir de sí mismo, inunda de energía a la narración.”
¿Cómo es el estilo?
Liliana Costa hace un análisis muy preciso y clarificador: <<Predominan las frases cortas, dinámicas, directas. La brevedad de la frase aligera la narración. Acelera el ritmo.
Hay ocasiones en que la frase tiene una sola palabra, en este caso suele ser un verbo: “Succionó”. “Embistió”. “Sudaba” .
En muchos párrafos Roncagliolo inicia las frases con un verbo, sobre todo cuando narra escenas de máxima tensión. El recurso funciona muy bien, lo que interesa en ese momento es lo que hace el personaje para salir del apuro. Centrar la atención en el verbo es altamente eficaz:
“Volvió a oír el siseo afuera, en el salón. Casi por instinto, desabrochó la cartuchera y sacó el arma. Regresó a la sala apuntando hacia delante, hacia las cajas. Rastrilló, para que la bala saliese más rápido en caso de emergencia. Se dio cuenta de que su mano temblaba. Apoyó la espalda contra la pared y empezó a recorrer así el perímetro de la habitación, bordeando las cajas donde las había. Sacó su pañuelo para secarse el sudor. […]
Los verbos acentúan la acción, y al cargarse la escena de acción, aumenta el suspenso y la tensión dramática.
Otro acierto estilístico son las frases en donde se unen elementos inesperados:
-“Félix Chacaltana Saldívar recuperó su carnet y su sueño”.
-“Sólo volvió a meter la cabeza en su ventana y en su vida”.
-“Su vulva sabía a jabón y a ella”.
Y para terminar, queremos mencionar el humor, como nota constante en la novela. Este humor negro que hace risueña una historia tremenda, cruel, dolorosa y demencial.
El humor como ingrediente importante de la vida humana:
“-¿Refuerzos? Claro. También pedimos una piscina y un par de putas y aquí estamos”.
“Gringos pues, fiscal, son unos maricones todos. Chillan y chillan y no les han hecho nada. Ni siquiera llegaron a robarles porque se pusieron todos a gritar. Deberíamos exportarles delincuentes para que sepan lo que es un robo de verdad y no nos hagan perder el tiempo en cojudeces.” >> (Abril Rojo – (lilianacosta.com)
Ya estamos impacientes de conocer y charlar con Santiago Roncagliolo y de compartir con él nuestra lectura. Es el próximo sábado 8. ¡No os lo perdáis!
Los acontecimientos que se narran son los siguientes: el funcionario Félix Chacaltana Saldívar investiga un crimen sucedido en Ayacucho, en el interior del Perú, región conocida por ser origen del grupo terrorista Sendero Luminoso. El contexto en el que tiene lugar es heredero de la violencia generada en el país por el propio terrorismo y la violenta represión ejercida por las Fuerzas Armadas peruanas. La acción transcurre en el año 2000.
A lo largo de las diferentes entradas de este blog hemos conocido el contexto de violencia en el que se inscribe la novela pero, ¿cómo ha sido recibida la narración de Roncagliolo? Para algunos, los personajes del libro no son muy creíbles y no dejan vislumbrar una ideología muy concreta, sin embargo, para otros representa con bastante fidelidad el clima de terror que existió entre 1980-2000 dentro del marco de la novela negra.
¿Y qué opina el autor?
«Toda novela es un intento de darle sentido al mundo, o a un mundo […] Quizá con esta novela trataba de darle sentido precisamente a lo más difícil: al horror, a lo que queda más allá de lo explicable».
(Entrevista ficcionada a partir de las respuestas del autor en este artículo del diario El País: https://elpais.com/diario/2006/04/06/cultura/1144274406_850215.html)
Para Lucero de Vivanco (Postapocalipsis en los Andes. Violencia política y representación en la literatura peruana reciente, a08.pdf (uc.cl)), la violencia del pasado se articula en esta novela en torno a la escritura y el cuerpo: “el fiscal Chacaltana acompaña sistemáticamente su trabajo con la elaboración de oficios redactados con minuciosidad obsesiva”. Frente a este lenguaje perfecto del fiscal van apareciendo otros escritos menos cuidados que nos hacen reconocer “la violencia pasada y presente, así como la necesidad de entenderla y formularla en la escritura”.
Por otro lado, según De Vivanco está el cuerpo como alegoría de la violencia en el Perú. En el relato van apareciendo víctimas diferentes, arquetipos de sectores significativos de las sociedad. “A cada uno de esos cadáveres se le ha mutilado una extremidad para formar con ellas un nuevo cuerpo”. Todo parece formar parte de un ritual de redención y renovación, aunque según Lucero de Vivanco en Abril rojo el cuerpo “expresa no solo la violencia ejercida, sino también el lugar autoritario desde donde esta se impartió y desde donde, históricamente, se ha combatido todo intento de resistir el poder.”.
Esta representación específica de la violencia contra el cuerpo humano en la novela hay que entenderla dentro de un relato mítico peruano, el mito de Inkarrí: “ Inkarrí no es sólo una compleja metáfora que expresa la sensación de orfandad de un pueblo a la espera del retorno de su líder y el restablecimiento del orden perdido, es también la personificación de la resistencia.” (Elicenia Ramírez Vásquez: “El mito de Inkarrí: ideología y violencia en las novelas La tumba del relámpago de Manuel Scorza y Abril rojo de Santiago Roncagliolo» (mito de inkarri.pdf (univalle.edu.co)):
Según Rita Mariela Pezo Miranda, “La figura del cuerpo descuartizado como símbolo del cuerpo colectivo usada por el narrador de Abril rojo, podría ser una metáfora de la población ayacuchana” (Microsoft Word – Tesis Abril Rojo.docx (uio.no)), y la autora cita el siguiente pasaje de la novela:
“Comprendió entonces que eran los muertos quienes le vendían los periódicos, quienes conducían el transporte público, quienes fabricaban la artesanía, quienes le servían de comer. No había más habitantes que ellos en Ayacucho, incluso quienes venían de fuera morían. Sólo que eran tantos muertos que ya ninguno era capaz de reconocerse” (Abril rojo)
En medio de este caos, el fiscal Chacaltana, en su búsqueda de la transparencia y la verdad, no entiende su posición en los acontecimientos hasta que todo es descubierto, lo que para él supondrá una transvaloración personal y profesional.
Quedémonos para cerrar esta entrada con las palabras de Santiago Roncagliolo en la presentación en el Perú de la nueva edición de la novela en la editorial Seix Barral: “No sé si esta novela se podría escribir ahora en Perú. Ya hay gente que rompe los afiches en las librerías porque sale la hoz y el martillo en la reedición de Abril rojo. Contar historias es un oficio muy peligroso en el Perú.”
¿Qué pensáis? ¿Consideráis que Abril rojo sigue siendo una novela de actualidad?
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