El centro religioso más importante de Estambul. Originalmente aquel espacio había sido utilizado en el siglo XV como Sinagoga de Aragón y ya en el XX como escuela primera judía, sin embargo y ante la escasa capacidad de las sinagogas del barrio, en 1935 comenzaron los proyectos de construcción de una nueva.
Debido a la precaria situación de la comunidad sefardí durante la Segunda Guerra Mundial, el proyecto se demoró varias veces hasta que en 1948 se anunció su emplazamiento y su nombre: Neve Shalom (que en hebreo significa «Oasis de Paz»). Elio Ventura y Bernard Motola fueron los responsables de su diseño.
El 25 de marzo de 1951 se puso en marcha la que sería una de las sinagogas más activas del país, sirviendo de escenario para el nombramiento de los Gran Rabinos. Desgraciadamente, y a pesar de la poca politización de la comunidad, Neve Shalom ha sido blanco de ataques terroristas hasta en tres ocasiones: el 6 de septiembre de 1986, el 1 de marzo de 1992 y el 15 de noviembre de 2003.
Dirección: Calle Bereketzade, Büyük Hendek No:39, Beyoğlu
Horario: 10:00-16:00
A lo largo de los 500 de historia del pueblo sefardí en Estambul sobresalieron hombres y mujeres, políticos y comerciantes, que, en mayor o menor medida, contribuyeron al desarrollo de la sociedad otomana. Tras su traumática expulsión de la península ibérica, los recién llegados se convirtieron en fieles súbditos del sultán, algo que no siempre les favoreció.
Una primera etapa de la historia sefardí iría desde el año 1492 al 1826: en este tiempo se consolidaron linajes de médicos personales del sultán, habiendo casos como el de Gabriel Buonaventura (s.XVI) que también triunfaron en el terreno diplomático, u otros como Daniel Fonseca (1668-1740) que fueron además aplaudidos por sus obras filosóficas; también hubo mujeres como Esther Handali o Esperanza Malchi quienes, despuntaron en el mundo político y empresarial del siglo XVI.
El alzamiento mesiánico de Sabatabei Zevi en 1666 trastocó el orden interno de la comunidad sefardí, sin embargo, fueron los procesos modernizadores del sultán Mahmud II (r.1808-1839) los que abrieron una nueva etapa para dicha comunidad cuando, en 1826, destruyó el obsoleto ejército jenízaro y a sus banqueros de la familia Carmona.
La segunda etapa, que extiendo hasta los disturbios xenófobos de 1955, supuso un relativo auge para la comunidad sefardí: los Carmona habían sido golpeados, pero en su lugar vinieron los Toledo, los Cuenca y sobretodo los Camondo, que modernizarían la banca otomana. También se harían sentir los cambios en el terreno empresarial donde, ante la rebelión de una parte de la comunidad griega frente al poder otomano, los sefardíes se mantuvieron fieles.
Asimismo, mientras la Corte del sultán se llenaba de judíos (Baruh Cogen como intendente de palacio o Yusuf Franco Pasha como ministro de telégrafo en 1918), la necesidad otomana de contar con un interlocutor único del pueblo judío favoreció la consolidación de un Gran Rabino en Estambul desde mediados del siglo XIX. La proclamación de la República en 1923 no supondría un trauma para dicha comunidad que, no solo acató los principios laicos de la misma, sino que aportó a grandes partidarios del mismo.
Los abusivos impuestos del gobierno durante la Segunda Guerra Mundial, la creación del Estado de Israel (1948) y los episodios violentos de 1955 contra las minorías de Turquía llevaron a que una parte sustancial de la comunidad, por temor a nuevas arbitrariedades y con la esperanza puesta en otros países, abandonaran la que había sido su patria durante casi 500 años.
A día de hoy la comunidad sefardí constituye una pequeña parte de lo que en su día fue: en 1948, tras la Segunda Guerra Mundial y recién fundado el Estado de Israel, vivían en Estambul 55,000 judíos; una cifra que se habría reducido a 32,946 en 1955 (el año de los motines xenófobos), y que actualmente apenas son 15,000 personas.
El deterioro de la situación económica y el conocimiento de otras lenguas habrían ido motivando una paulatina emigración de los sefardíes estambuliotas a Francia, España (especialmente a Barcelona), América Latina, EEUU e Israel. Los judíos que han quedado, de los que un 96% se identifican como sefardíes, han mantenido abiertas 19 congregaciones y varios locales, tanto gastronómicos como culturales donde pueden seguir reuniéndose.
El uso del ladino fue desde siempre un puntal en la cultura de la comunidad, empleándose incluso para dirigirse a otros colectivos judíos como el askenazí o el romaniota (que hablaban yiddish y griego respectivamente); sin embargo, con la implantación nacional de planes educativos por parte del Estado, el turco pasó a dominar la esfera social exterior de la comunidad sefardí y recientemente a convertirse en el único idioma conocido por la juventud sefardí.
Aunque vistos como un elemento ajeno por una parte de la población turca, desde los años 90 y debido a una reorientación política del gobierno turco, comenzó a reivindicarse la cultura sefardí, autorizándose la apertura de asociaciones culturales como el Centro Sefardí de Estambul (2003) y proyectos conjuntos con el Instituto Cervantes (2005). Atentados contra la comunidad como el de Al Qaeda en 2003 o las recientes declaraciones anti-sionistas del gobierno no parecen augurar un retroceso en dicha política.
Lejos de ser una comunidad cerrada, los sefardíes de hoy en día ya no se concentran en los barrios históricos de Balat, Haskoy y Galata, tienen todo tipo de trabajos y comparten gustos con sus vecinos. Políticos de origen sefardí como Yusuf Bahar del DP han despuntado, convirtiéndose en 2009 en alcalde de Adalar (las islas de Estambul), y músicos como Can Bonomo han representado al país en Eurovisión (2012). Además, con la puesta en marcha de la ley de nacionalidad española, 4,500 sefardíes estambuliotas forman actualmente la comunidad española más grande fuera del país.
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