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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

Encuentro con Eugenio Fuentes

El sábado nos reunimos con el escritor Eugenio Fuentes en el último club de lectura del programa «4 Lecturas 4 Continentes» de este año, dedicado a la novela negra. Inauguró la sesión Ana Vázquez, directora del Instituto Cervantes de Bruselas, presentando al maestro de ceremonias que nos ha acompañado a lo largo de este año, Ángel Hernando, moderador del club, que siempre acaba sorprendiendo a los escritores con sus preguntas e investigaciones. Y recordamos también, como no podía ser de otra manera, a la recién fallecida escritora Almudena Grandes, una gran pérdida como persona y para las letras españolas. 

Eugenio Fuentes comenzó desvelándonos que llegó a ser escritor, promovido básicamente por su afán por contar historias y su pasión por la lectura, que le acompañó desde bien pequeño gracias a la biblioteca del colegio de maristas donde estudiaba, y que le llevó a descubrir, a una edad quizás demasiado temprana, a Borges o Faulkner, entre otros. Con este bagaje, durante la veintena escribió varios cuentos que tuvieron gran aceptación, y así, casi jugando, y gracias al azar, decía humildemente el autor, llegó a Tusquets y a publicar con esta importante editorial la mayoría de sus novelas. Y a la novela negra, nos confesaba, llegó practicando la escritura de diálogo, prácticamente como un trabajo de estilo, pues ¿dónde hay más preguntas que en una novela negra? con la riqueza y variedad, además, de personajes y de registros claves para descifrar el misterio. 

Y sin embargo, y con tantos títulos a sus espaldas, no se siente encasillado en la novela negra, aunque no le importaría que así fuera, para él no hay diferencia entre una novela negra o una novela de amor, de hecho cree que algunos de sus títulos son más lo segundo que lo primero, tragedias familiares, dilemas éticos, ahí están las historias. En su opinión, hoy día un escritor de novela negra es capaz de escribir cualquier cosa. Con esta afirmación nos introdujo en los comienzos del género, un género que llegó tarde a la historia de la literatura, que nace con Edgar Allan Poe, y que se empieza a difundir en la segunda mitad del s. XIX, dejando aparte el componente literario para abrirse a los lectores, dejando las bibliotecas para incorporarse a los quioscos. En el s.XXI, una vez incorporado a esa historia de la literatura, el nivel literario aumenta considerablemente, y se diluyen los límites de la novela policíaca. Al preguntarle por la crítica social incluida en la novela negra, aseguraba no estar de acuerdo, de hecho, en su opinión el detective está más cerca del romanticismo que del realismo. 

Y de los tintes negros llegamos a Breda, a ese lugar inventado donde Eugenio Fuentes se siente libre, por el que entra y sale a su antojo, y en el que hace lo que quiere con sus personajes, un territorio geográfico en sus novelas, pero también moral. Precisamente de los personajes destacamos la humanidad que desprenden, y el autor confirmó que son lo que más le importan, más que la historia o la intriga, ya que para él, lo más importante es emocionar, y es a través de ellos, y de sus historias y circunstancias. que lo consigue. Si algo pusimos en común los lectores esa tarde, es el ritmo y adicción que suponen sus títulos, un artefacto mágico para olvidarse de todo lo demás, en palabras textuales de una lectora: «el libro no se me cerró». Nos encantó escuchar que Piedras negras es la continuación de su libro Si mañana muero, su sueño de escribir un libro de 1.000 páginas, «el libro que todo novelista quiere escribir», bromeaba, donde Marta Medina, era el personaje por excelencia y del que más orgulloso se siente. Desde el público también detectaron la evolución de los personajes en la novela, el mejor ejemplo, el hijo de su principal personaje, Alejandro Garcilaso.

Nos contó diferentes experiencias sobre historias y anécdotas que le llegan como escritor, y que agradece, aunque para él lo verdaderamente mágico es escuchar a alguien hablando de su oficio, de un tema que domina y comparte. Y así destacamos la variedad de temas retratados en su serie del detective Ricardo Cupido: mundo rural (esa especial ciudad de Breda), especulación urbana, reconstrucciones familiares, exilio, adicción al poder, o los bebés robados, que narraba en esta novela, y que no son solamente bebés robados, sino madres también robadas, favorecidos además por una legislación, vigente hasta 2011, en la que un bebé no era considerado persona hasta las 24 horas de su nacimiento. 

Lo que más nos sorprendió fue la confesión del autor de que escribía sin planificación, sin tener clara la estructura y los sucesos previamente, creando la novela a medida que iba escribiendo, a mano normalmente, absorto en la historia, igual que nosotros, los lectores, la vamos descubriendo. Muy interiorizado tiene que tener sus tramas e ideas viendo las relaciones implícitas en la novela, como por ejemplo la relación entre el tema principal y el trasfondo de la novela con la trágica y pintoresca muerte del personaje in media res, que destacaba una lectora: el rancio abolengo de los herederos de los crímenes iniciales. 

Lo que sí le ha preocupado mucho desde siempre es el estilo, que cuida con mimo e intensidad, tanto en su calidad de reportero como de narrador, y disfruta con la magia del lenguaje por las diferentes posibilidades y combinaciones que tiene, capaces de disparar la imaginación en el momento menos pensado. Diferentes lectores destacaron algunos guiños de la novela a Psicosis de Hitchcock, a La Regenta de Clarín, o al detective Plinio, de las novelas de García Pavón, que el autor confirmó asombrado. Y para terminar anunciamos su próximo libro, muy actual, en el que se mata y se muere por la pandemia, con un trasfondo de homenaje al personal sanitario, y que tendremos disponible ya el próximo año: Perros mirando al cielo.

La luz entre piedras, trenes y cuchillos

“Si abrís las piedras negras

brota la luz.

Si abrís la luz, brotan cuchillos

negros.” (Antonio Colinas, Toledo)

Versos de Antonio Colinas para abrir un libro, para dar luz a una creación, la de Fuentes, la de Tusquets, los libros de cubiertas negras, como las piedras del relato, que al separarlas van mostrando universos que duelen, que sangran y que en su aparecer descubren las heridas y los cuchillos que las provocan.

Carmen Isasi, Levedad que se eleva, 2019, Primer Premio de la VIII Bienal Iberoamericana de Obra Gráfica «Ciudad de Cáceres», cortesía de la autora.

Muchos son los contextos que envuelven Piedras negras. En la anterior entrada del blog caminamos por el de los niños robados, ese limbo legal que alumbra la pesquisa de Cupido:

“Había una ley del siglo XIX que no se derogó hasta marzo de 2011 y que decía literalmente que un niño no sería considerado persona jurídica hasta que no llevase 24 horas completamente desprendido del vientre materno. Era terrible, porque si alguien robaba un niño en las primeras 24 horas, como no tenía condición jurídica, todavía no había delito.” (Entrevista de Fernando Díaz de Quijano a Eugenio Fuentes en El Cultural, 2019).

Y de esta impunidad, la negrura del tiempo, ese agujero que atravesaba todo el siglo XX para imponerse como relato: el que regía las leyes y la vida de los españoles -¡hasta el 2011!-, pero también el que comunica a Marta Medina Ortiz con Ricardo Cupido a través de ese viajero inopinado llamado Alejandro Garcilaso.

Es ese condicionante temporal el que hace que aparezcan otros contextos: 60 años después, el personaje de Si mañana muero cumple, desgraciadamente, esa hipótesis, y nos sitúa en el año 2004, un año en el que en España (y en el mundo, de manera comunicante) tuvieron lugar una serie de hechos que todavía hoy muestran sus restos.

Pásalo: un atentado, un bulo, y Zuckerberg todavía no estaba allí

El 11 de marzo de 2004 se produjo un atentado terrible en unos trenes en Madrid y murió mucha gente, casi 200 personas, y hubo miles de heridos. Fue reivindicado por Al Qaeda, que llevaba ya mucho tiempo instalada en España. Muchas agencias internacionales habían avisado de la posibilidad de que pudiera suceder algo parecido. En principio, se apuntaba a ETA, incluso con declaraciones por parte del gobierno. Podría haber sido así, pero no estaba muy claro…, así que, como había elecciones generales esa misma semana, el gobierno conservador quería disimular, ya que le venía muy bien que la responsabilidad fuera de ETA. Además, había habido muchas manifestaciones contra el apoyo de España a la guerra de Irak. El gobierno tenía miedo de que se relacionaran lo ocurrido con esa participación. En contra de la postura oficial muchos medios internacionales ya estaban informando sobre la realidad de los hechos.

Documental de EL PAÍS sobre el 11-M: «Fuimos a una guerra, y aquí nos estalló»

Probablemente, el nacimiento de las redes sociales como medio de información y movilización de los ciudadanos se produjo en España tras los atentados de Madrid. Según una nota de prensa en la que la UC3M [Universidad Carlos III de Madrid] informa de la publicación de un estudio, el 11-M generó en la ciudadanía «una duda acerca de lo que cuentan los medios de comunicación tradicionales».

Ante la «incongruencia» entre lo que contaban los medios españoles y los extranjeros con respecto a los atentados, y al «desconfiar de las versiones oficiales», la gente buscó en Internet «información alternativa» en medios no tradicionales, explica la investigadora [Eva Herrero, del departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la UC3M].

Herrero dice que la respuesta a esa inquietud se tradujo en «una convocatoria mediante SMS (mensajes de texto telefónicos) para pedir explicaciones a los políticos» y que a partir de entonces la ciudadanía generó «una agenda alternativa fuera de las redacciones».

La utilización de las redes sociales por la ciudadanía, según Herrero, generó la «capacidad» de «alterar las rutinas periodísticas» tradicionales hasta el punto de que, hoy por hoy, las redes sociales son una herramienta de trabajo habitual para el 90% de los periodistas.” (noticia de la agencia EFE, del 9 de marzo de 2015, publicada en eldiario.es)

Para cuando los atentados tuvieron lugar, Facebook acababa de nacer, pero su implantación fuera de Estados Unidos todavía no se había producido.

Un giro en la trama

Cupido se tumba en la cama de su hotel -p. 153 de la edición de Tusquets de Piedras negras-, ya ha descubierto el paradero del niño desaparecido y la práctica imposibilidad de demostrar los hechos sin que Garcilaso lo reconozca. Ha dejado a Marthe en la intimidad del encuentro con  Luis Medina y mientras tanto él rememora cómo vivió los atentados de Madrid mientras en la tele todavía se emiten programas “condolientes o conspiranoides”:

“Dos meses y medio antes, él estaba en Madrid buscando a una chica que había escapado de casa, y el 11 de marzo había asistido espantado a todo lo que ocurría […] En su oficio había visto a todo tipo de gente dañina, a hombres y mujeres que mataban por celos o venganza o despecho, o para ocultar sus secretos y debilidades, o para ampliar su poder, o por un dinero que no necesitaban, por dominar los circuitos del comprar y el vender; había conocido a hombres crueles y obtusos que apaleaban a mujeres mil veces más valiosas e inteligentes que ellos, y a hombres nobles destrozados por mujeres que no los merecían. Pero la devastación que entonces vio en las pantallas superaba toda su experiencia, casi la volvía banal…” (Piedras negras, pp. 153-154).

Un párrafo lleno de la oscuridad del detective, que acaba en esa rememoración del concepto de “banalidad del mal”, acuñado por la filósofa alemana Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén, con motivo del juicio contra Adolf Eichmann por genocidio contra el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Fuentes remata “el mal tal vez fuera banal para los verdugos, pero nunca lo era para las víctimas”.

Y a la tristeza de las imágenes, Cupido une la frustración por el fracaso de la investigación: “Marthe había decidido no seguir adelante y él no era más que un detective privado.”

Pero el teléfono sueña y los caminos se amplían.

¿Qué os ha parecido este cambio en la historia? ¿Os lo esperabais? ¿Qué os parece cómo Fuentes es capaz de mantener la tensión del lector? ¿Cómo valoráis la capacidad del autor para introducir a sus personajes de manera natural en el trascurrir de los hechos históricos?

Los niños perdidos del franquismo

“<<Querida nieta: […]

Quiero que vayas a España a buscar a mi hijo. […] Fue fruto del amor, pero lo perdí. Me lo quitó la guerra y ya no tuve ni el coraje ni las fuerzas suficientes para retenerlo conmigo. […]>>”.

Este fragmento de la carta que Marta Medina Sanz deja en herencia a Marthe, su nieta, a su fallecimiento es el detonante desde el que arranca Piedras negras. Los hechos quedan claros algunas páginas más adelante:

 “El 5 de febrero de 1938, Marta Medina Ortiz dio a luz a un bebé -ni siquiera le dejaron comprobar si fue niño o niña- en el entonces hospital militar de Ciempozuelos. Fue atendida por un médico, una comadrona y una enfermera de Falange que desde meses antes había controlado su embarazo y que, posiblemente, había avisado a los futuros padres adoptivos. De ninguno de los tres se sabía el nombre y, por otro lado, era muy probable que hubieran muerto.” (Piedras negras, pp. 44-45 de la edición de Tusquets).

Foto del 6 de agosto de 1940. Imagen del Auxilio Social.
En la foto, habitación de uno de los centros de maternidad. © Efe

Ricardo Cupido anota concienzudamente en su cuaderno nuevo -abierto para este caso- los hechos que provocan la investigación. Su objetivo es descubrir quién es este bebé arrebatado a Marta, al que su nieta Marthe quiere encontrar por encargo póstumo de su abuela, simplemente para saber que existe, que Marta no está loca y, en caso afirmativo, pedirle perdón por haberlo abandonado.

Aunque Eugenio Fuentes afirma que este no es el nudo central de la novela, quizás sea interesante documentar para los lectores qué ocurría en esa España de posguerra, por qué había una especie de estrategia, que casi podríamos llamar ideológica, para obligar a algunas mujeres a dar a sus hijos en adopción.

La página de Amnistía Internacional deja constancia de lo que ocurría:

“ El término “bebés robados” engloba a los miles de niños y niñas, hoy adultas, que podrían haber sido víctimas de apropiación, desaparición forzada y/o sustitución de su identidad en España desde el final de la guerra civil hasta mediados de la década de los noventa del siglo XX. La sustracción ilegal de menores, cuyo contexto de ideología de género franquista y control sobre la mujer merece atención especial, tuvo múltiples escenarios: centros penitenciarios, hospitales, maternidades y centros de beneficiencia gestionados por congregaciones religiosas sin adecuada supervisión del Estado. E incluso desborda el ámbito español en algunos casos de personas que sospechan haber sido sustraídas aquí para ser entregadas a familias de países latinoamericanos como México o Chile.” (artículo de Manu Mediavilla, “Sustracciones ilegales de bebés en España”, Sustracciones ilegales de bebés en España durante franquismo y democracia (amnesty.org))

En este vídeo podemos comprobar el testimonio de una de las hijas que fue supuestamente adoptada, una Alejandro Garcilaso más cuyo testimonio nos puede servir de ejemplo:

Ideología de género franquista

Manu Mediavilla en su artículo para Amnistía Internacional explica claramente el planteamiento ideológico del régimen franquista:

“Una referencia clave en la sustracción ilegal de menores fue la ideología de género franquista, que comenzó en la posguerra con una acentuada represión sobre la “mujer republicana” y que continuó durante el régimen de Franco. El discurso de infantilización de las mujeres continúa todavía cuando, al emprender la búsqueda de su hija o hijo, se les niega veracidad a sus denuncias, se las considera locas o histéricas, o incluso arrepentidas de haber entregado a sus bebés en adopción.

Para el franquismo, la única finalidad de las mujeres era ser madres y garantes de la moralidad ideológica de la época. Ese marco discriminatorio se reforzó con informes ‘científicos’ del Programa al Servicio de España y del Niño Español 1939-1963 que responsabilizaban a las madres –principalmente pobres, jóvenes, solteras, trabajadoras o con relaciones fuera del matrimonio– de la mortalidad infantil. Y se acompañó de leyes, muchas vigentes hasta finales de los 90, que limitaban sus derechos, regulaban el registro de menores y permitieron hasta 1987 que la adopción fuera un negocio jurídico entre particulares que contemplaba la participación de hospitales, maternidades y centros de beneficencia gestionados mayoritariamente por organizaciones religiosas.” (Manu Mediavilla, “Sustracciones ilegales …”).

Y casi hasta la actualidad

El caso de los niños robados del franquismo fue durante muchísimo tiempo uno de los episodios mas desconocidos de la represión de la dictadura, aunque es curioso que, de una u otra manera, estas “desapariciones” se siguieran produciendo hasta la década de los 90 del siglo XX.

Es precisamente en esta década, con la aparición del programa de televisión “¿Quién sabe dónde?”, presentado por el periodista Paco Lobatón, cuando salen a la luz los testimonios de una infinidad de casos que buscaban a sus familiares desaparecidos. El propio Lobatón impulsó en 1996 la creación de una asociación de víctimas.

En los años 2000, gracias al documental Els nens perduts del franquisme, de Joan Salvat, Montse Armengou y Ricard Belis, se hace público un minucioso trabajo de investigación y de recogida de testimonios reales. Además, se publican algunos libros tratando este tema: Los niños perdidos del franquismo, de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis –surgido a raíz del documental del mismo nombre-, Irredentas, de Ricard Vinyes, o Mala gente que camina de Benjamín Prado. (Fuente: Rebeca Iglesias, “Los niños robados del franquismo”: niños robados – La guerra civil y el franquismo en la novela española actual (helsinki.fi)).

Aquí os dejamos el documental para que podáis conocer el fenómeno en profundidad:

Tal y como nos cuenta Rebeca Iglesias, el juez Garzón volvió a poner de actualidad este asunto:

“El juez Garzón ha devuelto a la actualidad este drama. Para él, el robo de niños durante el franquismo es un delito que constituye un crimen contra la Humanidad que no ha prescrito, ya que muchas víctimas, hijos y algunos padres, pueden aún estar vivos. Por este motivo, el magistrado insta a las instituciones, al Ministerio Fiscal y a los jueces a que investiguen, sancionen a los culpables y se repare a las víctimas, de manera que puedan recuperar la identidad que les fue arrebatada.”

En los últimos tiempos, el problema de la denominada memoria histórica ha estado de actualidad por muchos motivos, la mayoría políticos, y en su mayor parte cegados por la disputa ideológica. Parece como si en España nadie se pudiera poner de acuerdo sobre unos hechos que, como todo lo que tiene que ver con el cuerpo humano, deja huella. Es llamativo -conociendo su trayectoria- que incluso Pedro Almodóvar haya intentado llamar la atención sobre lo ocurrido en su última película Madres paralelas:

Sin embargo, quien entre en las primeras páginas de Piedras negras, obtendrá en un lenguaje lleno de ritmo, incluso tan cinematográfico como el de cualquier buen cineasta, una clara manifestación de lo que se produjo en aquellos oscuros años de la historia de España. Cerremos, por tanto, la entrada con este estupendo diálogo entre el detective y su madre:

“[…] Algo debía de tener aquella muchacha, porque muchos años después la gente se seguía acordando de ella y de su música. Además, su muerte siempre fue un misterio. Su cadáver no apareció nunca y durante mucho tiempo nos preguntamos qué habría sido de ella.

  • Logró escapar -dijo Cupido.
  • ¿Escapó? ¡Pero si siempre se ha dicho que nadie logró escapar del cerco de Yagüe!
  • Escapó de algún modo y logró llegar a Francia.
  • ¡Cuánto me alegro por ella! ¿Y tu viaje a Madrid está relacionado con eso?
  • Sí. Acaba de morir en Francia y ahora se ha sabido que tuvo un hijo aquí, en España. Y que lo perdió… o se lo quitaron. […]” (Piedras negras, p. 49 de la edición de Tusquets).

Siempre hay historias oscuras en las guerras y las dictaduras, en todos los países, pero solamente la higiene democrática puede curar estas heridas. Ahora os toca a vosotros decirnos si este inicio de la novela os parece esencial o no en el desarrollo de la trama. ¿Qué opinión tenéis? Animaos y comentadnos vuestras lecturas.

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