“Mi padre no siempre se pareció a Demis Roussos. Cuando Demis Roussos era ya Demis Roussos, medio calvo, barbudo, barrigón, envuelto en anchas túnicas con bordados de colores, el escaso pelo alborotado en largas guedejas, mi padre era todavía un hombre espigado, fibroso, con aire de galán y una buena pelambrera, vestido con polos entallados que dejaban asomar el pelo del pecho. […]”
Así se inicia Derecho natural, el libro de Ignacio Martínez de Pisón, en el que a través de la familia de Ángel Ortega nos hace descubrir la España de los 70 y los 80 del siglo XX, la España de la Transición, ese período de la historia del país que va desde los años anteriores a la muerte de Franco hasta los primeros años de la democracia.
En próximas entradas nos ocuparemos más en profundidad del contexto político e histórico, acercándonos a las dos ciudades entre las que transcurre la vida de los protagonistas, Barcelona y Madrid, pero en este post queremos acompañaros en el inicio de la novela. Un comienzo, sin duda, magistral, en el que el escritor zaragozano tiene la virtud de mostrar a través de la realidad cotidiana un mundo de sentimientos, desvelando no sólo la psicología de los personajes sino la realidad social que los conforma: “Como siempre, una novela de Martínez de Pisón se apoya en un universo de referencias materiales cargadas de emotividad. […]” (José Carlos Mainer, “Familia en transición”, El País, 28 de marzo de 2017)
El prólogo de la novela nos presenta a Ángel, padre del protagonista, un hombre capaz de reinventarse con cada trabajo o con cada revés que le va dando la vida: “Ángel Ortega, padre: actor en spaghetti-westerns y en películas de miedo, guionista frustrado, agente de colocación de artistas y, aunque lo sepamos desde las primeras y maestras páginas de esta novela, imitador del cantante Demis Roussos, bajo el seudónimo delator de Big Demis.” (José Carlos Mainer, El País). En esas pocas líneas se nos cuenta el proceso taumatúrgico que hace que Ángel Ortega pase de ser un galán cinematográfico a convertirse en Big Demis, el Demis Roussos español; prodigio de conversión en el que Roussos, a su vez, deviene una especie de influencer avant la lettre de las dietas milagro con la publicación y promoción del libro Cuestión de peso, en el que narra su experiencia personal de adelgazamiento:
El crítico José Carlos Mainer es certero a la hora de definir el papel de Roussos y su influencia en la lectura de la novela: “Bajo toda la novela parece filtrarse la melodía dulzona y la voz cálida del cantante, cuyas carnes copiosas coronaban unos cabellos de nazareno y cobijaba aquella suerte de hopa de sumo sacerdote de la cursilería.”. Dejemos, pues, que la música del artista griego nos invada y “nos seduzca”:
Martínez de Pisón sitúa el despertar de la acción en el viernes 14 de junio de 1985, fecha exacta en la que el vuelo 847 de la TWA, que realiza la ruta El Cairo – San Diego, con escalas en Atenas y Roma, es secuestrado por terroristas islámicos:
“-¿Te has enterado? -dijo.
-¿De qué?
-¡Demis Roussos viajaba en el avión secuestrado!
-No sé de qué me hablas.
-¡El avión de la TWA!”
(Derecho natural)
Esta llamada de Ángel padre a Ángel hijo -en ese momento becario del departamento de Filosofía del Derecho en una universidad de Madrid- trasluce un grado de preocupación máxima por el secuestro y por el futuro del cantante. Tal es así que la liberación final produce alivio en la familia, sobre todo en el padre:
“Un nuevo mensaje de mi padre me esperaba en el contestador de casa:
– Solucionado. ¡Menos mal! -decía nada más, con un laconismo que sugería que ambos compartíamos idéntica obsesión por la suerte del cantante.”.
Además, este rocambolesco hecho dispara la carrera de Demis Roussos y, sobre todo, la de Ángel, justificando esa preocupación paradójicamente sorprendente para los lectores.
De tal modo que el gran espaldarazo para Big Demis fue su aparición, tras la historia del secuestro, en el programa de Íñigo. En ese momento en España sólo se podían ver dos cadenas de televisión, las dos en TVE (Televisión Española), la 1 y la 2, así que los programas que se emitían en las franjas de máxima audiencia tenían una repercusión de tal magnitud que podía cambiar la carrera de un artista de la noche a la mañana. En esa época, así como en el período anterior al fallecimiento de Franco, uno de los periodistas que más éxito tenía en la televisión era José María Íñigo, quien lideró programas de corte similar en los que alternaba la presentación de actuaciones musicales con las entrevistas a personajes famosos o a ciudadanos desconocidos para el gran público, pero con cosas curiosas que contar o mostrar: Directísimo, Esta noche… fiesta, Fantástico o Estudio abierto, el programa en el que apareció Big Demis. Os dejamos un enlace a uno de los programas de Fántastico, en el que a partir de 1h14’16’’ podéis ver la opinión de un ministro sobre Demis Roussos y una pequeña actuación del artista.
El fenómeno de los dobles de cantantes existió y tuvo mucho éxito en España. Martínez de Pisón tiene en esta novela la gran habilidad de aprovechar esta realidad para contarnos de manera retrospectiva la vida de una familia en unos momentos de profunda transformación de la sociedad española. Quizás la mayor virtud del escritor sea saber reflejar no solamente su propia historia sino la de hacerlo con la responsabilidad del que conoce que es un relato compartido por diferentes generaciones…
Por cierto, Big Demis exisitió, no se llamaba Ángel Ortega, sino Alberto Pérez.
Esperamos que la lectura de Derecho natural os haya atrapado y que nos enviéis vuestras primeras impresiones: ¿qué relación puede haber entre padre e hijo? ¿Os ha sorprendido algo en la historia de Demis Roussos y su éxito en España? ¿Conocéis personajes parecidos en vuestros respectivos países? Estamos deseando compartir vuestras opiniones.
Seguimos en la segunda edición del club virtual 4 Lecturas, 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas del Instituto Cervantes de Bruselas, Estambul, Tetuán y Chicago. Tras el éxito de la primera edición, dedicada a la novela negra, en esta ocasión el tema del club es la memoria del siglo XX. La novela a leer y comentar en esta ocasión es Derecho natural del escritor Ignacio Martínez de Pisón, en la que se entremezcla la comedia y el drama y nos permite asomarnos a la Barcelona de los años setenta y el Madrid de los ochenta.
Derecho natural recoge en sus páginas los tropiezos de la familia de Ángel, el protagonista, símbolo de una generación y de una España en plena transición que aún no ha terminado de despertar del franquismo. Su padre, actor de películas de serie B e imitador de Demis Roussos, tiene una irrefrenable tendencia a la huida; la madre es una mujer enamorada que, harta de creer en él, toma las riendas de su propia vida. Al tiempo que pasa de la infancia a la edad adulta, en el interior de Ángel late la imperiosa necesidad de dotar de sentido a las cosas, de encontrar un orden alejado de la inestabilidad que supone su familia. En esta reconstrucción de una época de cambios e incertidumbres, comedia y drama conviven en una intimidad inextricable que una y otra vez nos lleva de la emoción a la risa.
Ignacio Martínez de Pisón es uno de los autores más consolidados del panorama literario español contemporáneo. Además de cultivar de forma especial la novela y la narración corta, ha hecho adaptaciones para el teatro, ha escrito artículos de prensa y crítica literaria en los principales diarios españoles, ha escrito guiones cinematográficos, y varias de sus obras de narrativa han sido adaptadas al cine. Sus novelas han sido traducidas a una docena de idiomas y ha obtenido numerosos premios, entre ellos el Premio de la Crítica en 2011 y el Premio Nacional de Narrativa en 2015.
El debate sobre esta excelente novela se llevará a cabo del 28 de mayo al 17 de junio en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 18 de junio tendrá lugar el encuentro con Ignacio Martínez de Pisón en la plataforma Zoom, con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el escritor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.
En el encuentro con la escritora Karina Sainz Borgo se mencionaron muchas lecturas interesantes. Cada una de ellas puede servir a un propósito: contexto a su obra, inspiración de sus años de aprendizaje, o recomendaciones a leer y autores a seguir. Aquí os dejamos algunas de las que anotamos ¡Feliz lectura!
Ramírez, Sergio. Tongolele no sabía bailar. Barcelona: Alfaguara, 2021. 337 p.
Alarcón, Cristian. El tercer paraíso. Barcelona: Alfaguara, 2022. 264 p.
Vásquez, Juan Gabriel. El ruido de las cosas al caer. Barcelona: Alfaguara, 2011. 259 p.
Granés, Carlos. Delirio americano. Madrid: Taurus, 2022. 624 p.
Mann, Thomas. La muerte en Venecia. Barcelona: Debolsillo, 2020. 123 p.
Coetzee, J.M. Esperando los bárbaros. Barcelona: Debolsillo, 2033. 216 p.
Rulfo, Juan. Pedro Páramo. Madrid: Cátedra, 1990. 198 p.
Marcolongo, Andrea; Ucini, Andrea. El viaje de las palabras. Barcelona: Zahorí books, 56 p.
Reyes, Dolores. Cometierra. Sigilo, 2019. 173 p.
El pasado sábado 26 de marzo, la escritora Karina Sainz nos regaló una maravillosa tarde de tertulia literaria, con gran generosidad y mucho entusiasmo por la emoción con la que acoge esta escritora los encuentros con los lectores. Cincuenta asistentes disfrutamos de escuchar y conversar con Karina, tan atentos y absortos que se nos pasaron de largo las dos horas convenidas para hablar de su primera novela, La hija de la española, en el primer club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año dedicado a la memoria. Las novelas de Karina Sainz tienen mucho de periodismo, es desde esta óptica desde la que mira al mundo y, la prensa escrita, las letras que la han acompañado desde la infancia. Después, quedó deslumbrada por la literatura española del s. XX, y fueron estos autores los que la impulsaron a escribir con la fuerza que tienen hoy sus novelas. Para ella no existe el mundo sin la lectura, la arrogancia nace de las personas que no leen, que no conocen, que no quieren acercarse al otro. Para esta escritora, una persona que no lee, ya está muerta. Y así lo demuestra tanto en su primera novela como en la segunda, que nos permitió sacar a colación el artículo de ese mismo sábado por la mañana en la revista Babelia, y que define muy bien lo que nos cuenta: «‘El tercer país’, de Karina Sainz Borgo: Peligro, autor con biblioteca.»
Karina Sainz se afinca en España en 2006, en un viaje que hizo de forma inversa al que realizaron sus abuelos, exiliados republicanos, al emigrar de España a Venezuela mucho años antes. España fue, desde entonces, un tema tabú en casa, como lo fue para ella durante mucho tiempo Venezuela. Se fue de su país muy joven y muy herida, y este libro, que no cuenta su historia personal pero sí emocional, ha visto la luz cuando cree haber curado, de alguna manera, esas heridas que produce la emigración forzada, el destierro y la nostalgia. Una nostalgia definida como movimiento, acción, todo aquello que estamos dispuesto a hacer por recuperar aquello que quisimos tanto.
De la nostalgia pasamos a hablar de la memoria, un tema consciente en el s. XX, por tener muchos más elementos que antes para saber lo que se escribe. Para la autora, la memoria nos previene de incurrir en frivolidades, y de la frivolidad a la violencia hay un paso. Con admiración mencionó a otros autores latinoamericanos como Juan Gabriel Vásquez o Iwasaki, y la relación de estos autores con la memoria, una relación lúcida y civilizada. Ella, Karina, sin embargo, no consigue todavía esa relación, aún se emociona, y es por esta circunstancia que se siente más cercana a la literatura española.
Los lectores destacaron el desarraigo y la ansiedad en la lectura, el dolor y la valentía, y alguno incluso dudaba sobre cuáles eran las partes de realidad y cuáles las de ficción, incapaces de creer las atrocidades, bien conocidas por los que allí estuvieron, que ocurren como hechos reales en la novela. Varias lectoras colombianas se sintieron apeladas, recordando la emigración venezolana de los años relatados en el libro. Una democracia y un país tan fuerte, Venezuela, receptora hasta no hace tanto de emigración, y que no pudo impedir el naufragio, ¿puede volver a pasar en otros países latinoamericanos? Una lectora turca sintió muy cerca también la historia narrada en el libro, y la fragilidad de la democracia, a miles de kilómetros. Karina cree que esa fragilidad puede encontrarse en cualquier país a día de hoy, aunque, con optimismo, espera que contarlo sirva también para paliarlo.
Muy comentado también, como no podía ser de otra manera, fue el final del libro. Desde Tetuán les parecía muy cruel ese final, en Granada habrían escogido otro, y Karina confesaba que, de cualquier manera, el objetivo estaba conseguido: poner nervioso al lector en muchas de las situaciones por las que pasa la protagonista.
Junto a otras decenas de referencias literarias que nos regaló la autora durante la tertulia, Karina Sainz nos desveló una interesante teoría sobre la literatura de mujeres latinoamericanas post boom, que contribuyen a contar y a denunciar la política desde el ámbito doméstico: Isabel Allende, Laura Esquivel, Ángeles Mastretta, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor y Elena Poniatowska. Y con estas autoras, con ganas de leerlas a todas, así como de disfrutar del último libro de Karina Sainz, El tercer país, nos quedamos, con una sonrisa tan grande como la que nos regala esta periodista y escritora, compartiendo su tiempo, con una energía y una vibración que llegaron, lo sabemos, a los cuatro continentes.
“La memoria es el gran ejercicio político en el sentido amplio de la palabra. Te permite escalar las cosas. O por lo menos darles su justa medida. Está bien saber lo que vino antes de ti para que no cometas nunca la frivolidad de creer que estás inaugurando algo, que sepas que te debes a algo. La memoria supone recordar que vienes de un lugar”. (Karina Sainz Borgo, en la entrevista de Winston Manrique Sabogal para WMagazin, 4 de junio de 2019).
Estas palabras de Karina Sainz Borgo nos van acercando al encuentro con ella el próximo sábado 26 de marzo y, a la vez, nos hacen reflexionar sobre el tema principal de la nueva temporada de 4L/4C, la memoria.
En unos años en los que tenemos la impresión de que todo lo que hemos construido se desvanece, pierde sentido, desaparece, es precisamente cuando un gran número de manifestaciones artísticas y literarias concentran su mirada en la memoria: las Madres paralelas de Almodóvar, los últimos Marías (Tomas Nevyson o Así empieza lo malo, como muestra) o exposiciones como la de Anselm Kiefer en Paris, dedicada a Paul Celan -¡cuánto pesó el recuerdo sobre su vida y sus días finales frente al puente Mirabeau!-, o el Faire son temps, de la muestra de Christian Boltanski, sólo por poner algunos ejemplos, más los que cada uno de los lectores podría rastrear y citar en su entorno más cercano.
La hija de la española lo afronta desde un concepto que para la autora parece capital y que de alguna manera la define en su proceso creativo, la nostalgia: “La nostalgia es un tema recurrente. Sentimos nostalgia de lo que ya no podrá ser, de aquellas cosas que se estropearon, que caducaron. La nostalgia no es algo muy saludable, la verdad, pero a mí me alimenta y me guarece, sobre todo. Es una fuente de evocación de cosas hermosas. La nostalgia es como tener la posibilidad de resucitar a alguien…” (Karina Sainz Borgo, en la entrevista de Winston Manrique Sabogal para WMagazin, 4 de junio de 2019).
Y no es mucho desvelar que Adelaida Falcón se reconstruye, se transforma y abre un nuevo horizonte de posibilidades a través de la “resurrección” de Aurora Peralta. Sí, todos recordamos la cita de Juan Gabriel Vásquez: “Uno es del lugar donde están enterrados sus muertos”. Sin embargo, es muy sugerente contrastar las palabras del escritor colombiano con lo que nos cuenta Rosario López en su reseña del libro de Sainz Borgo para Latin America Literature Today, rememorando una idea del escritor peruano Fernando Iwasaki: uno en realidad es de donde nacen sus hijos:
“Adelaida entierra su patria con su madre, porque su madre es su patria y su tierra descuartizándose como líneas de vida en las manos. Se convierte en el escenario donde otra cosa, otra persona, sucederá. Esa persona es Aurora, su vecina. Aurora es, era, la hija de la española, una mujer de esa gente que llegó huyendo de la guerra civil española y la posguerra, gente que solo tenía una cosa para vivir: sus manos. Julia, la española, montó su negocio en La Candelaria, murió hace tiempo, y ahora Adelaida encuentra su casa abierta y a Aurora, la hija de la española, muerta, con los papeles preparados para irse a España, donde la esperan. No se sabe quién la mató, pero a Adelaida no le importa.”
Si analizamos la novela con perspectiva y distancia, podemos decir que la memoria no es únicamente la reconstrucción de los hechos del pasado, sino que se acaba convirtiendo en un hecho antropológico y social. Adelaida nos hace ir y venir al pasado idílico y al presente más terrible, idealizando el primero y denunciando y culpando al segundo por ser causante de la pérdida paradisiaca. “Sainz Borgo nos permite estar en la niña y la mujer a la vez, cuenta un relato personal y universal, de ir y venir, mantiene la tensión, calma el hambre del que lee para saber qué pasará y del que lo hace para entender qué ha pasado.” (Rosario López, reseña del libro de Sainz Borgo para Latin America Literature Today).
Además de este análisis distanciador, en el que la escritora apuesta por un sentido universalizante, buscando que el lector se vea reflejado más allá del punto de vista local, la novela no deja de ser una apuesta por describir unos hechos, unos personajes y una escenografía sin ningún tipo de ambigüedades: “La hija de la española pertenece al género de la novela testimonial –no necesariamente periodística ni autobiográfica– que obliga a un autor a narrar el miedo, el sufrimiento, la tortura, la muerte y la esperanza, acaso. Rara vez esas novelas son contemporáneas a los hechos relatados y, cuando lo son, sorprenden doblemente.”, Christopher Domínguez Michael, Letras Libres, septiembre de 2020.
Escuchemos lo que nos cuenta la autora:
Como reflexión final sobre estos apuntes dejémonos acompañar por un párrafo del libro:
“Cuando las puertas del ascensor se cerraron, me miré en el espejo. Mi aspecto era lamentable. Estaba agotada, envejecida, agria. Entre la mujer que era y la que me miraba de vuelta cruzaba una larga fila de espectros, versiones lavadas de un documento original. Había perdido mucho peso. Lucía mayor, pasada de moda, como si en lugar de venir de otro país llegara desde otro tiempo. Así debía ser el aspecto de la madre de Aurora Peralta cuando llegó a mi ciudad. Pero yo estaba viva. Ella ya no.” (La hija de la española, en un lugar en el libro que seguro que encontraréis).
“Dice la verdad
quien dice la sombra”
(Paul Celan)
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