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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Lecturas de Karina Sainz Borgo

En el encuentro con la escritora Karina Sainz Borgo se mencionaron muchas lecturas interesantes. Cada una de ellas puede servir a un propósito: contexto a su obra, inspiración de sus años de aprendizaje, o recomendaciones a leer y autores a seguir. Aquí os dejamos algunas de las que anotamos ¡Feliz lectura!

Ramírez, Sergio. Tongolele no sabía bailar. Barcelona: Alfaguara, 2021. 337 p.
Alarcón, Cristian. El tercer paraíso. Barcelona: Alfaguara, 2022. 264 p.
Vásquez, Juan Gabriel. El ruido de las cosas al caer. Barcelona: Alfaguara, 2011. 259 p.

Granés, Carlos. Delirio americano. Madrid: Taurus, 2022. 624 p.
Mann, Thomas. La muerte en Venecia. Barcelona: Debolsillo, 2020. 123 p.
Coetzee, J.M. Esperando los bárbaros. Barcelona: Debolsillo, 2033. 216 p.

Rulfo, Juan. Pedro Páramo. Madrid: Cátedra, 1990. 198 p.
Marcolongo, Andrea; Ucini, Andrea. El viaje de las palabras. Barcelona: Zahorí books, 56 p.
Reyes, Dolores. Cometierra. Sigilo, 2019. 173 p.

Encuentro con Karina Sainz Borgo en el 4L4C

Karina Sainz durante el club de lectura

El pasado sábado 26 de marzo, la escritora Karina Sainz nos regaló una maravillosa tarde de tertulia literaria, con gran generosidad y mucho entusiasmo por la emoción con la que acoge esta escritora los encuentros con los lectores. Cincuenta asistentes disfrutamos de escuchar y conversar con Karina, tan atentos y absortos que se nos pasaron de largo las dos horas convenidas para hablar de su primera novela, La hija de la española, en el primer club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año dedicado a la memoria. Las novelas de Karina Sainz tienen mucho de periodismo, es desde esta óptica desde la que mira al mundo y, la prensa escrita,  las letras que la han acompañado desde la infancia. Después, quedó deslumbrada por la literatura española del s. XX, y fueron estos autores los que la impulsaron a escribir con la fuerza que tienen hoy sus novelas. Para ella no existe el mundo sin la lectura, la arrogancia nace de las personas que no leen, que no conocen, que no quieren acercarse al otro. Para esta escritora, una persona que no lee, ya está muerta. Y así lo demuestra tanto en su primera novela como en la segunda, que nos permitió sacar a colación el artículo de ese mismo sábado por la mañana en la revista Babelia, y que define muy bien lo que nos cuenta: «‘El tercer país’, de Karina Sainz Borgo: Peligro, autor con biblioteca.» 

Karina Sainz se afinca en España en 2006, en un viaje que hizo de forma inversa al que realizaron sus abuelos, exiliados republicanos, al emigrar de España a Venezuela mucho años antes. España fue, desde entonces, un tema tabú en casa, como lo fue para ella durante mucho tiempo Venezuela. Se fue de su país muy joven y muy herida, y este libro, que no cuenta su historia personal pero sí emocional, ha visto la luz cuando cree haber curado, de alguna manera, esas heridas que produce la emigración forzada, el destierro y la nostalgia. Una nostalgia definida como movimiento, acción, todo aquello que estamos dispuesto a hacer por recuperar aquello que quisimos tanto.

De la nostalgia pasamos a hablar de la memoria, un tema consciente en el s. XX, por tener muchos más elementos que antes para saber lo que se escribe. Para la autora, la memoria nos previene de incurrir en frivolidades, y de la frivolidad a la violencia hay un paso. Con admiración mencionó a otros autores latinoamericanos como Juan Gabriel Vásquez o Iwasaki, y la relación de estos autores con la memoria, una relación lúcida y civilizada. Ella, Karina, sin embargo, no consigue todavía esa relación, aún se emociona, y es por esta circunstancia que se siente más cercana a la literatura española. 

Los lectores destacaron el desarraigo y la ansiedad en la lectura, el dolor y la valentía, y alguno incluso dudaba sobre cuáles eran las partes de realidad y cuáles las de ficción, incapaces de creer las atrocidades, bien conocidas por los que allí estuvieron, que ocurren como hechos reales en la novela. Varias lectoras colombianas se sintieron apeladas, recordando la emigración venezolana de los años relatados en el libro. Una democracia y un país tan fuerte, Venezuela, receptora hasta no hace tanto de emigración, y que no pudo impedir el naufragio, ¿puede volver a pasar en otros países latinoamericanos? Una lectora turca sintió muy cerca también la historia narrada en el libro, y la fragilidad de la democracia, a miles de kilómetros. Karina cree que esa fragilidad puede encontrarse en cualquier país a día de hoy, aunque, con optimismo, espera que contarlo sirva también para paliarlo.

Ángel Hernando, moderador del club,
en el encuentro del sábado 26 de marzo

Muy comentado también, como no podía ser de otra manera, fue el final del libro. Desde Tetuán les parecía muy cruel ese final, en Granada habrían escogido otro, y Karina confesaba que, de cualquier manera, el objetivo estaba conseguido: poner nervioso al lector en muchas de las situaciones por las que pasa la protagonista. 

Junto a otras decenas de referencias literarias que nos regaló la autora durante la tertulia, Karina Sainz nos desveló una interesante teoría sobre la literatura de mujeres latinoamericanas post boom, que contribuyen a contar y a denunciar la política desde el ámbito doméstico: Isabel Allende, Laura Esquivel, Ángeles Mastretta, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor y Elena Poniatowska. Y con estas autoras, con ganas de leerlas a todas, así como de disfrutar del último libro de Karina Sainz, El tercer país, nos quedamos, con una sonrisa tan grande como la que nos regala esta periodista y escritora, compartiendo su tiempo, con una energía y una vibración que llegaron, lo sabemos, a los cuatro continentes.

Encuentro con Eugenio Fuentes

El sábado nos reunimos con el escritor Eugenio Fuentes en el último club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año, dedicado a la novela negra. Inauguró la sesión Ana Vázquez, directora del Instituto Cervantes de Bruselas, presentando al maestro de ceremonias que nos ha acompañado a lo largo de este año, Ángel Hernando, moderador del club, que siempre acaba sorprendiendo a los escritores con sus preguntas e investigaciones. Y recordamos también, como no podía ser de otra manera, a la recién fallecida escritora Almudena Grandes, una gran pérdida como persona y para las letras españolas. 

Eugenio Fuentes comenzó desvelándonos que llegó a ser escritor, promovido básicamente por su afán por contar historias y su pasión por la lectura, que le acompañó desde bien pequeño gracias a la biblioteca del colegio de maristas donde estudiaba, y que le llevó a descubrir, a una edad quizás demasiado temprana, a Borges o Faulkner, entre otros. Con este bagaje, durante la veintena escribió varios cuentos que tuvieron gran aceptación, y así, casi jugando, y gracias al azar, decía humildemente el autor, llegó a Tusquets y a publicar con esta importante editorial la mayoría de sus novelas. Y a la novela negra, nos confesaba, llegó practicando la escritura de diálogo, prácticamente como un trabajo de estilo, pues ¿dónde hay más preguntas que en una novela negra? con la riqueza y variedad, además, de personajes y de registros claves para descifrar el misterio. 

Y sin embargo, y con tantos títulos a sus espaldas, no se siente encasillado en la novela negra, aunque no le importaría que así fuera, para él no hay diferencia entre una novela negra o una novela de amor, de hecho cree que algunos de sus títulos son más lo segundo que lo primero, tragedias familiares, dilemas éticos, ahí están las historias. En su opinión, hoy día un escritor de novela negra es capaz de escribir cualquier cosa. Con esta afirmación nos introdujo en los comienzos del género, un género que llegó tarde a la historia de la literatura, que nace con Edgar Allan Poe, y que se empieza a difundir en la segunda mitad del s. XIX, dejando aparte el componente literario para abrirse a los lectores, dejando las bibliotecas para incorporarse a los quioscos. En el s.XXI, una vez incorporado a esa historia de la literatura, el nivel literario aumenta considerablemente, y se diluyen los límites de la novela policíaca. Al preguntarle por la crítica social incluida en la novela negra, aseguraba no estar de acuerdo, de hecho, en su opinión el detective está más cerca del romanticismo que del realismo. 

Y de los tintes negros llegamos a Breda, a ese lugar inventado donde Eugenio Fuentes se siente libre, por el que entra y sale a su antojo, y en el que hace lo que quiere con sus personajes, un territorio geográfico en sus novelas, pero también moral. Precisamente de los personajes destacamos la humanidad que desprenden, y el autor confirmó que son lo que más le importan, más que la historia o la intriga, ya que para él, lo más importante es emocionar, y es a través de ellos, y de sus historias y circunstancias. que lo consigue. Si algo pusimos en común los lectores esa tarde, es el ritmo y adicción que suponen sus títulos, un artefacto mágico para olvidarse de todo lo demás, en palabras textuales de una lectora: «el libro no se me cerró». Nos encantó escuchar que Piedras negras es la continuación de su libro Si mañana muero, su sueño de escribir un libro de 1.000 páginas, «el libro que todo novelista quiere escribir», bromeaba, donde Marta Medina, era el personaje por excelencia y del que más orgulloso se siente. Desde el público también detectaron la evolución de los personajes en la novela, el mejor ejemplo, el hijo de su principal personaje, Alejandro Garcilaso.

Nos contó diferentes experiencias sobre historias y anécdotas que le llegan como escritor, y que agradece, aunque para él lo verdaderamente mágico es escuchar a alguien hablando de su oficio, de un tema que domina y comparte. Y así destacamos la variedad de temas retratados en su serie del detective Ricardo Cupido: mundo rural (esa especial ciudad de Breda), especulación urbana, reconstrucciones familiares, exilio, adicción al poder, o los bebés robados, que narraba en esta novela, y que no son solamente bebés robados, sino madres también robadas, favorecidos además por una legislación, vigente hasta 2011, en la que un bebé no era considerado persona hasta las 24 horas de su nacimiento. 

Lo que más nos sorprendió fue la confesión del autor de que escribía sin planificación, sin tener clara la estructura y los sucesos previamente, creando la novela a medida que iba escribiendo, a mano normalmente, absorto en la historia, igual que nosotros, los lectores, la vamos descubriendo. Muy interiorizado tiene que tener sus tramas e ideas viendo las relaciones implícitas en la novela, como por ejemplo la relación entre el tema principal y el trasfondo de la novela con la trágica y pintoresca muerte del personaje in media res, que destacaba una lectora: el rancio abolengo de los herederos de los crímenes iniciales. 

Lo que sí le ha preocupado mucho desde siempre es el estilo, que cuida con mimo e intensidad, tanto en su calidad de reportero como de narrador, y disfruta con la magia del lenguaje por las diferentes posibilidades y combinaciones que tiene, capaces de disparar la imaginación en el momento menos pensado. Diferentes lectores destacaron algunos guiños de la novela a Psicosis de Hitchcock, a La Regenta de Clarín, o al detective Plinio, de las novelas de García Pavón, que el autor confirmó asombrado. Y para terminar anunciamos su próximo libro, muy actual, en el que se mata y se muere por la pandemia, con un trasfondo de homenaje al personal sanitario, y que tendremos disponible ya el próximo año: Perros mirando al cielo.

Piedras negras, de Eugenio Fuentes

Empezamos la última lectura del club virtual  4 Lecturas, 4 Continentes, organizado desde las bibliotecas del Instituto Cervantes de Bruselas, Estambul, Tetuán y Chicago. La novela en esta ocasión es Piedra negras del escritor Eugenio Fuentes.

En Piedras negras, última entrega, hasta la fecha, del detective privado Ricardo Cupido, Marta Medina fallece de alzhéimer en Toulouse. En el testamento encarga a su nieta Marthe que busque a un hijo que tuvo que dar en adopción en tiempos de la guerra civil. La nieta viaja a España y encarga la investigación a Ricardo Cupido. El detective descubre que el hijo de Marta se llama Alejandro Garcilaso y es un hombre muy rico y padre de una hija ilegítima. Cuando Cupido y Marthe le revelan quién es él en realidad, éste se niega a aceptarlo y Marthe regresa desengañada a Toulouse. Días después, la hija de Garcilaso aparece asesinada. El crimen resulta un tanto gótico y truculento, y Garcilaso, que quiere investigarlo al margen de la policía, le pide a Cupido que descubra qué o quiénes se esconden tras ese homicidio. 

Eugenio Fuentes nació en Montehermoso (Cáceres) en 1958. Galardonado con varios premios y traducido en doce países, Fuentes ha logrado con éxito situarse como uno de los autores españoles de novela negra con mayor proyección en el extranjero gracias a su detective privado Ricardo Cupido, protagonista de las novelas «El interior del bosque» (1999), «La sangre de los ángeles» (2001), «Las manos del pianista» (2003), «Cuerpo a cuerpo» (2007), «Contrarreloj» (2009), «Mistralia» (2015) y «Piedras negras» (2019).

El debate sobre esta excelente novela se llevará a cabo del  20 de noviembre al 10 de diciembre en este mismo blog, esperamos vuestros comentarios y opiniones tal como vayáis avanzando en la lectura. El sábado 11 de diciembre tendrá lugar el encuentro con Eugenio Fuentes en la plataforma Zoom y con la moderación de Ángel Hernando. Una oportunidad única para dialogar con el escritor y poder comentar detalles de la novela y de su trayectoria literaria.

Encuentro con Marta Sanz

Este sábado nos reunimos en torno a la novela Black, black, black, Pam, pam, o incluso Bla, bla, bla… todas ellas la misma novela, de la genuina escritora Marta Sanz. Una escritora tan franca como inquietante, valiente, y que maneja la palabra escrita y oral de manera magistral. Este sábado pudimos comprobarlo.

La escritora nos empezó desvelando sus primeros pasos en la literatura gracias al empeño de su padre, que la animó, además de licenciarse en Filología Hispánica, a formarse en enseñanza ELE y en talleres literarios que perfeccionaron su estilo y la lanzaron a la escritura literaria. También es doctora y especialista en la poesía española de posguerra. Desde un punto de vista intelectual, así como desde la construcción de la sensibilidad, ambas formaciones suplementarias fueron fundamentales para encontrar a la gran escritora que descubrimos hoy. De su madre ha escrito mucho (Lección de anatomía), y de su padre publicó durante la pandemia (Parte de mí).

Le preguntamos qué suponían para ella los premios literarios, y admitió que es muy gratificante que te reconozcan la labor, aunque también puede abrumar. Uno de sus libros, Clavícula, narra la ansiedad que le produjeron los premios literarios (Ojo Crítico, Herralde…) en su trayectoria literaria, un mundo distorsionado que la colocó al borde del abismo. Nos adelantó que esta obra será llevada al teatro en formato musical, con la que está muy emocionada. De igual manera, admitió que los galardones son más placenteros que dolorosos, y pudimos comprobar la sonrisa de oreja a oreja que se la pone cuando reconocen su trabajo.

Alguna lectora había leído de ella que era la escritora de lo feo, Marta corrigió, de lo desagradable. Aprendió hace mucho que escribir no era sólo escribir bonito, que también se puede, en efecto, escribir feo, que cada cosa encuentra su camino, y su espacio: «contar las cosas de manera adecuada es añadir un plus«. Se manifiesta como una escritora autobiográfica, que habla de las mujeres, de su forma de relacionarse, entre ellas y con su cuerpo. Para Marta hay dos maneras de entender la literatura, algo que te agranda los ojos y te muestra lo que no siempre quieres ver, o algo que te tranquiliza y adormece. Ella escoge la primera, y desde siempre ha preferido plantear conflictos a través de la palabra literaria, ese es su compromiso. Al escribir pone su cuerpo y su alma. Frente al concepto de literatura anoréxica, perezosa, asequible y altamente comercial, ella opta por el «barroco radical», la literatura llena de grasa, un libro que según ella puede ejemplificar esta tesis es Farándula. Marta necesita ir a la contra para dar otras alternativas a lo que debe ser.

La novela y el cine negro, asegura, forman parte de ella. Se ha sentido desde siempre muy atraída por la reinterpretación que el género hacía del realismo, y toda esa dimensión ética y política, fascinada por la música, la fotografía, el ritmo o los personajes de los grandes clásicos, Chandler, Highsmith… Sin embargo, en el s. XXI, se dio cuenta de que el género negro se había convertido en algo altamente previsible, y que no colocaba en ningún conflicto al espectador. Por eso decidió escribir esta novela negra Black, black, black, aunque con tintes reivindicativos, críticos con el devenir del género. Por aclamación editorial, continuó la segunda (Un detective no se casa jamás) y la tercera novela de la saga del detective Arturo Zarco (Pequeñas mujeres rojas), cerrando un círculo perfecto de percepciones y formas de entender la vida, el romántico y soñador Arturo Zarco, y la realista, deductiva e inteligente Paula Quiñones, la que conecta a Zarco con una realidad que este no quiere ver. En la trilogía pone de manifiesto la violencia entre Paula y Zarco, la violencia en las relaciones sexuales tóxicas, de lucha, de dominio.

Otro punto en común de toda su obra que destacamos en el club fue su humor, un humor negro, irónico, inteligente, que dice formar parte de su ADN, y que lo utiliza desde un punto de vista narrativo como la única manera de meter el dedo hasta el fondo de la llaga y que aparentemente no duela. Y la primera que pasa por ahí es ella misma. Opta por no tomarse las cosas demasiado en serio, hay que reírse. 

El público aclamó, en diferentes opiniones el recurso del diario de Luz en la novela, segundo black, que nos invita a reflexiones como hasta qué punto somos responsables de nuestras ficciones, o si las ficciones pueden manipular las acciones cotidianas. Existe un juego continuo en el libro sobre la capacidad que puede tener la literatura para transformar la realidad. La autora nos lo ejemplificaba con los modos de representación de la violencia, hasta qué punto pueden denunciar o normalizar diferentes acciones. Para ella, en este libro está todo, toda la violencia estructural de nuestro día a día: las envidias, la violencia machista, el abuso sexual, el maltrato a los mayores… pero también está implícito la posibilidad de cambiar todo ello, de cuidarnos y de cambiar lo que nos rodea.

Frente a esta escritora atípica y valiente, ella también busca lectores intrépidos y activos. Afirma que la literatura es un contrapeso a esa nueva forma de asimilar la información, pide al lector compromiso con su vida y experiencia para descifrar lo que hay debajo de la red de palabras, y tomarse su tiempo para ello. Hay una crítica política profunda en sus libros respecto al mundo en el que vivimos. Un buen libro no depende del tiempo que te lleve su lectura, sino de cómo la misma puede cambiarte después.

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