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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

“La hija de la española”, una visión actual del mundo

Es curioso cómo la lectura de La hija de la española se hace cada día más actual en un mundo convulso e inestable para la humanidad

Twitter-karinasainz

En la novela de Karina Sainz Borgo asistimos con detalle al grado de corrupción al que conducen los ideales del chavismo: “Aunque La hija de la española posee pocas páginas, logra agrupar todos los odios, perversiones, tragedias y el deterioro de la calidad de vida de todos los seres que viven atrapados en el país. Todos estos terribles acontecimientos están condensados en apenas unos meses que es donde se ambienta la novela, mostrándolos no solo en su presente, sino también en vistazos de su pasado.” (LA HIJA DE LA ESPAÑOLA, EL DESARRAIGO ES EL PROTAGONISTA (resumiendolo.com))

Probablemente, desde la distancia a todos se nos haga difícil asumir la situación de deterioro de un país con la suficiente riqueza natural y humana como para ser uno de los más prósperos del continente americano. Sin embargo,  Karina Sainz Borgo se posiciona a través del personaje de Adelaida Falcón en la piel de una clase media venezolana que, poco a poco, fue sufriendo las consecuencias de un régimen que entre sus pretensiones estaba, paradójicamente, la búsqueda de la igualdad social. Parafraseando al Vargas Llosa de Conversación en la catedral, podemos preguntarnos ¿cuándo se comenzó a joder Venezuela?

Ya hemos visto en una entrada anterior de nuestro blog cómo se produjo la llegada del chavismo al poder y las consecuencias de la instauración del régimen del Comandante. La novela radiografía con detalle todas las perversiones a las que ha conducido un sistema de gobierno en el que sólo se atiende a la visión maniquea del conmigo o contra mí. “Es imposible saber hacia dónde evolucionarán las cosas, pero el apretado balance del chavismo […] deja en evidencia las líneas matrices de la historia venezolana de la que forma parte: el petróleo y el capitalismo rentístico que no se ha querido o podido superar”, afirmaba Tomás Straka en abril de 2019.

En estos días asistimos a una nueva vuelta de tuerca de esta idea clientelar en un país como Venezuela que sigue contando con uno de los mayores bienes del capitalismo mundial: el petróleo, la energía. En esta crisis sin precedentes que nos acecha y amenaza con hacernos desaparecer, Venezuela vuelve a acaparar los focos: las reuniones de la administración Biden y el posterior encuentro entre Delcy Rodríguez, vicepresidenta del gobierno venezolano, y el ministro de exteriores ruso nos hacen leer este libro con otras antenas, con intereses diferentes.

RUSSIAN FOREIGN AFFAIRS MINISTRY (EFE)

Vivimos momentos en los que quizás todos nos pongamos en la piel de Adelaida: “Mi obligación era sobrevivir”(p. 171). Pero para sobrevivir ya sólo nos quepa, como a la protagonista, renunciar a nuestra propia identidad, lo cual, como señala Fernando Aramburu, el autor de Patria, “parece a todas luces preferible a perder la vida”. Y Aramburu ahonda en la herida con toda la contundencia del lenguaje: “El siglo XX europeo y asiático abundó en este tipo de construcciones tiránicas de base colectivista y, consecuentemente, en cronistas que las describieron desde el conocimiento inmediato y la disidencia, casi siempre corriendo graves riesgos.”. Parece que el siglo XXI quiere hacer espejo de esta idea sólo que con el agravante de que ahora tenemos la capacidad no sólo de que el espejo salte en mil pedazos, sino de que ya no exista imagen que devolver.

https://www.zendalibros.com/fernando-aramburu-del-pais-vasco-me-lleve-dolor-la-evocacion-deseo-intervenir-la-palabra/

Asistimos a una época que reclama de nosotros pocas ambigüedades, porque entre otras cosas lo que está en juego es nuestra propia identidad, la libertad de seguir disponiendo individual y colectivamente de nuestra propia vida, de nuestros derechos y los de nuestros conciudadanos. Quizás, por eso, hoy más que nunca sea necesario atender al espíritu de Marx y no a esa versión tópica y estereotipada de un pensamiento que se hace tan actual como la relectura de sus manifestaciones. En el prólogo del libro El orden de “El Capital”, de los pensadores Luis Alegre y Carlos Fernández Liria, el también filósofo Santiago Alba Rico afirma que “si hay algo que el capitalismo convierte en imposible es precisamente el proyecto político de la Ilustración, lo que solemos expresar bajo la idea de una democracia en ‘Estado de derecho’ o bajo el imperio de la ley”. Como afirma Lucas Manuel Villasenin en la crítica del libro de Fernández Liria y Alegre, “Según los filósofos españoles,<<para Marx es imposible deducir el capitalismo de los conceptos de libertad, igualdad y propiedad>>. Los autores pretenden hacer una lectura de la obra marxiana desde un diálogo desprendido de prejuicios con el pensamiento kantiano y con el conjunto de la filosofía política de la modernidad.”.

Por todo esto, es interesante leer la novela desde diferentes perspectivas que nos permitan forjar un pensamiento crítico ante lo que leemos y ante lo que estamos viviendo:

  1. Karina Sainz Borgo hace una reclamación de los valores perdidos por la clase media venezolana con la llegada de la revolución chavista. En palabras de Carlos Pardo, en su crítica del libro para El País, la autora realiza un “análisis de la construcción del imaginario de la clase media venezolana, la compleja tensión de diversos elementos: por ejemplo, la cultura “cosmética”, el imperativo de la seducción; o el orgullo por la riquísima tradición de vanguardia literaria y artística nacional, cortada de golpe por “la revolución”.”. Para Pardo, la autora adopta un punto de vista excesivamente maniqueo: los buenos son la clase media maltratada y los malos los hijos de la revolución.
  2. En palabras de Fernando Aramburu, en su artículo de La Esfera de Papel este posicionamiento de la autora es auténtico, da cuenta de una realidad que es la que están viviendo millones de venezolanos: “Inflación desbocada, violencia en grado máximo, represión sin tregua propiciada por el Gobierno, carestía, hambre, los Motorizados de la Patria campando por sus respetos, saqueos, derrumbe del pacto social, situación calamitosa en los hospitales y más que pudiéramos enumerar dan la imagen del referido infierno y son parte fundamental de la sustancia narrativa de La hija de la española.”.
  3. Y  estas lecturas en un contexto en el que hay que atender a las perversiones ideológicas de dos sistemas de pensamiento que conviven en la profundidad de sus manifestaciones reales. Como bien refiere Lucas Manuel Villasenin comentando el libro de Liria y Alegre, “ No se trata de pensar en superar el modelo de ciudadanía, construyendo otro tipo de individuos diferentes de los que pensó la modernidad, sino que “si algún tipo de hombre nuevo debe anunciarse con el comunismo, éste no puede ser otro que el ciudadano de una sociedad republicana, el cual se define, ante todo, por la independencia civil. Se trata, ni más ni menos, del ‘hombre’ que pensó la Ilustración”.”.

Estamos seguros de que Adelaida no tuvo ni siquiera la oportunidad de reflexionar en esta complejidad, pero sin duda su vida discurrió condicionada por esta perspectiva.

Lectoras, lectores: ¿Cómo estáis leyendo la novela? ¿Os interesa el punto de vista más político o sentís más atracción por las peripecias de la protagonista? Y hay una pregunta que subyace a esta entrada sobre la que tal vez sea interesante reflexionar: ¿cuál es el grado de relación entre lo literario y lo político?

“La hija de la española”: memoria de Venezuela.

“Enterramos a mi madre con sus cosas: el vestido azul, los zapatos negros sin cuñas y las gafas multifocales. No podíamos despedirnos de otra manera. No podíamos borrar de su gesto aquellas prendas. Habría sido como devolverla incompleta a la tierra.”

Por: SEMANA

Así comienza “La hija de la española”, la novela de Karina Sainz Borgo que abre esta nueva edición de nuestro Club de lectura dedicado en esta ocasión a la memoria del siglo XX. En esta novela el recuerdo viaja hasta Venezuela: Adelaida Falcón es una maestra que muere tras muchos años de enfermedad. Su hija Adelaida, con treinta y ocho años, se encuentra sola en una ciudad, Caracas, donde reina la violencia. Días después del entierro descubre que su casa ha sido tomada por un grupo de mujeres a las órdenes de la Mariscala. Es entonces cuando llama buscando explicación y ayuda a la puerta de su vecina, Aurora Peralta, a la que todos llaman “la hija de la española” y que, desgraciadamente, también ha muerto.

La novela cuenta la historia de Adelaida, quien tras el fallecimiento de su madre se ve sola y sin pertenencias en la Venezuela chavista-madurista: “El mundo, tal y como lo conocía, había comenzado a desmoronarse”. Ella era hija única, sin familia, y se ve poco a poco hundida en una sociedad en la que se han ido acumulando toda clase de males en los veinte años de dominio político de Hugo Chávez y su heredero en el poder, Nicolás Maduro.

Escuchemos la opinión de la autora:

La novela quiere prestar testimonio del deterioro de la calidad de vida de todas las personas que viven atrapadas en la Venezuela chavista y, desde ese punto de vista, tiene un claro posicionamiento ideológico. Como se afirma en una de las frases de la obra: “la gente enfermaba y moría tan rápido como perdía el juicio”.

Según Karina Sainz Borgo, la recepción de la obra y de su contenido fue muy diferente en función de la nacionalidad de los lectores: los latinoamericanos necesitaban pocas explicaciones, entendían perfectamente lo que la novela narra; en Estados Unidos existía una curiosidad por comprender bien el fenómeno político; en Italia, los lectores se concentraron en la relación madre-hija. ¿Y en España? Para la autora, en España hay mucho escepticismo hacia lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Venezuela.

Esta paradoja se pone de manifiesto en las críticas del libro: Carlos Pardo en El País, aún incidiendo en su valía, la califica de propagandística: “Porque La hija de la española es una obra de propaganda, y la aguerrida toma de partido lastra esta interesante primera novela”. Sin embargo, para Pilar Castro, en El Cultural es “una novela que reúne documentación y rigor, no exento de emoción, sobre esa ficción que trata de un país querido y temido por cargar a cuestas con un régimen totalitario que lo ha roto.”.

En esta entrega del blog, nos gustaría que reflexionáramos precisamente sobre la recepción de la novela y de los hechos históricos que rememora. Será interesante contrastar nuestros propios puntos de vista con la autora y descubrir cómo se lee La hija de la española desde Tetuán, desde Estambul, desde Chicago o desde Bruselas. De momento, para situarnos os dejamos este breve reportaje de cómo se desarrollaron los acontecimientos (pensad en los ecos en nuestro presente):

Animaos a participar en el blog, contadnos vuestras impresiones sobre la lectura, qué os parece la novela, ¿estáis de acuerdo con la posición de Karina? Ahora sois vosotros los que tenéis la palabra.

La hija de la española, de Karina Sainz Borgo

Empezamos la primera lectura de la segunda edición del club virtual 4 Lecturas, 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas del Instituto Cervantes de Bruselas, Estambul, Tetuán y Chicago. Tras el éxito de la primera edición, dedicada a la novela negra, en esta ocasión el tema del club será la memoria del siglo XX. Esta nueva andadura la iniciamos con la escritora Karina Sainz Borgo y su aclamada novela La hija de la española, una novela que entremezcla realidad y ficción al mismo tiempo que nos cuenta una época de la Venezuela del s. XX muy reciente.

La hija de la española se desarrolla en Venezuela, es el retrato de una mujer que escapa a todos los estereotipos enfrentada a una situación extrema. Ayuda a entender el drama de una sociedad en la que el hambre desata la larga lista de odios y de miedos en el país, y el que ha hecho que la gente se descubra deseando el mal al inocente y al verdugo. Novela de carácter intimista y con una fuerza expresiva extraordinaria.

Karina Sainz Borgo nació en una Caracas de 1982, cuando todo estaba a punto de incendiarse. Abandonó su ciudad natal con veinticuatro años para viajar a España cuando la situación en Venezuela se hizo insostenible. Es escritora y periodista especializada en temas culturales en Vozpópuli.com, Zenda y Onda Cero. Ha publicado los libros de periodismo Caracas hip-hop (Caracas, 2007) y Tráfico y Guaire. El país y sus intelectuales (Caracas, 2007) y el blog Crónicas Barbitúricas, hasta 2018. Su relato Tijeras fue publicado por la prestigiosa revista Granta. En palabras de la autora: “escribir es una manera de entender lo que está ocurriendo.”. Así nos lo muestra en sus libros. Su primera novela, La hija de la española (Lumen, 2019) es un fenómeno editorial sin precedentes, aclamada por la crítica y los lectores. Traducido en veintiséis idiomas y considerado uno de los mejores libros el año por NPR (National Public Radio, servicio de radiodifusión pública de Estados Unidos) y por Time. Karina Sainz Borgo fue escogida como una de las cien personas más creativas en las revista Forbes. El Tercer País (Lumen, 2021) es su última novela. Junto a autores como Keila Vall de la Ville, Rodrigo Blanco Calderón, Michelle Roche Rodríguez o Camilo Pino, forma parte de lo que la crítica ha denominado la «literatura de la diáspora» o del «éxodo».

El debate sobre esta excelente novela se llevará a cabo del  4 al 25 de marzo en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 26 de marzo, a las 17 horas tendrá lugar el encuentro con Karina Sainz Borgo en la plataforma Zoom y con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el escritor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.

Encuentro con Eugenio Fuentes

El sábado nos reunimos con el escritor Eugenio Fuentes en el último club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año, dedicado a la novela negra. Inauguró la sesión Ana Vázquez, directora del Instituto Cervantes de Bruselas, presentando al maestro de ceremonias que nos ha acompañado a lo largo de este año, Ángel Hernando, moderador del club, que siempre acaba sorprendiendo a los escritores con sus preguntas e investigaciones. Y recordamos también, como no podía ser de otra manera, a la recién fallecida escritora Almudena Grandes, una gran pérdida como persona y para las letras españolas. 

Eugenio Fuentes comenzó desvelándonos que llegó a ser escritor, promovido básicamente por su afán por contar historias y su pasión por la lectura, que le acompañó desde bien pequeño gracias a la biblioteca del colegio de maristas donde estudiaba, y que le llevó a descubrir, a una edad quizás demasiado temprana, a Borges o Faulkner, entre otros. Con este bagaje, durante la veintena escribió varios cuentos que tuvieron gran aceptación, y así, casi jugando, y gracias al azar, decía humildemente el autor, llegó a Tusquets y a publicar con esta importante editorial la mayoría de sus novelas. Y a la novela negra, nos confesaba, llegó practicando la escritura de diálogo, prácticamente como un trabajo de estilo, pues ¿dónde hay más preguntas que en una novela negra? con la riqueza y variedad, además, de personajes y de registros claves para descifrar el misterio. 

Y sin embargo, y con tantos títulos a sus espaldas, no se siente encasillado en la novela negra, aunque no le importaría que así fuera, para él no hay diferencia entre una novela negra o una novela de amor, de hecho cree que algunos de sus títulos son más lo segundo que lo primero, tragedias familiares, dilemas éticos, ahí están las historias. En su opinión, hoy día un escritor de novela negra es capaz de escribir cualquier cosa. Con esta afirmación nos introdujo en los comienzos del género, un género que llegó tarde a la historia de la literatura, que nace con Edgar Allan Poe, y que se empieza a difundir en la segunda mitad del s. XIX, dejando aparte el componente literario para abrirse a los lectores, dejando las bibliotecas para incorporarse a los quioscos. En el s.XXI, una vez incorporado a esa historia de la literatura, el nivel literario aumenta considerablemente, y se diluyen los límites de la novela policíaca. Al preguntarle por la crítica social incluida en la novela negra, aseguraba no estar de acuerdo, de hecho, en su opinión el detective está más cerca del romanticismo que del realismo. 

Y de los tintes negros llegamos a Breda, a ese lugar inventado donde Eugenio Fuentes se siente libre, por el que entra y sale a su antojo, y en el que hace lo que quiere con sus personajes, un territorio geográfico en sus novelas, pero también moral. Precisamente de los personajes destacamos la humanidad que desprenden, y el autor confirmó que son lo que más le importan, más que la historia o la intriga, ya que para él, lo más importante es emocionar, y es a través de ellos, y de sus historias y circunstancias. que lo consigue. Si algo pusimos en común los lectores esa tarde, es el ritmo y adicción que suponen sus títulos, un artefacto mágico para olvidarse de todo lo demás, en palabras textuales de una lectora: «el libro no se me cerró». Nos encantó escuchar que Piedras negras es la continuación de su libro Si mañana muero, su sueño de escribir un libro de 1.000 páginas, «el libro que todo novelista quiere escribir», bromeaba, donde Marta Medina, era el personaje por excelencia y del que más orgulloso se siente. Desde el público también detectaron la evolución de los personajes en la novela, el mejor ejemplo, el hijo de su principal personaje, Alejandro Garcilaso.

Nos contó diferentes experiencias sobre historias y anécdotas que le llegan como escritor, y que agradece, aunque para él lo verdaderamente mágico es escuchar a alguien hablando de su oficio, de un tema que domina y comparte. Y así destacamos la variedad de temas retratados en su serie del detective Ricardo Cupido: mundo rural (esa especial ciudad de Breda), especulación urbana, reconstrucciones familiares, exilio, adicción al poder, o los bebés robados, que narraba en esta novela, y que no son solamente bebés robados, sino madres también robadas, favorecidos además por una legislación, vigente hasta 2011, en la que un bebé no era considerado persona hasta las 24 horas de su nacimiento. 

Lo que más nos sorprendió fue la confesión del autor de que escribía sin planificación, sin tener clara la estructura y los sucesos previamente, creando la novela a medida que iba escribiendo, a mano normalmente, absorto en la historia, igual que nosotros, los lectores, la vamos descubriendo. Muy interiorizado tiene que tener sus tramas e ideas viendo las relaciones implícitas en la novela, como por ejemplo la relación entre el tema principal y el trasfondo de la novela con la trágica y pintoresca muerte del personaje in media res, que destacaba una lectora: el rancio abolengo de los herederos de los crímenes iniciales. 

Lo que sí le ha preocupado mucho desde siempre es el estilo, que cuida con mimo e intensidad, tanto en su calidad de reportero como de narrador, y disfruta con la magia del lenguaje por las diferentes posibilidades y combinaciones que tiene, capaces de disparar la imaginación en el momento menos pensado. Diferentes lectores destacaron algunos guiños de la novela a Psicosis de Hitchcock, a La Regenta de Clarín, o al detective Plinio, de las novelas de García Pavón, que el autor confirmó asombrado. Y para terminar anunciamos su próximo libro, muy actual, en el que se mata y se muere por la pandemia, con un trasfondo de homenaje al personal sanitario, y que tendremos disponible ya el próximo año: Perros mirando al cielo.

La luz entre piedras, trenes y cuchillos

“Si abrís las piedras negras

brota la luz.

Si abrís la luz, brotan cuchillos

negros.” (Antonio Colinas, Toledo)

Versos de Antonio Colinas para abrir un libro, para dar luz a una creación, la de Fuentes, la de Tusquets, los libros de cubiertas negras, como las piedras del relato, que al separarlas van mostrando universos que duelen, que sangran y que en su aparecer descubren las heridas y los cuchillos que las provocan.

Carmen Isasi, Levedad que se eleva, 2019, Primer Premio de la VIII Bienal Iberoamericana de Obra Gráfica «Ciudad de Cáceres», cortesía de la autora.

Muchos son los contextos que envuelven Piedras negras. En la anterior entrada del blog caminamos por el de los niños robados, ese limbo legal que alumbra la pesquisa de Cupido:

“Había una ley del siglo XIX que no se derogó hasta marzo de 2011 y que decía literalmente que un niño no sería considerado persona jurídica hasta que no llevase 24 horas completamente desprendido del vientre materno. Era terrible, porque si alguien robaba un niño en las primeras 24 horas, como no tenía condición jurídica, todavía no había delito.” (Entrevista de Fernando Díaz de Quijano a Eugenio Fuentes en El Cultural, 2019).

Y de esta impunidad, la negrura del tiempo, ese agujero que atravesaba todo el siglo XX para imponerse como relato: el que regía las leyes y la vida de los españoles -¡hasta el 2011!-, pero también el que comunica a Marta Medina Ortiz con Ricardo Cupido a través de ese viajero inopinado llamado Alejandro Garcilaso.

Es ese condicionante temporal el que hace que aparezcan otros contextos: 60 años después, el personaje de Si mañana muero cumple, desgraciadamente, esa hipótesis, y nos sitúa en el año 2004, un año en el que en España (y en el mundo, de manera comunicante) tuvieron lugar una serie de hechos que todavía hoy muestran sus restos.

Pásalo: un atentado, un bulo, y Zuckerberg todavía no estaba allí

El 11 de marzo de 2004 se produjo un atentado terrible en unos trenes en Madrid y murió mucha gente, casi 200 personas, y hubo miles de heridos. Fue reivindicado por Al Qaeda, que llevaba ya mucho tiempo instalada en España. Muchas agencias internacionales habían avisado de la posibilidad de que pudiera suceder algo parecido. En principio, se apuntaba a ETA, incluso con declaraciones por parte del gobierno. Podría haber sido así, pero no estaba muy claro…, así que, como había elecciones generales esa misma semana, el gobierno conservador quería disimular, ya que le venía muy bien que la responsabilidad fuera de ETA. Además, había habido muchas manifestaciones contra el apoyo de España a la guerra de Irak. El gobierno tenía miedo de que se relacionaran lo ocurrido con esa participación. En contra de la postura oficial muchos medios internacionales ya estaban informando sobre la realidad de los hechos.

Documental de EL PAÍS sobre el 11-M: «Fuimos a una guerra, y aquí nos estalló»

Probablemente, el nacimiento de las redes sociales como medio de información y movilización de los ciudadanos se produjo en España tras los atentados de Madrid. Según una nota de prensa en la que la UC3M [Universidad Carlos III de Madrid] informa de la publicación de un estudio, el 11-M generó en la ciudadanía «una duda acerca de lo que cuentan los medios de comunicación tradicionales».

Ante la «incongruencia» entre lo que contaban los medios españoles y los extranjeros con respecto a los atentados, y al «desconfiar de las versiones oficiales», la gente buscó en Internet «información alternativa» en medios no tradicionales, explica la investigadora [Eva Herrero, del departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la UC3M].

Herrero dice que la respuesta a esa inquietud se tradujo en «una convocatoria mediante SMS (mensajes de texto telefónicos) para pedir explicaciones a los políticos» y que a partir de entonces la ciudadanía generó «una agenda alternativa fuera de las redacciones».

La utilización de las redes sociales por la ciudadanía, según Herrero, generó la «capacidad» de «alterar las rutinas periodísticas» tradicionales hasta el punto de que, hoy por hoy, las redes sociales son una herramienta de trabajo habitual para el 90% de los periodistas.” (noticia de la agencia EFE, del 9 de marzo de 2015, publicada en eldiario.es)

Para cuando los atentados tuvieron lugar, Facebook acababa de nacer, pero su implantación fuera de Estados Unidos todavía no se había producido.

Un giro en la trama

Cupido se tumba en la cama de su hotel -p. 153 de la edición de Tusquets de Piedras negras-, ya ha descubierto el paradero del niño desaparecido y la práctica imposibilidad de demostrar los hechos sin que Garcilaso lo reconozca. Ha dejado a Marthe en la intimidad del encuentro con  Luis Medina y mientras tanto él rememora cómo vivió los atentados de Madrid mientras en la tele todavía se emiten programas “condolientes o conspiranoides”:

“Dos meses y medio antes, él estaba en Madrid buscando a una chica que había escapado de casa, y el 11 de marzo había asistido espantado a todo lo que ocurría […] En su oficio había visto a todo tipo de gente dañina, a hombres y mujeres que mataban por celos o venganza o despecho, o para ocultar sus secretos y debilidades, o para ampliar su poder, o por un dinero que no necesitaban, por dominar los circuitos del comprar y el vender; había conocido a hombres crueles y obtusos que apaleaban a mujeres mil veces más valiosas e inteligentes que ellos, y a hombres nobles destrozados por mujeres que no los merecían. Pero la devastación que entonces vio en las pantallas superaba toda su experiencia, casi la volvía banal…” (Piedras negras, pp. 153-154).

Un párrafo lleno de la oscuridad del detective, que acaba en esa rememoración del concepto de “banalidad del mal”, acuñado por la filósofa alemana Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén, con motivo del juicio contra Adolf Eichmann por genocidio contra el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Fuentes remata “el mal tal vez fuera banal para los verdugos, pero nunca lo era para las víctimas”.

Y a la tristeza de las imágenes, Cupido une la frustración por el fracaso de la investigación: “Marthe había decidido no seguir adelante y él no era más que un detective privado.”

Pero el teléfono sueña y los caminos se amplían.

¿Qué os ha parecido este cambio en la historia? ¿Os lo esperabais? ¿Qué os parece cómo Fuentes es capaz de mantener la tensión del lector? ¿Cómo valoráis la capacidad del autor para introducir a sus personajes de manera natural en el trascurrir de los hechos históricos?

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