Se calcula que un 90% de la cocina sefardí tiene ascendencia ibérica, muestra de ello son platos estambulies que guardan un gran parecido con peninsulares: «de parida» con las toledanas rebanadas de parida, los «travados» y «mustuchudos» con los pestiños y mostachones andaluces. Al conjunto de la sociedad turca aportaron elementos como el «pandispaña» (bizcochos) y aprendieron platos como los «yapraquitos» (arroz envuelto en hojas de parra).
La dieta sefardí en el siglo XVIII se basaba en las aceitunas, el aceite y el caviar, por lo que los anuncios rusos de prohibir su exportación causaban no pocas conmociones en la comunidad. También consumían vino, que fabricaban ellos mismos y no compartían con personas de otras religiones. En la celebración del Purim consumían «tishpishti» (pastel de nuez con sirope) y baklava con canela.
La madre judía, responsable tradicional de la cocina, aportaba además muchos conocimientos generales al mundo de la mesa como que: los buñuelos causan indigestión, el arroz acidez y que el té cura todas las enfermedades.
De la península ibérica los sefardíes trajeron un corpus ritual característico que, al llegar a Estambul, pervivió en nombre, forma y que en algunos casos se fusionó con el que practicaban los judíos romaniotes y askenazíes. Con la excepción del pseudo-profeta Zevi en 1666, los rabinos de cada congregación se abstuvieron de realizar modificaciones profundas en los ritos.
Es de destacar que un calendario que indicaba las fiestas, ayunos y horas para rezar se denominaba «Orario»; que llamaban «Tik» a la caja que protegía la Torá y «Puntero» o «Yad» al palo con el que podían seguir el texto sagrado sin tocar el libro. Asimismo, aportaron nuevas festividades al ancestral «Purim» (en Pascua), que conmemoraba la salvación de los hebreos en el Imperio persa, con una versión moderna ambientada en la Zaragoza de 1492 y que aún hoy es leída por las congregaciones en hebreo, ladino y turco.
La religión siguió trasmitiéndose a través de las escuelas rabínicas y/o mediante chicos mayores a los menores, en tiempos otomanos en ladino a través del alfabeto hebreo y con la Republica usando caracteres latinos. La imposición de una visión secular de la sociedad contribuyó a la gradual eliminación de los amuletos mágicos enrollados en el cuerpo, mientras que la educación obligatoria en turco llevó a que el ladino se perdiera como lengua de comunicación en la sinagoga.
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