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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Encuentro son Selva Almada

El 20 de diciembre de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

El sábado 14 de diciembre despedíamos nuestro club de lectura 4 Lecturas 4 Continentes de 2024, dedicado a la literatura y a la naturaleza, con la escritora argentina Selva Almada, y su libro No es un río, último título de la trilogía de los varones, que agrupa los libros El viento que arrasa y Ladrilleros

Atentos lectores, nuevos y antiguos, recibíamos con ganas a esta enigmática escritora que descubrió el placer por la lectura desde bien pequeña y con gran voracidad, por la ventana a otros mundos y las diferentes realidades que estos ofrecen. A esta pasión le suma el periodismo y termina estudiando Comunicación Social, aunque la literatura la practica, de manera casi espontánea, en talleres literarios junto a otros colegas y nombres emergentes de la literatura argentina que estaban en el mismo comienzo y la misma búsqueda, con el maestro Alberto Laiseca. Los talleres, dice, ofrecen la posibilidad de encontrarse y compartir, algo importante cuando después la escritura se practica en solitario. El maestro, Laiseca, alentaba además a que cada uno sacara su propia voz y trazara su propio camino a la hora de escribir, y de esos talleres han salido autores muy diferentes y originales, nuestra autora, es un magnífico ejemplo de ello. De estos talleres, en 2003, sale también la editorial Carne argentina, recién empezado el proceso de edición independiente, con la idea de publicar sus propios libros.

Para escribir cualquiera de sus libros, Selva nos contaba que se documentaba con autores relacionados con el tema o el lugar. Su novela Chicas muertas (Random House Mondadori, 2014), combina precisamente sus dos pasiones, periodismo y literatura, con una larga investigación detrás que incluye entrevistas y trabajo de campo. 

El viento que arrasa, primer título de la trilogía de los varones, nace de un cuento, una idea que iba creciendo y a la que se iban sumando elementos y posibilidades, y en el que, una vez más, su maestro Laiseca la animó a tirar hacia delante: si no lo escribes no sabrás nunca si será una novela o no. En 2009 terminó Ladrilleros, aunque no fue hasta 2012 que se publica, una novela que tiene su origen en una anécdota que le gusta por lo familiar de la misma, recordándole a su tío, de profesión ladrillero. Este segundo título la anima a continuar en su labor como novelista. Y por último, No es un río, título muy influenciado por los poetas del litoral, la zona en la que la autora creció y de la que recuerda con nostalgia su infancia. La lírica y la poesía están muy presentes en las novelas de Selva Almada, la narrativa lírica la sale muy bien, sin embargo, nos confesó la dificultad que encuentra ella en escribir poesía, la dificultad de este género en sí mismo. 

Confesaba aquella tarde la inconsciencia al tener la naturaleza tan metida en sus novelas, el paisaje aparece con fuerza en sus textos, pero de manera casi espontánea, forma parte de su infancia y de su vida. En 2020 terminó No es un río, importante momento de conciencia medioambiental con la pandemia y los grandes incendios, que producen una nueva línea de pensamiento sobre los recursos naturales y las políticas gubernamentales. No se había propuesto escribir literatura sobre naturaleza, pero la naturaleza se impuso a la novela.

Los lectores preguntaron por el lenguaje y por la técnica del diálogo que cambia tanto el ritmo de la narración, unos diálogos que no están acotados porque tienen la fuerza suficiente para no tener que estarlo. De igual manera, los personajes hablan poco, tienen vidas interiores pero les cuesta comunicarse con otros, vidas duras inmersas en la naturaleza. Ella lo imagina como una obra de teatro con un relator que va invitando a los personajes, lo imagina con una lectura en voz alta. Para los lectores el ritmo de la novela es frenético, sin capítulos, sin divisiones, como una corriente de agua, un fluir constante que no se detiene, en el que las relaciones interpersonales como la amistad o las relaciones familiares están muy presentes. Y los personajes están llenos de matices y de contradicciones, por los que no sientes empatía, pero que te hacen dudar en algunos momentos. Un desafío y una diatriba constante entre locales y forasteros. Para los personajes que vienen de fuera, el litoral y la naturaleza se presentan como un desafío, sin embargo, para los autóctonos, el río y el monte tienen una relación familiar con ellos. 

A partir de los personajes descubrimos en la novela leyendas locales, el realismo mágico que vemos desde Europa, que en Argentina, en palabras de la autora, es sólo realismo: curanderos, leyendas, ambigüedad entre vivos y muertos… temas que nos recordaron a los comentados en la sesión anterior con Samanta Schweblin. A través del personaje de Siomara, que aparece en la última parte de la narración, Selva nos confesaba cómo somos los vivos los que retenemos a nuestros muertos, por eso las chicas de la novela no acaban de morir, porque su madre no las deja ir, una idea que proviene de su libro Chicas muertas. Para Selva, quizás tenga que ver mucho con esa magia vista desde occidente, las raíces indígenas del continente, pero para América es, sobre todo, una realidad.

No es un río, de Selva Almada

El 21 de noviembre de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

Os invitamos a participar en el último club de lectura 4 Lecturas, 4 Continentes de este año, dedicado a la unión entre literatura y naturaleza, con la escritora Selva Almada (Argentina, 1973), considerada como una de las escritoras contemporáneas más destacadas de Argentina y de América Latina.

No es un río (Random House, 2020) es su tercera novela, con la que la finaliza la denominada trilogía de varones junto a El viento que arrasa y Ladrilleros. Al igual que en las novelas anteriores, Almada vuelve a tratar los vínculos emocionales y la violencia entre hombres, así como la naturaleza, o más específicamente el río en la novela, casi como un personaje más. La trama sigue a Enero Rey y al Negro, quienes deciden llevar al hijo de su amigo muerto, Tilo, a pescar al mismo río en el que el padre de este se ahogó quince años atrás.

En palabras de la autora, el disparador de la novela fue una anécdota de unos amigos que contaban la pesca reciente de una raya gigante en el río Paraná. A partir de esa escena de pesca, la autora, empezó a indagar acerca de quienes eran y qué unía a esos futuros personajes, los pescadores, hasta que fueron apareciendo todos los protagonistas del libro bien definidos: los isleños, que no tenían tanto protagonismo al principio pero que después fueron armándose, mostrando unas relaciones varoniles basadas en la violencia, unos pactos de masculinidad entre isleros que desafiaban al forastero, y que sin embargo muestran una entrega y nobleza impresionantes hacia los otros personajes de la novela: el monte y el río.

Durante tres semanas iremos proponiendo y comentando en este blog diferentes aspectos de esta novela y de su contexto y de la trayectoria literaria de la escritora a quien encontraremos en línea el sábado 14 de diciembre.

Distancia de rescate, de Samanta Schweblin

El 16 de septiembre de 2024 en 4 Lecturas 4 Continentes por | Sin comentarios

El campo ha cambiado frente a nuestros ojos sin que nadie se diera cuenta. Y quizá no se trate solo de sequías y herbicidas, quizá se trate del hilo vital y filoso que nos ata a nuestros hijos, y del veneno que echamos sobre ellos. Nada es un cliché cuando finalmente sucede. Distancia de rescate sigue esta vertiginosa fatalidad haciéndose siempre las mismas preguntas: ¿Hay acaso algún apocalipsis que no sea personal? ¿Cuál es el punto exacto en el que, sin saberlo, se da el paso en falso que finalmente nos condena? Samanta Schweblin ha escrito un relato extraordinario e hipnótico, urgente y perdurable, que logra mantenernos inevitablemente atrapados y sumergirnos en un universo ficcional estremecedor. 

Novela ganadora del Premio literario Tigre Juan 2015. En 2017, la versión inglesa de Distancia de rescate (Fever dream) es seleccionada para la shortlist del Man Booker International Pride. Al año siguiente, esta misma novela en versión original obtuvo el Premio Tournament of books por ser «el mejor libro del año publicado en los Estados Unidos». En 2022, la traducción al inglés de su colección de relatos Siete casas vacías recibió el National Book Award, uno de los premios literarios más prestigiosos que se conceden en Estados Unidos. 

Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978-). Escritora argentina, es descrita como una de las mejores cuentistas argentinas de las últimas décadas. Esta es la tercera lectura en 2024 del club de lectura virtual 4 Lecturas 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas de los Institutos Cervantes de Chicago, Tetuán, Bruselas y Estambul. El programa de este año agrupa cuatro obras que tratan sobre literatura y naturaleza. Cuenta con un moderador especializado, un blog donde comentar sobre la novela y el autor, y un encuentro virtual con la escritora el próximo 5 de octubre.

Encuentro con Julio Llamazares

«La memoria histórica de un país es su literatura».
Julio Llamazares, sábado de 9 de noviembre, en el club de lectura de su obra La lluvia amarilla.

El sábado 9 de noviembre nos encontrábamos más de cincuenta lectores para disfrutar una tarde de literatura desde cuatro continentes, de la mano del gran escritor Julio Llamazares, conducido por nuestro experto en literatura Ángel Hernando. Comentamos una obra de referencia en la literatura española, La lluvia amarilla, en el primer título del club «4 Lecturas 4 Continentes» de este año 2024, con el que comenzamos nuestro ciclo de Literatura y naturaleza.

Julio Llamazares comenzó contándonos sus pasos como lector en una casa de un pueblo en el que apenas había libros, su afición por los libros nada tiene que ver con un ambiente letrado, sino con una inquietud. Los pocos libros que leía los recuerda del colegio de curas al que fue en Madrid, años más tarde, en el que escogía la biblioteca y la lectura a las clases de educación física. Algunos de los títulos que más le influyeron por entonces fue Campos de Castilla, de Antonio Machado. Nos confesaba aquella tarde, con una lucidez y desenvoltura envidiable, que para él ser escritor era una forma de estar en el mundo, de relacionarse con él. Desde siempre ha huido de las clases de literatura, quizás por eso escogió estudiar Derecho, lo contrario a la imaginación, algo que el autor piensa que quien lo tiene lo mantiene, y que sin embargo las leyes te ayudan a estructurar los conceptos, la mente. 

Julio Llamazares durante el encuentro por videoconferencia el sábado 9 de marzo.

Para Julio lo que diferencia la literatura de la escritura es la poesía, la música de las palabras, si en un libro no hay esa magia, para él, no es literatura. Comparaba desde esos primeros momentos del encuentro la buena literatura con los ríos que van puliendo y erosionando las piedras, como el pulido de las palabras consiguen la magia de la poesía, de la literatura, y las imágenes en el lector. La segunda comparación con la naturaleza nos la hizo con su primera novela, Tierra de lobos, basada en historias que había escuchado en su pueblo leonés a lo largo de su infancia, historias que cada uno contaba de una manera, y que, como cuando metes la mano en una cesta de cerezas, vas sacando, puliendo e inventando posibilidades para la historia que al final el escritor escoge y decide crear. Esta novela fue llevada al cine en 1987, y del lenguaje cinematográfico el autor nos comentó que cree que es diferente al de la literatura, siendo el director de la película el que pone los adjetivos en esa faceta. Todo lo que ha hecho en el cine, los guiones o adaptaciones de sus libros, no han sido nunca junto a los directores.

De su faceta como autor de libros de viajes el autor destacó que lo que le gusta de escribir este tipo de libros es que le permite viajar tres veces, la del descubrimiento, la del recuerdo y por último, plasmar aquello en un texto para otros lectores. Destacamos algunos libros, como El río del olvido, un libro que ha supuesto grandes rutas para senderistas lectores; Tras los montes, un gran fado, por la pasión que siente por Portugal, o Rosas de piedra y Rosas del sur, que surge de la fascinación que siempre tiene al entrar en una catedral y en su inmensidad. Todos los grandes libros fundacionales de la literatura han sido de viajes, como La BibliaLa Odisea o Los viajes de Marco Polo, decía. Para Julio Llamazares, que ha escrito poesía, novela, guiones cinematográficos y libros de viaje, los géneros literarios son como los aperos de labranza, cada uno sirve para un objetivo diferente. Su último libro, Vagalume (vagar por las llamas) es su gran novela de reflexión sobre su oficio de escribir o más bien su necesidad de escribir, y los vasos comunicantes entre escritura y realidad.

El primer lector que levantó la mano destacó los fantasmas del protagonista, a lo que Julio contestaba hablándonos de los monstruos que produce la soledad, y también de los fantasmas diarios a los que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana, con los que hablamos continuamente, los fantasmas forman parte de la vida, ¡continuamente encontramos gente hablando sola por la calle! Otra lectora destacó la fuerte carga emocional de la novela, y que la única forma de llevar al cine la novela sería de la mano del director Víctor Erice, una idea con lo que Julio Llamazares estuvo muy de acuerdo. Al teatro sí se ha llevado esta novela, en diferentes ocasiones, y actualmente está de gira por España. También se hizo una adaptación al ballet. Recientemente se ha publicado una edición no venal de la versión ilustrada de Antonio Santos. Al cine, en efecto, no se ha llevado todavía, y el autor prefiere que no se lleve, temiendo que no se haga justicia a esas imágenes y sentimientos que produce la novela en el lector. 

El tercer lector le preguntó directamente si él era el protagonista, y Julio no tardó un segundo en decir que sí, que él mismo estaba en todos los personajes, aunque los autores tienden a pronunciarse más en los protagonistas, y por eso, nos decía, a veces el autor protagonista es el menos creíble de todos. En respuesta a otra pregunta, y al hilo de este tema, nos confesó que empezó escribiendo la novela con una mujer como protagonista, acorde a una historia real de un pueblo abandonado de Guadalajara, donde se encontró a una señora que vivía sola desde hacía varios años en la situación que se cuenta en la novela, pero al llegar a las cincuenta páginas, cambió al personaje masculino por la dificultad de meterse en la piel de uno femenino para tratar temas vitales tan profundos. Del protagonista, Andrés, seguimos hablando después, de su representación del duelo y el desarraigo, y de la falta de empatía que produce, donde Julio nos explicaba la importancia de la tradición en la novela, del hereu (el heredero), y la pertenencia a la casa y a la herencia, costumbres heredadas de la Corona de Aragón, la responsabilidad de los hijos con sus orígenes y con la familia, costumbres que a día de hoy se mantienen en algunos sitios, aunque sea en el imaginario rural. Nos habló también de la certeza de la juventud frente a las dudas de la gente mayor, y que quizás eso pudiera explicar también el comportamiento de este señor, que vive en un mundo en el que nada es sólido. 

Y es que al argumento es lúgubre, triste, duro, y sin embargo el estilo es lírico, una epopeya a la España vacía, comentaba otro lector, que descubrió la escasez de adjetivos al principio de la novela, que van creciendo a lo largo del texto, al tiempo que los participios disminuyen. Julio, asombrado, reconoció que siempre habían sido los lectores y críticos los que mejor habían conocido su obra. Él escribe desde la emoción, la que le produce entrar en un pueblo abandonado. Entre el público siguieron indagando, ¿cómo escribe esta novela y toda esa emoción con apenas treinta años? Contestó diciendo que los temas son siempre los mismos, y el argumento de la vida también, la búsqueda de la felicidad. Y los libros son espejos, deformados, en los que nos reflejamos, si te interpela, es que lo llevas dentro. Y por eso, el final, nos decía Julio, el final de esta novela también es abierto.

Otros lectores destacaron el tiempo en la obra, las imágenes, las metáforas, los colores…. a lo que el autor contestó con el propósito real de la novela, contar aquello que dicen que pasa por tu mente un segundo justo antes de la muerte, toda tu vida. La novela empieza en futuro y acaba en pasado, y el tiempo, en la vida y en la literatura, ya sabemos que es fundamental. La lluvia amarilla nos habla de hojas de otoño, del paso del tiempo, de la locura, elementos que todos llevamos dentro, y en último término de la muerte, pues ¿qué es la muerte sin la vida? Aquella tarde reímos y disfrutamos mucho con Julio Llamazares, de su prosa lírica escrita y también hablada, de sus recuerdos, y de su sinceridad y apertura a un nutrido grupo de lectores, apasionados y felices de compartir con él grandes obras literarias que han marcado la historia de la literatura española del s. XX, como la que nos ocupaba.

Encuentro de «Los milagros prohibidos»

El sábado 18 de marzo celebramos el primer club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de 2023, tercera edición que dedicamos este año a obras de amor y humor para afrontar los tiempos que corren. El autor programado, Alexis Ravelo, nos dejó hace casi dos meses, el 30 de enero, de forma inesperada, sin darnos tiempo de poder celebrar con él esta sesión dedicada a una de sus obras más conocidas, Los milagros prohibidos, y disfrutar de la luz y la alegría que todos los que le conocieron aseguran que desprendía. Inauguró el club de lectura Ana Vázquez, directora del Instituto Cervantes de Bruselas recordando el paso del autor por Bruselas a finales de 2022, y esos abrazos que regalaba, y que eran bien conocidos allende los mares.

Y aunque no pudimos contar con él, pudimos contar con dos grandes amigos y expertos en su obra literaria: José Luis Correa, profesor de didáctica de la lengua y literatura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que tiene un largo recorrido con Alexis Ravelo, y un detective de cabecera en sus novelas: Ricardo Blanco. Y por otro lado, Antonio Becerra, un gran amigo de Alexis, y también profesor en la universidad de Las Palmas, doctor en literatura y teoría literaria, además de guionista, documentalista y editor. 

Con esta gran compañía y rodeados de lectores fuimos descubriendo a Alexis Ravelo, el escritor autodidacta al que se le conocía en los primeros tiempos como el escritor del Cuasquías, así solicitaban sus primeros lectores sus libros en tiendas y bibliotecas, el libro del camarero del Cuasquías, el eterno bar en el que trabajaba y desde el que comentaba sus lecturas con todos los que querían discutir sobre literatura. Sus principios fueron caóticos como escritor, al igual que lo era como lector, leía todo lo que le caía en las manos, que le caía de manos de su padre, vendedor de libros de puerta a puerta, lo que le permitió hacerse con muchas lecturas desde bien pequeño. Su padre también le inculcó el valor de hacer las cosas bien. Sus influencias literarias fueron también cuentos y relatos cortos, y el primer país que le fascinó fue Argentina, seguido de México, donde la novela negra es de un negro muy oscuro. Este bagaje, junto con la formación posterior en diferentes talleres de escritura, le fueron conformando, muy rápidamente, como el gran escritor en el que se ha convertido, con novelas de ritmo trepidante, de una cadencia sobrecogedora… y que hacen una delicia la lectura de todas y cada una de sus obras. 


Lectores y participantes durante el club de lectura dedicado a Alexis Ravelo. Al habla Ángel Hernando, moderador del club de lectura. 

Ambos invitados estuvieron de acuerdo en afirmar que la obra literaria de Ravelo es una reflexión filosófica sobre la sociedad y el mal, por eso se encontraba tan cómodo en la novela negra, un género que le permitía el análisis y la denuncia para llegar a expresarse como él quería, en un negro muy negro, sin grises, y con mucha violencia, que él mismo había experimentado en diferentes experiencias vitales. Mientras tanto, escribía también su novela soñada, su novela seria, que salió a relucir a lo largo del debate porque finalmente la publicó: La otra vida de Ned Blackbird. Otra importante característica del autor que discutimos durante la tertulia fue el inmenso respeto que Alexis Ravelo tenía por el lector, todo lo hacía pensando en ellos, los lectores, en un diálogo continuo, eran lo más importante y el punto principal de sus novelas, y de sus intervenciones como crítico y agitador cultural. También respetaba a sus personajes, a los que trataba con mimo, especialmente a los más frágiles.

Muchos lectores admitieron desconocer ese episodio histórico tan excepcional retratado en la novela: la semana roja de La Palma, y destacaron la preciosidad e inmensa tristeza a la vez del libro que nos ocupaba esa tarde, un pesimismo respecto al ser humano implícito desde la primera página, donde sin embargo queda patente cómo son también las personas las únicas capaces de salvar de la iniquidad. Otro lector comentó los juegos narrativos de la mano del autor, un multinarrador, y otro el tratamiento de la maternidad en ese lugar y en esa ápoca concreta. Fueron varios lectores los que destacaron la horrible figura de Floro, el malo malísimo de nuestra novela al que Antonio Becerra comparó con un importante personaje de la literatura canaria, Doramas, del que se dice que mudó de lengua pero no de traje. Otros personajes fluctuaban en función de las propias dinámicas de la guerra, pero Floro no, es malo y el precursor de las desgracias que suceden. Para Alexis Ravelo contar esta historia, basada en un hecho histórico real, era un acto de redención, su aportación personal para no dejar en el olvido a todos los Floros de la historia, la manera de Alexis de dibujar y personalizar el mal.  

Otro compañero canario, que también quiso estar presente en este homenaje, destacó de la novela la identificación que los canarios hacen de ella, los lugares, el habla, la forma de ser, esa manera tan mágica que tiene el escritor de hacer reconocer al lector la entonación y la prosodia en la lectura, propio de un buen conocedor de la cultura y literatura canaria como era Alexis Ravelo. Para este amigo canario, la verdadera seña de identidad del autor era la expresión, que consigue convertir lo local en universal. Y el ejemplo perfecto en la novela, Rosita, la madre de Floro. José Luis Correa destacó en este sentido, la socarronería canaria tan presente, efectivamente, en el autor, tanto en sus letras como en sus palabras.

Despedimos la sesión con recomendaciones de otras obras del camarero del Cuasquías, donde destacaron Los nombres prestadosLa estrategia del pequinés o Un tío con una bolsa en la cabeza, además de la ya mencionada novela seria, La otra vida de Ned Blackbird. Te invitamos a seguir leyendo a Alexis Ravelo, porque una vez que lo conozcas, no vas a querer dejar de disfrutar de este gran personaje que era el autor, muy literario también, y conocido especialmente por sus impresionantes abrazos.

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