El sábado 5 de octubre tuvo lugar el tercer encuentro del club de lectura «4 lecturas 4 Continentes» dedicado este año a la temática de literatura y naturaleza. De la mano de Samanta Schweblin, además de pasar una tarde fantástica donde no faltó la risa, la verdad y la espontaneidad, descubrimos un mundo de ingenio y originalidad con uno de sus libros más enigmáticos: Distancia de rescate.
Samanta comenzó contándonos dónde empieza su pasión por la lectura, relacionada con todo lo que sus padres le leían de pequeña antes de irse a dormir, o con la poesía que le recitaba su abuelo. Quizás por esto, su apego por la lectura tiene que ver mucho con la figura del lector y la implicación de este en la lectura. La pregunta que se hacía al principio de su trayectoria era: ¿Cómo se escribe una historia? Y la respuesta la llevó a estudiar Dirección de Cine y no la carrera de letras, mucho más teórica. Empezó a escribir sus primeros cuentos a los 12 años, y a tomarse en serio la carrera de escritora cuando pudo comenzar a vivir de ello, es decir, a tener tiempo para escribir: El tiempo es una cosa carísima, nos decía en la reunión del sábado.
A lo largo del club, la escritora puso sobre la mesa sus artes como profesora de talleres de escritura, un mundo que le fascina, donde las reflexiones de los alumnos le sirven para reflexionar acerca de la importancia de la originalidad de los escritos, los lugares comunes y del encuentro con uno mismo y con su propio camino. El relato corto, además de ser tradición argentina, permite ver cómo se mueve la maquinaria narrativa, por eso, además de estar presente en sus inicios y escogerlo para su expresión literaria, es también lo que propone a sus alumnos en los talleres. Asegura que, como escritora, muchas veces ni siquiera decide por su cuenta si la obra será larga o corta, sino que el relato lo decide por ella, y si no es el relato son las emociones las que le guían en la escritura.
Acerca de la temática de sus novelas, confesaba que le gusta sacar de lo cotidiano su lado sorprendente, monstruoso, inquietante… la fina línea que separa lo extraño de lo normal o lo posible de lo imposible, le gusta asomarse a ese lugar sin pasarse a la literatura fantástica o a la ciencia ficción, el capricho de la arbitrariedad, lo que puede pasar y lo que normalmente no pasa pero podría pasar, seguramente por eso sus novelas son tan inquietantes… Esa inquietud en la escritura de Samanta Schweblin, ese estado de alarma, la detectaron los lectores desde que aparecen los gusanos en la primera página, una escritura precisa que busca producir sensaciones y emociones en el lector, en palabras de la autora: uno escribe sobre el papel, pero también sobre la cabeza del lector – somos nuestro propio lugar común- escribir es bailar con el otro. Otras preguntas estuvieron relacionadas con las dos voces narrativas presentes en la novela, que la escritora estimaba necesarias para narrar lo que no era urgente, porque los límites y las condiciones de la historia determinan para ella el cómo se cuenta el relato: con mecanismos que abren caminos, refracciones hacia todos lados, haciendo de la lectura una experiencia más completa e interesante.
Discutimos acerca del título del libro, Distancia de rescate, un término que aparece hacia la mitad de la novela y que supone además un concepto que empieza a utilizarse: la distancia que permite rescatar a los hijos de una amenaza. Una lectora destacó que si bien aparecen las madres conscientes tanto de este término como de otros relativos a los cuidados, los padres no están tan presentes en este relato, a lo que Samanta acertó a decir que en efecto, ellos, en esta historia, se quedan fuera. También preguntaron los lectores por el mundo mágico presente en la novela a través de la curandera, un tema que tiene mucho protagonismo en la novela, y que la escritora defiende, por la presencia de este mundo mágico de brujas y curanderos en América Latina o África, y porque la ignorancia acerca de lo que sucede en la muerte, permite indagar sobre estas situaciones en la literatura. Así, David, un personaje incierto al principio, también nos habla después desde ese otro lado, o cercano al mismo, la muerte.
Otro tema presente en la novela, hilo conductor de la misma, es el glifosato y la aberración medio ambiental que significa su utilización. Esta novela es la primera ficción que habla de este compuesto altamente contaminante. Samanta nos contaba que el problema comenzaba a principios de la década de los años 70 en Argentina, y en el momento en que estaba escribiendo Distancia de rescate era tremendo lo que estaban haciendo las compañías, se documentó mucho en el proceso, y descubrió cómo algunas compañías utilizaban avionetas que regaban los campos de semillas transgénicas que requerían después el glifosato para su cultivo, o los búnker de salvaguarda de semillas tradicionales en un lugar recóndito del globo terráqueo para su preservación frente a las transgénicas. Nos dice que los temas muchas veces llegan a ella, y nos ponía el ejemplo de Kentukis, una novela que parece que habla de tecnología pero que la única palabra relativa a este campo es WI-FI, y que de lo que realmente habla es de la relación con el otro.
Algunos lectores habían visto también la película de la novela de título homónimo, de la directora Claudia Llosa, 2021, donde Samanta Schweblin, en esta ocasión, sí participó. Asegura que en la mayoría de adaptaciones que se han hecho de sus cuentos y novelas cortas no ha participado, el cine le parece otro lenguaje y cree que ella hace lo que debe hacer exclusivamente en la fase de la escritura, sin embargo, con Distancia de rescate le pasó algo diferente, no podía soltar la historia. Esto, junto con la conexión con la directora Claudia Llosa, la llevó a escribir el guion a cuatro manos, como si fuera prácticamente otro libro, localizando lugares y situaciones que exige el lenguaje cinematográfico, donde el mayor reto era lograr llevar a la gran pantalla las mismas emociones contenidas en la novela. Y quizás lo consiguió, porque los lectores que vieron la película aseguraron que era exactamente como se lo habían imaginado.
Nos quedamos con ganas de seguir charlando con la escritora y de descubrir esta película y otras adaptaciones cinematográficas, porque todo lo que tenga que ver con Samanta Schweblin resulta ciertamente sorprendente y enigmático, lecturas que no dejan indiferentes, y que permiten charlar y charlar durante horas y horas. ¡Gracias a la escritora y a los ávidos lectores que hicieron de esta lectura una fantástica experiencia!
Además no podíamos contar con
mamá desde hacía casi dos meses, y
eso también me preocupaba, porque
la que siempre estaba en todo era
mamá, y con ella las cosas salían
bien, hasta que dejó de preocuparse,
así nomás, de un día para el otro.
“Papá”, en Noel duerme en casa, de Samanta Schweblin
La narrativa de Samanta Schweblin puede definirse como femenina (incluso como feminista) por los mundos que abre desde el punto de vista de la mujer. Las diferentes situaciones que aborda, los personajes que crea, las vivencias que desarrolla, la voz narrativa, todos ellos son elementos que contribuyen a crear una imagen en la que la mujer es protagonista. Además, los aspectos y circunstancias de la vida familiar y social que aparecen en sus cuentos y novelas evidencian la importancia del rol femenino en la construcción de sus historias.
En Distancia de rescate asistimos a un proceso de creación y reconstrucción de la voz femenina, “desde sus palabras, sus preguntas, sus silencios, sus pausas, el miedo, el horror, la soledad y la angustia presentes en las relaciones de pareja, la maternidad, la vida conyugal y la familia” (CÁRDENAS SÁNCHEZ, Ninfa Stella y PARRA LONDOÑO, Jorge Iván, “Lo familiar y lo femenino en la narrativa de Samanta Schweblin”, en Cuadernos de Filosofía Latinoamericana ISSN: 0120-8462 | e-ISSN: 2500-5375 | DOI: https://doi.org/10.15332/25005375 Vol. 42 N.º 124 | enero-junio de 2021)
En la siguiente entrevista descubrimos cómo es el proceso de reconocimiento de la literatura femenina y la influencia que tuvo en la evolución de la escritura de Schweblin (a partir de 7’45’’):
Distancia de rescate ocurre en la cabeza de una mujer: una mujer que desde la cama de un hospital dialoga con David, el hijo de Carla, para entender lo que ha pasado durante sus vacaciones. La autora pone orden en el mundo “desde la mirada y la experiencia de lo femenino, a partir de las palabras de Amanda y Carla, que son esposas, madres, trabajadoras y que, frente al miedo y el dolor de la pérdida […], tratan de entender y explicar qué sucede” (CÁRDENAS y PARRA).
Es una novela donde la palabra de los hombres desaparece, no tienen voz, nada pueden decidir. Algo similar sucede en el libro de cuentos Pájaros en la boca. Los hombres no tienen la capacidad de ni siquiera intervenir en la decisión de sus hijos, como en el relato que da nombre al libro y que ha sido adaptado en este cortometraje:
En Distancia… hay una lucha que se da en el ámbito de las mujeres y de sus familias, de la sociedad con la que conviven y que les impone un deber, una forma de estar en el mundo y de comportarse, les dice cómo ser buenas madres. Sin embargo, ellas no pueden, no saben mantener esa distancia que asegura la salvación de los hijos. ¿Es necesario, entonces, romper con la idea de madre que las sociedades establecen? La novela de Schweblin propone que ya no se debe atender tanto al sacrificio, a la negación de sí mismas, a la resignación y sí al miedo, al dolor, a la frustración, a la posibilidad. Nina y Amanda son las encargadas de deconstruir el imaginario de las sociedades patriarcales. En ellas, las mujeres no son felices, sienten miedo, frustración, impotencia.
Ya no hay estereotipos e imaginarios de la idea de maternidad. Hay un reconocimiento a lo largo de la novela de que la maternidad no es fácil y que incluso puede llegar a ser angustiosa, terrible. Esta idea es explícita en el cuento “Conservas”:
La experiencia de la maternidad impone otro ritmo de vida, una nueva manera de mirar, un espacio incierto que como hemos escuchado en el cuento produce un temor, un miedo que puede ser el mismo que conduce a Carla en Distancia a huir, a dejar de luchar por lo que sentía seguro. Es una alejarse para ser sí misma.
¿Cómo analizáis esta experiencia de lo femenino y lo familiar en la lectura de Distancia de rescate?
El origen del proceso creativo de Distancia de rescate está en Berlín, cuando Samanta Schweblin inicia una residencia artística. En un principio, lo que surge del proceso de escritura es un cuento. Sin embargo, posteriormente descubre que tiene que transformar este relato en una novela corta. En 2014 para la publicación Infobae decía: “fue algo que surgió naturalmente, no es que me propuse escribir una novela, más bien estaba trabajando en un cuento que me estaba dando bastantes problemas porque no podía terminar de entender como podía contar una historia como esa y fue mi cabeza de cuentista la que tardó en entender que para contar esa historia como la quería contar necesitaba ciento treinta páginas más”.
La escritora nos cuenta el valor y la importancia del cuento en su apuesta narrativa:
En realidad, la aparición de esta nouvelle revelaba un proceso creativo que llevaba forjándose varios años antes. Para 2014, la escritora argentina ya tenía publicados dos libros de cuentos: El núcleo del disturbio y Pájaros en la boca. En estas obras aparecían dos de los aspectos que definen la obra cuentística de Schweblin: la tensión y el extrañamiento que generan en el lector. Uno año después de su publicación, la novela ganó el prestigioso premio Tigre Juan y su jurado dijo en ese momento sobre la obra ganadora que “lleva al extremo de la perfección dos técnicas literarias no siempre fáciles de armonizar y que son la tensión dramática y el estudio psicológico”.
¿De qué trata la novela?
De la maternidad: de hecho el título se refiere a una noción que Amanda, la protagonista y narradora de la historia, toma de su madre. Es “una distancia variable que me separa de mi hija […] un hilo invisible que nos une”. ¿Cuál es la distancia que nos permitirá el rescate de nuestros hijos? ¿Cuánto tardaríamos en salvarlos ante la amenaza de cualquier peligro?
De la denuncia social: el contexto político de la novela trata del problema de los agrotóxicos en el campo argentino. Según Drucaroff, la novela “se escribió y la leemos en tiempos en que alarma el aumento del cáncer y de niños deformes en las zonas cercanas a los cultivos de soja”. La propia autora reflexionó en una entrevista para la editorial Eterna Cadencia sobre la realidad del problema que denuncia y de la relación con la realidad de su país: “Todo lo horroroso y monstruoso que se cita en el libro no es ningún recurso fantástico, sucede ahora mismo, en nuestros soñados campos argentinos”.
De la infancia: los críticos afirman que la novela trata este tema desde una perspectiva gótica. El género literario nacido en el siglo XVIII en Inglaterra, que tuvo su gran auge en el XIX en Europa. Características: presenta emociones fuertes en los personajes, escenarios macabros, lúgubres y oscuros, hechos sobrenaturales o inexplicables, atmósferas extrañas y de misterio y, por supuesto, un secreto por desvelar. Así, los niños de esta novela se nos aparecen como una especie de monstruos.
De lo siniestro: en claro vínculo con el tema anterior. Lo siniestro -en la teoría psicoanalítica de Freud- es un elemento familiar reprimido que vuelve y provoca angustia, miedo y horror. Lo conocido provoca extrañamiento. Así, las infancias son monstruosas porque las madres no reconocen a sus propios hijos.
Hay otros temas que seguro que estáis descubriendo en vuestra lectura: el papel de la medicina alternativa ante la convencional, la homosexualidad, lo femenino, la muerte, … Es un libro que se va construyendo en la cabeza de los lectores, de manera sutil, con hilos transparentes: “La arquitectura narrativa se deja sostener por hilos apenas perceptibles: la sutileza metafórica, la ambigüedad que escamotea las afirmaciones argumentales, los deslizamientos que recorren imágenes y sensaciones de sueños, recuerdos y presagios como si fueran planos entremezclados que intentan descubrir “lo importante” de la historia.” (Sergio G. Coulatti, “El inquietante temblor de la inminencia”, Letralia, 23 de octubre de 2020).
¿Cuáles son los hilos que siguen vuestras lecturas?
Son como gusanos.
¿Qué tipo de gusanos?
Como gusanos, en todas partes.
El chico es el que habla, me dice las palabras al oído. Yo soy la que pregunta. ¿Gusanos en el cuerpo?
Sí, en el cuerpo.
¿Gusanos de tierra?
No, otro tipo de gusanos
Está oscuro y no puedo ver. Las sábanas son ásperas, se pliegan debajo de mi cuerpo. No me puedo mover, digo.
(Distancia de rescate, de Samanta Schweblin)
El inicio de esta nouvelle de Samanta Schweblin nos sumerge en un espacio de tensión y de densidad ambiental. Un narrador inexistente nos emplaza en un diálogo desconcertante y aparentemente amenazador. El lector se ve situado en el interior del relato, en una trama que se le impone y de la que no entiende muy bien hacia dónde se dirige. Sin embargo, ya desde esa primera escena anticipadora en la que aparecen las dos voces que, con papeles bien diferenciados, construirán una única escena se manifiesta un ambiente de terror que nos mantiene atrapados en cada una de sus páginas. La toma de palabra de cada uno de los personajes es tan importante como el espacio en el que se da, un lugar que adquiere un protagonismo inesperado a medida que vamos desvelando una realidad oculta, una existencia que nos acoge en un mundo de terror.
La autora nos cuenta qué nos vamos a encontrar:
“Que lo verdaderamente monstruoso es la naturaleza, la de afuera y la humana, es algo a lo que nos ha acostumbrado el terror clásico: el bosque y la selva funcionan como escondite de lo reprimido por la razón y los hijos son el comienzo de la extrañeza.” (“Los hijos tóxicos”, Carlos Pardo, El País, 7/3/2015)
Quizás estas palabras que Carlos Pardo le dedicó a la novela en su reseña para el periódico El País nos sitúen en el vínculo exacto que el relato de la escritora argentina tiene con el contenido de nuestro club de este año. Efectivamente, la naturaleza – otro ejemplo de la liternatura de la que nos hablaba en nuestra última lectura del ciclo el escritor Gabi Martínez- juega un papel que arrastra a los personajes de esta historia, un paisaje idílico que juega a desestabilizar al lector. “Dentro de esa clave improbable el lector participa de una historia que tiene mucho de alucinación: a partir de la conversación entre Amanda y David, un niño con inquietante voz de adulto, reconstruimos el momento en que […]”. En palabras de Pardo, Schweblin, impone “un estilo poético a fuerza de sustraer lo accesorio, la visibilidad de su escritura y la confianza en que el tema de un cuento se halla en la perspectiva desde la que se narra.”
Nada mejor para animaros a la lectura de este libro que dejaros las palabras de Sergio G. Colautti en su análisis del libro: “ No es un cuento en expansión, tampoco una novela que abrevia sus trayectos. No se parece a un relato que obedece formas transitadas ni a un texto teatral que despliega diálogos como andamios. No se deja presidir por una narración dominante ni escamotea sus sentidos en la opacidad de la conversación psicoanalítica. Pero algo de cada una de esas variables constructivas participa sutil e invisiblemente de Distancia de rescate para terminar conformando un género que no estaba, que no existía, que la escritura nueva y fresca de Samanta Schweblin acaba de proponer.” (“El inquietante temblor de la inminencia”, en Letralia. Tierra de letras, 23/10/2020).
Esperamos vuestros comentarios.
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