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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Decantando el paisaje, amasando la escritura

El 24 de mayo de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios
Foto de Iván Giménez para el periódico El País

Delta  es un relato en primera persona a través de un narrador que, a su vez, se convierte en personaje.

Comienza hablando del cambio climático, de su incidencia en general, para avanzar en el reflejo del cambio en el delta del Ebro, poco a poco vamos comprendiendo que se mueve en el diálogo que se da entre lo local y lo global.

Desde su atalaya en el parque, y con la larga experiencia en la literatura de viajes, Gabi Martínez muestra la crítica contra la gestión de la administración (lenta, burocrática, con intereses solapados), las intervenciones de los grupos ambientalistas -desde perspectivas “sentimentales”, ajenas a los juegos concertados entre hombres y naturaleza, sus ciclos, etc.-, la desconfianza ante pescadores, cazadores o exploradores vinculados al cultivo del arroz o hacia los propietarios de los humedales que provocan reticencias de clase y a los que los locales se refieren llamándoles “amos” o “señores”. Es curioso señalar que el término de comparación entre buena y mala gestión es la Camarga, en el sur de Francia.

“En cualquier caso, el delta es una confluencia, de modo que los cruces y las paradojas abundan. Un sitio donde el tres y el cuatro se mezclan como las tiendas de los surfistas con las barracas, los toros con las anguilas, y donde ecologistas, pescadores o cazadores disfrutan el entorno de formas muy distintas. […] Morir, renacer. Andar. Nadar. Volar. Ir en bicicleta, también.” (Delta)

Para comprender todas sus contradicciones lo mejor es conocer su historia:

La narración en primera persona se inicia cuando Gabi recibe de Mateo Gallard (el heredero de Buda) la llave para instalarse allí durante un año “para intentar el retrato de la vida en este límite”. Poco más adelante vamos a descubrir que el choque entre el espacio deltaico y el avance del mar tiene su correspondencia en el espacio social: la Administración, el ente polifacético que acabará expropiando los arrozales a los buderos, territorios que pasarán a formar parte del espacio del flamantemente declarado Parque Natural, va conformando la orografía de lo que siempre pudo ser de otra manera.

En Delta, el paisaje es ontológico, crea el ser a través de todo lo que vemos, mediante lo que aparece, es lo inesperado, el acontecimiento en su puro azar. Estamos en un libro donde lo espacial adquiere tal protagonismo que nos hace recordar en algunos pasajes a aquellas películas de Wim Wenders en las que el director alemán distingue entre imágenes e historias: “según Wenders, la belleza de tales imágenes o espacios consiste precisamente en su aislamiento, en su condición singular y separada que les confiere valor por sí mismos, en una extraña intuición que podríamos llamar carencia de sentido.” (José Luis PARDO, Sobre los espacios, pintar, escribir, pensar).

La lectura, por tanto, discurre entre aparentes contradicciones y un sentido que se compone por múltiples hilos que como los sedimentos que desaparecen van tejiendo la trama a lo largo de los capítulos (aunque en no pocas ocasiones sea al bies). Parece como si necesitáramos un mapa de conjunto, sobrevolar toda la extensión del delta, cartografiar el territorio geográfico y el humano, por eso puede ser fructífero reflexionar sobre la estructura y la división de los capítulos:

D

Umbral del libro: delta, la cuarta letra del alfabeto griego “en la que pensó Heródoto al contemplar el triángulo arqueado que formaba la desembocadura del Nilo. Además de pensarla, la escribió, D, y, sin saberlo, legó la imagen y el nombre a la posteridad” (Delta).

El delta del Nilo

Agua dulce

Se divide en Sedimentos y Flamencos. En la primera parte aparecen ya algunos de los personajes que habitan el parque, en especial Simona, con todo el peso que posee, a la vez que se describe la situación de peligro en la que se encuentra el delta: “Los estratos sociales se mezclan más que los sedimentos a nuestros pies”. En Flamencos, se contrapone el papel de la Administración y la gestión y la filosofía de Mateo con respecto al parque. Allí aparecen las ecologistas urbanitas y los ecologistas bien considerados.

El Delta del Ebro registra el mayor número de crías de su historia. Getty Images

Agua salada

Mediterráneo. Sal. Anguila. El mar crece, avanza. Conocemos a dos personajes claves en la vida de Mateo: Natalia, su hija, el marido, Artur, y Karen, la nueva pareja de Mateo. “Un delta no es más que un lugar donde algo llega y lo demás empieza”.

En Sal se muestra el temor de Mateo a la expropiación. La presencia del agua salada cambia la denominación y la consideración.

Anguila: Dylan, el único con permiso para pescarla y su relación conflictiva con Simona. La anguila frente a las plagas de los cangrejos azules y los caracoles manzana.

Viento

Fuerza y constancia. Gloria. Arena. El primero nos muestra a un Mateo entregado a su territorio y con la fuerza y capacidad para diversificar, encontrar intereses múltiples que le permitan la supervivencia.

Gloria es el nombre del desastre en forma de borrasca que preveía Mateo y que anticipa lo que puede ser el futuro y la desaparición del delta, es la constatación del cambio climático.

Arena: la de la playa, la de los toros bravos de Pablo. Es el lugar de enfrentamiento de Simona y Gabi.

Tierra

Incierta. Arroz. La defensa del espacio

Incierta es la cosecha del arroz, la historia de Karen, la supervivencia de mosquitos, libélulas y arañas con la pulverización química, incierta es la política agraria.

Arroz: la arbitrariedad de la administración y la prohibición de la caza (aunque se mantenga de manera furtiva).

La defensa del espacio: el que defiende Simona ante la entrada de Luzia para avistar aves. El de Ricardo, que defiende mejor su extensión reducida -en comparación con el delta- por la cercanía a la ciudad y por las maneras de hacerlo. Los animalistas y la percepción sesgada sobre los toros bravos.

Antes de que las dificultades acucien a Gabi en la Casa de la Pantena, comprobad todo lo que un ecosistema como el del delta del Ebro promete:

Luz

Apagón. Faros. Nocturna. En Apagón es Pablo quien tiene un percance grave con los toros bravos por desatención y olvido de las enseñanzas. El riesgo de una muerte siempre presente ante los animales.

Faros: “son luces contra la muerte, y el delta del Ebro tuvo tres. Alguien dijo que durante un tiempo contribuyeron a los naufragios despistando a los capitanes que no sabían muy bien si navegaban las inmediaciones del faro de Buda, el de la Banya o el Fangar y erraban la maniobra enviando a sus barcos al fango”.

Nocturna: Quim, Artur y Dylan vienen a pescar de noche mientras Gabi participa de la cena. Simona también aparece.

Voz

Seca. De autoridad. Coro. Siñors, moros, ebrencs

Seca: “Vine aquí para escribir sobre un delta y he encontrado una turbiedad inesperada, más pringosa de lo habitual”.

De autoridad: es el dilema de contar todo o no, aunque las infracciones no sean graves. Ser fiel a su padre y a la literatura.

Coro: cena en Buda, la cocina del jabalí por el padre de Artur, Mateo como el payaso anfitrión de la gran fiesta. Reflexiones sobre la nueva biblioteca de Alejandría.

Siñors, moros, ebrencs: la jornada de caza con reminiscencias de Los santos inocentes. Los siñors invitados por Mateo todavía mandan mucho, aunque no es lo mismo un siñor del delta que uno de Barcelona. El pasado del franquismo y su imposición sobre el territorio, la memoria que no se puede borrar. La resistencia de los agricultores frente a los quieren echar de su tierra a la gente que vivía allí.

Quizás la Ariadna que nos guíe con su hilo en este laberinto que hemos intentado dibujar esté en las palabras del filósofo francés Michel Foucault quien en Las palabras y las cosas afirmaba: “Por bien que se diga lo que se ha visto, lo visto no reside jamás en lo que se dice, y por muy bien que se quiera hacer ver, por medio de imágenes, de metáforas, de comparaciones  lo que se está diciendo, el lugar en el que ellas resplandecen no es el que despliega la vista, sino el que definen las sucesiones de la sintaxis.”

¿Paisaje o escritura?, lectores/as.

Literatura y paisaje: del Ebro al Tigre

El 21 de mayo de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

En matemática, la d mayúscula significa “cambio”. D. En él está inmersa la desembocadura del Ebro. El espacio que hasta hace poco fue signo de fertilidad hoy lo es de límite y un cierto peligro.

Gabi Martínez decide aceptar el riesgo e irse a escribir a D, al delta del Ebro, a la última casa de Buda, la última casa del lugar y la primera que el mar se tragará como consecuencia del cambio climático y la subida del nivel del mar:

El proyecto narrativo del escritor catalán era una fórmula aparentemente original, pero que forma parte de toda una tradición literaria en la que podemos rastrear características y elementos que se manifiestan también en la novela de Martínez.

Como bien analiza el escritor y periodista Jacinto Antón en su reseña del libro para el diario El País, el autor “cose y atraviesa con un sentido extraordinario de comunión con la naturaleza y un conmovedor aliento poético a lo Annie Dillard (“sopla un viento tónico que dispara a las garzas imperiales como flechas y trae el rumor de un tractor que rotura los cuadros”). Una fuerza que no se detiene únicamente en la poesía sino que dialoga desde la profundidad de la crítica ecológica con “la voz de clásicos de las ciencias naturales y el viaje como Rachel Carson y Wilfred Thesiger, o Vaughan Cornish, que creó la ciencia de las olas”. (Jacinto ANTÓN, «Gabi Martínez, Delta Force de la literatura de naturaleza», El País, 5 de octubre de 2023).

La apelación al propio concepto liternatura, del que hablábamos en nuestra anterior entrada al blog, le permite citar toda una cohorte de autores para hacerse acompañar en este itinerario novedoso: “En España, filósofos como Jorge Riechmann, Marta Tafalla o Santiago Beruete han mantenido esa literatura, además del incombustible Joaquín Araújo, Elvira Valgañón, Mercè Ibarz, Alejandro López Andrada, Julio Llamazares, Yayo Herrero desde la antropología o el estupendo ornitólogo Antonio Sandoval… de todas formas, son pocos y la mayoría escasamente conocidos, pese a la calidad de muchas de sus propuestas.” (Ricardo IVÁN PAREDES, «Gabi Martínez: Uno de los grandes retos de la ‘liternatura’ es estimular el diálogo entre ciencia y humanidades», Pliego suelto, 5 de noviembre de 2023).

En este artículo, Gabi Martínez nos remite a un género vivo que no se detiene únicamente en nombres consagrados, sino que hay pistas claras sobre una nueva forma de narrar que poco a poco se va manifestando e imponiendo: ahí están los ejemplos de Jordi Ballart (Liternatura | La voz del agua (cadenaser.com)) o de Irene Solà con su Canto yo y la montaña baila. Pero es una literatura que no se queda en el territorio español, se manifiesta con fuerza en la literatura latinoamericana actual: “Juan Cárdenas en Colombia ha escrito páginas memorables, Sara Jaramillo sí ha tocado muy bien el agua, Natalia García Freire en Ecuador, Joseph Zárate en Perú, en México y Argentina hay cada vez más nutridos grupos de autores que abordan la liternatura desde diversos y muy originales ángulos… aunque un paso urgente y necesario es dar voz, visibilidad, a muchos autores indígenas, que conocen como pocos el espíritu de los lugares rurales y salvajes pero continúan aplastados por la mercadotecnia, por las jerarquías culturales, tan metropolitanas.”

Si, por otro lado, nos quedáramos únicamente en la literatura del Delta, es interesante viajar al delta del Tigre, en Argentina. Hay muchos autores que trasladaron su literatura a este lugar geográfico e incluso hoy hay un Paseo de Escritores en el que se propone recorrer el sitio de la mano de los libros que se inspiraron en él. Gabi Martínez cita en su novela una de las obras míticas, la renombrada Sudeste, de Haroldo Conti: “La naturaleza indómita de espaldas a la gran ciudad, la modestia de los pobladores, su soledad honda, los remos hundiéndose en el agua, la marea apacible pero incesante; todo se hace visible una vez que el escritor, desaparecido en 1976 por la dictadura militar, lo traduce en su obra.”

Las palabras de Mónica Ávila van guiando este paseo por el delta:  «Creo que el río más allá de la belleza de sus paisajes evoca estas cuestiones que tienen que ver con la esencia y el mudar, con lo que flota y lo que se oculta, con el tiempo de la naturaleza y el del ser humano. Todo esto sin olvidar que el Delta ha sido un territorio atravesado por diferentes situaciones sociales e históricas: la inmigración y el trabajo para la producción, la zona como escondite de la delincuencia o el refugio de gays y perseguidos políticos». Mónica, además de iluminar con su voz el camino es también coordinadora de las actividades literarias de la Subsecretaría de Cultura del Municipio de Tigre.

Francisco Sarmiento vio el potencial de la zona y lo plasmó en El carapachay o el desaparecido Rodolfo Walsh nos dejó Claroscuro del Delta. El escritor tenía una casa en el margen del río Carapachay, se llamaba Edén, y es que allí cada casa tiene un nombre, nombres que son como el destino.

Asimismo, hay voces jóvenes, como las de Claudia Aboaf y Débora Mundani: “En El Rey del Agua, la segunda novela de Aboaf, dos hermanas exploran un futuro cercano y enrarecido por la escasez del agua en un reino emplazado en Tigre. Ambas son también protagonistas de su primera novela Pichonas, solo que esta vez la historia va de la intimidad de su vínculo a la política.”. Es un escenario que le entra por los ojos y le inunda el pensamiento. Mundani es capaz de entrelazar la vida del delta con el proceso de escritura en El río: “En una prosa simple que se vuelve poesía, Horacio recorre riachos para cumplir el último deseo de su mamá muerta y, sin saberlo, encuentra su identidad en ese desafío. Cada personaje parece estar tramado a partir del territorio que lo rodea.” (Verónica BOIX, «Literatura y paisaje: escribir en el Delta», La Nación, 19 de agosto de 2018).

Pero hay un paso más en lo que representa el Delta, es el refugio ideal de poetas contra el caos del mundo. Así al menos lo cuenta Diana Bellesi en el documental El jardín secreto:

Es un Delta que ha dado para mucha literatura: por aquí también pasaron Roberto Arlt (Aguafuertes: Los problemas del Delta y otras aguafuertes,1941) o el Delta Panorámico de Marcelo Cohen (Los acuáticos, Historias del Delta panorámico, 2001), un límite en el que para poder entrar en el Delta sólo había que tener un cerebro.

Quedémonos en el Delta de Gabi Martínez porque  «Hay toda una movida en el Delta. Gente que busca un tiempo distinto, que las cosas transcurran de otro modo y esto es propio de los poetas.»

Es esa otra forma de pensar con la quizá tengamos que vernos en el Ebro. Y vosotros, lectoras y lectores, ¿en qué lugar del cauce os encontráis?

Delta: entrada en la «liternatura»

El 16 de mayo de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

«Esta noche dormiré solo en Buda, aunque hubo un tiempo en el que hasta setenta familias compartieron la isla. El agua lame suave la arena del puntiagudo saliente del delta, a unos doscientos metros de La Casa de La Pantena donde me acabo de instalar. El rumor tierno del mar se expande por las lagunas y las hectáreas de arrozales que habitan ranas, siluros como delfines, mosquitos o garcetas bueyeras, en un espectáculo biodiverso que no va a durar, porque aquí todos saben que ese agradable murmullo preludia los bramidos que pronto proyectará el mar antes de inundar un nuevo fragmento de costa. El apacible rumor se vive como una tregua, quizá la última para La Pantena. Las borrascas, además de destruir barras de arena y malecones construidos con urgencia, están engullendo costa de ciento cincuenta en ciento cincuenta metros así que, ateniéndonos al patrón, La Pantena está a tres borrascas de convertirse en reliquia submarina. Se trata de una espera que algunos califican como tensa‘ y, en cualquier caso, tiene un epílogo inexorablemente natural: la inundación».

(Delta)

En el arranque de la novela Gabi Martínez nos emplaza a acompañarlo en esta experiencia de vida en el Delta. Una presentación del espacio que se dispone a habitar con ciertos matices apocalípticos. La Casa de la Pantena es un lugar que existe, pero que dejará de ser, desaparecerá. Sólo nos queda dar fe de la defunción, esperar la llegada de la inundación. Y en esa ingrata tarea nos unimos al escritor.

Aunque el compromiso con la propuesta sea leal, los lectores buscan encontrar su lugar en el relato de Martínez, vacilan en el punto de vista desde el que enfocarlo, dudan en si aquello que comienza narrándose como una reflexión sobre la desaparición de un ecosistema, sobre las consecuencias aparentemente inevitables del cambio climático, no es en realidad un libro de viajes, un nuevo hito de la larga carrera del autor en ese género. Hay momentos en los que el aspecto teórico, ensayístico, quisiera imponerse; otros en los que lo autobiográfico decide tomar la delantera. Sin embargo, más allá de todos esos hilos hay una luz hacia la que se dirigen nuestras miradas: la vida de los habitantes del delta, en esos instantes  la narración es más ficción que nunca, allí lo que nos atañe son las emociones, los sentimientos, los matices y contradicciones de cada uno de esos individuos, momentos en los que parece que estamos ante un verdadero protagonista, Mateo Gallart, propietario de la finca y defensor a ultranza de la supervivencia del enclave además de ser el anfitrión del autor y el eje que parece vertebrarlo todo:

«Gabi Martínez ya estaba buscando ese territorio al límite de la extinción tras la tormenta Gloria. El Delta lo eligió a él, o quizá fue un flechazo entre ambos. Primero encontró al propietario que en el libro ha bautizado como Mateo Gallart, emprendedor y arrocero que no ha dejado de luchar y de dar la voz de alarma. Él es el protagonista alrededor de quien gira todo el ensayo. Fue él quien le prestó por unos meses La Pantena, su casa en la Isla de Buda, y cuando Martínez ganó una beca recién creada, Gallart le propuso ampliar su estancia a un año para poder experimentar todas las estaciones y tener tiempo para narrar de manera coral un final anunciado desde que alguien dijo: «Los ebrencs serán los primeros refugiados climáticos de España«» (Delta o escribir para aprender a extinguirnos mejor, Chus GARCÍA, Revista Mercurio, 25 de octubre de 2023).

Gabi Martínez / IVAN GIMÉNEZ (El Periódico)

¿Por qué tantos cuestionamientos, tantas reticencias a iniciar este viaje? ¿Quizás porque las aguas son pantanosas, porque los mosquitos se adhieren a la comida de nuestra mesa, porque el olor a cieno se desprende del túnel de las libélulas, porque las tormentas no sólo nos borran del mapa sino que deshacen el territorio? ¿Quizás porque tras el carácter y el comportamiento de Mateo, de Dylan, de Karen, de Artur, de Pablo, de Simona, de Quim, de Gabi hay sentimientos que nos incomodan? ¿O será porque las garzas, los comoranes, los moritos, los cangrejos azules, las lubinas, los patos, los flamencos o las arañas conviven en frágil armonía con el arroz, los juncos, los carrizos, y, sobre todo, con “el vegetal estrella”, la enea, que aquí se conoce como bova, y que está a punto de desaparecer?

La respuesta la tiene el autor: Gabi Martínez despliega en su forma de narrar un tipo de género que no se deja atrapar del todo, algo de lo que da cuenta bajo el neologismo de liternatura, “narraciones que exploran la condición humana y de la naturaleza como una sola que funde lo científico y lo literario” (Winston MANRIQUE SABOGAL, Entrevista a Gabi Martínez en WMagazín, 6 de diciembre de 2023):

La liternatura, ha dicho Martínez, es “buscar el punto de vista que te permita acercarte al mirlo no solo desde la ciencia. Se trata de fundir la mirada científica con la literaria. Se trata de dar una dimensión protagonista a los pájaros y demás seres de la naturaleza y hacer tan interesante el relato como para conquistar a un lector que quiera leer ese libro” (Winston MANRIQUE SABOGAL, Entrevista a Gabi Martínez en WMagazín, 6 de diciembre de 2023).

El 16 de marzo de 2024 Gabi Martínez firmaba un estupendo artículo en el diario El País en el que recomendaba nuevas publicaciones en torno a la liternatura procedentes tanto de España como de Latinoamérica aprovechando el centenario del clásico La vorágine, del escritor colombiano José Eustasio Rivera. Las múltiples manifestaciones -crónicas, ensayos, novelas, …- referenciadas no agotaban el concepto. Además, le servía para reivindicar la acuñación del término junto a la periodista Emma Quadrada, una necesidad lingüística en el ámbito de lo español -afirmaban- donde nos era tan difícil salir del anglicismo nature writing para aludir a este tipo de libros: «Hoy, a su alrededor crecen festivales internacionales, clubes de lectura, residencias literarias, secciones en librerías y bibliotecas, editoriales… y, junto a las personas que se vinculan, nos preguntamos ¿por qué países con impresionantes espacios naturales no han generado una sólida liternatura?» (Gabi MARTÍNEZ, «Liternatura: algo más que animalitos«, El País, 16 de marzo de 2024). Seguro que se os ocurren múltiples razones, pero no os perdáis las que nos va dando el autor en este sugerente texto.

‘Untitled (from the Deserto-Modelo series)’, 2020, obra de Lucas Arruda.

Esperamos que estéis ya instalados en la lectura y atrapados por la liternatura. Anhelamos vuestros comentarios.

Delta, de Gabi Martínez

El 12 de mayo de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

Iniciamos el debate de Delta, de Gabi Martínez, segunda de las lecturas de 2024 de la cuarta temporada de la actividad compartida 4 Lecturas 4 Continentes, el club de lectura virtual organizado desde las bibliotecas de los Institutos Cervantes de Chicago, Tetuán, Bruselas y Estambul. Recordamos que el programa de este año agrupa cuatro obras que tratan sobre literatura y naturaleza. Tras la deliciosa sesión compartida con Julio Llamazares y La lluvia amarilla, viajamos desde la desaparecida Ainielle a los terrenos pantanosos del delta del Ebro.

El delta del Ebro es un lugar en el que vivir al límite es más que una frase hecha. El cambio climático está acelerando la pérdida de tierra frente al avance del mar y bajo un paisaje en rápida transformación laten las tensiones mantenidas desde hace años entre las administraciones, vecinos, turistas, ecologistas, cazadores y pescadores. En esta convivencia sostenida en equilibrio, el tiempo se convierte en enemigo. Allí, en la última casa antes del mar, se instala durante un año el escritor Gabi Martínez con el objetivo de dar testimonio no sólo de una biodiversidad vibrante y espectacular, sino también de los esfuerzos del hombre y de la naturaleza por recuperar un espacio común ante un futuro cada vez más incierto.

Gabi Martínez (Barcelona, 1971) es escritor y periodista, considerado uno de los representantes españoles de la literatura de viajes. También vinculado al nature writing es director e impulsor del Festival Liternatura. Su obra ha sido publicada en diez lenguas y recibido reconocimientos internacionales. Es autor de diversos libros de viajes como Solo marroquíSudd o Los mares de Wang. En 2020 publica Un cambio de verdad en el que narra su experiencia como aprendiz de pastor en la Siberia Extremeña.

El debate sobre Delta se lleva a cabo del 11 de mayo al 1 de junio en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 1 de junio tendrá lugar el encuentro con Gabi Martínez en la plataforma Zoom, con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el autor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.

Y mientras la lectura comienza y enviáis vuestras primeras impresiones os dejamos esta videopresentación:

Encuentro con Julio Llamazares

«La memoria histórica de un país es su literatura».
Julio Llamazares, sábado de 9 de noviembre, en el club de lectura de su obra La lluvia amarilla.

El sábado 9 de noviembre nos encontrábamos más de cincuenta lectores para disfrutar una tarde de literatura desde cuatro continentes, de la mano del gran escritor Julio Llamazares, conducido por nuestro experto en literatura Ángel Hernando. Comentamos una obra de referencia en la literatura española, La lluvia amarilla, en el primer título del club «4 Lecturas 4 Continentes» de este año 2024, con el que comenzamos nuestro ciclo de Literatura y naturaleza.

Julio Llamazares comenzó contándonos sus pasos como lector en una casa de un pueblo en el que apenas había libros, su afición por los libros nada tiene que ver con un ambiente letrado, sino con una inquietud. Los pocos libros que leía los recuerda del colegio de curas al que fue en Madrid, años más tarde, en el que escogía la biblioteca y la lectura a las clases de educación física. Algunos de los títulos que más le influyeron por entonces fue Campos de Castilla, de Antonio Machado. Nos confesaba aquella tarde, con una lucidez y desenvoltura envidiable, que para él ser escritor era una forma de estar en el mundo, de relacionarse con él. Desde siempre ha huido de las clases de literatura, quizás por eso escogió estudiar Derecho, lo contrario a la imaginación, algo que el autor piensa que quien lo tiene lo mantiene, y que sin embargo las leyes te ayudan a estructurar los conceptos, la mente. 

Julio Llamazares durante el encuentro por videoconferencia el sábado 9 de marzo.

Para Julio lo que diferencia la literatura de la escritura es la poesía, la música de las palabras, si en un libro no hay esa magia, para él, no es literatura. Comparaba desde esos primeros momentos del encuentro la buena literatura con los ríos que van puliendo y erosionando las piedras, como el pulido de las palabras consiguen la magia de la poesía, de la literatura, y las imágenes en el lector. La segunda comparación con la naturaleza nos la hizo con su primera novela, Tierra de lobos, basada en historias que había escuchado en su pueblo leonés a lo largo de su infancia, historias que cada uno contaba de una manera, y que, como cuando metes la mano en una cesta de cerezas, vas sacando, puliendo e inventando posibilidades para la historia que al final el escritor escoge y decide crear. Esta novela fue llevada al cine en 1987, y del lenguaje cinematográfico el autor nos comentó que cree que es diferente al de la literatura, siendo el director de la película el que pone los adjetivos en esa faceta. Todo lo que ha hecho en el cine, los guiones o adaptaciones de sus libros, no han sido nunca junto a los directores.

De su faceta como autor de libros de viajes el autor destacó que lo que le gusta de escribir este tipo de libros es que le permite viajar tres veces, la del descubrimiento, la del recuerdo y por último, plasmar aquello en un texto para otros lectores. Destacamos algunos libros, como El río del olvido, un libro que ha supuesto grandes rutas para senderistas lectores; Tras los montes, un gran fado, por la pasión que siente por Portugal, o Rosas de piedra y Rosas del sur, que surge de la fascinación que siempre tiene al entrar en una catedral y en su inmensidad. Todos los grandes libros fundacionales de la literatura han sido de viajes, como La BibliaLa Odisea o Los viajes de Marco Polo, decía. Para Julio Llamazares, que ha escrito poesía, novela, guiones cinematográficos y libros de viaje, los géneros literarios son como los aperos de labranza, cada uno sirve para un objetivo diferente. Su último libro, Vagalume (vagar por las llamas) es su gran novela de reflexión sobre su oficio de escribir o más bien su necesidad de escribir, y los vasos comunicantes entre escritura y realidad.

El primer lector que levantó la mano destacó los fantasmas del protagonista, a lo que Julio contestaba hablándonos de los monstruos que produce la soledad, y también de los fantasmas diarios a los que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana, con los que hablamos continuamente, los fantasmas forman parte de la vida, ¡continuamente encontramos gente hablando sola por la calle! Otra lectora destacó la fuerte carga emocional de la novela, y que la única forma de llevar al cine la novela sería de la mano del director Víctor Erice, una idea con lo que Julio Llamazares estuvo muy de acuerdo. Al teatro sí se ha llevado esta novela, en diferentes ocasiones, y actualmente está de gira por España. También se hizo una adaptación al ballet. Recientemente se ha publicado una edición no venal de la versión ilustrada de Antonio Santos. Al cine, en efecto, no se ha llevado todavía, y el autor prefiere que no se lleve, temiendo que no se haga justicia a esas imágenes y sentimientos que produce la novela en el lector. 

El tercer lector le preguntó directamente si él era el protagonista, y Julio no tardó un segundo en decir que sí, que él mismo estaba en todos los personajes, aunque los autores tienden a pronunciarse más en los protagonistas, y por eso, nos decía, a veces el autor protagonista es el menos creíble de todos. En respuesta a otra pregunta, y al hilo de este tema, nos confesó que empezó escribiendo la novela con una mujer como protagonista, acorde a una historia real de un pueblo abandonado de Guadalajara, donde se encontró a una señora que vivía sola desde hacía varios años en la situación que se cuenta en la novela, pero al llegar a las cincuenta páginas, cambió al personaje masculino por la dificultad de meterse en la piel de uno femenino para tratar temas vitales tan profundos. Del protagonista, Andrés, seguimos hablando después, de su representación del duelo y el desarraigo, y de la falta de empatía que produce, donde Julio nos explicaba la importancia de la tradición en la novela, del hereu (el heredero), y la pertenencia a la casa y a la herencia, costumbres heredadas de la Corona de Aragón, la responsabilidad de los hijos con sus orígenes y con la familia, costumbres que a día de hoy se mantienen en algunos sitios, aunque sea en el imaginario rural. Nos habló también de la certeza de la juventud frente a las dudas de la gente mayor, y que quizás eso pudiera explicar también el comportamiento de este señor, que vive en un mundo en el que nada es sólido. 

Y es que al argumento es lúgubre, triste, duro, y sin embargo el estilo es lírico, una epopeya a la España vacía, comentaba otro lector, que descubrió la escasez de adjetivos al principio de la novela, que van creciendo a lo largo del texto, al tiempo que los participios disminuyen. Julio, asombrado, reconoció que siempre habían sido los lectores y críticos los que mejor habían conocido su obra. Él escribe desde la emoción, la que le produce entrar en un pueblo abandonado. Entre el público siguieron indagando, ¿cómo escribe esta novela y toda esa emoción con apenas treinta años? Contestó diciendo que los temas son siempre los mismos, y el argumento de la vida también, la búsqueda de la felicidad. Y los libros son espejos, deformados, en los que nos reflejamos, si te interpela, es que lo llevas dentro. Y por eso, el final, nos decía Julio, el final de esta novela también es abierto.

Otros lectores destacaron el tiempo en la obra, las imágenes, las metáforas, los colores…. a lo que el autor contestó con el propósito real de la novela, contar aquello que dicen que pasa por tu mente un segundo justo antes de la muerte, toda tu vida. La novela empieza en futuro y acaba en pasado, y el tiempo, en la vida y en la literatura, ya sabemos que es fundamental. La lluvia amarilla nos habla de hojas de otoño, del paso del tiempo, de la locura, elementos que todos llevamos dentro, y en último término de la muerte, pues ¿qué es la muerte sin la vida? Aquella tarde reímos y disfrutamos mucho con Julio Llamazares, de su prosa lírica escrita y también hablada, de sus recuerdos, y de su sinceridad y apertura a un nutrido grupo de lectores, apasionados y felices de compartir con él grandes obras literarias que han marcado la historia de la literatura española del s. XX, como la que nos ocupaba.

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