Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón es Premio Nacional de Literatura (2015) por su novela La buena reputación (2014), que recoge alguno de sus principales temas de interés: los conflictos familiares, el valor de los secretos, la pervivencia del pasado. Si bien la ambientación en los años 50 la podrían alejar de nuestra Derecho natural, sin duda comparten esa radiografía de la sociedad española que Martínez de Pisón tan bien ha sabido retratar.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón además de ser escritor, columnista y crítico literario es guionista de cine y televisión. Carreteras secundarias, película homónima de la novela del escritor, y Las trece rosas son las dos películas del director Emilio Martínez Lázaro para las que Ignacio escribió el guion. Además nuestro oscarizado Fernando Trueba fue su compañero de viaje en el guion de la película Chico & Rita.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón se confirmó como uno de los novelistas más importantes de la actualidad con la novela El día de mañana (Seix Barral, 2011) con la que fue finalista del Premio al Libro Europeo del Año 2011 de la Unión Europea y recibió el Premio de las Letras Aragonesas 2011, el Premio Ciutat de Barcelona 2012, el Premio de la Crítica de narrativa castellana 2011, el Premio Hislibris 2011 al mejor autor español y el Premio Espartaco Semana Negra de Gijón 2012. En 2012 sería también galardonado con el Premio Don Luis a la Excelencia Literaria.
Esta novela se convirtió en una serie de televisión que dirigió Mariano Barroso y cuyo personaje protagonista no está nada alejado de nuestro Ángel Big Demis
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón es licenciado en Filología Hispánica y Filología Italiana. Hay muchas otras cosas que, a lo mejor, tampoco se saben y que él nos cuenta en esta entrevista.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón es autor de libros para jóvenes lectores: Los hermanos Bravo (SM, 1998), Una guerra africana (SM, 1998; RBA, 2008) y El viaje americano (SM, 1999) reeditado por Alfaguara (2013).
Aunque muy poca gente lo sepa, “Cuando su equipo pierde, Ignacio acostumbra a dar una vuelta a la manzana de su casa de Barcelona, para que se le pase el sofoco. El Zaragoza es una de las obsesiones que llenan su vida de detalles muy cómicos. Otra es la muerte. Cada mañana, nada más coger el periódico, se dirige a las esquelas y calcula la media aritmética de los fallecidos. Aguarda con pánico el día en el que compruebe que él es más viejo que esa media.” (Luis Alegre, «De Pisón«, El País, 24 de septiembre de 2015).
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón publicó su primera novela, La ternura del dragón, en 1985 y recibió el premio Casino de Mieres.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón escribió María bonita (2000), libro que leen no sabemos si con pasión o sólo para aprobar y no desencantar a sus profesores los alumnos de las escuelas europeas.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón escribía la columna de la última página del suplemento dominical de El periódico durante muchos años mientras Quim Monzó escribía la de la primera página. Había futuras bibliotecarias que las coleccionaban.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón es autor de ensayos y, de hecho, el primero, Enterrar a los muertos (Seix Barral, 2005), fue unánimemente elogiado por la crítica en varios países europeos y merecedor de los premios Rodolfo Walsh y Dulce Chacón. El escritor cuenta el encuentro en 1916 entre José Robles Pazos, traductor de Manhattan Transfer, y John Dos Passos.
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón en sus novelas traza “un dibujo en que casa muy bien lo interior y lo exterior, lo psicológico y lo social, la historia familiar y la crónica política, hasta logar un cuadro muy coherente de la vida sentimental y política de la España de la segunda mitad del siglo XX.”
Aunque muy poca gente lo sepa, hay críticos que hablan de dos etapas en la carrera literaria de Ignacio Martínez de Pisón: “Las dualidades a las que me he venido refiriendo, interior/exterior, sentimental/político, personal/social, tienen además la particularidad de delimitar dos ámbitos de predominancia en el desarrollo de su propia obra novelística. Podría decirse que hay en ella dos etapas: la primera comprendería el ciclo formado por cuatro novelas familiares, que comienza con la infancia de La ternura del dragón, la adolescencia de Carreteras secundarias, ambas edades asimismo en tránsito en María bonita, y que culminan con el acceso a la juventud liberadora del nido de los padres por parte de tres hermanas de una familia burguesa de Zaragoza en El tiempo de las mujeres (2003), la novela más ambiciosa y lograda de esta primera etapa con la que Martínez de Pisón pone broche a su ciclo social-familiar.
El segundo ciclo comienza ya con la que pasó como novela juvenil, la titulada Una guerra africana (2000), ambientada en la guerra de Ifni, pero obtiene un reconocimiento masivo de público y crítica con una crónica narrativa de hechos reales, titulada Enterrar a los muertos (2005), que persigue la verdadera historia no contada de José Robles, asesinado por los comunistas junto a quienes luchaba en tanto miembro de las Brigadas Internacionales. […]Lo que ocurre es que sus dos novelas siguientes, tituladas Dientes de leche (2008) y El día de mañana (2011), suponen el casamiento de las dos direcciones […] porque se sirve de unas historias familiares-personales recorridas en un fondo socio-político[…]”, en Jose María Pozuelo Yvancos, «El mundo novelístico de Ignacio Martínez de Pisón«, Turia
Aunque muy poca gente lo sepa, Ignacio Martínez de Pisón en su último libro, Fin de temporada (2020), hace una recreación del mito de Isis y Osiris para abordar el problema del aborto, “en una novela que desarma por su emotividad y clarividencia psicológica. Los personajes se debaten entre la fluidez y la fidelidad. Es una transgresión implícita en cualquier vida. Vivir es traicionarse. Ser feliz es abandonar a los tuyos.” (Carlos Pardo, «Vivir es traicionarse«, en El País, 5 de septiembre de 2020).
Y para finalizar os dejamos este enlace con la entrevista que grabó en el Instituto Cervantes de Estocolmo hablando de su estilo y los cuentos. Aprovechad para dejarnos vuestras opiniones sobre Derecho natural y no os olvidéis que el sábado nos espera Big Martínez de Pisón, aunque ya casi todos nuestros lectores lo saben.
Es curioso cómo la lectura de La hija de la española se hace cada día más actual en un mundo convulso e inestable para la humanidad
En la novela de Karina Sainz Borgo asistimos con detalle al grado de corrupción al que conducen los ideales del chavismo: “Aunque La hija de la española posee pocas páginas, logra agrupar todos los odios, perversiones, tragedias y el deterioro de la calidad de vida de todos los seres que viven atrapados en el país. Todos estos terribles acontecimientos están condensados en apenas unos meses que es donde se ambienta la novela, mostrándolos no solo en su presente, sino también en vistazos de su pasado.” (LA HIJA DE LA ESPAÑOLA, EL DESARRAIGO ES EL PROTAGONISTA (resumiendolo.com))
Probablemente, desde la distancia a todos se nos haga difícil asumir la situación de deterioro de un país con la suficiente riqueza natural y humana como para ser uno de los más prósperos del continente americano. Sin embargo, Karina Sainz Borgo se posiciona a través del personaje de Adelaida Falcón en la piel de una clase media venezolana que, poco a poco, fue sufriendo las consecuencias de un régimen que entre sus pretensiones estaba, paradójicamente, la búsqueda de la igualdad social. Parafraseando al Vargas Llosa de Conversación en la catedral, podemos preguntarnos ¿cuándo se comenzó a joder Venezuela?
Ya hemos visto en una entrada anterior de nuestro blog cómo se produjo la llegada del chavismo al poder y las consecuencias de la instauración del régimen del Comandante. La novela radiografía con detalle todas las perversiones a las que ha conducido un sistema de gobierno en el que sólo se atiende a la visión maniquea del conmigo o contra mí. “Es imposible saber hacia dónde evolucionarán las cosas, pero el apretado balance del chavismo […] deja en evidencia las líneas matrices de la historia venezolana de la que forma parte: el petróleo y el capitalismo rentístico que no se ha querido o podido superar”, afirmaba Tomás Straka en abril de 2019.
En estos días asistimos a una nueva vuelta de tuerca de esta idea clientelar en un país como Venezuela que sigue contando con uno de los mayores bienes del capitalismo mundial: el petróleo, la energía. En esta crisis sin precedentes que nos acecha y amenaza con hacernos desaparecer, Venezuela vuelve a acaparar los focos: las reuniones de la administración Biden y el posterior encuentro entre Delcy Rodríguez, vicepresidenta del gobierno venezolano, y el ministro de exteriores ruso nos hacen leer este libro con otras antenas, con intereses diferentes.
Vivimos momentos en los que quizás todos nos pongamos en la piel de Adelaida: “Mi obligación era sobrevivir”(p. 171). Pero para sobrevivir ya sólo nos quepa, como a la protagonista, renunciar a nuestra propia identidad, lo cual, como señala Fernando Aramburu, el autor de Patria, “parece a todas luces preferible a perder la vida”. Y Aramburu ahonda en la herida con toda la contundencia del lenguaje: “El siglo XX europeo y asiático abundó en este tipo de construcciones tiránicas de base colectivista y, consecuentemente, en cronistas que las describieron desde el conocimiento inmediato y la disidencia, casi siempre corriendo graves riesgos.”. Parece que el siglo XXI quiere hacer espejo de esta idea sólo que con el agravante de que ahora tenemos la capacidad no sólo de que el espejo salte en mil pedazos, sino de que ya no exista imagen que devolver.
Asistimos a una época que reclama de nosotros pocas ambigüedades, porque entre otras cosas lo que está en juego es nuestra propia identidad, la libertad de seguir disponiendo individual y colectivamente de nuestra propia vida, de nuestros derechos y los de nuestros conciudadanos. Quizás, por eso, hoy más que nunca sea necesario atender al espíritu de Marx y no a esa versión tópica y estereotipada de un pensamiento que se hace tan actual como la relectura de sus manifestaciones. En el prólogo del libro El orden de “El Capital”, de los pensadores Luis Alegre y Carlos Fernández Liria, el también filósofo Santiago Alba Rico afirma que “si hay algo que el capitalismo convierte en imposible es precisamente el proyecto político de la Ilustración, lo que solemos expresar bajo la idea de una democracia en ‘Estado de derecho’ o bajo el imperio de la ley”. Como afirma Lucas Manuel Villasenin en la crítica del libro de Fernández Liria y Alegre, “Según los filósofos españoles,<<para Marx es imposible deducir el capitalismo de los conceptos de libertad, igualdad y propiedad>>. Los autores pretenden hacer una lectura de la obra marxiana desde un diálogo desprendido de prejuicios con el pensamiento kantiano y con el conjunto de la filosofía política de la modernidad.”.
Por todo esto, es interesante leer la novela desde diferentes perspectivas que nos permitan forjar un pensamiento crítico ante lo que leemos y ante lo que estamos viviendo:
Estamos seguros de que Adelaida no tuvo ni siquiera la oportunidad de reflexionar en esta complejidad, pero sin duda su vida discurrió condicionada por esta perspectiva.
Lectoras, lectores: ¿Cómo estáis leyendo la novela? ¿Os interesa el punto de vista más político o sentís más atracción por las peripecias de la protagonista? Y hay una pregunta que subyace a esta entrada sobre la que tal vez sea interesante reflexionar: ¿cuál es el grado de relación entre lo literario y lo político?
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