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Blog del Instituto Cervantes de Estambul

Biblioteca Álvaro Mutis

La luz entre piedras, trenes y cuchillos

“Si abrís las piedras negras

brota la luz.

Si abrís la luz, brotan cuchillos

negros.” (Antonio Colinas, Toledo)

Versos de Antonio Colinas para abrir un libro, para dar luz a una creación, la de Fuentes, la de Tusquets, los libros de cubiertas negras, como las piedras del relato, que al separarlas van mostrando universos que duelen, que sangran y que en su aparecer descubren las heridas y los cuchillos que las provocan.

Carmen Isasi, Levedad que se eleva, 2019, Primer Premio de la VIII Bienal Iberoamericana de Obra Gráfica «Ciudad de Cáceres», cortesía de la autora.

Muchos son los contextos que envuelven Piedras negras. En la anterior entrada del blog caminamos por el de los niños robados, ese limbo legal que alumbra la pesquisa de Cupido:

“Había una ley del siglo XIX que no se derogó hasta marzo de 2011 y que decía literalmente que un niño no sería considerado persona jurídica hasta que no llevase 24 horas completamente desprendido del vientre materno. Era terrible, porque si alguien robaba un niño en las primeras 24 horas, como no tenía condición jurídica, todavía no había delito.” (Entrevista de Fernando Díaz de Quijano a Eugenio Fuentes en El Cultural, 2019).

Y de esta impunidad, la negrura del tiempo, ese agujero que atravesaba todo el siglo XX para imponerse como relato: el que regía las leyes y la vida de los españoles -¡hasta el 2011!-, pero también el que comunica a Marta Medina Ortiz con Ricardo Cupido a través de ese viajero inopinado llamado Alejandro Garcilaso.

Es ese condicionante temporal el que hace que aparezcan otros contextos: 60 años después, el personaje de Si mañana muero cumple, desgraciadamente, esa hipótesis, y nos sitúa en el año 2004, un año en el que en España (y en el mundo, de manera comunicante) tuvieron lugar una serie de hechos que todavía hoy muestran sus restos.

Pásalo: un atentado, un bulo, y Zuckerberg todavía no estaba allí

El 11 de marzo de 2004 se produjo un atentado terrible en unos trenes en Madrid y murió mucha gente, casi 200 personas, y hubo miles de heridos. Fue reivindicado por Al Qaeda, que llevaba ya mucho tiempo instalada en España. Muchas agencias internacionales habían avisado de la posibilidad de que pudiera suceder algo parecido. En principio, se apuntaba a ETA, incluso con declaraciones por parte del gobierno. Podría haber sido así, pero no estaba muy claro…, así que, como había elecciones generales esa misma semana, el gobierno conservador quería disimular, ya que le venía muy bien que la responsabilidad fuera de ETA. Además, había habido muchas manifestaciones contra el apoyo de España a la guerra de Irak. El gobierno tenía miedo de que se relacionaran lo ocurrido con esa participación. En contra de la postura oficial muchos medios internacionales ya estaban informando sobre la realidad de los hechos.

Documental de EL PAÍS sobre el 11-M: «Fuimos a una guerra, y aquí nos estalló»

Probablemente, el nacimiento de las redes sociales como medio de información y movilización de los ciudadanos se produjo en España tras los atentados de Madrid. Según una nota de prensa en la que la UC3M [Universidad Carlos III de Madrid] informa de la publicación de un estudio, el 11-M generó en la ciudadanía «una duda acerca de lo que cuentan los medios de comunicación tradicionales».

Ante la «incongruencia» entre lo que contaban los medios españoles y los extranjeros con respecto a los atentados, y al «desconfiar de las versiones oficiales», la gente buscó en Internet «información alternativa» en medios no tradicionales, explica la investigadora [Eva Herrero, del departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la UC3M].

Herrero dice que la respuesta a esa inquietud se tradujo en «una convocatoria mediante SMS (mensajes de texto telefónicos) para pedir explicaciones a los políticos» y que a partir de entonces la ciudadanía generó «una agenda alternativa fuera de las redacciones».

La utilización de las redes sociales por la ciudadanía, según Herrero, generó la «capacidad» de «alterar las rutinas periodísticas» tradicionales hasta el punto de que, hoy por hoy, las redes sociales son una herramienta de trabajo habitual para el 90% de los periodistas.” (noticia de la agencia EFE, del 9 de marzo de 2015, publicada en eldiario.es)

Para cuando los atentados tuvieron lugar, Facebook acababa de nacer, pero su implantación fuera de Estados Unidos todavía no se había producido.

Un giro en la trama

Cupido se tumba en la cama de su hotel -p. 153 de la edición de Tusquets de Piedras negras-, ya ha descubierto el paradero del niño desaparecido y la práctica imposibilidad de demostrar los hechos sin que Garcilaso lo reconozca. Ha dejado a Marthe en la intimidad del encuentro con  Luis Medina y mientras tanto él rememora cómo vivió los atentados de Madrid mientras en la tele todavía se emiten programas “condolientes o conspiranoides”:

“Dos meses y medio antes, él estaba en Madrid buscando a una chica que había escapado de casa, y el 11 de marzo había asistido espantado a todo lo que ocurría […] En su oficio había visto a todo tipo de gente dañina, a hombres y mujeres que mataban por celos o venganza o despecho, o para ocultar sus secretos y debilidades, o para ampliar su poder, o por un dinero que no necesitaban, por dominar los circuitos del comprar y el vender; había conocido a hombres crueles y obtusos que apaleaban a mujeres mil veces más valiosas e inteligentes que ellos, y a hombres nobles destrozados por mujeres que no los merecían. Pero la devastación que entonces vio en las pantallas superaba toda su experiencia, casi la volvía banal…” (Piedras negras, pp. 153-154).

Un párrafo lleno de la oscuridad del detective, que acaba en esa rememoración del concepto de “banalidad del mal”, acuñado por la filósofa alemana Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén, con motivo del juicio contra Adolf Eichmann por genocidio contra el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Fuentes remata “el mal tal vez fuera banal para los verdugos, pero nunca lo era para las víctimas”.

Y a la tristeza de las imágenes, Cupido une la frustración por el fracaso de la investigación: “Marthe había decidido no seguir adelante y él no era más que un detective privado.”

Pero el teléfono sueña y los caminos se amplían.

¿Qué os ha parecido este cambio en la historia? ¿Os lo esperabais? ¿Qué os parece cómo Fuentes es capaz de mantener la tensión del lector? ¿Cómo valoráis la capacidad del autor para introducir a sus personajes de manera natural en el trascurrir de los hechos históricos?

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