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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Los niños perdidos del franquismo

“<<Querida nieta: […]

Quiero que vayas a España a buscar a mi hijo. […] Fue fruto del amor, pero lo perdí. Me lo quitó la guerra y ya no tuve ni el coraje ni las fuerzas suficientes para retenerlo conmigo. […]>>”.

Este fragmento de la carta que Marta Medina Sanz deja en herencia a Marthe, su nieta, a su fallecimiento es el detonante desde el que arranca Piedras negras. Los hechos quedan claros algunas páginas más adelante:

 “El 5 de febrero de 1938, Marta Medina Ortiz dio a luz a un bebé -ni siquiera le dejaron comprobar si fue niño o niña- en el entonces hospital militar de Ciempozuelos. Fue atendida por un médico, una comadrona y una enfermera de Falange que desde meses antes había controlado su embarazo y que, posiblemente, había avisado a los futuros padres adoptivos. De ninguno de los tres se sabía el nombre y, por otro lado, era muy probable que hubieran muerto.” (Piedras negras, pp. 44-45 de la edición de Tusquets).

Foto del 6 de agosto de 1940. Imagen del Auxilio Social.
En la foto, habitación de uno de los centros de maternidad. © Efe

Ricardo Cupido anota concienzudamente en su cuaderno nuevo -abierto para este caso- los hechos que provocan la investigación. Su objetivo es descubrir quién es este bebé arrebatado a Marta, al que su nieta Marthe quiere encontrar por encargo póstumo de su abuela, simplemente para saber que existe, que Marta no está loca y, en caso afirmativo, pedirle perdón por haberlo abandonado.

Aunque Eugenio Fuentes afirma que este no es el nudo central de la novela, quizás sea interesante documentar para los lectores qué ocurría en esa España de posguerra, por qué había una especie de estrategia, que casi podríamos llamar ideológica, para obligar a algunas mujeres a dar a sus hijos en adopción.

La página de Amnistía Internacional deja constancia de lo que ocurría:

“ El término “bebés robados” engloba a los miles de niños y niñas, hoy adultas, que podrían haber sido víctimas de apropiación, desaparición forzada y/o sustitución de su identidad en España desde el final de la guerra civil hasta mediados de la década de los noventa del siglo XX. La sustracción ilegal de menores, cuyo contexto de ideología de género franquista y control sobre la mujer merece atención especial, tuvo múltiples escenarios: centros penitenciarios, hospitales, maternidades y centros de beneficiencia gestionados por congregaciones religiosas sin adecuada supervisión del Estado. E incluso desborda el ámbito español en algunos casos de personas que sospechan haber sido sustraídas aquí para ser entregadas a familias de países latinoamericanos como México o Chile.” (artículo de Manu Mediavilla, “Sustracciones ilegales de bebés en España”, Sustracciones ilegales de bebés en España durante franquismo y democracia (amnesty.org))

En este vídeo podemos comprobar el testimonio de una de las hijas que fue supuestamente adoptada, una Alejandro Garcilaso más cuyo testimonio nos puede servir de ejemplo:

Ideología de género franquista

Manu Mediavilla en su artículo para Amnistía Internacional explica claramente el planteamiento ideológico del régimen franquista:

“Una referencia clave en la sustracción ilegal de menores fue la ideología de género franquista, que comenzó en la posguerra con una acentuada represión sobre la “mujer republicana” y que continuó durante el régimen de Franco. El discurso de infantilización de las mujeres continúa todavía cuando, al emprender la búsqueda de su hija o hijo, se les niega veracidad a sus denuncias, se las considera locas o histéricas, o incluso arrepentidas de haber entregado a sus bebés en adopción.

Para el franquismo, la única finalidad de las mujeres era ser madres y garantes de la moralidad ideológica de la época. Ese marco discriminatorio se reforzó con informes ‘científicos’ del Programa al Servicio de España y del Niño Español 1939-1963 que responsabilizaban a las madres –principalmente pobres, jóvenes, solteras, trabajadoras o con relaciones fuera del matrimonio– de la mortalidad infantil. Y se acompañó de leyes, muchas vigentes hasta finales de los 90, que limitaban sus derechos, regulaban el registro de menores y permitieron hasta 1987 que la adopción fuera un negocio jurídico entre particulares que contemplaba la participación de hospitales, maternidades y centros de beneficencia gestionados mayoritariamente por organizaciones religiosas.” (Manu Mediavilla, “Sustracciones ilegales …”).

Y casi hasta la actualidad

El caso de los niños robados del franquismo fue durante muchísimo tiempo uno de los episodios mas desconocidos de la represión de la dictadura, aunque es curioso que, de una u otra manera, estas “desapariciones” se siguieran produciendo hasta la década de los 90 del siglo XX.

Es precisamente en esta década, con la aparición del programa de televisión “¿Quién sabe dónde?”, presentado por el periodista Paco Lobatón, cuando salen a la luz los testimonios de una infinidad de casos que buscaban a sus familiares desaparecidos. El propio Lobatón impulsó en 1996 la creación de una asociación de víctimas.

En los años 2000, gracias al documental Els nens perduts del franquisme, de Joan Salvat, Montse Armengou y Ricard Belis, se hace público un minucioso trabajo de investigación y de recogida de testimonios reales. Además, se publican algunos libros tratando este tema: Los niños perdidos del franquismo, de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis –surgido a raíz del documental del mismo nombre-, Irredentas, de Ricard Vinyes, o Mala gente que camina de Benjamín Prado. (Fuente: Rebeca Iglesias, “Los niños robados del franquismo”: niños robados – La guerra civil y el franquismo en la novela española actual (helsinki.fi)).

Aquí os dejamos el documental para que podáis conocer el fenómeno en profundidad:

Tal y como nos cuenta Rebeca Iglesias, el juez Garzón volvió a poner de actualidad este asunto:

“El juez Garzón ha devuelto a la actualidad este drama. Para él, el robo de niños durante el franquismo es un delito que constituye un crimen contra la Humanidad que no ha prescrito, ya que muchas víctimas, hijos y algunos padres, pueden aún estar vivos. Por este motivo, el magistrado insta a las instituciones, al Ministerio Fiscal y a los jueces a que investiguen, sancionen a los culpables y se repare a las víctimas, de manera que puedan recuperar la identidad que les fue arrebatada.”

En los últimos tiempos, el problema de la denominada memoria histórica ha estado de actualidad por muchos motivos, la mayoría políticos, y en su mayor parte cegados por la disputa ideológica. Parece como si en España nadie se pudiera poner de acuerdo sobre unos hechos que, como todo lo que tiene que ver con el cuerpo humano, deja huella. Es llamativo -conociendo su trayectoria- que incluso Pedro Almodóvar haya intentado llamar la atención sobre lo ocurrido en su última película Madres paralelas:

Sin embargo, quien entre en las primeras páginas de Piedras negras, obtendrá en un lenguaje lleno de ritmo, incluso tan cinematográfico como el de cualquier buen cineasta, una clara manifestación de lo que se produjo en aquellos oscuros años de la historia de España. Cerremos, por tanto, la entrada con este estupendo diálogo entre el detective y su madre:

“[…] Algo debía de tener aquella muchacha, porque muchos años después la gente se seguía acordando de ella y de su música. Además, su muerte siempre fue un misterio. Su cadáver no apareció nunca y durante mucho tiempo nos preguntamos qué habría sido de ella.

  • Logró escapar -dijo Cupido.
  • ¿Escapó? ¡Pero si siempre se ha dicho que nadie logró escapar del cerco de Yagüe!
  • Escapó de algún modo y logró llegar a Francia.
  • ¡Cuánto me alegro por ella! ¿Y tu viaje a Madrid está relacionado con eso?
  • Sí. Acaba de morir en Francia y ahora se ha sabido que tuvo un hijo aquí, en España. Y que lo perdió… o se lo quitaron. […]” (Piedras negras, p. 49 de la edición de Tusquets).

Siempre hay historias oscuras en las guerras y las dictaduras, en todos los países, pero solamente la higiene democrática puede curar estas heridas. Ahora os toca a vosotros decirnos si este inicio de la novela os parece esencial o no en el desarrollo de la trama. ¿Qué opinión tenéis? Animaos y comentadnos vuestras lecturas.

De los orígenes de Piedras negras a la trama de la novela

Marthe sacó del bolso un sobre grande y, de él, una carta. 

  —Mi abuela murió en Toulouse hace cinco días. Era española, se llamaba Marta Medina Ortiz y durante la guerra estuvo aquí, en Breda, alistada en el bando republicano…, acaso en este mismo lugar donde estamos ahora. Este edificio parece muy antiguo —dijo lentamente, y se le notaba cómo iba traduciendo en su cabeza. (Piedras negras, p. 40).

Piedras negras permite a Eugenio Fuentes unir dos de los vértices de su narrativa: la novela negra y ese otro tipo de novela que queda fuera del canon detectivesco. Lo hace a través de uno de sus personajes predilectos y, en sus propias palabras, mejor construidos, la miliciana violista Marta Medina, intentando fusionar un cabo suelto de su novela ambientada en la guerra civil Si mañana muero (2013) con la serie protagonizada por su investigador Cupido, y el punto geográfico de confluencia de las dos en ese lugar imaginario de Breda, ciudad inventada por el autor y donde sitúa habitualmente sus historias.

“Corre el año 2004. Marta Medina, la miliciana violista de aquella novela, muere en Francia, donde ha vivido exiliada casi toda su vida. En su testamento encomienda a su nieta Marthe que viaje a España para encontrar al hijo que se vio obligada a dar en adopción nada más nacer, en plena guerra. El detective Cupido localiza en Toledo al hijo de Marta, que fue adoptado por una poderosa familia y hoy es un rico empresario que se niega a creer la teoría sobre su verdadero origen.” (El Cultural, Fernando Díaz de Quijano, 25 de febrero de 2019). Este es el punto de origen del relato, la unión de ambos ámbitos literarios y la coartada para atrapar al lector en una investigación por la que van a desfilar perfectamente hilvanados el robo de bebés por parte del franquismo, la corrupción de la iglesia, la burbuja inmobiliaria, el origen de la crisis del 2008 y la falsa bonanza económica. ¿Cómo logra el autor ensamblar todas estas piezas y que suenen en armonía?:

Eugenio Fuentes. Foto de Iván Giménez para «El Cultural»

“Con toda humildad puedo decir que no me ha resultado difícil encajarlas. Esta novela la tuve varios años en la cabeza antes de sentarme a escribirla, así que no tuve que salir a buscarla. La prensa ha hecho mucho hincapié en lo de los niños robados, pero yo no tengo la sensación de que sea una novela sobre eso. Yo la veo como la historia de la reconstrucción de una familia destrozada formada por tres generaciones: la abuela, la nieta y el eslabón perdido, que es el hijo dado en adopción. El detonante de toda la historia es el testamento. Como decía el poeta alemán Gottfried Benn, ¡qué sería de las novelas policiacas sin el testamento!” (entrevista realizada para El Cultural, por Fernando Díaz de Quijano Eugenio Fuentes: «La novela negra ha creado grandes personajes pero no un estilo literario» (elcultural.com)).

Este detonante provoca el encuentro entre Marthe y Cupido en la ciudad de Breda, aunque a diferencia de la mayoría de los relatos protagonizados por este investigador, la acción se centre en Toledo, ciudad donde reside el supuesto hijo robado. A partir de esta puesta en marcha, la narración se divide en dos tramas diferenciadas y confluyentes que adquieren carta de naturaleza negra en el capítulo 13: “Al cruzar el claustro y dejar a su derecha la sala de la Inquisición creyó detectar la vibración de una sombra tras una de las columnas y, por un instante, la embargó un terror medieval, pero se forzó a mirar hacia allí y no vio nada. No había nadie […] (Piedras negras, p. 175).

“En el transcurso de las pesquisas, el autor nos sumerge en las difíciles vicisitudes de un gran número de personajes, que buscan desesperadamente un lugar en el mundo y una identidad, a la que no siempre les resulta fácil acogerse; porque en esta novela aparecen buen número de historias de hijos cuyos roles familiares o sociales no están claros, o bien precisan de una vindicación que consume sus existencias.” (Blog “Novela negra y cultura popular” Piedras negras. Eugenio Fuentes – Novela negra y cultura popular (wordpress.com)).

Sin duda, el enlace por parte de Fuentes de sus dos formas narrativas no es meramente anecdótico: busca profundizar en el análisis y construcción de los personajes, apuesta por contar historias personales llenas de dramatismo con una rara habilidad literaria para diseccionar los diferentes estamentos sociales a los que se adscriben de forma natural cada uno de sus protagonistas. En definitiva, ambos géneros se retroalimentan y se invisten cada uno de las propiedades del otro: suspense (el género negro) y profundidad literaria (los otros géneros cultivados por el autor).

Como escritor preocupado por un género tradicionalmente tan denostado intelectualmente en nuestro país como el de la novela negra, Fuentes ha llevado a cabo una profunda reflexión en el género, sobre todo en su ensayo Literatura del dolor, poética de la bondad (Editora Regional de Extremadura, 2013) donde nos propone un decálogo:

1. No hacer concesiones al mercado del presente (no venderse a lo popular) pero tampoco “escribir para la posteridad” (pensando en un futuro lugar en el Parnaso).

2. Buscar que relato y personajes encajen y se iluminen mutuamente, haciendo que en el desenlace confluyan la verdad objetiva e incontrovertible de los hechos y la no menos indomable de los sentimientos y motivos implicados en ellos.

3. Procurar que la preocupación por el “quién” y por el “cómo” no impida indagar en los “porqués”.

4. Hacer que el relato surja de las pulsiones de los personajes, que estos no resulten fagocitados por la estructura del relato.

5. Que el artificio no se imponga sobre la coherencia narrativa, de modo que las historias narradas no se alejen de la realidad.

6. Incorporar cuando sea necesario las lecciones de la modernidad que nos ha legado el Siglo XX.

7. Intentar que la estructura se base en la interrelación entre todos sus elementos, y no en una mecánica sucesión de peripecias.

8. Despertar el interés, pero no la impaciencia del lector.

9. Buscar, más que el entretenimiento, el estremecimiento del lector.

10. Elevar la novela negra hasta las academias, apoyándose en méritos literarios, en peldaños forjados con palabras y en un riguroso cuestionamiento de los tópicos.

Quizás atendiendo a esta propuesta, podamos como lectores entender las sutilezas que se esconden entre las Piedras negras: ¿qué os está gustando más en la novela? ¿Veis claramente los diferentes aspectos del decálogo de Fuentes? Y, sobre todo, ¿pensáis que logra mantener el interés sin perder la calidad literaria?

Eugenio Fuentes: bajo los designios de Cupido

El escritor extremeño Eugenio Fuentes se ha convertido en uno de los más destacados representantes de la novela negra española. Nacido en Montehermoso (Cáceres), en 1958, su carrera literaria oscila entre la novela, el relato corto y el género ensayístico. Licenciado en Filología Hispánica, la serie de su detective Ricardo Cupido le sitúa como un escritor imprescindible en la renovación del género negro en el panorama literario español sin abandonar los cánones que definen a este tipo de narrativa: “las obras de Eugenio Fuentes pueden ser adscritas a la novela negra por su utilización de una serie de recursos formales, temáticos y pragmáticos basados, simplemente, en la presencia de un acto delictivo -generalmente, un crimen-, en el mantenimiento de una intriga que genera la interacción lúdica del lector y en la aparición de un personaje que lleva a cabo la investigación.” (“Eugenio Fuentes y la (re)creación del género policiaco”, Javier Sánchez Zapatero, EPOS, XXVIII, P. 217).

Foto de la agenica EFE

Mientras esperamos -con grandes expectativas- la publicación de Perros mirando al cielo, la próxima entrega del detective Cupido, que aparecerá muy prontito en Tusquets, los lectores de 4L/4C estamos devorando la hasta ahora última entrega de la serie, Piedras negras, una novela en la que Cupido sale de ese universo imaginario de Breda para hacernos viajar junto a sus reflexiones de Toulouse a Ciempozuelos, pasar por Basilea y el Grand Ballon con su medio de transporte favorito, la bicicleta, y dejarnos perdidos, en busca del criminal, en las calles de la ciudad de Toledo. Pero antes de meternos de lleno en la trama, preguntémonos quién es Ricardo Cupido.

Ricardo Cupido

Según nos cuentan en el blog detectivesdelibro.blogspot.com (Mis detectives favorit@s: Ricardo Cupido – Eugenio Fuentes (detectivesdelibro.blogspot.com) )“Ricardo Cupido Lasso nació en Breda, una pequeña ciudad ficticia 20.000 habitantes situada al norte de Extremadura. Hizo la mili en León y Madrid. Estudió Ciencias de la Información, rama de imagen, pero le faltan dos asignaturas para terminar la carrera. Se dedicaba al contrabando de tabaco por la frontera, oculto en colmenas, cuando fue detenido. Pasó 20 meses en la cárcel, no delató a sus compañeros.”

Eugenio Fuentes hace aparecer a este personaje en El nacimiento de Cupido. Tanto en esta novela como en Contrarreloj nos da a conocer su experiencia carcelaria por el delito de tráfico ilegal de tabaco rubio. En El interior del bosque, cinco años después de su “alumbramiento”, aparece ya instalado en Breda donde trabaja como detective privado. En realidad, tenemos muy pocos datos, aunque sí sabemos que siendo niño falleció su hermano y que tiene que cuidar a su anciana y enferma madre. Un dato importante para conocer a nuestro protagonistas y su comportamiento en el relato es su afición al ciclismo -experiencia que comparte con el propio Fuentes. Según nos recuerda Javier Sánchez Zapatero “El papel del ciclismo en la serie Cupido adquiere gran trascendencia, pues, además de convertirse en el marco ambiental de una de sus entregas, condiciona el discurso narrativo, ya que la descripción detallada del esfuerzo en la carretera del personaje permite dilatar el ritmo de la acción, explicitar las reflexiones sobre el caso del investigador y, en definitiva, contribuir al mantenimiento de la intriga” (Op. cit., p. 220).

Y no olvidemos que Cupido tiene también a su doctor Watson de cabecera, el Alkalino, un personaje que, situándose como el propio Fuentes señala “en burbujas de realidad”, acompaña al detective en su quehaceres investigadores. El Alkalino nos da una pista de quién es este detective bredense (le preguntaremos a Fuentes si nos está permitido el neologismo): “el que sabe, el que pregunta y escucha y reflexiona y sabe”.

La serie del detective Cupido la componen las siguientes novelas: El nacimiento de Cupido (1993). El interior del bosque (1999), La sangre de los Ángeles (2001), Las manos del pianista (2003), Cuerpo a cuerpo (2007). Contrarreloj (2009), Mistralia (2015) y Piedras negras (2019).

Y como adelanto del encuentro con Eugenio Fuentes del próximo 11 de diciembre, la entrevista al autor con la que nos obsequió Óscar López en Página Dos con motivo de la publicación de Mistralia y en la que nos dan pinceladas esenciales de cómo el autor construye sus novelas negras:

Seguro que ya estáis inmersos en la trama. Escribidnos para explicarnos qué os parece la novela, si os está gustando o si encontráis diferencias con las entregas anteriores de nuestro Club.

El lugar del crimen

“El lugar donde el crimen se realiza está estrechamente ligado a las exigencias internas del relato policial y, por tanto, la elección de un lugar u otro incluye una sobresignificación mayor de lo que en principio pudiera pensarse” (MARTÍN CEREZO, Iván. (2006). Poética del relato policiaco (de Edgar Allan Poe a Raymond Chandler). Murcia: Universidad de Murcia).

La edición de Anagrama de Black, Black, Black nos sumerge a través de esta escalera en el interior de un bloque de pisos en el centro de Madrid. Los vecinos -de clase baja- recorren el edificio intercambiando saludos e intimidades: lugar idóneo para que cualquiera de estos habitantes pueda ser el sospechoso ideal si se comete un crimen. Por esta galería social Marta Sanz sitúa a inmigrantes, jubilados, jóvenes coleccionistas de mariposas, mujeres de la limpieza y mujeres escritoras, algún posible pedófilo, y a enfermos de vejez y desmemoria. Desgraciadamente, nos encontramos también un cadáver, el de Cristina, una geriatra casada con un inmigrante, primer sospechoso por obra y gracia del racismo de los padres de la víctima.

En este barrio de Madrid todo es gris, en palabras de Zarco, el detective encargado de la investigación: “[…] gris el cielo y las fachadas de los edificios de cuatro plantas y la ropa en los escaparates de las tiendas. […]”, y las antenas parabólicas, y las palomas, y los coches aparcados, las farolas, los contenedores de basura, y hasta las bombonas de butano (que por su propia naturaleza suelen ser de color naranja).

Estas escaleras nos conducirán a cada una de las casas, a reductos de convivencia donde cada personaje se dibuja y se alimenta de su propia desconfianza, pero donde lo más importante es el propio espacio, un microcosmos que va a ser decisivo tanto a la hora de cometer un asesinato como a la hora de desvelar la culpabilidad:

¿Quién es el asesino? es la pregunta que abre toda narración policial. El criminal es igual a todos los personajes pero a la vez diferente. Tiene motivos para matar, pero también el resto puede tenerlos. La coherencia literaria exige que sea alguien que pertenezca al mundo de la víctima, alguien que conviva con la misma en una sociedad cerrada de la que ambos forman parte. No puede haber mejor manera de ejemplificar esto que haciendo a víctima y asesino vecinos (puerta con puerta).” (“Black, Black, Black de Marta Sanz: una mirada a la novela negra española”, Lara Soria Arellano).

Imagen de la fotógrafa Paula Anta, de la serie «La arquitectura de los árboles»
(L’architecture des arbres | Paula Anta)

Madrid, ciudad del crimen

Probablemente, la influencia de la novela realista a partir de Galdós sea el primer antecedente que “ofrece una imagen de la ciudad de Madrid como generadora del crimen en tanto espacio de desigualdad y tensiones sociales”. El interés de Galdós por la criminalidad, así como el de otros escritores como Emilia Pardo Bazán o Pío Baroja -cuya obra La lucha por la vida, una descripción de los bajos fondos madrileños de fin del siglo XIX, sería un antecedente del “Madrid negro” van convirtiendo poco a poco a esta ciudad en fuente de inspiración para futuros narradores del género: Francisco García Pavón con sus historias de Plinio -un caso madrileño para el detective de Tomelloso-, Carlos Pérez Merinero, Jorge Martínez Reverte o Juan Madrid (“La Metrópolis en la novela negra actual: caras y voces de Madrid y Barcelona”, tesis doctoral de Cristina Jiménez-Landi Crick).

Un ejemplo cinematográfico del ambiente que se va creando lo podemos encontrar en el maravilloso filme de Edgar Neville, El crimen de la calle Bordadores:

En realidad, esta película es una adaptación de los hechos reales que ocurrieron en la calle de Fuencarral:

“El crimen de la calle Fuencarral, en 1888, es sin duda uno de los más famosos de la historia de la criminología española. El relato del crimen, por más sórdido que pueda parecer, no pasa de corriente, sin embargo, el proceso se convirtió en el primer gran juicio seguido masivamente a través de la prensa. Uno de los periodistas que cubrieron el juicio fue Benito Pérez Galdós, y en él intervinieron personajes importantes en la época como José Millan Astray (entonces director de la cárcel Modelo). A la ejecución de Higinia, la condenada, asistieron unos 20.000 madrileños, y Antonio Cánovas tuvo que persuadir a la Reina Regente María Cristina de que debía reprimir su impulso de ejercer su derecho de Gracia. Todo esto sucedía en Madrid el mismo año que Jack el Destripador actuaba en Whitechapel.”(Luis de la Cruz, El Diario.es, 5/3/2012)

Esta historia fue llevada a la pantalla televisiva dentro de la magnífica serie de crónica negra llamada La huella del crimen. Aquí os dejamos el capítulo para deleite de los amantes del género:

El Madrid de las Corralas

Cristina Esquivel probablemente falleciera en un bloque de pisos con un ambiente y una estructura muy parecido al de las antiguas Corralas madrileñas. ¿Qué es una Corrala?

“Arquitectónicamente, las corralas descienden de las casas de vecinos del XVII, que a su vez tenían dos parientes: las viviendas hidalgas castellanas (de origen árabe y romano) que se organizaban en torno a un patio y las casas campesinas con corral. Pero en las corralas urbanas, el patio, los pasillos, la fuente y los retretes eran compartidos por varias familias. Madrid crecía y los inmigrantes del campo no cabían en la villa, así que se apiñaron. Los patios eran, en miniatura, las plazas añoradas de los pueblos: allí jugaban los niños y los abuelos tomaban el fresco. «Las mujeres bajábamos a lavar juntas con nuestros barreños de cinc», recuerda María Fernández, vecina de La Corrala, de 79 años. «Hoy todo es distinto, ni mejor ni peor; cada uno tiene su lavadora y su váter, pero antes había más armonía entre vecinos… ¡y una portera muy alegre!».” (Patricia Gosálvez para El País, «170 años en torno a un pasillo«)

Imagen de La Corrala de la calle Amparo, 54, en el madrileño barrio de Lavapies

Una portera muy alegre, un portero vigilante -desde la dictadura-, a la escucha, porque las Corralas son los lugares ideales para intercambiar discursos, para cotillear y saber de la vida de los otros, para que el lenguaje, como se demuestra en la novela de Sanz, se acabe convirtiendo en un juego de poder, de dominio del prójimo: el de Zarco y Olmo, el de Clemente, el de Josefina, el de Luz, y por supuesto el de Paula. El laboratorio en el que se mueven estos personajes no es otra cosa que una microfísica del poder que -por acercarnos ya al final de esta entrada- queremos ejemplificar en la tercera parte de la novela, cuando Paula ejerce su autoridad en la narración: “Caigo y recaigo en la misma trampa. No me curo. Él no me deja curarme. No sano porque cada noche, con la excusa de mi soledad, me llama y me cuenta una vida de la que sería mejor que yo no supiera nada. Zarco echa alquitrán sobre el piso y yo me quedo aprisionada […] Ahora por lo menos llevo yo la voz cantante […]”

Lectoras y lectores, ¿cómo subisteis esas escaleras y cómo estáis descendiéndolas? ¿Habéis escuchado las voces de ese edificio? El próximo sábado Marta Sanz nos acompañará para escuchar las vuestras, para que seáis vosotros los que llevéis la voz cantante. No os lo perdáis.

Pistas a seguir

El 19 de septiembre de 2021 en 4 Lecturas 4 Continentes por | 1 comentario

Sigamos la lectura de la novela en este enlace

El título Black, black, black … puede tener hasta tres posibles significados:

  1. El significado en inglés: ‘negra’, novela negra.
  2. La palabrería constante de Arturo Zarco: “bla, bla, bla”.
  3. El sonido de los disparos de una pistola: “pam, pam, pam”.

Afirma Susana Pedraza, en la reseña Black, black, black… o lo que la verdad esconde que “El negro todo lo confunde. No hay nada más opaco que la oscuridad, donde las apariencias y la realidad se difuminan y las cosas no son lo que parecen.”. Y esto parece aludir casi a un cuarto significado: ¿estamos ante una verdadera novela negra? Para ser más precisos: ¿esta obra recoge todos los elementos básicos del género?

Marta Marne en su comentario de la novela responde a esta cuestión (Black, black, black, de Marta Sanz – Leer sin prisa): “En todas partes veo que califican Black, black, black como novela negra. Yo no la calificaría así. Es cierto que comienza con una trama basada en una investigación, e incluso tenemos un cadáver de entrada, pero no es lo que dirige la novela. La trama pasa a un segundo plano por completo, tomando las riendas la propia narración y especialmente una intención muy clara de la autora: jugar entre la realidad y la ficción.” Porque como señala Lara Soria Arellano, en su trabajo Análisis de Black, Black, Black de Marta Sanz: una mirada a la novela negra española, las novelas negras tienen que crear intriga en el lector y, sin embargo, en esta novela “el suspense no se basa en encontrar más pistas, más testigos, sino en los juegos de engaños que crea la autora”.

3 mentiras en torno a la novela negra. Vamos a contar mentiras. – izaskunalbeniz.es

La estructura

Acudir a la estructura de la obra puede darnos alguna pista de que no estamos ante una novela negra al uso, sino más bien ante una novela que algunos calificarían de posmoderna, aunque sólo sea por los momentos de metarrelato, o de reflexión sobre la propia ficción que aparecen en la segunda parte. Sin “destripar” ni descubrir nada describamos esta estructura en tres partes:

Black I (“El detective enamorado”): tenemos toda la información del caso -entramos en la novela en media res sabiendo que ha habido un asesinato y que un detective es contratado por los padres de la víctima para descubrir quién ha sido- sobre todo a través de las conversaciones telefónicas entre Arturo Zarco y su ex mujer Paula Quiñones. Un planteamiento aparentemente clásico pero en el que enseguida empiezan a chirriar elementos que no se adecúan al género, como por ejemplo la homosexualidad del detective (dato meramente anecdótico, porque lo importante quizás sea la falta de competencia de Zarco para la profesión).

Black II  (“La paciente del doctor Bartoldi”): el lector va conociendo diferentes detalles de la historia a través del diario de Luz Arranz (una luz en la oscuridad), una de los vecinas del edificio donde ha tenido lugar el crimen. Y esta sí que es la parte más metaliteraria: “Encontramos en esta parte un ejemplo de cómo en la ficción se medita sobre la ficción, un rasgo propio de la literatura de la postmodernidad. Los límites entre ficción y realidad se difuminan en todo el capítulo.” (Lara Soria Arellano).

Black III (“Encender la luz”): es la parte más detectivesca, donde la trama se va revelando y en donde el personaje de Paula Quiñones va adquiriendo más peso en el devenir de la historia (a este propósito sería interesante leer el último libro de la trilogía del detective Zarco, pequeñas mujeres rojas). Los lectores caminamos en el proceso de resolución de la historia de la mano de Marta Sanz de la misma manera que Arturo Zarco y Olmo lo hacen de la palabra dilatoria de Paula Quiñones.

Quizás Marta Sanz hable de muchas otras cosas en la novela: de la seducción (“Ya no se trata de que alguien quiera seducir, sino de que todos quieren ser seducidos […]” (p. 9 de la edición de Anagrama), sobre todo de la literaria; de la violencia de la vida cotidiana (“y no la propia de las grandes corporaciones o de grandes conspiraciones a las que nos tiene acostumbrada la novela negra”, según afirma la propia Sanz en un programa televisivo); de la imperfección del mundo; de los prejuicios y de la política -una política subyacente; del dinero; … Todos estos asuntos y algunos otros tratados con humor e ironía como contrapunto.

Foto: Berta Sánchez Casas

Contadnos qué os está pareciendo la novela, si compartís estas pequeñas pistas, si habéis descubierto otros hilos y, sobre todo, si os está gustando.

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